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CATÁLOGO
REVISTA INCLUSIONES ISSN 0719-4706 VOLUMEN 5 – NÚMERO 4 – OCTUBRE/DICIEMBRE 2018
MG. ELIZABETH MONTANARES VARGAS / LIC. ALAN SILVA MATUS
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ISSN 0719-4706 - Volumen 5 / Número Especial Octubre – Diciembre 2018 pp. 77-95
ESCUELAS EN TIERRA MAPUCHE, CARTAS, RELATOS Y PERSONAJES
SCHOOLS ON MAPUCHE TERRITORY, LETTERS, NARRATIVES AND CHARACTERS
Mg. Elizabeth Montanares Vargas
Universidad Católica de Temuco, Chile
emontanares@uct.cl
Lic. Alan Silva Matus
Universidad Católica de Temuco, Chile
alangsilvam@gmail.com
Fecha de Recepción: 03 de mayo de 2018 – Fecha de Aceptación: 23 de julio de 2018
Resumen
Las primeras escuelas construidas desde mediados del siglo XVIII hasta comienzos del siglo XIX en la
Araucanía, nacieron al alero de procesos complejos de convivencia y dominación. Por lo mismo son
reveladoras de las creencias y contradicciones de quienes participaron de su desarrollo. El propósito de este
estudio es presentar algunos antecedentes e información sobre estas escuelas, sus habitantes, y los relatos
ocurridos durante los impulsos misionales y estatales por civilizar a los indígenas. Esto podría ser de utilidad
para la mejor comunicación y comprensión de este espacio y sus moradores.
Palabras Claves
Araucanía – Escuelas – Mapuche – Misiones religiosas – Educación
Abstract
The first schools built from the middle of the 18th century until the beginning of the 19th century in Araucanía,
were born at the expense of complex processes of coexistence and domination. Therefore, they are revealing
of the beliefs and contradictions of those who participated in its development. The purpose of this study is to
present some background and information about these schools, their inhabitants, and the stories that occurred
during the missionary and state impulses to civilize the indigenous people. This could be useful for the better
communication and understanding of this space and its inhabitants.
Keywords
Araucanía – Schools – Mapuche – Religious missions – Education
MG. ELIZABETH MONTANARES VARGAS / LIC. ALAN SILVA MATUS
REVISTA INCLUSIONES ISSN 0719-4706 VOLUMEN 5 – NÚMERO 4 – OCTUBRE/DICIEMBRE 2018
Escuelas en tierras mapuche, cartas, relatos y personajes pág. 78
Introducción
Las primeras escuelas en la Araucanía, eran el escenario de una forma de vida
única, la cual reunía distintas manifestaciones culturales que articulaban la interacción
social. En ese sentido cabe preguntarse: ¿qué problemáticas se vivían a su alrededor?
¿Quiénes eran los principales personajes? ¿Qué ideas se fueron construyendo desde la
escuela? ¿Se observan diferencias en la constitución de las mismas? Es evidente que no
tendremos respuestas definitivas para estas preguntas, pero sin embargo, intentaremos
dar algunas pistas que arrojen luz sobre estos problemas.
Los misioneros, constructores de un modelo de escuela
A finales del siglo XIX en la Araucanía, las escuelas surgían en medio del
ambiente revuelto tras la ocupación. Las crónicas y documentos históricos describen con
detalle situaciones, relaciones y personajes que transitaban a lo largo de este espacio con
intenciones diversas. Vivida por diversos pobladores, indios, chilenos, misioneros y
colonos, la literatura da cuenta de relaciones que pasaban de una convivencia
aparentemente tranquila, a episodios extremadamente violentos. La frontera, zona lejana,
repleta de salvajes y de misiones, que recién comenzaba a cartografiarse, enriquecían los
relatos y despertaba curiosidad en la población de la nueva nación1. Podemos suponer
que las noticias escritas y las habladurías sobre la vida de los habitantes del sur se
difundían por el país encantando y atemorizando al mismo tiempo.
En el caso de la ciudad de Temuco, desde siempre, se había erigido como “fortín
de quinchas”, donde un muro de troncos y un foso fueron la placenta y la cuna germinal
de la ciudad. El joven asentamiento tuvo las características de un campamento en el cual
10 civiles estaban sujetos a la vida marcial que exigía una jurisdicción castrense y a su
disciplina. Dos años después de su fundación aún cumplía con un rol militar. Los
alrededores de la ciudad respondían al mismo patrón, con vías de comunicación en las
que pululaban bandoleros y cuatreros, una plaga infernal en la que siempre los
involucrados se están jugando la vida, tantos malhechores escapados de las cárceles y
presidios, o bien delincuentes que, huyendo de la justicia, van a encontrar lugar donde
escapar a la persecución entre las tribus de la Frontera2. Lo anterior era agravado por las
condiciones de aislamiento, y la calidad de los caminos, con troncos, matorrales, baches
profundos formados por el agua de las lluvias que dificultaban el transporte y favorecían a
estos personajes que atemorizaban a la población.
La ciudad crece, a pesar del ambiente poco seguro, lo cual hace surgir nuevas
formas de movilización, el transporte se incrementa; además del convoy oficial, se suman
los comerciantes y particulares que alquilaban fleteros que llevaban las cosas
pertenecientes a los vecinos de los lugares3. Quienes utilizaban estos medios sabían
que a diario se jugaban la vida, lo que era normal; “el convoy partía protegido por un
equipo de soldados, pues, en cualquier momento, podían ser asaltados por bandoleros
huidos de la justicia que se internaban en esta región para hacer de las suyas y en estas
empresas nunca les faltaba la ayuda y presencia de grupos mapuche que se
Macarena Ponce de León, “La llegada de la escuela y la llegada a la escuela. La extensión de la
educación primaria en Chile, 1840-1907”. Historia Vol: 2 Nº 43 (2010): 449-486.
2
Ricardo Ferrando, Y así nació la Frontera (Santiago: Editorial Antártica, 1986).
3
Ricardo Ferrando, Y así nació la Frontera… 643.
1
MG. ELIZABETH MONTANARES VARGAS / LIC. ALAN SILVA MATUS
REVISTA INCLUSIONES ISSN 0719-4706 VOLUMEN 5 – NÚMERO 4 – OCTUBRE/DICIEMBRE 2018
Escuelas en tierras mapuche, cartas, relatos y personajes pág. 79
aprovechaban de la oportunidad”4. Durante años fue imprescindible poseer con que
defenderse de los ataques de los habitantes más violentos, fueran mapuche o afuerinos.
Así la carabina Winchester era un arma frecuente y común en el campo y en la ciudad, la
pistola o revólver al cinto era una defensa inseparable y cuando menos se esperaba se
producían los encuentros en que solían quedar en los caminos o arrojados a las
quebradas los cadáveres de los caídos. El ataque suscitaba un nuevo hecho de armas; la
justicia no se esperaba de los Tribunales; cada cual cobraba y por lo general con creces5.
La prensa de la época frecuentemente publica denuncias relacionadas con hechos
violentos y asesinatos ocurridos en la zona6, también se expresó preocupación en el
Parlamento de 1867, donde Cornelio Saavedra propone a los indios poner fin a robos
asesinatos y depredaciones de toda índole7, lo que da cuenta por un lado, de la
preocupación que existía por estos hechos y por otro, la idea fundada o no, de que eran
los mapuche quienes cometían los ilícitos. En ese ambiente se desarrollaron las escuelas
misionales y mas tarde las primeras escuelas estatales, ambas igualmente afectadas por
las condiciones adversas de la región, según quejas de un visitador de escuelas que
alegaba “que los textos no llegaban a la escuela por las dificultades de comunicación
entre la ciudad principal y los pueblos por falta de caminos y por la incapacidad de
muchas escuelas de comprarlos”8.
Imagen 1
Colección de Ricardo Herrera Floody
Padre Athanasius y hermano Leoviild y alumnos9
Fuente: Centenario de 1910 Provincias y comunas de Chile
Ricardo Ferrando, Y así nació la Frontera… 643.
Ricardo Ferrando, Y así nació la Frontera… 642.
6
Macarena Ponce de León, “La llegada de la escuela y la llegada a la escuela… 71.
7
Robustiano Vera, La Pacificación de Arauco 1952 a 1883 (Santiago: Imprenta El Debate, 1905),
36.
8
Sol Serrano, “De escuelas indígenas sin pueblos a pueblos sin escuelas indígenas: la educación
en la Araucanía en el siglo XIX”. Historia Vol: 29 (1995-1996): 452.
9
Ricardo Herrera, Centenario de 1910. Provincias y comunas de Chile (Viña del Mar: Bicentenario,
2010), 627.
4
5
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Escuelas en tierras mapuche, cartas, relatos y personajes pág. 80
Las primeras, a cargo de la iglesia, precursoras del desarrollo educacional en la
Araucanía, tenían como propósito principal incorporar a los niños mapuche, y cuya “ilusión
y empeño educador” no era compartido por las familias indígenas, las que se resistían al
ideario cristiano y la obligada conversión de los niños indígenas, como se puede
evidenciar en la imagen 1. Si bien, con diferencias de forma, entre las principales órdenes
religiosas responsables, esto es, jesuitas, franciscanos, y capuchinos, cuyo objetivo final,
era sin embargo el mismo, educar en la fe cristiana. El primer intento importante por
fundar estas escuelas para indios fue a inicios del siglo XVIII y estuvo a cargo de los
jesuitas, el Colegio Seminario exclusivo para hijos de caciques de Boroa e Imperial,
llamado “Seminario de Nobles Araucanos” abierto el año 1700, que contemplaba ocho
años de estudio, e impartía además la enseñanza de oficios manuales como sastrería,
zapatería y pintura10. Estaba ubicado en el Colegio de Naturales de Chillán. Reunió 16
niños de los cuales no hay claridad si todos eran hijos de caciques. Con el alzamiento
indígena de 1723 finalmente se cerró.
Mas tarde en 1757 se fundó el Colegio de propaganda Fide en Chillan, a cargo de
los Franciscanos, el que, como narraba el Padre Ascasubi, tenía un “convento tan antiguo
con una capilla corta y muy mal alhajada”, con apenas una manzana completa11. Uno de
los objetivos más importantes de este Colegio era reclutar sacerdotes indígenas que
misionaran al sur el Bío Bío12. Los modales y apariencia eran valorados, tanto que parte
importante de los gastos a los que incurrieron los misioneros fue comprar ropa a los
jóvenes estudiantes indígenas como una forma de que los caciques vieran que sus hijos
eran bien tratados, en las instancias de encuentro que los misioneros arreglaban, como
los parlamentos, ocasión en que los padres constataban lo bien que eran tratados sus
hijos.
Escuelas estatales y escuelas misionales, civilizar y convertir
A inicios del siglo XIX el estado chileno toma las riendas de la educación indígena
como una forma de avanzar en la colonización e integrar a los mapuche al estado de
Chile. Las escuelas estatales parten civilizando e integrando a través de habilidades
predeterminadas, como lectura y escritura13. La coincidencia con la Ley de Educación
Primaria, determinará el estilo de escuela estatal en la Araucanía como también la forma y
contenido de la enseñanza a los niños mapuche. El estado por una lado invirtió en
escuelas misionales tomando medidas como traer misioneros para esta labor además de
fundar escuelas estatales dependientes directamente de su jurisdicción.
En el caso de las misiones, el estado financiaba a los profesores de las escuelas
misionales, le otorgaba un sínodo a cada misionero y una subvención por alumno
indígena en la escuela, al cual se le daba alojamiento, vestuario y alimentación.
Financiaba también una contribución otorgada a cada cacique que enviara a las escuelas
doce alumnos de su reducción. En 1844 el Estado costeaba ocho escuelas misionales en
Ricardo Herrera, Centenario de 1910. Provincias y comunas de Chile… 428.
Roberto Lagos, Historia de las misiones del Colegio de Chillán. Volumen 1: precedida de una
reseña acerca de los primitivos franciscanos en Chile (Barcelona: Herederos de Juan Gili, 1908),
102-103.
12
Lasse Hölck y Mónika Contreras, “Educating Bárbaros: educational policies on the Latin
American frontiers between colonies and indepedent republics (Araucania, Southern Chile/Sonora,
Mexico). Paedagogica Historica Vol: 46 (2010): 439.
13
Macarena Ponce de León, “La llegada de la escuela y la llegada a la escuela…
10
11
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Escuelas en tierras mapuche, cartas, relatos y personajes pág. 81
Valdivia con un gasto total de 1.200 pesos dentro de un gasto nacional en instrucción
primaria de 36.141 pesos14.
Para los efectos de la fiscalización, las escuelas misionales eran consideradas
escuelas públicas. La efectividad de estas misiones, internadas al interior del territorio
indígena no convencía mucho a las autoridades, puesto que creían que seria mas
favorable para el proceso de civilización acercar a los indios a las nacientes ciudades.
Encargado de informar sobre el funcionamiento de éstas, un funcionario estatal, el
visitador de escuelas, fiscalizaba las escuelas misionales y las estatales recorriendo las
provincias, instruyendo a los profesores e informando al gobierno sobre su buen o mal
funcionamiento. Para el estado la utilización de métodos pedagógicos similares por parte
de los profesores era uno de los requerimientos principales. Métodos que, según
testimonios de los mismos indígenas podían eran bastante crueles, el afán por la
disciplina incluía castigos corporales y psicológicos. Interesados en reformar los hábitos
de una población rural analfabeta que había vivido gran parte de su vida en un medio
violento, los profesores no titubeaban en propinar palizas a sus educandos15.
La prensa da cuenta de testimonios como el de un joven mapuche que se queja a
propósito del mal trato sufrido por su hermano en la escuela, señalando que “entre los
ofendidos se encuentra mi hermano Victoriano, a quien por segunda vez se le ha aplicado
castigos hasta hacerlo reventar en sangre por narices, actos”.
Sobre las escuelas estatales, los lugares pioneros fueron Arauco y Nacimiento, en
la frontera norte, y la reconstrucción de las misiones de Santa Bárbara y Tucapel,
solicitadas por los propios indios comprometiéndose a enviar a sus hijos a las escuelas. A
fines del siglo XIX, desde el río Cautín hacia el sur, en la provincia de Valdivia y en la
diócesis de Chiloé, la aparición de escuelas estatales y/o misionales fueron surgiendo
según las necesidades, ya sea por la alta cantidad de indígenas o los requerimientos del
Estado chileno. Sobre la forma de conseguir espacios, inicialmente se utilizaron casas
particulares, como lo expresa la solicitud del Ministerio de Instrucción Pública al
gobernador de Imperial, de concretar un contrato de arrendamiento de casa particular de
don Augusto Hein para que funcione como escuela pública, por tres años. 2. El canon de
arrendamiento que percibirá el sr Hein será de 1020 pesos anuales, pagaderos por
mensualidades iguales y vencidas”16 (Ver imagen 2). Otra casa de Don Elijio Valdivia fue
arrendada por tres años para escuela pública también en la ciudad de Imperial, quien
recibiría 420 pesos anuales. Estas diferencias de valor podrán deberse al tamaño de la
propiedad, cantidad de estudiantes o simplemente diferencias en el acuerdo. Otro
contrato en Chol Chol entre el Ministerio de Justicia e Instrucción Pública y Don Mateo
Castillo quien dio en arriendo su casa también por tres años por un valor de 240 pesos
anuales.
Sol Serrano, “De escuelas indígenas sin pueblos a pueblos sin escuelas indígenas… 438.
Macarena Ponce de León, “La llegada de la escuela y la llegada a la escuela… 351.
16
“Autorizan contratos de arriendo en locales para escuelas”, Temuco (19/04/18), ARA,
Intendencia de Cautín, Vol. 17, Fs. 56. Archivo Regional de La Araucanía (ARA), Temuco-Chile.
14
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Escuelas en tierras mapuche, cartas, relatos y personajes pág. 82
Imagen 2
Contrato de arriendo de casa para escuela
Fuente: Intendencia de Cautín, Archivo Regional de La Araucanía. Temuco-Chile, 1901
Los misioneros capuchinos jugaron un rol trascendental, a través de un convenio
impulsado por el gobierno, quien pagó los gastos de viaje de los religiosos y se
comprometió a pagarles un sueldo, a cambio de la promesa de servir por diez años en las
misiones17. De este modo el 23 de octubre, llegaban doce sacerdotes de esta orden a
Valparaíso y, a fines de noviembre, ya estaban en Valdivia18, concentrando su mayor
energía en construir escuelas para los jóvenes mapuche. Con gran entusiasmo lograron
obtener recursos para construir colegios para indígenas, creyendo en la capacidad de
ellos y en el valor de la enseñanza en valores cristianos que podían entregarles.
Curiosamente también veían la importancia en educar a la mujer indígena, propiciando la
creación de centros de educación femenina, preocupación que hacían saber enfatizando
el rol de las madres en la educación de los hijos. Deseo que se materializa a fines de
siglo, con la instalación de un internado para niñas mapuche en Angol, a cargo de cinco
religiosas de las Hermanas Terciarias de San Francisco. Contaba con una escuela
primaria, también destinada a las niñas pobres de la ciudad. Allí se enseñaba lectura,
escritura, aritmética y religión, como en todas las otras escuelas primarias, junto a oficios
que luego les permitieran ganarse la vida "decentemente". Se les enseñaba a lavar,
17
Sergio Uribe, Las Misiones capuchinas de Araucanía en la segunda mitad del siglo XIX (18481901) (Chile: Ediciones Universidad de la Frontera, 1998), 324.
18
Sergio Uribe, Las Misiones capuchinas de Araucanía en la segunda mitad…
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Escuelas en tierras mapuche, cartas, relatos y personajes pág. 83
cocinar, coser y bordar y la confección de calzados19. Materias que eran exclusivas a la
educación femenina de la época. Más información entrega la carta (de tres planas) que se
encuentra a continuación (Ver imagen 3) del año 1901, de parte de la superiora de la
Congregación de monjas de la providencia, que indica que los hombres hacían el calzado
para todos los asilados, y cultivo del huerto. Ella reconocía que los niños “manifestaban
inteligencia y gran deseo de instruirse i miran como castigo dejarlos sin clase” Agregaba
que “para los trabajos manuales las mujeres tenían mucha disposición natural, i se
aplicaban particularmente a los trabajos de aguja”, agregaba “en los niños hombres se
nota algún empeño por aprender algún oficio”. También se quejaba de que por falta de
recursos solo había taller de zapatería para los varones. También deja claro que la poca
confianza de los indios perjudicó el inicio de la escuela20, cuestión que se habría superado
por el comportamiento y demanda que obtuvo la escuela.
Imagen 3
Carta de las hermanas de la congregación de monjas de la providencia 21.
Fuente: Intendencia de Cautín, Archivo Regional de La Araucanía. Temuco-Chile, 1901
Al parecer las condiciones escolares no eran de las mejores, con 83 alumnas
matriculadas, de las cuales 40 eran internas. Según relato del visitador de escuelas J.
Contreras Varas, con fecha 6 de agosto de 1894 “el edificio en que funciona es tal cual lo
pinta el Sr. Intendente en la nota que antecede, por lo queso y de parecer que el Supremo
Gobierno haría un gran servicio á la instrucción concediendo á dicha Orden la suma de
pesos [3.000] que se solicita para llevar á cabo la construcción de la casa que al presente
Sol Serrano, “De escuelas indígenas sin pueblos a pueblos sin escuelas indígenas… 471.
“Educación para indígenas impartida por congregación de monjas de la providencia”, Temuco
(19/04/17), ARA, Intendencia de Cautín, Vol. 15. Fs. 18-20. Archivo Regional de La Araucanía
(ARA), Temuco-Chile.
21
“Educación para indígenas impartida por congregación de monjas de la providencia”…
19
20
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Escuelas en tierras mapuche, cartas, relatos y personajes pág. 84
edifica con el objeto de dar mas comodidad al establecimiento”. La precariedad de la
situación de las escuelas, obliga al Estado a apoyar económicamente a las religiosas para
mejorar las condiciones en las que trabajaban. Cómo en la imagen 4, que da muestra de
la necesidad de solicitar y comprar material de enseñanza para las escuelas.
Imagen 4
Pago para material de enseñanza
Fuente: Intendencia de Cautín, Archivo Regional de La Araucanía, Temuco-Chile, 1901
Esta situación de pobreza se repite con las escuelas públicas, según demuestra
carta del preceptor don Celedonio Romero a propósito de la primera escuela pública de
Temuco, al intendente, en la que se queja de que se encuentra en muy mal estado.
Según Arellano:
“Las piezas que sirven de habitación al preceptor, como el salón destinado
a clases, que se hace inhavitable a causa del desabrigo, durante los días
de hielo o tempestad, no se puede funcionar, Sircunstancias estas U.S que
22
redundan en perjuicio de la enseñanza y salud de los alumnos”.
El caso de la Misión de Imperial, fue algo diferente en cuanto a recursos, la
solicitud de José de Potries, capuchino, “me he propuesto, crear seis escuelas mixtas y
destinarlas á dar educación gratuita á los niños indíjenas de ambos sexos” solicitando
subvención estatal, de 50 pesos mensuales cada una de las escuelas, las que estarían
22
Oscar Arellano, El álbum guía histórico del cincuentenario de Temuco (Temuco: Imprenta
Gutiérrez, 1993), 171.
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Escuelas en tierras mapuche, cartas, relatos y personajes pág. 85
sometidas á los reglamentos del estado23. Fue recibida con suspicacia por algunos
caciques de la zona, como un fuerte militar encubierto para invadir el territorio. Según
relata un capuchino residente, el grancacique de Alto Imperial les anunció una visita en
1856 para cerciorarse de sus intenciones y luego de recorrer las instalaciones y de un
abundante banquete, el cacique quedó tan satisfecho que les ofreció a sus hijas como
esposas, ofrecimiento que fue rápidamente trucado por el envío de sus hijos a la escuela
misional24. Estas escuelas para asegurar la asistencia de los niños, ésta contaba con
sistema de internado, que permitía a los jóvenes permanecer toda la semana en Puerto
Saavedra, bajo la vigilancia de los sacerdotes y durante los fines de semana se iban a sus
hogares en el campo25. En 1869 un incendio destruyó la misión y las escuelas, las que
nuevamente construyó “el padre de los indígenas”26. La vida en esta misión parecía ser
agradable para los niños tal como relata Pascual Coña el momento en que lo buscaron los
misioneros para irse a la escuela, y le dijeron “vamos ya, comerás carne y pan, y te
pondrás bonitos vestidos.” También a los padres les obsequiaron “una bonita capa
comprada en una tienda para que nos afligiese y me subieron a un caballo”27. De hecho la
imagen 5 muestra listado de gastos de compras en el año 1892, para proveer a escuela
de mobiliarios, como un armario, lápices, libros, e incluso relojes para salas (Ver imagen
5).
Imagen 5
Listado de gastos de compras de útiles para escuela.
Fuente: Intendencia de Cautín, Archivo Regional de La Araucanía, Temuco-Chile, 1901
Juan Ossa, “El Estado y los particulares en la educación chilena, 1888-1920”. Estudios Públicos
Vol: 106 (2007): 23-96.
24
Sergio Uribe, Las Misiones capuchinas de Araucanía en la segunda mitad… 324.
25
Natalia Caniguan, “Municipio, identidad y alcalde mapuche. Estudio de caso en la comuna de
Saavedra”. Tesis pregrado en Licenciatura en Antropología. Universidad Academia de Humanismo
Cristiano. 2007. Santiago. 32.
26
Ricardo Ferrando, Y así nació la Frontera…
27
Pacual Coña, Testimonio de un cacique mapuche (Santiago: Pehuén Editores Limitada, 1984),
57.
23
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Escuelas en tierras mapuche, cartas, relatos y personajes pág. 86
En cuanto a la relación numérica de población indígena y española que en la
segunda mitad del siglo XIX vivía en las misiones de la Araucanía, los capuchinos en
Imperial, tenía una población de 350 cristianos en 1864; en Toltén, fundada en 1861, tenía
una población cristiana de 82; Queuli fundada en 1855, tenía 250, y San José, refundada
en 1850, tenía una población de 2.160 cristianos, entre indios y españoles. Ello indica que
había un número importante de niños indígenas. En 1871 Imperial tenía 400 habitantes,
casi todos indígenas y su escuela tenía 23 alumnos 13 internos; Toltén tenía 1.600 indios
y 800 chilenos con una escuela de ocho indígenas; Queule tenía 900 cristianos, no se
dice cuántos españoles y cuántos indios; San José 4.000 con 44 alumnos en la escuela y
Pilchuquén 1.700 habitantes. Las otras misiones estaban establecidas en pequeños
pueblos que oscilaban entre los 2.000 y los 4.000 habitantes28.
En las vísperas de la ocupación, las misiones capuchinas seguían siendo catorce,
seis en territorio de infieles y nueve en territorio cristianizado, con el mismo número de
escuelas y con una población escolar indígena que se mantuvo estable con un promedio
de alrededor de 130 alumnos anuales. El modelo educativo de estos misioneros, partía
desde el reconocimiento del valor indígena, abogando por una “educación respetuosa”
diferenciándose por medio de un critico discurso de las escuelas laicas y las protestantes;
de las primeras por ser “poco comprometidas “con los indígenas, y las segundas por
permitir demasiadas concesiones a las costumbres mapuches”29.
El caso de los franciscanos es diferente, para el año 1895, contaban con siete
escuelas para indígenas. Estas cifras de los años reduccionales tempranos demuestran el
bajo porcentaje de alumnos mapuche en las escuelas misionales franciscanas. Con el
paso del tiempo, esos porcentajes irán disminuyendo paulatinamente. Al contrario de las
escuelas misionales capuchinas que por su ubicación se vincularon con una población
escolar mapuche más alta que la de los franciscanos.
Los colonos y las nuevas escuelas
De esta forma al inicio del proceso de ocupación de la Araucanía, la labor
educativa ya llevaba un tiempo importante con fuerte presencia de los misioneros
franciscanos y capuchinos, quienes realizaban tareas de evangelización entre los
mapuche; sin embargo, hubo igualmente una temprana presencia de la escuela pública
en el área norte y noroeste de la región, en las zonas de ocupación y concentración de la
población chilena, particularmente en Angol, Collipulli y Purén. Hacia 1879,
inmediatamente antes de la ocupación, en el Territorio de Colonización de Angol había 15
escuelas, cinco fiscales, ocho privadas y dos misionales. El pueblo de Angol, con una
población entre 3.000 y 3.500 habitantes concentraba seis de ellas, seguida por Collipulli
con cinco30.
Este escenario revela de que en este período las escuelas conformaron un
espacio heterogéneo respondiendo a la creciente demanda educativa, que buscó
Sol Serrano, “De escuelas indígenas sin pueblos a pueblos sin escuelas indígenas… 442.
Daniel Cano, “La demanda educacional mapuche en el período reduccional (1883-1930”. Revista
Pensamiento Educativo Vol: 46-47 (2010): 317-335.
30
“Informe sobre la visita practicada en las escuelas públicas y privadas del Territorio de Angol
1879”, Temuco (13/04/18), ARA, Intendencia de Cautín, Vol. 51. Archivo Regional de La Araucanía
(ARA), Temuco-Chile.
28
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utilitariamente adquirir las destrezas entregadas en cada una de esas escuelas con el
objetivo de sobrevivir y permanecer como cultura31. Así como para el estado educar era
un deber, la equidad significaba “universalizar la escuela”. Tras la ocupación y posterior
reducción de los mapuche, para los padres esta era un lugar para aprender español,
conocer la cultura occidental y así prepararse mejor para defender sus intereses
individuales y comunitarios, especialmente los referidos a la tierra, además les “impartía
otros elementos de entre los cuales el alimento, prendas de vestuario y otros no
estuvieron ausentes”, motivación que también había estado presente desde los primeros
años de las misiones. Frente a una condición de extrema pobreza, la escuela se
presentaba entonces como la posibilidad de cubrir algunas necesidades más básicas que
el aprendizaje”32. Tal fue la demanda que los misioneros debieron cerrar las puertas de
sus escuelas para indios una vez completas las matrículas, porque no daban abasto.
El proceso de colonización iniciado por el Estado, aportará más diversidad a la
escuela, entre el año 1883 y principios de 1884 en la región se instalaron 500 familias de
colonos en la parte norte de la región de la Araucanía, españoles, franceses, italianos,
suizos y alemanes en su mayoría (Ver imagen 6).
Imagen 6
Solicitud de terreno para construcción de Colegio Alemán.
Fuente: Intendencia de Cautín, Archivo Regional de La Araucanía, Temuco-Chile, 1901
En la primera década del siglo XX, la red educativa de la zona de la Araucanía no
estaba sólo compuesta por la escuela pública y misional. Por otro lado los anglicanos se
instalaron con su Misión Araucana en Chol Chol y Quepe, tradujeron el Evangelio al
mapuche y sus escuelas recibieron alumnos indígenas33.
Daniel Cano, “La demanda educacional mapuche en el período reduccional…
Sergio Uribe, Las Misiones capuchinas de Araucanía en la segunda mitad… 279.
33
Sol Serrano, “De escuelas indígenas sin pueblos a pueblos sin escuelas indígenas… 472.
31
32
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Escuelas en tierras mapuche, cartas, relatos y personajes pág. 88
Una de sus preocupaciones, era, obviamente la educación de sus hijos. Las
primeras escuelas que se fundaron fueron la Alianza francesa en Traiguén y Victoria, la
Escuela de la Providencia, los Colegios Alemanes en Traiguén, Purén, Nueva Imperial
y Temuco. Una característica era la ubicación de estos establecimientos que se situaba
en calles centrales de la ciudad, como es el caso del colegio Alemán de Temuco, ubicado
en primera instancia en calle Bello34. Además, en el Colegio Alemán de Nueva Imperial se
solicitó una subvención al Estado para establecer una escuela allí, cuestión que fue
rechazada, sin razón aparente, probablemente porque la mayoría de sus estudiantes eran
de origen alemán. Lo cual de alguna manera nos adelanta la importancia y valor que se le
dará a este grupo humano en la construcción de la sociedad en la Araucanía. El caso del
colegio de la Salle, fundado algo mas tarde, en 1904, corrobora lo anterior, pues se
construye la misma manzana en que hoy funciona; poco a poco el Instituto fue comprando
los sitios del resto de la manzana hasta poseer la totalidad de ella, en la que ha ido
construyendo las dependencias de salas de clases, de estudio, de administración,
canchas deportivas y sus dos gimnasios, su capilla y sector de internado, que hacen del
Colegio La Salle un centro educacional de primera importancia en la Frontera35. La
educación de los hijos de colonos integrará como parte fundamental de sus proyectos, el
rescate de los elementos de su cultura, visibilizando la pobreza y poca preparación que
existía en Chile en cuanto al tema educativo. Los alumnos eran en su mayoría hijos de
colonos, siendo para un niño sin ascendencia extranjera, muy difícil sino imposible
acceder a ese tipo de educación.
Estudiantes, Misioneros, Profesores y Visitadores
La escuela fue “habitada”, sus habitantes fueron variados cada cual tenía diversos
motivos. Este apartado contempla a los estudiantes, los misioneros y profesores,
involucrados directamente con la labor educativa. Los primeros, niños, niñas, y jóvenes
indígenas, a mitad del siglo XVIII parecen ser pocos. En el colegio Fide, en 1778,
participaban 24 estudiantes autóctonos, los que fueron disminuyendo de tal forma que 20
años mas tarde solo dos fueron registrados. La corona española habría ofrecido
recompensa de 10 pesos por cada pupilo recuperado36. Pero como ventaja estos pocos
estudiantes fueron valiosos para los misioneros, quienes señalaban “orgullosamente que
sus pupilos jamás volvían a ser infieles”. Pocos ejemplos comprueban esta afirmación,
entre los cuales está el Padre Francisco Inalicán, de Valdivia, que fue ordenado sacerdote
franciscano y profesor de gramática en Mendoza en 1805. Actúo además como agente de
José de San Martín durante las guerras independentistas. Otro sacerdote franciscano,
Francisco Millapichún ordenado sacerdote franciscano en 1794 tuvo roles administrativos
importantes en misiones de la Araucanía37.
El entusiasmo de ambos misioneros no era algo generalizado, la mayoría de los
estudiantes no respondía a esos patrones, tal como testimonia un misionero expresando
que “es inaudita la resistencia que ponen los niños indígenas al aprendizaje;
continuamente huyen de la misión y es preciso que el Capitán de amigos vaya de casa en
casa buscándolos y amenazando a sus padres para que los entreguen y vuelvan a la
Ricardo Ferrando, Y así nació la Frontera…
Ricardo Ferrando, Y así nació la Frontera… 662.
36
Lasse Hölck y Mónika Contreras, “Educating Bárbaros: educational policies on the Latin…
37
Roberto Lagos, Historia de las misiones del Colegio de Chillán… 102-103.
34
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escuela; otras veces se ocultan estos fugitivos en los cerros, donde se mantienen durante
algunos dias con cardos y otras yerbas, por no llegar a la casa paterna"38.
En la misión de Mulchén por ejemplo, cuatro años después de su fundación, sólo
habían logrado la asistencia de "tres cholitos". En Nacimiento la escuela dejó de ser
misional en 1862 por no educar a ningún indígena. Las escuelas, en los hechos, pasaron
a ser mixtas. En 1865 se educaban 46 alumnos en las misiones franciscanas, de los
cuales 26 eran españoles39.
Un interesante testimonio a manera de queja es el del edecán de Visitador José
Bernardo Suarez quien al llegar a la misión de Trumao, en el departamento de La Unión,
no encontró a un solo niño indígena en la escuela ni en la casa misional donde debía
haber 20 como pensionistas, pues de sus recriminaciones le trajeron tres que comprobó
eran hijos de chilenos. El único indígena que encontró fue un muchacho de 18 años que
era el sirviente del sacerdote. El padre misionero le indicó que los naturales no querían
enviar a sus hijos a las escuelas. "Y sin embargo, reclamaba el visitador, se paga a este
empleado 200 pesos anuales por los niños que no enseña, y se paga al misionero 150, a
más de su sínodo, por los indígenas que no mantiene, y se paga, en fin, al cacique 24
pesos por la misma razón que se paga al misionero. ¿Qué tal? ¿Cómo se llamará esto en
buen castellano? ¿No se llamará estafar al fisco?"40.
A fines del siglo XIX, otro documento de visitador de Escuelas de Angol, entrega el
total de alumnos matriculados, que era de 609, de los cuales 269 eran hombres y 340
mujeres, que se dividían en 431 en las escuelas fiscales,185 hombres y 246 mujeres; 158
alumnos en las privadas, 64 hombres y 94 mujeres y 20 alumnos en las misionales, todos
indígenas. La asistencia media del total de alumnos era, sin embargo, de 364. De lo
anterior se concluye que en el territorio más avanzado de la colonización en vísperas de
la ocupación definitiva, del total de alumnos matriculados un 3,3% eran indígenas41. Es
escaso, si pensamos que uno de los focos del estado era la educación de estos.
Las inasistencias tal vez, explicaban los pocos avances académicos de los
alumnos, tal como reportaba en el año 1879 un visitador para la escuela de Angol,
señalando que eran muy pocos los alumnos que realmente sabían leer y escribir y las
condiciones eran tan precarias como que la escuela de Purén funcionaba en el cuartel
donde convivían los alumnos con los soldados y los presos. Las malas condiciones de los
caminos en invierno era una de las causas de inasistencia de los niños, que según el
Fondo de Intendencia de Cautín, justificaban los vecinos reclamando mejoras42.
Hay un coincidente testimonio sobre similar situación en el Chaco, un informe del
inspector de escuelas Raúl Díaz, quien señalaba los problemas que se vivían en ese lugar
la primera década de siglo XX, falta de profesores normales recibidos, pésimos caminos,
Sol Serrano, “De escuelas indígenas sin pueblos a pueblos sin escuelas indígenas… 443.
Sol Serrano, “De escuelas indígenas sin pueblos a pueblos sin escuelas indígenas… 30.
40
Informe entregado por el monitor de escuelas primarias, T. II, Nº 11, 15 junio 1854. Pág. 290.
41
Informe sobre la visita practicada en las escuelas públicas y privadas del Territorio de Angol.
1879. Vol. 51.
42
“Escuelas misionales de Boroa, Padre Las Casas, Bajo Imperial”, Temuco (13/04/18), ARA,
Intendencia de Cautín, Vol. 17, Fs. 99, Fs. 144, Fs. 171. Archivo Regional de La Araucanía (ARA),
Temuco-Chile.
38
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y un gran ausentismo de parte de los niños, por lo cual estas problemáticas tal vez no
eran exclusivas de la zona estudiada.
Sin embargo algunas escuelas misionales escapaban de este escenario pesimista,
tal como relata en sus memorias, Pascual Coña, que junto con testimoniar su
agradecimiento por la educación recibida por los padres capuchinos, relata que una de las
razones centrales que arguyeron los padres al buscarlo en su casa para que formara
parte de la misión, fue la comodidad a la que podría acceder. Confirman la preocupación
por mejorar la enseñanza fuentes como, un documento de la Intendencia de Cautín, del 1
de mayo de 1901, que evidencia la compra de material para las escuelas,
específicamente tinta43, asimismo otra fuente la compra de seis docenas de pliegos
grandes de papel secante, para usar seguramente en distintas labores docentes44. Otras
compras se asociaban al bienestar y seguridad de los niños y profesores, como parafina,
fusiles de madera.
Con la reducción y posterior colonización, el interés por la escolarización en el
pueblo mapuche crece, el testimonio de Fray Jerónimo de Amberga, en 1913, explica la
situación de las escuelas subvencionadas particulares de Cautín. Entre sus ideas,
destacó la siguiente: “Los misioneros capuchinos educamos en nuestros colegios unos
1.500 niños y niñas [se refiere a los araucanos], en número diez veces mayor piden
educación y no la encuentran porque nos faltan recursos. Abrí mi colegio el 15 de marzo;
en cinco días estaba completo el número de 120 internos y tuve que cerrar la matrícula”45.
En resumen los niños mapuche en los inicios de las misiones asistían en bajo
número a la escuela, no era un lugar que habitaran en forma armónica, las razones para
asistir tienen que ver con los beneficios materiales más que nada, y los aprendizajes no
eran de los mejores, juicio que podría ser dudoso, pues pasa por la opinión de visitadores
que observaban con parámetros muy particulares a los niños, quienes probablemente no
se destacaban por ser disciplinados. Con la creación de las escuelas públicas en la
Araucanía la situación cambió, en cuanto la asistencia a clases aumentó, pero la calidad
de las escuelas desde el punto de vista de la infraestructura y la forma de enseñar no
sufrió cambios importantes.
No se encuentra información sobre el efecto en los niños y jóvenes estudiantes
que tuvo la mezcla con niños no mapuche, colonos o chilenos. El Imperial, en 1902,
informaba a través de un aviso sobre algunas diferencias entre las salas de clases que
cobijaban niños indígenas, de las que eran usadas por niños no mapuche, “el R. P. Daniel
Martínez de Músitu ha abierto una escuela para indígenas [sic] y anexa a ella ha
establecido una sección para niños españoles, bien provista de libros, mapas, pizarras y
otros útiles escolares y de los muebles indispensables en establecimientos de este
género”46.
Los misioneros en sus variadas formas, coinciden en el ardor permanente con que
se ocuparon a enseñar en la fe y en la escritura a los niños y niñas mapuche. Su propia
“Compra de muebles para escuelas”, Temuco (19/04/18), ARA, Intendencia de Cautín, Vol. 1. Fs.
69. Archivo Regional de La Araucanía (ARA), Temuco-Chile.
44
“Decretos recibidos de Ministerios de Interior y de Instrucción”, Temuco (13/04/18), ARA,
Intendencia de Cautín, Vol. 20, Fs. 82-84. Archivo Regional de La Araucanía (ARA), Temuco-Chile.
45
Daniel Cano, “La demanda educacional mapuche en el período reduccional… 11
46
El Imperial, Nueva Imperial, 13 de julio de 1902.
43
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vocación, les permitió en grados distintos, comprender la calidad de persona del indígena,
diseñar una enseñanza respetuosa, que ponía énfasis en la comunicación con ellos. Uno
de los casos emblemáticos, aunque escapa al periodo estudiado es el Padre Mascardi,
quien se hizo famoso por aplicar una especie de sanaciones comparables a lo que hacían
las Machis. Esto lo hizo digno de temor y de respeto entre los indigenas. Su destino fue
trágico ya que finalmente muere a manos de los Puelches tras bautizar a mas de “10.000
de ellos”47.
La juventud de los franciscanos italianos. Llegados a Chile tras esfuerzos
estatales, llegaron en oleadas desde 1837, algunos nombres son: Rómulo Poggi, José
Marano, Francisco Chery, Domingo Pasolini, y Carlos de Palestina, de un probable total
de 150. El Padre Scapucci a los 27 años pretendía terminar sus estudios en Chile, mayor
que el Padre Alejandro May quien ya a sus 26 años era superior de un Colegio de Chillán
y luego asumiría el mismo cargo en Coquimbo. Los relatos de estos sacerdotes son
sorprendentes en cuanto a su fe y determinación por servir en lugares apartados y
desprovistos de comodidades como era la Frontera mapuche. El padre Bula relataba que
estando diciendo una misa, el evangelio lo fue inspirador lo que lo mueve profundamente
a viajar a misionar. Al día siguiente luego de recibir la “obediencia” fue destinado a Chile y
emprende el viaje. A su corta edad, 23 años, nunca mas volvió a Italia. El trabajo de esta
orden era bien vista por el gobierno en cuanto contribuían a mantener la paz y la
integración de los subordinados48.
Los misioneros, a pesar de mantener un actitud de acercamiento hacia los
indígenas, y tratar de entablar diálogo con ellos, mantuvieron una mirada etnocentrista, en
cuanto a través de ofrecerles ayuda y manutención a los educandos, mantenían el
propósito de despojarlos de sus costumbres “incivilizadas”. Apoyaron al gobierno en su
tarea de civilizar a los indígenas del sur, recibiendo en ocasiones, a cambio algún apoyo
económico para solventar la misión.
El caso de los profesores, que impartían la enseñanza en las escuelas estatales,
se destacaban más por su empeño y entusiasmo que por su preparación, uno de los
primeros maestros, don Celedonio Romero, en 1887, contaba en su escuela con la
respetable matricula de 107 turbulentos niños criollos, ante los cuales se estrellaban los
esfuerzos de su entusiasta y empecinada pedagogía. Las limitaciones personales y las
dificultades de todo orden que enfrentaba don Celedonio para sus tareas solo tenían
como contrapartida una capacidad de trabajo realmente imponderable y un cariño
excepcional por su magisterio. Por lo demás estos eran los únicos elementos con que
contaba para superar las deficiencias del local y la pobreza de medios. En las escuelas
públicas, donde los profesores no hablaban mapudungun, prohibían su uso dentro de la
sala de clases y castigaban a los niños cuando utilizaban su lengua vernácula. A estas
restricciones habría que agregar la discriminación y daños psicológicos de los que fueron
víctimas las minorías de alumnos mapuches de escuelas públicas por parte de sus
compañeros chilenos49.
Estas limitaciones del profesorado se agravaban por cuestiones como la edad de
los profesores, su desconocimiento de los nuevos métodos de enseñanza y la situación
de abandono en la que los niños estaban dentro de algunas escuelas. Un informe del
47
Jorge Pinto, Historia de Temuco (Temuco: Ediciones Universitarias de la Frontera, 1993).
El Mercurio de Valparaíso, 8 de agosto de 1837.
49
Daniel Cano, “La demanda educacional mapuche en el período reduccional…
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Escuelas en tierras mapuche, cartas, relatos y personajes pág. 92
visitador de escuelas detalla, "Estos niños, completamente salvajes, pasan seis horas
diarias sentados en el suelo o en tablas sin pie en una sala desabrigada, sucia en
extremo, malsana y delante de un tablero de lectura que no comprenden o porque no
saben bien el español o porque no se les explica. De noche duermen acampo raso, en
grupos de cuatro, seis y hasta ocho niños de diversas edades que se juntan para
abrigarse mutuamente y poder soportar el rigor del frío”50.
La precariedad de la formación del profesorado y probablemente de su calidad, los
hizo en ocasiones sucumbir al ambiente de la frontera, tal como lo registró alarmado en
prefecto a Angol en 1915, “Fueron aprehendidos en Calle Villarrica, los señores Pedro
Concha Solar, profesor de la Escuela Superior de Hombres No 1, y Carlos García
Neculmán, profesor de la Escuela de Hombres No 4, por ebrios y estar dándose de
trompadas en la vía pública a la hora indicada, como esta falta es por demás grave y
sobre todo que se trata de educacionistas y que ha sido presenciado por un público, me
permito ponerlo en conocimiento para los fines del caso”51.
La situación anterior coincide con un informe del inspector de escuelas Raúl Díaz,
en el Chaco, quien señalaba los problemas que se vivían en ese lugar la primera década
de siglo XX, falta de profesores normales recibidos, pésimos caminos, y un gran
ausentismo de parte de los niños. Otra arista eran los sueldos del profesorado, muchos
solicitaban al inspector general de instrucción primaria subir y equiparar sueldos a ley del
10 de enero de 1899. Esta indicaba que los sueldos subirían a partir de los 10 años de
servicio, cuestión que por lo visto en la Araucanía no se cumplía. Por ejemplo, el caso de
Carmen Rosa Jiménez, directora de la Escuela Superior de Mujeres, esto se ve reflejado
en la imagen 7.
Imagen 7
Solicitud de aumentar el sueldo de directora de escuela.
Fuente: Intendencia de Cautín, Archivo Regional de La Araucanía, Temuco-Chile, 1901
50
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Sol Serrano, “De escuelas indígenas sin pueblos a pueblos sin escuelas indígenas… 440.
Macarena Ponce de León, “La llegada de la escuela y la llegada a la escuela… 351.
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Escuelas en tierras mapuche, cartas, relatos y personajes pág. 93
El ausentismo en las escuelas estatales no era exclusivo de los alumnos tal como
en numerosas ocasiones se puede observar al revisar archivos como el del Fondo
Intendencia de Cautín, las solicitudes de licencia son numerosas, y responden al mismo
modelo “preceptora escuela mista pide un mes de licencia por motivos de salud”52. Un
caso más grave es el ocurrido con la Escuela N 7 de Angol, con la no presentación en dos
oportunidades de la maestra “Adelaida Droguett, debiendo postergarse la apertura de la
escuela hasta marzo del 1987, momento en el que se repite la situación anterior.” En la
imagen 8 se puede observar que se solicita una licencia médica por 20 días, por el mal
estado de don Carlos Vallejos, director de la escuela superior de hombres.
Imagen 8
Solicitud de licencia médica al Inspector General de Instrucción Primaria.
Fuente: Intendencia de Cautín, Archivo Regional de La Araucanía, Temuco-Chile, 1901
Conclusión
La escuela como parte de la vida en la frontera, cumplió con un rol aglutinador,
dentro de las diversas etapas por las que transitó, y los modelos que presentó. Los
factores que permitieron que esto fuera posible, son múltiples entre los cuales se
destacan, la fuerza y determinación de los fundadores, los misioneros de las distintas
órdenes religiosas que llegaron a la región. Las misiones ordenaron, bien o mal, un
espacio que había sufrido grandes pérdidas, de toda índole, humana, cultural, material,
reorientándolo hacia sus propios fines, con algún grado de éxito. Las órdenes religiosas
misionaron con métodos propios, enfatizando algunos en mantener y respetar la forma de
vida indígena, internándose en sus territorios. Otros optaron por formar espacios
exclusivos para enseñar en la fe y civilizar. Los testimonios de mapuche y misioneros,
revelan que los resultados fueron disímiles, en cuanto hay casos de indígenas que
“Situación de escuelas en el departamento de Temuco”, Temuco (13/04/18), ARA, Intendencia
de Cautín, Vol. 34, Fs. 420-422. Archivo Regional de La Araucanía (ARA), Temuco-Chile.
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Escuelas en tierras mapuche, cartas, relatos y personajes pág. 94
llegaron a ser misioneros, cumpliendo con las máximas expectativas de los sacerdotes,
hasta aquellos niños y jóvenes que asistían exclusivamente por conseguir beneficios
materiales. Hubo otros que simplemente huían.
La escuela generó espacios y dio vida a trabajos y funciones que no existían
antes, sus habitantes en ocasiones evitaban hacerse cargo de sus responsabilidades para
con ella. Así lo revelan los informes de visitadores, funcionarios estatales que recorrían la
provincias produciendo informes que pocas veces eran positivos. Texto recuperado en la
Intendencia de Cautín, evidencia por ejemplo la poca preparación de los profesores, en
fin, la escuela pública aportó con ingredientes como las ausencias, y falta de compromiso
de una parte del profesorado, lo que le fue dando un perfil a la enseñanza en las escuelas
fronterizas. La pobreza, la falta de materiales, la indisciplina de los niños, las dificultades
para llegar, todas partes de un mismo rompecabezas que terminó por armarse. Las
escuelas levantadas por los colonos, no hicieron mas que agudizar las diferencias,
transformándose en lugares superiores, a los que muy pocos podrían acceder, ideas se
proyectan hasta el presente en la región.
La escuela fue un instrumento fundamental en el logro de la educación chilena en
la comunidad mapuche, la especialización en trabajos de la vida cotidiana tales como
costura, zapatería, entre otras como el aprendizaje de la escritura y lectura. En donde se
nutrió del violento proceso de reducción iniciado por el Estado a fines del siglo XIX. Fue la
esperanza de algunos, que vieron en ella la posibilidad cierta de surgir y equipararse con
quienes dictaban las normas, los no mapuche. Si bien existió una complementariedad
entre las comunidades mapuche y el Estado chileno, en la aparición de las escuelas, tanto
indígenas, misionales y públicas, se evidencia la necesidad de contar con cada uno de
estos agentes, ya sea en la etapa de formación, en el sentido de “civilizar” a los niños
mapuche, obtener ganancias económica (aunque en algunos casos el financiamiento de
las escuela fue mínimo) en establecer escuelas para obtener las distintas subvenciones
por parte del Estado. Los profesores en este período al igual que sus alumnos, tuvieron
que sufrir las inclemencias del clima, de las condiciones de los distintos recintos donde la
escuela se desarrollaba, la necesidad de contar con un sueldo fijo, y que se pagué en la
fecha establecida, recurrir a la ayuda estatal para poder realizar sus funciones, ya sea
solicitud de pago de pasajes para que pueda viajar o solicitud de materiales de
enseñanza.
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MG. ELIZABETH MONTANARES VARGAS / LIC. ALAN SILVA MATUS
REVISTA INCLUSIONES ISSN 0719-4706 VOLUMEN 5 – NÚMERO 4 – OCTUBRE/DICIEMBRE 2018
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Para Citar este Artículo:
Montanares Vargas, Elizabeth y Silva Matus, Alan. Escuelas en tierra mapuche, cartas,
relatos y personajes. Rev. Incl. Vol. 5. Num. Especial, Octubre-Diciembre (2018), ISSN
0719-4706, pp. 77-95.
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MG. ELIZABETH MONTANARES VARGAS / LIC. ALAN SILVA MATUS