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El ex ministro de Educación, a dos días de que se cumpla el fin de su prohibición para ocupar cargos públicos

Harald Beyer, a cinco años de su destitución: "Era una acusación totalmente injusta, y con el paso del tiempo creo que eso ha quedado claro"

domingo, 15 de abril de 2018

Gabriel Pardo
Nacional
El Mercurio

El 17 de abril de 2013 fue destituido de la cartera de Educación luego que se aprobara por estrecho margen una acusación constitucional en su contra con los votos de la entonces Concertación. Hoy, en la rectoría de la U. Adolfo Ibáñez, dice que no tiene rencores ni tampoco interés por un cargo público.



Ese día hubo lágrimas y caras de decepción en las ministras y ministros del primer gobierno de Sebastián Piñera.

Los pasillos del Congreso eran para la centroderecha un lugar de lamento y derrota.

La noche del 17 de abril del año 2013, después de una tensa y extenuante jornada, era destituido de su cargo el entonces ministro de Educación.

Con 20 votos a favor y 18 en contra, el Senado aprobó una acusación constitucional que, en su tercera parte, lo responsabilizaba de no haber fiscalizado el lucro en las universidades, incurriendo en "omisión de deberes ministeriales".

El protagonista de esa acusación, Harald Beyer -una de las voces más respetadas en materia de educación de ese sector-, buscaba mantener la calma al saber el resultado.

"Ha primado la peor cara de la política", dijo ese día Beyer, rodeado del gabinete piñerista.

La destitución no vino sola. Estuvo acompañada de una "sentencia" que le prohibía durante cinco años ocupar cargos públicos. Ese plazo se cumple este martes.

Claro que a Beyer -nacido en Osorno, ingeniero comercial de la U. de Chile y doctor en Economía de la U. de California (UCLA)- no es algo que le quite el sueño.

Hoy, sentado en su oficina de rector de la Universidad Adolfo Ibáñez, después de haber sido director del Centro de Estudios Públicos (CEP), dice a "El Mercurio" que no tiene interés en volver a ocupar cargos públicos.

-¿Cómo ve ese proceso a cinco años de lo ocurrido?

-Yo siempre consideré que era una acusación totalmente injusta, y con el paso del tiempo creo que eso ha quedado claro. Pero siempre entendí que esto era parte del juego político.

-¿Qué le decían los miembros de la oposición en ese momento sobre el proceso?

-Algunos políticos de la oposición me decían "esto no es nada personal", y yo les respondía "claro, no es nada personal para ti, pero para mí sí lo es". Pero, como le digo, entiendo que era parte del juego político. No tuvo un impacto personal relevante en mi vida.

-Pero cuando sucedió hubo lágrimas de algunas ministras y caras de tristeza en el equipo de Sebastián Piñera...

-Es que la sensación de injusticia era fuerte. Hay personas que no compartían mis ideas, pero que me decían en la calle "yo estoy en contra del gobierno de Piñera, pero lo que le hicieron a usted fue muy injusto".

-¿Cómo analiza hoy la acusación que se le hizo de no fiscalizar el lucro?

-El argumento era que yo no hice cumplir la ley que impedía el lucro. Pero después se reconoció que faltaban herramientas para ello. El paso del tiempo ha revelado más la injusticia. Hoy se ha creado una serie de instrumentos de fiscalización.

"No tengo recriminaciones"

-¿Se le han acercado posteriormente políticos de la Nueva Mayoría para expresarle algo similar?

-Jorge Burgos (ex ministro y ex diputado DC) en algún programa dijo que le había costado mucho, o que era una de las cosas de las que se arrepentía. Yo le agradezco a Jorge Burgos esas palabras, pero no tengo resentimiento especial contra nadie.

-¿Y qué piensa del senador DC Patricio Walker, el único miembro de la entonces Concertación que votó en contra de la acusación?

-Yo siempre valoré lo que él hizo. Porque él, como abogado, hizo un juicio profundo. Creo que es un político bastante excepcional, que ha estado guiado, más que por oportunismos políticos, por sus verdaderas convicciones.

-¿Y del senador independiente Carlos Bianchi, quien esperó hasta el final para votar y aprobó la acusación?

-A mí no me gusta juzgar intenciones. Entiendo que la política está llena, por así decirlo, de oportunismo. Bueno... es impensable que en política no aparezcan oportunismos. Pero yo no tengo recriminaciones contra nadie.

-¿Qué opina hoy de este tipo de prohibición de ocupar cargos públicos luego de su destitución?

-Me parece insólito que haya estas sanciones. Lo razonable es que a uno lo puedan destituir, pero estas prohibiciones me parecen anacrónicas. Ahora, yo dejé atrás ese capítulo y no aspiro a tener un cargo público. Si uno está sancionado por cinco años, uno busca otros caminos. Y creo que he podido seguir contribuyendo al debate de políticas públicas desde otro lugar.

-¿No volvería a ocupar un cargo en el nuevo gobierno de Sebastián Piñera?

-No me lo he planteado. Estoy comprometido con este proyecto en la Universidad Adolfo Ibáñez. Creo que las universidades son muy importantes para el futuro de los países. Espero contribuir a hacer esta universidad todavía mejor de lo que es.

-La UAI no se ha sumado a la gratuidad. ¿Cuáles son la razones?

-La apuesta de un proyecto como la UAI es ser de calidad, y eso tiene un costo. La gratuidad tal como está diseñada no nos reconoce ese costo. La pregunta que se tiene que hacer una universidad es si está dispuesta a sacrificar su proyecto de calidad, y la respuesta es no.

-¿Es un riesgo no sumarse?

-Si no caminamos en la gratuidad, el riesgo es que perdamos estudiantes talentosos que no tienen la capacidad económica de pagar nuestros aranceles. Y es responsabilidad de nuestra universidad tratar de acoger a esos jóvenes perfeccionando nuestra política de becas. Pero no queremos renunciar a nuestro proyecto de calidad, que apunta a tener docencia de primer nivel, investigación seria y vinculación con el medio. Eso no es barato.

-Desde distintas instituciones se afirma que la autonomía podría estar amenazada con la nueva ley de educación superior. ¿Lo cree así?

-Hay cuestiones que sorprenden. Por ejemplo, el rol que cumple la nueva Subsecretaría de Educación Superior en la admisión. No conozco en la experiencia internacional que una subsecretaría, que es un organismo político, tenga tanta injerencia en el sistema de admisión.

Harald Beyer luce tranquilo. Aunque esta semana recibió una triste noticia. Su madre, María Manon Burgos Sommer, falleció. Ella fue, cuenta, una dedicada profesora normalista.

Dice que su ejemplo lo motiva, desde los tiempos en que era un estudiante becado -al igual que sus hermanos- en el Instituto Alemán de Osorno y veía los esfuerzos de sus padres por educarlo, pese a que no sobraban los recursos en su familia.

"Yo notaba -dice- una dedicación en ella a sus estudiantes. Ella sentía que tenía una responsabilidad de levantar a sus alumnos, pese a que enseñaba en lugares muy vulnerables. A mí siempre eso me ha quedado muy marcado".

''Me parece insólito que haya estas sanciones. Lo razonable es que a uno lo puedan destituir, pero estas prohibiciones me parecen anacrónicas".

''Yo dejé atrás ese capítulo y no aspiro a tener un cargo público". HARALD BEYER Ex ministro de Educación y actual rector de la U. Adolfo Ibánez

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