Para muchos marinos de mediados del siglo XX, la denominada fragata Lautaro pudo ser considerada como uno de los buques escuela más bellos arquitectónicamente en Chile. Muchos lamentan que su último viaje se haya producido en febrero de 1945, año en que el mundo estaba sumido en una sangrienta guerra y las confianzas entre naciones se habían roto.

Lo cierto es que esta fragata fue construida en Alemania hacia 1916 con el nombre de “Priwall” y llegó hasta el puerto de Valparaíso, por circunstancias desconocidas, en 1939, cuando Europa se aprontaba a entrar en un estado de guerra.

Por esos años en aquel país, que vivía bajo el régimen Nacional Socialista, se consideraba que cualquier buque que navegara con la esvástica flameando era un potencial peligro, por lo que se dudaba que pudiera regresar en el mediano o largo plazo.

Con el objetivo de dejar de pagar gastos de mantenimiento en Chile, por la estancia del barco, el “Tercer Reich” decidió donar el Priwall a la Armada en 1941. Desde ese momento pasó a llamarse Lautaro, en honor al cacique mapuche.

Según consigna la institución, la Lautaro fue reacondicionada en San Francisco (Estados Unidos) y dispuesta para que sirviera como buque escuela para jóvenes grumetes y recién egresados de la Escuela de Guardiamarinas. Desde ese momento tuvo motor y las comodidades para servir como una academia.

Fragata Lautaro | Archivo Armada de Chile
Fragata Lautaro | Archivo Armada de Chile

Sin embargo, otra función que también tuvo que cumplir este buque de madera fue la de transportar salitre hacia países de Centro y Norteamérica. Misión para la cual no estaba del todo acondicionada.

Fue así como en los siguientes tres años la fragata cumplió diversos viajes con egresados de la Escuela de Guardiamarinas de Valparaíso.

No obstante, en febrero de 1945 la Lautaro cumplió una de sus misiones más exigentes y que, a la larga, sería la última. Debía transportar 7.000 toneladas de salitre desde Valparaíso hasta San Francisco (Estados Unidos) haciendo diversas escalas.

De esta forma, el plan inicial era recorrer las ciudades de: Antofagasta – Iquique – Arica – Callao (Perú) – Salina Cruz (México) – Manzanillo (México) – San Diego (EEUU) – San Francisco (EEUU) – Juan Fernández (Chile) – Valparaíso (Chile).

Lamentablemente, sería frente a las costas del principal puerto peruano cuando se originó un incendio en las bodegas del barco, el cual culminó con su destrucción total y la pérdida de decenas de marinos.

36 horas de terror en alta mar

La fragata navegaba por aguas del mar peruano cuando, de repente, surgió una alerta de incendio desde la zona de las bodegas donde se llevaba el salitre. La alarma para toda la tripulación fue inmediata y, desde ese momento, la misión fue salvar vidas.

En una entrevista otorgada en 2005 el subteniente Hugo Alsina Calderón, sobreviviente de esta tragedia, relató cómo fueron los primeros minutos de miedo y angustia en altamar.

“Comprendiendo la gravedad de la situación y lo innecesario que sería bajar a la bodega, activé la colocación de escalas y cabos para facilitar la evacuación de la gente que se encontraba en el interior de la bodega, salida que cada segundo se hizo más desesperada, debido a la violencia de las llamas y a los gases tóxicos desprendidos del salitre”, contó.

Alsina recordó, entre lágrimas, que lo más doloroso fue ver como muchos hombres que trabajaban en la sección de bodega fueron los primeros que perecieron en el lugar.

Tripulación de Guardiamarinas Fragata Lautaro
Tripulación de Guardiamarinas Fragata Lautaro

“Junto con el guardiamarina Jorge Skármeta nos cupo la misión de rescatar tres hombres que asomaron de la inmensa hoguera en que se convirtió la bodega. A un cuarto hombre lo tuvimos en nuestras manos, pero debido a lo resbaloso de su cuerpo a causa de las graves quemaduras que tenía, no pudimos asirlo por ningún medio. Cayó al fondo de la bodega a pesar de nuestros inhumanos esfuerzos por salvarlo. Abajo se oían los más terribles gritos de dolor y desesperación y era tristemente doloroso para nosotros no tener ningún medio para auxiliarlos”.

En el relato del escritor chileno Fernando Lizana Murphy, se narra gran parte de los detalles de este naufragio, tras el cual los grumetes y guardiamarinas estuvieron 36 horas a la deriva.

Luego que las llamas llegaran hasta cubierta el comandante de la nave dio la orden de evacuar. Para aquello solamente contaban con cinco botes de emergencia, los cuales tenían capacidad para 20 personas, cada uno.

El subteniente recordó que una vez que los botes estuvieron en el mar, todos los marinos atinaron a saltar desde el barco hasta el agua, algunos alcanzaron a subirse sobre las pequeñas embarcaciones, otro tuvieron que conformarse con salvavidas de corcho.

Tripulación de grumetes Fragata Lautaro
Tripulación de grumetes Fragata Lautaro

Desde ese momento se vivieron, tal vez, las horas más complejas de toda la operación. El agua dulce que tenían los sobrevivientes se acabó debido a que los heridos debieron ser atendidos y la sed apremiaba. A esto se sumó que la corriente se agitó cuando llegaba la noche.

Los sobrevivientes presenciaban cómo la Lautaro ardía en llamas, aunque no se hundió en aquel momento. Tampoco sabían si los llamados S.O.S que habían mandado por telégrafo, previamente, habían sido captados por otro navío.

De esta manera pasaron toda la noche del 28 de febrero sin rumbo claro en el mar. A la mañana siguiente vieron que desde el barco sólo emanaba humo, por lo que supusieron que el salitre se había consumido. Además, la radiación solar era cada vez más fuerte.

Fue a las nueve de la mañana, cuando la desesperación era más evidente, que los jóvenes recibieron la primera señal positiva, cuando divisaron en el cielo a un avión catalina de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos.

No obstante, aquella nave solamente pudo lanzar un nuevo bote de emergencia, el cual tenía capacidad apenas para cuatro personas. Pues bien, allí fueron acomodados 15 marinos.

Incendio Fragata Lautaro | Armada de Chile
Incendio Fragata Lautaro | Armada de Chile

Lamentablemente desde el avión fue imposible enviar alimentos o agua a los sobrevivientes (estuvo tres horas sobrevolando el lugar), pero sí fue lanzada una botella con un mensaje, el cual decía que la ayuda llegaría desde un buque que se encontraba a 110 millas de distancia.

Los tripulantes debieron esperar toda la tarde por la llegada de aquella ayuda. Aquellas horas fueron complejas, ya que en la zona comenzó a llover y el curso del viento cambió, lo que agitó aún más el mar.

Afortunadamente, a las 21:00 horas divisaron la luz del barco que finalmente les brindaría la salvación. En su relato, Lizama detalló que los marinos lanzaron dos bengalas al aire para guiar el rumbo de aquel navío. Fueron 30 minutos de tensa espera.

Fue así como divisaron al buque Río Jachal, el cual tenía izada una bandera argentina. Los sobrevivientes ingresaron a este lugar con gritos de júbilo. “¡Viva Chile y viva Argentina!”, se escuchó decir.

Recién ahí se pudo revisar y hacer un recuento final de cuántos marinos habían logrado salir adelante. El detalle fue que 20 personas murieron en la Fragata Lautaro y otras 190 se salvaron.

En total, los hombres estuvieron 36 horas en el mar esperando por ayuda.

A la mañana siguiente llegó hasta el lugar el barco de traslado Ucayali, de la marina peruana. Éste llevó a la destruida fragata hasta el puerto de El Callao, junto con un grupo de guardiamarinas. El resto de los hombres fue trasladado hasta el principal puerto peruano en el barco argentino.

Finalmente, La “Lautaro” no resistió aquel viaje y se hundió frente a El Callao el 8 de marzo de 1945. Por su parte, los sobrevivientes fueron llevados a Valparaíso por el barco “Araucano”, el cual también trasladó los cuerpos de los caídos.

Gratitud y reconocimientos

En aquellos años se llegó a decir que el hundimiento de la Fragata Lautaro se debió a un ataque de submarinos alemanes que se encontraban en el lugar.

Aquella idea surgía debido a que la marina chilena trasladaba salitre hacía Estados Unidos, potencia de los Aliados en la Segunda Guerra Mundial. A esto se sumaba la reciente declaración de guerra que Chile había hecho a Japón, país perteneciente al Eje.

Fragata Lautaro | Archivo histórico Armada de Chile
Fragata Lautaro | Archivo histórico Armada de Chile

No obstante, esto quedó descartado luego que la propia Armada demostrara que todo se debió a desperfectos originados en las propias bodegas.

Los funerales de las víctimas de la fragata se realizaron en Valparaíso el 17 de marzo de aquel año. A aquella ceremonia asistieron generales de todas las ramas de ejército y el propio presidente de la República, Juan Antonio Ríos.

Meses más tarde, la Armada de Chile ofreció una cena de gala a toda la tripulación del buque Río Jachal, la cual se desarrolló en el “Puerto Principal”.

Cabe señalar que esta embarcación trasandina se incendió en el año 1962 en la ciudad de Nueva York (Estados Unidos). Luego de su refacción volvió a incendiarse en Buenos Aires, en el año 1970, por lo que finalmente fue dada de baja.