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CHILE, EN TRANSICIÓN

Lagos asume la presidencia de Chile en una ceremonia marcada por la ausencia de Pinochet

El presidente, aclamado en La Moneda por miles de personas que pedían un juicio al exdictador

Investido como primer mandatario de Chile, Ricardo Lagos, de 62 años, se comprometió ayer ante todos los chilenos a "abordar con firmeza los temas pendientes de la transición", y a ser un presidente identificado "con la verdad, la transparencia y la justicia". Lagos se dirigió anoche a los chilenos desde el balcón del palacio de la Moneda, donde fue recibido por una multitud con gritos de "¡Juicio a Pinochet!". El exdictador estuvo ausente de la ceremonia de transmisión del mando presidencial celebrada horas antes en el Congreso de la Nación, en Valparaíso. Nadie le echó de menos.

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"En este mismo palacio han estado las esperanzas de muchos chilenos y también los dolores, incluyendo, porqué no decirlo, la mayor tragedia política de este siglo", dijo Lagos a los concentrados frente a La Moneda. "Aquí uno de ellos dejó su vida", prosiguió mientras en la calle resonaban los gritos "¡Se siente, Allende está presente!". Y añadió: "La imagen de la destrucción del palacio quedó grabada como símbolo de la intolerancia. Que sea ahora el símbolo de respeto de los derechos de todos los hombres".Fue un discurso más bien breve, en el que el nuevo mandatario no dejó dudas de su voluntad de afrontar las asignaturas pendientes "escuchando a los más humildes, que son los que más esperan". Chile parece más cerca de cerrar una transición política de una década. Sin sobresaltos, Lagos asumió como primer presidente socialista desde el golpe militar y Pinochet dio la primera señal de su retirada. Era la primera vez en 27 años, desde el golpe de Estado, que el exdictador y principal protagonista de la vida política chilena fue tema de conversación por su ausencia y no por su presencia.

Ricardo Lagos entró en Santiago a lo grande. Recorrió el trayecto desde el aeropuerto al palacio de La Moneda en un Ford Galaxy descapotable para saludar a los miles de chilenos que se volcaron a la calle para vitorearle. En la plaza de la Constitución esperaban unas 5.000 personas. La euforia de sus seguidores se entremezclaba con la lluvia de papeles pintados lanzados desde lo alto de los edificios. Faltaban diez minutos para las 8 de la tarde cuando se produjo uno de los momentos más emotivos de la jornada: Lagos entraba por primera vez en el palacio de La Moneda como presidente, acompañado de su esposa, Luisa Durán. "Aquí nace el futuro", diría poco después desde el balcón del mismo edificio.

Horas antes y delante de 1.200 invitados de 70 naciones, Ricardo Lagos recibió la banda presidencial de su antecesor, Eduardo Frei (Democracia Cristiana), de 57 años. A diferencia de las dos transmisiones de mando de los años 90, Frei entregó todos los símbolos de mando al presidente del Senado, Andrés Zaldívar, que se los impuso al nuevo jefe del Estado. Acto seguido, juraron o prometieron los 15 miembros del tercer Gobierno consecutivo de la Concertación, la coalición entre socialistas y demócratacristianos que se formó para acabar con la dictadura de Pinochet y que ha mostrado una elevada capacidad de supervivencia. Cinco Ministerios y ocho Subsecretarías están ocupadas por mujeres.

El presidente número 46 de la historia republicana de Chile prometió un nuevo estilo de hacer política. El primer indicio de un cambio lo ha dado en la organización de los actos de la transmisión del mando presidencial, bajo el lema "Donde nace el futuro". Lagos ha querido presentar su toma de posesión como una gran fiesta de los chilenos y para ello busca la participación popular. A diferencia de sus predecesores, estuvo en las tres principales ciudades del país. Desde Valparaíso, al norte, a Concepción, al sur, donde pronunció el primer discurso a la nación. Terminó en Santiago. El presidente recorrió las calles de las tres ciudades en un automóvil descubierto. Poco después de las 7 de la tarde (hora de Chile), entró en el palacio de La Moneda.

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Fiestas populares

A lo largo de la jornada hubo momentos de gran emoción, que el presidente no trató de ocultar. El primero de ellos, tras de prometer conservar la independencia de la nación y guardar y hacer guardar la Constitución. En 27 ciudades, desde Arica a Punta Arenas, se realizaron fiestas ciudadanas para celebrar la llegada al poder del primer presidente del siglo XXI, que se ha comprometido a luchar contra el centralismo y a incorporar las regiones de todo Chile.

Dirigentes y parlamentarios de los partidos de la derecha pinochetista dijeron estar dispuestos a colaborar con el presidente Lagos, pero aprovecharon la ocasión para reivindicar a su candidato de las últimas elecciones, Joaquín Lavín, ausente de la ceremonia del Congreso. Juan Antonio Coloma, de la Unión Demócrata Independiente (UDI) dijo que Lavín "lamentablemente no fue invitado" lo que, en su opinión, "es un mal comienzo para el nuevo Gobierno".

La numerosa representación de mandatarios extranjeros en activo y retirados ha puesto de relieve el interés que despierta en el mundo lo que ocurre en Chile. Es innegable que dicho interés trasciende el cambio de mando. [El príncipe Felipe, que acudió a la ceremonia encabezando la delegación española, conversó brevemente con Lagos tras la investidura, informa Efe. "Vamos a iniciar una etapa mejor todavía", dijo el mandatario chileno al heredero de la Corona].

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