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Nº 29, AÑO 2015
ACADEMIA DE
HISTORIA MILITAR
ANUARIO
Anuario Nº 29, Año 2015
ANUARIO Nº 29
DIRECTORIO 2014-2016
Presidente
General Marcos López Ardiles
Vicepresidente
Dr. Isidoro Vázquez de Acuña y García del Postigo
Director
General John Griffiths Spielman
Director
General Tulio Hermosilla Arriagada
Director
General Cristián Le Dantec Gallardo
Director
Brigadier Raúl Dinator Moreno
Director
Brigadier Gabriel Alliende Figueroa
Director
Sr. Rafael González Amaral
Anuario Nº 29, Año 2015
MIEMBROS FUNDADORES
Juan Bancalari Zappettini
Héctor Barrera Valdés
Luis Beas Valenzuela
Raúl Campusano Koster
Washington Carrasco Fernández
Miguel Caviedes Llanillos
Víctor Chávez Daihle
Ramón Elzo Barboza
Virgilio Espinoza Palma
Rafael González Novoa
Mons. Florencio Infante Díaz
Guillermo Krumm Saavedra
Sergio Larraín Eyzaguirre
Luis Lobos Barrios
Alberto Marin Madrid
Mons. Joaquín Matte Varas
Tomás Opazo Santander
Luis Ramírez Pineda
Manuel Reyno Gutiérrez
Sergio Rodríguez Rautcher
Juan Carlos Stack Stack
Carlos Valenzuela Solís de Ovando
Julio Von Chrismar Escuti
Anuario Nº 29, Año 2015
7Anuario nO 29, año 2015
Índice
Índice Anuario N° 29
1.	 Nuestra Portada	 p. 8
2.	 Presentación Anuario NO 29	 p. 9
3.	 Antecedentes históricos que sustentan que la jura y proclamación
	 de la independencia nacional se realizó en Talca
	 Sr. Jorge Valderrama Gutiérrez.	 p. 11
3.	 Cornelio Saavedra y su gestión militar fronteriza. 1859-1870
	 General de división Waldo Zauritz Sepúlveda.	 p. 27
4.	 El Sino Infausto del maestre de campo Salvador Cabrito. 1763-1799
	 Srta. María Paz López Parra.	 p. 66
5.	 Las peripecias de un grupo de oficiales chilenos en Francia
	 Sr. Eduardo Arriagada Aljaro.	 p. 133
6.	 General de División José Antonio Villagrán Correas:
	 Una personalidad en circunstancias desconocidas
	 Sr. Eduardo Rodríguez Guarachi.	 p. 176
7	 Fotografía del recuerdo.
	 Colaboración del sr. Rafael González Amaral.	 p. 206
8.	 Homenaje al General de División Waldo Zauritz Sepúlveda	 p. 208
9.	 Notas necrológicas. En Memoria de quienes han partido	 p. 212
8 Anuario nO 29, año 2015
academia de historia militar
Nuestra Portada
En la portada del actual número
de nuestro Anuario hemos decidido colocar
una fotografía de Cornelio Saavedra, destaca-
do militar chileno del siglo XIX y uno de los
grandes artífices del proceso de Incorpora-
ción de la Araucanía, el cual tuvo lugar prin-
cipalmente durante las décadas de 1860 y de
1870. Su figura no nos puede dejar indiferen-
tes, pues su estrategia para operar frente a la
etnia mapuche del sur de nuestro país,al con-
trario de lo que comúnmente se cree, se basó
principalmente en el diálogo, los parlamen-
tos, los acuerdos y la persuasión.Vale la pena
recordar a este célebre personaje militar,
sobre todo en las actuales circunstancias por
las que atraviesa nuestro país en relación con
el problema indígena, destacándolo como un
ejemplo de estrategia y de sabiduría, las que,
naturalmente, hay que poner en el contexto
de la época.
En las páginas de esta publicación,
el lector encontrará un artículo escrito por
el generalWaldo Zauritz Sepúlveda, donde se
aborda con prolijidad la conducta y la gestión
de Cornelio Saavedra ante el desafío que le
impuso el Estado de Chile.
Revista Anuario
La Revista Anuario es el órgano
oficial de difusión de la Academia de Histo-
ria Militar, la cual fue creada el 09 de Agosto
de 1977 como una corporación de derecho
privado sin fines de lucro, cuya finalidad es
investigar y difundir la historia militar, con
énfasis en la de Chile y su Ejército.
Las opiniones contenidas en los
artículos que se exponen en la presente pu-
blicación son de exclusiva responsabilidad de
sus autores y no representan necesariamente
el pensamiento de la Academia de Historia
Militar.
La reproducción total y parcial de
cualquiera de los artículos contenidos en la
presente edición, sin la expresa autorización
de la Academia, está prohibida. La dirección
de la revista se reserva el derecho de edición
y adaptación de los artículos recibidos.
9Anuario nO 29, año 2015
Presentación Anuario Nº 29
Presentación Anuario N° 29
NuestroAnuario, la revista tradicional de laAcademia de Historia Militar, ya alcanza
su edición número 29 y con la sola excepción del año 2008, esta publicación ha aparecido
desde la creación de nuestra corporación. En ella se encuentran contenidos 203artículos que
constituyen una importante contribución a la historiografía militar.
En la presente edición se han incluido siete artículos. Algunos de estos textos han
sido elaborados autores que ya han hecho aportes en años anteriores; tal es el caso de Eduardo
Arriagada Aljaro.
Bajo el título “Antecedentes que sustentan que la Jura de la Independencia Nacional
se realizó en Talca”, el primer artículo ha sido escrito por el historiador talquino don Jorge
Valderrama Gutiérrez, quien a través de su trabajo busca aclararnos los pormenores de la jura
y proclamación de la independencia de Chile, episodio de la mayor importancia en el que, de
una u otra forma, tuvieron participación las ciudades de Santiago, Concepción yTalca.
Una contribución muy emotiva es la del generalWaldo Zauritz Sepúlveda, ex Presi-
dente de laAcademia que falleciera en enero pasado y de quien presentamos el artículo “Cor-
nelio Saavedra y su gestión militar fronteriza.1859-1870”.En este interesante trabajo,el autor
pone de relieve los grandes atributos profesionales y humanos del general Saavedra, los que se
manifestaron claramente en la empresa de incorporación de la Araucanía a la plena soberanía
del Estado. Cabe señalarse que este trabajo forma parte de un proyecto Fondecyt que el autor
desarrollaba en conjunto con el profesor Leonardo Léon Solís, director del Departamento de
Ciencias Históricas de la Universidad de Chile.
Nos resulta muy gratificante presentar en esta edición el trabajo que obtuvo el pri-
mer lugar en elVII Concurso de Historia Militar para Estudiantes Universitarios (años 2013
-2014). Su autora es la alumna de la carrera de Licenciatura en Historia de la Universidad
de Chile, María José López Parra, que concursó con el trabajo titulado “El Sino Infausto del
Maestre de Campo Salvador Cabrito”, el que en las próximas páginas se reproduce en forma
íntegra y que aborda las desventuras de este importante militar del siglo dieciocho. ElAnuario
se complace de incluir un trabajo relativo a la época del Reino de Chile, período sobre el cual
quisiéramos recibir más contribuciones.
No obstante su sobresaliente carrera militar, la figura del general don José Antonio
Villagrán resultó opacada por un episodio ocurrido durante la Guerra del Pacífico, cuando se
le ordenó con su División emprender una marcha a pie desde Pisco y hasta Lurín. Las lamen-
10 Anuario nO 29, año 2015
academia de historia militar
tables circunstancias que rodearon ese hecho, originaron que el recuerdo de este destacado
hombre de armas se diluyera en el tiempo; pero ahora, Eduardo Rodríguez Guarachi, miem-
bro de la Academia, se ha propuesto reivindicar su imagen a través del artículo “General de
División José Antonio Villagrán Correas. Una personalidad en circunstancias desconocidas”,
donde se entregan antecedentes inéditos sobre su vida dedicada al servicio de la patria.
“Las Peripecias de un Grupo de Oficiales Chilenos en Francia”. Ese es el título de
la última investigación contenida en nuestro Anuario y de la que es autor Eduardo Arriagada
Aljaro, quien es uno de los más asiduos colaboradores de esta revista. El artículo describe las
circunstancias y avatares vividos por trece jóvenes oficiales chilenos que fueron comisiona-
dos para estudiar en Francia, entre los años 1847 y 1851. Estos oficiales estuvieron entre los
primeros que comisionó al exterior el Estado de Chile. Sus experiencias en Francia han sido
muy poco estudiadas y ahora se nos presenta este novedoso trabajo basado principalmente en
fuentes primarias que se guardan en el Archivo Nacional Histórico.
Finalmente, las páginas de este Anuario concluyen con un justo y sentido homenaje
al general de división donWaldo Zauritz Sepúlveda, quien fuera, entre marzo del año 2007 y
mayo del año 2011, el presidente de la Academia de Historia Militar, entidad a la que siguió
colaborando con inusual entusiasmo y dedicación hasta su repentino fallecimiento en enero
del año 2015.
EL PRESIDENTE DE LA ACADEMIA
11Anuario nO 29, año 2015
Antecedentes históricos que
sustentan que la jura y proclamación
de la independencia nacional se
realizó en Talca
Jorge Valderrama Gutiérrez*
Introducción
La historiografía nacional aun no ha dilucidado con certeza en qué ciudad el Direc-
tor Supremo, don Bernardo O’Higgins Riquelme, mandó redactar, firmó y proclamó el Acta
de la Independencia de Chile, surgiendo en dicho ámbito como escenarios las ciudades de
Concepción y Talca. Sin embargo, don Bernardo O’Higgins no redactó ninguna Declaración
oActa de Independencia en la ciudad de Concepción, como se comprobará en este trabajo de
investigación, sino que escribió un documento informal que arrojó al campo enemigo, el cual
se extravió. Es decir, fue una intención de, no una proclamación oficial de independencia, puesto
que aún no se había redactado un acta, y ésta no había sido aprobada por el Gobierno, por lo
cual no habría tenido valor alguno.
Asimismo, los documentos y fuentes consultados descartan la posibilidad de que la
Jura y Proclamación delActa de Independencia enTalca sea una falsificación histórica, eviden-
ciando que, por el contrario: fue un acontecimiento real y trascendente reconocido en 1818,
cuando un decreto de Gobierno del 7 de febrero de ese año declaró al 12 de febrero como
fiesta ordinaria, el que se eliminó mediante decreto en 1837 (tras dieciséis años de vigencia),
bajo el Gobierno de Joaquín Prieto.
*	 Nació en Curicó en 1952. En 1971 finalizó su enseñanza media en el Colegio Integrado deTalca. En 1984 se tituló de
Profesor de Educación General Básica en la Pontificia Universidad Católica de Chile, realizando posteriormente varios
postítulos y cursos de perfeccionamiento docente. Ha realizado una vasta labor en los medios de comunicación relacio-
nados con la historia local del Maule, así como también de difusión de esa rama de la ciencia histórica. En 2009 recibió el
Premio Conservación del Patrimonio del Maule.Actualmente se desempeña como colaborador de varias publicaciones
periódicas de esa misma región.
12 Anuario nO 29, año 2015
academia de historia militar
El proceso de independencia en Chile
La Declaración de Independencia de Chile fue un largo proceso que tuvo numero-
sas etapas. Quizás se inició con el jesuita Juan Godoy del Pozo, nacido en 1728, en Mendoza,
entonces perteneciente a la Capitanía General de Chile (desde 1561 hasta 1776), verdadero
precursor de la independencia deAmérica1
, ya que soñó con ésta un cuarto de siglo antes que
se iniciara, por lo cual elTribunal del Santo Oficio de Cartagena lo condenó a ser recluido de
por vida en el convento de San Francisco –Cádiz, España–, donde falleció en 1788.Además,
tres décadas antes de la instauración de la Primera Junta Nacional de Gobierno, tres persona-
jes conspiraron en 1780 para establecer una República independiente mediante un alzamiento
criollo. De ellos, dos eran franceses,Antonio Gramusset (vecino de laVilla SanAgustín deTal-
ca desde 1772)2
yAntonio Berney; y el tercero, don JoséAntonio de Rojas, un rico e ilustrado
chileno. Entonces, el segundo de los nombrados redactó una Constitución de la República que
regiría tras declarar la Independencia (que entre otros muchos aspectos consideraba abolir la
esclavitud, las jerarquías sociales, la pena de muerte, repartir las tierras en partes iguales, co-
mercializar con todo el mundo,etc.).Desgraciadamente extravió dicho documento,perecien-
do ahogado en el naufragio del “San Pedro Alcántara” cuando era conducido prisionero a Cá-
diz3
.Asimismo, en 1808 y en Chillán, el acaudalado vecino Pedro RamónArriagada (regidor,
padre de CarmenArriagada, comandante de las fuerzas que combatieron contra los Pincheira,
amigo de Juan Martínez de Rosas y de don Bernardo O’Higgins), y fray RosauroAcuña (prior
del Hospital San Juan de Dios) fueron apresados por propagar ideas emancipadoras, siendo
conducidos a Santiago donde quedaron sometidos a estricta vigilancia4
.
Y cuando el 18 de septiembre de 1810, el Reino de Chile adhirió al apoyo del mo-
narca FelipeVII, cautivo de Napoleón Bonaparte, formando una junta provisional, no hizo sino
lo que fue común a todas las colonias españolas enAmérica. Poco después, el cuatro de octubre
de ese año, el Cabildo de la Villa San Agustín abrió un libro que recolectó firmas de quienes
apoyaban una Independencia de España y permitió votar a las mujeres5
.También,el 12 de enero
de 1812 –en plena PatriaVieja– se firmó la Convención de Concepción, con la cual se intentó
poner fin a los litigios entre el Gobierno de don José Miguel Carrera y sus oponentes de Con-
cepción. En ella se declaraban suspendidas las sesiones del Senado hasta que por la pérdida de
1	 TORIBIO MEDINA, JOSÉ (1910). El Precursor de la Independencia de América. Santiago de Chile.
2	 OPAZO MATURANA, GUSTAVO. Historia deTalca (1742-1942).
3	 BARROSARANA, DIEGO (1890. Historia General de Chile. Santiago de Chile: Imprenta Cervantes, año 1890.
4	 MILLAR,WALTERIO (1970). Historia de Chile. Santiago de Chile.
5	 GONZÁLEZ COLVILLE, JAIME (2010). 200 años en el Maule. Preprensa e impresión Diario El Centro.
13Anuario nO 29, año 2015
Antecedentes históricos que sustentan que la jura y proclamación
de la independencia nacional se realizó en Talca
España o cualquier otro motivo fuera necesario declarar la Independencia absoluta, indicando
en su artículo primero que“la autoridad suprema reside en el pueblo chileno”6
.El 17 de febrero
de 1817, un día antes de la batalla de Chacabuco, un cabildo abierto en laVilla de San Fernando
declaró solemnemente la Independencia de Chile7
, creándose el 18 de octubre de ese mismo
año la bandera nacional de la estrella solitaria, un nuevo escudo y una nueva moneda.
Proclamación del acta de independencia en Talca
En el contexto de la Guerra de Independencia, cuando el 1º de enero de 1818 el
prócer decidió replegarse haciaTalca en espera de refuerzos, ante la inminente llegada de don
Mariano Osorio que traía desde Perú cinco mil hombres para reconquistar el territorio, habría
hecho redactar en los Morrillos de Perales deTalcahuano “sobre un tambor”, según tradición no
documentada, una sucinta declaración de independencia, que fechó en Concepción en aquella
misma fecha. Luego ordenó a sus soldados lanzarla sobre las trincheras y muros enemigos, el
6	 VALENCIA AVARIA, LUIS (1968). La Proclamación de la Independencia de Chile. Apartado de la Academia Chilena de la
Historia Nº 78.
7	Ibídem.
Capitán General Bernardo O’Higgins Riquelme
14 Anuario nO 29, año 2015
academia de historia militar
mismo día que el ejército patriota inició la eva-
cuación haciaTalca, versión en la que algunos
investigadores tienen divergencias 8
.
Se debe recordar que a inicios de
1818 Chile ejercía todos los actos de una na-
ción libre y soberana, ya que tras la victoria
de Chacabuco en 1817, gran parte de su te-
rritorio quedó libre de la presencia de tropas
realistas, configurándose una independencia
de hecho. En ese entonces acuñaba moneda,
tenía escudo de armas y bandera propia, pero
aún no había efectuado una declaración oficial
de su emancipación, como ya lo habían hecho
Estados Unidos en 1776,Venezuela en 1811,
Nueva Granada y México en 1813 y las Pro-
vincias Unidas del Río de la Plata (Argentina)
mediante el Congreso de Tucumán en 1816.
Por ello, los generales Bernardo O’Higgins y
José de San Martín determinaron que la pro-
clamación y jura de la independencia se haría el 12 de febrero9
, haciéndola coincidir con el
primer año de la victoria patriota en Chacabuco, fecha más que apropiada para una incipiente
nación que se sacudía de la opresión ibérica10
.También coincidieron en que la augusta ceremo-
nia se efectuaría en Santiago yTalca, simultáneamente, y en todo el territorio donde hubiesen
destacamentos patriotas. Sin embargo, los textos del documento definitivo que declaraban la
Independencia de Chile aún no se encontraban terminados.
Asimismo, en enero de 1818 y ya instalado en el Cuartel Directorial de Talca a la
cabeza del Ejército del Sur, el Director Supremo, General Bernardo O’Higgins Riquelme,
solicitó a don Luis de la Cruz Goyeneche, Director Supremo Delegado que se encontraba en
Santiago, redactar el texto de una declaración formal, razonada y precisa de la Declaración de
la Independencia, enfatizando que debía tener “firmeza de propósitos”, “signos de raciocinio”
8	 VALENCIA AVARIA, LUIS (1968). La Proclamación de la Independencia de Chile. Apartado de la Academia Chilena de la
Historia Nº 78.
9	 GAY,CLAUDIO (1854).Historia Física y Política de Chile.Historia,Tomo Sexto,ImprentaThubot,París,Francia,página 235.
10	 BARROS ARANA, DIEGO (1890). Historia General de Chile. Santiago de Chile: Imprenta Cervantes, año 1890, páginas
345-349.
Bernardo Vera y Pintado
15Anuario nO 29, año 2015
Antecedentes históricos que sustentan que la jura y proclamación
de la independencia nacional se realizó en Talca
y “elegancia de la forma literaria”11
, lo cual evidencia que el acto de Concepción sólo fue sim-
bólico y puntual, carente de solemnidad. De la Cruz comisionó al Ministro Miguel Zañartu y
al doctor BernardoVera y Pintado para que cada uno por separado redactaran un borrador de
declaración, para luego elaborar uno definitivo.
En Santiago, en tanto, el 7 de febrero, el Director Supremo Delegado, coronel Luis de
la Cruz, publicó por bandos el programa de las ceremonias y las fiestas públicas con las que se
debía solemnizar en la capital dicho acto en fecha previamente convenida, ya que “habíase acor-
dado que la proclamación i jura de la independencia se haría el 12 de febrero, primer aniversario
de la Batalla de Chacabuco”12
. Para tal efecto, “en la tarde del día 11 los cañones de la fortaleza
del Cerro Santa Lucía anunciaron con una salva mayor el nacimiento de un pueblo libre. El día
señalado, a las nueve de la mañana, se dieron cita en el Palacio Directorial todos los tribunales,
corporaciones, funcionarios públicos y comunidades. Luego ingresó San Martín acompañado del
diputado del gobierno argentinoTomás Guido*
y toda la plana mayor; a las nueve y media siguió a
la comitiva el Director y se dirigió al tablado levantado en la plaza de armas en cuyo centro colga-
ba un enorme retrato de San Martín”13
.Asimismo, disponía la formación de las tropas en la plaza
mayor, la concurrencia al Palacio Directorial, sus decoraciones, las intervenciones de las autori-
dades, la lectura del acta de Independencia por parte del Ministro Miguel Zañartu, los obsequios
de medallas conmemorativas y el solemneTe Deum que “terminó con las funciones de este día”14
.
En ese contexto, cuando O’Higgins llegaba a su Cuartel Directorial deTalca, “reci-
bió un oficio del Director Delegado don Luis de la Cruz, fechado en Santiago el 17 de enero,
con que le remitía el borrador del Acta de Declaración de la Independencia…”15
(de la que
se desconoce su texto). Éste, tras leerlo y examinarlo detenidamente, el día 22 de enero lo
devolvió mediante un oficio, argumentando falta de claridad en la redacción y estar demasiado
centrado en agraviar a España, por lo cual ordenó redactar una nueva declaración (sin mencio-
nar el redactado en Concepción, en medio del fragor del combate).
“A su juicio, el acta debía reducirse a la simple espresión de la voluntad del pue-
blo chileno, que quería ser libre, por tener derecho para serlo i fuerzas que escudaran su
11	 BARROSARANA, DIEGO (1890). Historia General de Chile. Op.Cit. Página 346.
12	 BARROSARANA, DIEGO (1890). Historia General de Chile. Op.Cit. Página 350.
* 	 Esposo de la hermana del héroe Carlos Spano, muerto heroicamente en la Batalla deTalca el 4 de marzo de 1814.
13	 FOLLETO IMPRESO (1818). Relación de la gran fiesta cívica celebrada en Chile el 12 de febrero de 1818. Santiago de
Chile: Imprenta del Estado. Extracto.
14	 BARROSARANA, DIEGO (1890). Historia General de Chile. Op.Cit. Página 352.
15	 BARROSARANA, DIEGO (1890). Historia General de Chile. Op.Cit. Página 347.
16 Anuario nO 29, año 2015
academia de historia militar
libertad”16
, enfatizando –además– la libertad
de creencias religiosas en el país. Por ello,
en su respuesta expresó: “He meditado se-
riamente el borrador de la Acta de nuestra
Independencia, que se sirvió V.S. incluirme,
pero un justo temor al tribunal severo de la
censura universal, el respeto debido a la sabi-
duría de las naciones y refinada cultura de los
gabinetes, me han detenido suscribirle, te-
miendo que comprometía el honor nacional,
firmando con menos detención el escrito más
atendible y célebre que jamás se puede dar
a luz”17
, Moderación que no tuvo al redactar
aquel escrito en Concepción. Igualmente, en
su oficio destacó: “Conozco que mis cono-
cimientos no son suficientes para dar al bo-
rrador el retoque necesario y parece que ni
aún para censurarlo;pero,hablando con fran-
queza, creo que el sentido común es bastante
para conocer que puede arribarse a otros gra-
dos de perfección”18
.Y enTalca puso en evidencia, en el acápite final, que no pudo haber antes
otra Proclamación de Independencia: “La Acta debe darse a la luz datándola en Concepción
a primero del actual”19
.Así, es evidente que las ideas matrices del Acta de Independencia las
ponderó y colocó por escrito enTalca.Tras recibir De la Cruz el borrador con las sugerencias
del Director Supremo, se dispuso que el nuevo texto fuera redactado por una comisión inte-
grada por el Ministro don Miguel Zañartu y Santa María, el doctor BernardoVera y Pintado y
el doctor Juan Egaña, firmada por los ministros Zañartu, el de Hacienda, don HipólitoVille-
gas, y el de Guerra, don José Ignacio Zenteno, quienes mantuvieron la fecha en Concepción*
.
16	 DONOSOVERGARA, GUILLERMO (2000). Guillermo DonosoVergara en la Historia deTalca.Talca: Editorial de la Univer-
sidad deTalca y Sociedad Chilena de Historia y Geografía. Página 262.
17	 DONOSOVERGARA, GUILLERMO (2000). Guillermo DonosoVergara en la Historia deTalca. Op. Cit. Página 262.
18	 BARROSARANA, DIEGO (1890). Historia General de Chile. Op. Cit. Página 347.
19	 19 DONOSOVERGARA, GUILLERMO (2000). Guillermo DonosoVergara en la Historia deTalca. Op. CIt. Página 262.
*	 Años después, bajo la Presidencia del General Joaquín Prieto, se sacó una copia que fue enviada a Perú para que la firmara
O’Higgins y que fue refrendada por la firma de sus tres ministros residentes en Chile: Don José Ignacio Zenteno, don
Miguel Zañartu y don HipólitoVillegas) (Diego Barros Arana). Copia que mantuvo como fecha y lugar el 1 de enero de
1818 en Concepción, sin mencionar aTalca.
Luis de la Cruz y Goyeneche
17Anuario nO 29, año 2015
Antecedentes históricos que sustentan que la jura y proclamación
de la independencia nacional se realizó en Talca
Don Diego Barros Arana señala que “el acta original de la independencia había sido
copiada en Santiago con bastante esmero en una hoja grande de papel fuerte;i en esa forma fue
enviada a O’Higgins. Éste, que creía aún que no se le había dado la redacción concisa y vigoro-
sa que había recomendado, la firmó, sin embargo, agregando con su propia mano entre líneas
‘i de cualquiera otro Estado’”20
, la que no pudo ser incorporada porque cuando el manuscrito
volvió a Santiago,“ya se había hecho la impresión de ese documento en la forma anterior, i no
se creyó necesario reimprimirlo para intercalarle esa pequeña agregación”21
.
El nuevo texto del documento –con las adiciones insinuadas– le fue remitido aTalca
el 28 de enero, aunque venía fechado el 1º de enero en Concepción, como O’Higgins se lo ha-
bía ordenado a don Luis de la Cruz, para dar a conocer a España y al mundo que Chile era una
nación independiente en pleno ejercicio de su soberanía desde el primer día del año, lo que
modificaba su situación en el ámbito internacional,ya que sería un Estado agredido por fuerzas
extranjeras (pensar en el desembarco de don Mariano Osorio con una nueva expedición).Y
fue “este nuevo texto delActa remitido aTalca el 28 de enero, con las adiciones insinuadas por
O’Higgins*
, el que sirvió para el juramento en esta ciudad… Don Santiago Fernández, refi-
riéndose al documento que así se confeccionó en esta ciudad, años más tarde expresaría:‘La
Acta de la Independencia de Chile, publicada en la ciudad deTalca, el 12 de febrero de 1818,
yo la autoricé como secretario del Director Supremo O’Higgins’”22
.
El Director Supremo aprobó la nueva declaración el 2 de febrero de 1818 enTalca,
señalando:“Es de mi aprobación la Acta de Independencia queVuestra Señoría me remite con
su comunicación de 26 de Enero de presente pues observo en su contexto la más meditada,
concisa y enérgica expresión; bien que si no se hubiese impreso, podrán añadírsele las que
indican las citas puestas a continuación, para que entiendan las Naciones que ya no existe la
debilidad que nos ha mantenido en forzosa sumisión; que debe esperarse un manifiesto de la
justicia que nos asiste para nuestra heroica resolución, que tenemos fuerzas bastantes para sos-
tenerla con decoro; y que jamás nos sujetaremos a ninguna otra dominación”23
.
20	 BARROSARANA, DIEGO (1890). Historia General de Chile. Op. Cit. Página 349.
21	Ibídem.
*	 Las tres agregaciones de O’Higgins que no alcanzaron a añadirse al texto oficial son (página 77 delTomo 14 de la Historia
de Chile de FranciscoAntonio Encina (1983). Santiago: Editorial Lord Cochrane):
-	 “preservandohacerdemostrablesoportunamenteentodasuextensiónlossólidosfundamentosdeestajustadeterminación”;
-	 “afianzada en los esfuerzos y recursos que tiene para sostenerla con dignidad y energía”;
-	 “y de otra cualquiera dominación”.
22	 DONOSOVERGARA, GUILLERMO (2000). Guillermo donosoVergara en la Historia deTalca. Op. Cit. Página 260.
23	 BARROSARANA, DIEGO (1890). Historia Jeneral de Chile. Op. Cit. Página 349.
18 Anuario nO 29, año 2015
academia de historia militar
El historiador BarrosArana señala que “O’Higgins puso su firma al pié de ese docu-
mento enTalca, el 2 de febrero de 1818;pero por una suplantación de fechas, destinada a dejar
establecido que el nacimiento del nuevo estado coincidía con el principio de ese año, lo hizo
datar como firmado en Concepción el día 1º de enero”24
.
Al mismo tiempo que el documento se enviaba a O’Higgins, también se enviaba
a la imprenta para su difusión por el país (en oficio anterior, O’Higgins había autorizado su
impresión, para no demorar el proceso), y es por eso que no lleva ninguna firma y tampoco
se encuentran las correcciones que le hiciera el Padre de la Patria. Ésta es la que se juró en
Santiago. Poco después, el 12 de febrero de ese mismo año, el Libertador chileno, a la cabeza
del Ejército del Sur, proclamó el Acta de Independencia en la ciudad donde fue bautizado y
pasó parte de su niñez. Realizadas las gestiones de rigor y tras protocolizar el documento, se
dirigió luego a la plaza de armas respectiva donde le esperaba el pueblo, que juró a viva voz,
junto con él, la autonomía de la nación.
Además, en ningún escrito, documento, folleto u otro, se menciona que don Ber-
nardo O’Higgins no haya estado enTalca el 12 de febrero o que no encabezara la Proclamación
de Independencia en esa ciudad, lo que tampoco se menciona en ningún párrafo del opúsculo
“Relación de la Gran Fiesta Cívica celebrada en Chile, el 12 de febrero de 1818”, documento
de veinte páginas que redactó don Bernardo Monteagudo, ni en la crónica correspondiente
que apareció en La Gaceta, el 21 de febrero de ese año, y que don Diego BarrosArana repro-
duce en su Historia General de Chile,Tomo XI.
Y en su cuartel deTalca, un día antes de la jura, es decir el 11 de febrero (evidencia
de que aún estaba enTalca), O’Higgins envió un oficio al Director Delegado, Luis de la Cruz
Goyeneche, donde le comunicaba la celebración del día siguiente: “Como aún no han llegado
de ésa (Santiago) los ejemplares impresos delActa de nuestra independencia, he dispuesto que
esta tarde se publique un bando con la mayor solemnidad, como ya se ha efectuado, y mañana
al salir el sol se acabará de solemnizar este acto con el juramento que deben prestar los jefes
y corporaciones, misa, sermón yTe Déum en la parroquia, en cuya función se harán repetidas
salvas y descargas de fusil por la tropa que estará formada, con otras demostraciones de júbilo
que indican claramente la complacencia con que estos habitantes van a dar el último paso de
nuestra regeneración política”25
.
24	Ibídem.
25	 VALENCIA AVARIA, LUIS (1968). La Proclamación de la Independencia de Chile. Apartado de la Academia Chilena de la
Historia Nº 78. Página 37.
19Anuario nO 29, año 2015
Antecedentes históricos que sustentan que la jura y proclamación
de la independencia nacional se realizó en Talca
Tal cual lo han señalado historiadores como don Diego BarrosArana, LuisValencia
Avaria, don Guillermo Donoso y otros, el que fuera enTalca donde el Libertador procedió
a “la Declaración, Proclamación y Juramento de la Independencia de nuestra Patria, que se-
ñalara‘su estilo’, concibiera las ideas matrices‘en lo que respecta a su sustancia’, rubricara
con su firma el documento y presidiera tan solemne acto, junto a sus tropas, a la cabeza‘de
los jefes y de las corporaciones’, en medio de ‘repetidas salvas y descargas de fusil’, a las
cuales se agregaron‘otras demostraciones de júbilo’, para señalar‘la complacencia’ con que
se recibía este‘último paso de nuestra regeneración política’, posee una honda significación
histórica. Igualmente, don Diego Barros Arana, en su tomo XI de su “Historia General de
Chile”, señala: “En Talca, mandó celebrar el mismo día 12 de febrero fiestas populares; i
los diversos cuerpos de tropas estacionados en los contornos hasta las orillas del Maule,
hicieron salvas de fusil i de cañón que fueron oídas por las partidas de vanguardia de los
invasores”26
.
El solemne acto de Proclamación de la Independencia de Chile finalizó con tres des-
cargas de salva por parte de la tropa, y un atronador ¡Viva Chile! “La jura de la independencia
se verificó el 12 de febrero de 1818”27
. De igual modo, don Diego Barros Arana relata que
un destacamento español que marchaba a la vanguardia del ejército de don Mariano Osorio,
bajo las órdenes del teniente coronel don Cipriano Palma, se adelantó hasta ocupar la villa de
Linares, y “al oír allí el 12 de febrero las salvas de artillería con que los patriotas celebraban
en la orilla norte del Maule la Jura de Independencia, llegó a creer que iba a ser atacado de
un momento a otro, i se retiró apresuradamente hacia el sur”28
.A renglón seguido, agrega que
“O’Higgins, entretanto, permanecía enTalca o en sus contornos”29
.
El mismo acto solemne se efectuaba conjuntamente en Santiago, presidido por don
José de San Martín y el obispo José Ignacio Cienfuegos. En aquella ocasión solemne, por
primera vez fue izada públicamente la actual bandera de la estrella solitaria de cinco pun-
tas, enTalca y Santiago. Como la Proclamación de Independencia fue una fiesta masiva (basta
recordar a las más de cincuenta mil personas que huyeron desde Concepción y alrededores
protegidas por el ejército patriota cuando O’Higgins abandonó dicha ciudad, para imaginar el
fervor popular), también se realizó en otros pueblos y ciudades hasta Copiapó, marginándose
26	 BARROSARANA, DIEGO (1890). Historia Jeneral de Chile. Op. Cit. Página 355.
27	 AMUNÁTEGUI, MIGUEL LUIS (1910). Los precursores de la Independencia de Chile. Tomo Tercero. Santiago de Chile:
Imprenta, Litografía i Encuadernación Barcelona.
28	 BARROSARANA, DIEGO (1890). Historia Jeneral de Chile. Op. Cit. Página 358.
29	Ibídem.
20 Anuario nO 29, año 2015
academia de historia militar
de dicho acto Concepción. Seis días después de estas celebraciones, el 18 de febrero, entró a
la ciudad el General José de San Martín30
.
A partir de entonces Chile fue aceptado en la comunidad internacional, pero las
relaciones con el Vaticano estuvieron interrumpidas durante más de veinte años, debido al
apoyo que la Iglesia Católica brindó a la Monarquía. Solamente en la década de 1830 se resta-
blecieron esas relaciones.
Aprobación de día festivo por el aniversario de la
independencia de Chile
La festividad para celebrar la Independencia Nacional fue observada en 1818, cuan-
do un Decreto de Gobierno del 7 de febrero de ese año declaró al 12 de febrero como fiesta
ordinaria (entonces se celebraba el aniversario de la batalla de Chacabuco y el acto de procla-
mación de Independencia propiamente tal).Asimismo, no se sabe si eso se hizo extensivo a los
años 1819 y 1820.
No fue sino en la sesión número 317 del 9 de febrero de 1821, cuando el Senado
Consulto de­batió el proyecto re­mitido por el Director Supremo Bernardo O’Higgins, el cual
fue visto en el punto 7 de la tabla respectiva. En la oportunidad, aprobó que los días once,
doce y trece de febrero fueran “fiestas cívicas”, reglamentando mediante doce artículos cómo
debería celebrarse dicha festividad.Votaron por la aprobación y acor­daron esa norma, el Pre-
sidente del Sena­do, Francisco de Borja Fontecilla; y los sena­dores Francisco Anto­nio Pérez,
JuanAgus­tínAlcalde, José María de Rozas, José Ignacio Cienfuegos, ratificándolo el Secretario
de la Corporación, José Ma­ría Villarroel. El reglamento para solemnizar el aniversario de la
declaración de Independencia se publicó en el Boletín de Leyes y Decretos del Gobierno, el
17 de febrero. Dicho feriado recordaba el aniversario de la declaración de Independencia y
en menor medida también el aniversario de la batalla de Chacabuco, ya que se había escogido
intencionalmente la fecha del primer aniversario de esa acción de guerra para efectuar la de-
claración de Independencia.
Así también, dos decretos gubernamentales posteriores reafirman la existencia de
esa fiesta: el primero, del 20 de julio de 1823, determina quién debe predicar los sermones
en las festividades nacionales e indica que éstas son el 12 de febrero, el 5 de abril y el 18 de
30	 AMUNÁTEGUI, MIGUEL LUIS (1910). Los precursores de la Independencia de Chile.TomoTercero. Santiago de Chile: Im-
prenta, Litografía i Encuadernación Barcelona.
21Anuario nO 29, año 2015
Antecedentes históricos que sustentan que la jura y proclamación
de la independencia nacional se realizó en Talca
septiembre (la ley que fijó el 18 de setiembre como fecha de la Jura de la Independencia fue
dictada en sesión del Senado del 5 de septiembre de 1823, tras la abdicación de O’Higgins);
el segundo, del 14 de agosto de 1824, suprimió el 5 de abril diciendo que las festividades
eran el 12 de febrero y el 18 de septiembre. Sin embargo, el feriado del 12 de febrero debió
ser trasladado en varias ocasiones, debido a que coincidía con el Carnaval y el Miércoles de
Ceniza31
. El 8 de febrero de 1837, un decreto del Ministerio del Interior redujo la fiesta del
12 de febrero a salvas de cañonazos y repique de campanas, con el propósito declarado de
celebrar una sola fiesta cívica. En pocos años, cayó en un ignominioso olvido, aun cuando
en 1968, para el sesquicentenario de la Declaración de Independencia, el Decreto 222 del
Ministerio del Interior mandó ordenar el izamiento del pabellón nacional en todo el país ese
12 de febrero32
.
8 de febrero de 1837
En 1837, siendo Presidente de la República José Joaquín Prieto y Ministro del
Interior, Diego Portales, se dictó un decreto por el cual se eliminó el festejo del 12 de
febrero, quedando solo el 18 de septiembre. Según la historiadora Paulina Peralta, había
causas económicas para esta decisión, pues demasiados feriados eventualmente afectarían la
productividad y las finanzas fiscales, pero también,“la intención de consolidar el sentimiento
de nacionalidad en el pueblo chileno comenzó a dificultarse, puesto que existían diferentes
celebraciones con fines similares”. Por ello, “en el decreto se afirmaba que la manera de‘re-
mover’ los inconvenientes producidos por la ‘multiplicidad festiva’ en el logro de los fines
patrióticos, se conseguía mediante [...] la reunión de todas ellas en un solo día […]’33
. Sin
perjuicio de lo anterior, desde principios de la década de 1930, la fiesta del “18” había sido
estimulada por los ejercicios militares celebrados el día 19. Por ejemplo, según El Araucano
del 8 de octubre de 1831, el día 19 las tropas efectuaron “un simulacro de acción de guerra
en el campo de instrucción”, congregando a “unas treinta mil personas”34
. De esta manera,
comenzó a construirse una relación equivalente entre fiesta nacional y fiesta militar, cuestión
que calzaba con la visión de los gobernantes, que aspiraban a formar un Estado autoritario y
respetuoso de las leyes.
31	 ARCHIVOS DEL SENADO de la República. Leyes y otras normas referidas a feriados, días/fechas nacionales y efemé-
rides oficiales en Chile. Sitio web.
32	Ídem.
33	 PERALTA, PAULINA (2007). ¡Chile tiene fiesta!:El origen del 18 de septiembre (1810-1837). Santiago, página 67.
34	 Memoria Chilena. Recurso On Line. Consultado el martes 30 de junio de 2015, a las 21:00 horas.
22 Anuario nO 29, año 2015
academia de historia militar
Medalla condecorativa
En septiembre de 1910, con ocasión del Centenario de la Independencia, las autori-
dades se abocaron a organizar las fiestas conmemorativas, invitándose a participar a diferentes
representantes de Europa y América, realizando concursos y exposiciones para exhibir los
mejores productos de la nación; celebraciones que no estuvieron exentas de críticas, porque
un grupo de intelectuales nacionales –entre ellos Francisco Antonio Encina,Tancredo Pino-
chet Le-Brun y AlejandroVenegas, vinculados a Talca– a través de ensayos, artículos y libros
criticaban a un país que consideraban pacato,adocenado y alabancioso,augurándole un destino
opaco.También expresaron sus aprensiones por la preeminencia de la clase alta chilena y la au-
sencia del pueblo en los festejos, al igual que el excesivo gasto económico en tiempo de crisis
económica para las clases media y baja.
A lo anterior se agregaba a que en menos de un mes habían fallecido dos presidentes
de la República: don Pedro Montt Montt y don Elías Fernández Albano. No obstante aquello,
elVicepresidente de la República, Emiliano Figueroa Larraín, determinó conmemorar los cien
años de la Independencia de Chile, invitando a delegaciones de países amigos y vecinos, como
Argentina (asistió el Presidente José Figueroa Alcorta) y Uruguay (delegación que incluyó a
los poetas Juan Zorrilla y José Enrique Rodó). Igualmente, le encargó al francés René Lali-
que –uno de los joyeros más importantes de la época– una Medalla del Centenario (magnífica
pieza de Art Noveau) y se inauguraron diversas obras (como el nuevo alumbrado público en
Santiago) y varios monumentos conmemorativos.
Y fue en ese particular escenario histórico que se acuñó el primer galardón admi-
nistrativo otorgado por el Gobierno de Chile al personal del Ejército y la Marina: la Medalla
Condecorativa. Ésta buscaba resaltar la trayectoria y hechos destacados de sus integrantes,
elaborándose tres clases de preseas: cien de oro o dorada, para los generales y jefes; trescientas
de plata para los oficiales (con 33 milímetros de diámetro y un peso de 14 gramos), y mil de
cobre para la tropa (diámetro 33 milímetros, y peso 15,2 gramos con argolla incluida). En el
anverso se encuentra el Escudo de Chile con la Leyenda “República de Chile 1810 Centenario
1910”; y en el reverso está la réplica del anverso de la primera medalla de Chile independien-
te, acuñada para conmemorar la Jura y Proclamación de la Independencia en Talca el 12 de
febrero de 1818 y cuya leyenda reza: “El Estado de Chile constituido independiente año de
1818-Independencia”. Una vez más, en medio de un bosque de dudas de parte de algunos,
surgen luces que iluminan el pasado; más documentos que conectan un suceso trascendente
acontecido en una colonial villa –en el corazón de Chile– con un tiempo desaparecido… otor-
gándole coherencia y sentido a la Historia.
23Anuario nO 29, año 2015
Antecedentes históricos que sustentan que la jura y proclamación
de la independencia nacional se realizó en Talca
Conclusiones
El concepto de independencia surgió dos años después de la instalación de la Pri-
mera Junta Nacional de Gobierno, durante la administración de José Miguel Carrera.A par-
tir de 1812, figuras como Fray Camilo Henríquez y Bernardo de Vera y Pintado señalaron
la necesidad de declarar la independencia, puesto que ella entregaría dignidad y soberanía
como nación, y el respeto de otros Estados35
. De lo contrario, ello sería fuente de debilidad
e ingobernabilidad. La idea de la independencia de Chile quedó plasmada en el Reglamento
Constitucional de 1812, el cual reconoció a FernandoVII como soberano en la medida que él
aceptara el texto constitucional, pero además consagró una doctrina emancipadora al dispo-
ner que: “Ningún decreto, providencia u orden, que emane de cualquier autoridad o tribunal
de fuera del territorio de Chile, tendrá efecto alguno y los que intentaren darles valor, serán
castigados como reos de Estado”36
.
Sin embargo, tras la victoria de Chacabuco en 1817, que dejó a gran parte del terri-
torio chileno libre de la presencia de tropas realistas, no se logró plasmar un documento de
Proclamación de Independencia firmado y protocolizado por el Director Supremo interino.
Ello implicaba la creación oficial de un Estado, acto soberano que para muchos debía ser por
medio de la voluntad ciudadana, y que tenía como modelos la asamblea que había declarado
la independencia.
Por ello, el 13 de noviembre de 1817, un decreto expedido por la Junta Guberna-
tiva –que reemplazaba al Director Supremo en el mando en Santiago– dispuso que “en cada
uno de los cuatro cuarteles en que estaba dividida administrativamente la ciudad de Santiago”,
así como “en los demás pueblos del estado… se mantuviesen abiertos durante quince días dos
libros, uno en favor de la declaración de la independencia i otro en contra de ella”37
. Obvia-
mente, la ciudadanía firmó por la aprobación a la Declaración de Independencia elaborada por
el gobierno. En ese proceso se encontraba la población de la provincia de Concepción cuando
una cuarta expedición realista obligó al general Bernardo O’Higgins a retirar las fuerzas pa-
triotas hacia el norte del río Maule, de acuerdo a un plan establecido por el general José de
San Martín, retirada que fue acompañada por la mayoría de la población de la citada provincia.
La salida de Concepción por parte de la población y las tropas patriotas se efectúo entre el
35	 Boletín de las Leyes, y de las órdenes y decretos del Gobierno. Reimpresión Oficial.Tomo Segundo que contiene los
librosV,VI yVV.Valparaíso: Imprenta del Mercurio 1846.
36	 BARROSARANA, DIEGO (1890). Historia General de Chile. Op. Cit.
37	 BARROSARANA, DIEGO (1890). Historia General de Chile. Op. Cit. Página 346.
24 Anuario nO 29, año 2015
academia de historia militar
1º y el 8 de enero de 1818. De acuerdo a la tradición oral, Bernardo O’Higgins procedió a
redactar un Acta de Independencia, la cual fue lanzada a las tropas realistas que se encontra-
ban replegadas enTalcahuano. Dicho acto, celebrado el 1º de enero de 1818, fue un gesto de
desafío a la nueva expedición realista liderada por el general Mariano Osorio y una manifes-
tación informal de la soberanía de Chile, pero no una declaración formal de independencia,
considerando que el documento definitivo que declaraba la emancipación de Chile aún no se
encontraba terminado. Sólo el 17 de enero de 1818, don Luis de la Cruz y Goyeneche en-
vió un documento de Declaración de Independencia, el que, cinco días más tarde, el general
Bernardo O’Higgins, establecido con su Cuartel General enTalca, rechazó argumentando su
falta de claridad en la redacción y demasiado centrado en agraviar a España, por lo que ordenó
redactar una nueva declaración.Así también O’Higgins estuvo enTalca desde el 17 de enero y
hasta fines de febrero de 1818, regresando a Santiago para asumir su cargo de Director Supre-
mo el 24 de marzo de ese año.
Otro antecedente, es que un día antes de la jura, O’Higgins envió una nota al Direc-
tor Delegado, Luis de la Cruz Goyeneche, donde le comunicó la celebración del día siguien-
te: “… mañana al salir el sol se acabará de solemnizar este acto con el juramento que deben
prestar los jefes y corporaciones, misa, sermón yTe Deum en la parroquia, en cuya función se
harán repetidas salvas y descargas de fusil por la tropa que estará formada, con otras demos-
traciones de júbilo que indican claramente la complacencia con que estos habitantes van a dar
el último paso a nuestra regeneración política”38
.
Finalmente, la promulgación y juramento de la Independencia de Chile que se efec-
tuó en Santiago como acto oficial, presidido por el capitán general José de San Martín, consi-
derado precursor de la Independencia de Chile, por el diputado del Gobierno argentino, don
Tomás Guido (quien ofreció un banquete en nombre de aquel), además de otros representan-
tes de BuenosAires,permite valorar aún más la Proclamación de la Independencia en la ciudad
deTalca, puesto que en ella se encontraba la máxima autoridad nacional: el Director Supremo
de Chile a la cabeza del Ejército del Sur. En Santiago, en tanto, la Independencia nacional esta-
ba apadrinada por las Provincias Unidas del Río de la Plata (Argentina). El Director Supremo
de Chile,don Bernardo O’Higgins Riquelme,se encontraba en el Cuartel Directorial deTalca,
y fue representado en Santiago por don Luis de la Cruz Goyeneche, don Gregorio Argomedo
(fiscal de la Cámara de Apelaciones), don Miguel Zañartu (Ministro de Estado) y don José
Ignacio Cienfuegos (Gobernador del Obispado).
38	 Valencia Avaria, Luis (1967).“La Declaración de la Independencia de Chile”. Documentos del Archivo del Senado”. San-
tiago, Chile, 1967.
25Anuario nO 29, año 2015
Antecedentes históricos que sustentan que la jura y proclamación
de la independencia nacional se realizó en Talca
Es decir, el prócer se encontraba en el Cuartel Directorial de Talca, ostentando el
cargo de Director Supremo (primera autoridad del país) y el 12 de febrero de 1818 la ciudad
fue escenario del juramento delActa de la Independencia de Chile, en cuya redacción intervi-
nieron los ministros Miguel Zañartu, HipólitoVillegas, José Ignacio Zenteno y el doctor Ber-
nardo Vera y Pintado (de nacionalidad argentina). O’Higgins proclamó la Independencia de
Chile en la plaza de armas deTalca de forma paralela a Santiago,acompañado por los oficiales y
suboficiales que formaban parte del Ejército del Sur. Juraron, además, los miembros del cabil-
do deTalca y de la Iglesia Católica, efectuándose ulteriormente una animada fiesta popular por
tan magno acontecimiento. Seis días después de estas celebraciones –el 18 de febrero– llegó a
Talca el general San Martín39
en compañía de sus ayudantes.
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27Anuario nO 29, año 2015
Cornelio Saavedra y su gestión
militar fronteriza. 1859-1870
Waldo Zauritz Sepúlveda*
General de división
La incorporación de la Araucanía a la soberanía nacional fue un proceso largo en
el que intervinieron numerosos personajes, provenientes del mundo político y militar re-
presentando al Estado chileno, como también distintos caciques principales, que no siempre
coincidieron entre si en sus postulados. Fueron veinte años de una lucha de voluntades, en
un conflicto asimétrico en lo global, por cuanto una vez que los sucesivos gobiernos se deci-
dieron por avanzar en dicha incorporación, la suerte de los nativos del sur del Biobío quedó
resuelta al ser incapaces de oponer una resistencia que pudiera disputar con probabilidades de
éxito esa resolución, no sólo por la abismante disparidad de los respectivos potenciales, sino
principalmente por cuanto gran parte de las tribus y reducciones aceptaron la incorporación
al Estado chileno como un paso que les permitiría a ellos mismos y principalmente a sus hijos,
disfrutar de los beneficios de la llamada civilización. El pueblo mapuche, que históricamente
se ha mantenido dividido entre los diferentes cacicazgos y reducciones, en esta ocasión tam-
bién presentó un frente fraccionado.
Para lograr su propósito,el Estado utilizó al Ejército como su principal instrumento,
pero no como una fuerza que debía imponer sus términos a sangre y fuego, sino procediendo
con prudencia y recurriendo fundamentalmente a los acuerdos. En el cumplimiento de ello,
aparece la figura del coronel Cornelio Saavedra como el mejor exponente de esa política, des-
*	 El general de divisiónWaldo Zauritz Sepúlveda nació en 1947 y falleció en enero del presente año. Fue oficial de Estado
Mayor, del Arma de Artillería. Comandó el Regimiento “Arica”, de guarnición en La Serena y siendo general de brigada
se desempeñó como Director General de Movilización Nacional. Con el grado de general de división comandó la Región
Militar Austral y laV División, en Punta Arenas. Fue profesor de la Academia de Guerra en la asignatura de Geopolítica.
Alcanzó los grados académicos de Magíster en Ciencias Militares y Magíster en Historia Militar. Fue profesor de Historia
Militar en los programas de Magíster de laAcademia de Guerra y en los diplomados impartidos en la Escuela Militar. Fue
miembro del Instituto O’Higginiano, director de la Corporación de Conservación y Difusión del Patrimonio Histórico y
Militar, y Presidente de laAcademia de Historia Militar durante el período 2007 – 2011. Coautor de las obras “LaArtille-
ría en Chile” y “Cien años de la Dirección General de Movilización Nacional”, publicadas en el año 2000.Autor del libro
“Historia Militar de Magallanes”, editado el año 2003. El presente trabajo se publica de forma póstuma, y corresponde
a uno de los avances de un proyecto FONDECYT y realizado en conjunto con el profesor Leonardo León Solís, actual
director del Departamento de Ciencias Históricas de la Facultad de Filosofía y Humanidades de la Universidad de Chile.
28 Anuario nO 29, año 2015
academia de historia militar
tacándose por su capacidad de ir convenciendo a los caciques sobre los beneficios que para los
nativos acarrearía la instalación paulatina de bastiones militares en sus territorios ancestrales,
de los cuales surgirían las futuras ciudades del sur de Chile.
La gestión de Saavedra se destaca de entre todos los comandantes militares que par-
ticiparon en dicho proceso,por cuanto él no sólo fue un eficiente cumplidor de las políticas del
Gobierno, sino más bien fue el impulsor e ideólogo de dichas políticas, anteponiendo siempre
el interés del Estado y el de los indígenas, por sobre los intereses mezquinos de especuladores
y tinterillos, que pretendían lucrar a costa de aquellos, en medio de la confusión que significa-
ban los sucesivos avances fronterizos.
El presente estudio se centra en la actuación de Saavedra en esos territorios entre los
años 1859 y 1870, basándose exclusivamente en datos extraídos del Archivos Nacional His-
tórico, del Archivo General del Ejército, de la Universidad de Concepción y de las Memorias
de Guerra, buscando con ello recurrir a las fuentes originales y evitando de esa forma caer en
el influjo de trabajos precedentes, en beneficio de la objetividad que merece un tema de tanta
trascendencia.
Antecedentes
Si bien la Constitución de 1823 fijaba los límites de Chile, comprendiendo entre
ellos la región de la Araucanía, 1 se puede establecer que los gobernantes de la nueva Repú-
blica mantuvieron la línea del río Biobío como la frontera natural con el territorio araucano,
tal como lo habían efectuado sus antecesores coloniales, reanudando el dominio soberano
hacia el sur a partir del río Toltén, en el límite norte de la provincia de Valdivia. Mantener
de hecho una zona en que la acción del Estado y su soberanía no se ejercía, permitió que ese
territorio permaneciera fuera de los términos de la legalidad imperante en el resto del país,
siendo regido por los distintos y múltiples caciques principales, en una sociedad en la cual la
familia extendida era la base de la estructura social, sin constituir un Estado propiamente tal.
Concluida la llamada “Guerra a Muerte”, que tuvo por escenario principal la parte
septentrional de ese territorio y en la que participaron activamente diferentes tribus apoyan-
do a uno u otro bando, el sector ubicado al norte del Biobío se vio frecuentemente asolado
1	 Constitución Política de Chile, 1823;Título Primero, artículo 4° “El territorio de Chile comprende de norte a sur (sic),
desde el Cabo de Hornos hasta el despoblado deAtacama; y de oriente a poniente, desde la cordillera de losAndes hasta
el mar Pacífico…”.
29Anuario nO 29, año 2015
Cornelio Saavedra y su gestión militar fronteriza. 1859-1870
por las incursiones de indígenas provenientes mayoritariamente de tribus del interior, por
lo que, en 1834, el general Manuel Bulnes, comandante en jefe del Ejército de Operaciones
del Sur, organizó una campaña punitiva que se desarrolló entre junio de ese año y marzo de
1835. En un extenso documento emitido en Los Ángeles en mayo de 1835, Bulnes indicaba
que el 24 de junio de 1834 inició la campaña por cuanto: “hacía tiempo que los habitantes de esta
provincia, situados a las cercanías del Biobío, sufrían continuamente el azote de los repetidos robos que
ejecutaban en sus correrías las reducciones de Canglo,Collico,Mulchén y demás tribus de Huilliches,mas
que siempre se habían mantenido enemigas del Gobierno,y otras que acababan de declararse tales”2
. El
general explicaba que al estar repartidas las tropas en los fuertes que guarnecían la frontera,
no podían evitar esas depredaciones por la excesiva distancia que existía entre ellos o por lo
tardío del aviso de las incursiones “que ejecutan nuestros enemigos con una rapidez increíble,no sir-
viendo de obstáculo a su audacia para el robo,ni los rigores de la estación ni los torrentes más peligrosos
que siempre arrostran y vencen ayudados de su fuerte constitución y admirable destreza”3
.
En la campaña emprendida, se contempló una columna que operó por el lado de Na-
cimiento para proteger al cacique Colipí, que había sido robado por los Huilliches. El 7 de julio
2	 Archivo Nacional Histórico, Fondo Ministerio de Guerra,Vol. 215, folio 247.
3	Ibid.
General Cornelio Saavedra Rodríguez
30 Anuario nO 29, año 2015
academia de historia militar
se habilitó el antiguo fuerte de Purén, lugar al que llegaron los caciques de Lumaco, Guadaba,
Angol y otros, quienes solicitaron el perdón de Colipí. Luego se sometieron las tribus de Malal,
Canglo y Quechereguas. Sin interrupción, la campaña se incrementó en la primavera y verano
de 1834-35,avanzando las tropas hasta el Cautín,y sometiendo a las tribus de Imperial y Boroa.
A comienzos del año 1835 se produjo un levantamiento general de parte de las tri-
bus rebeldes,que intentaron un ataque concentrado en la zona de Collico al mando del cacique
Cayo, siendo aquellas completamente derrotadas. En esas circunstancias, las operaciones se
vieron momentáneamente interrumpidas como consecuencia de un gran terremoto que asoló
la zona, lapso durante el cual se enviaron varios “capitanes de indios” para ofrecer la paz, la que
fue rechazada, reanudándose las acciones en marzo, con consecuencias catastróficas para los
indígenas. Bulnes informaba: “El resultado de tan repetidos golpes con que se les ha hecho sentir todo el
peso de la desastrosa guerra,que por necesidad y en represalia nos hemos visto precisados adoptar,ha sido
el de su completa mudanza.Ya han cesado completamente sus correrías en la frontera”4
.
En efecto,esa campaña fue la que más bajas produjo en la población nativa en todo el
siglo XIX, arrojando como saldo la muerte de entre 700 y 800 naturales, y de unos veinticinco
hombres del Ejército y las milicias; además, se recuperaron un considerable número de cauti-
vas de todas las edades, capturándose a su vez más de trescientos niños y mujeres aborígenes
“que se les han tomado por nuestras divisiones y que sirviendo para aumentar por este medio el número de
brazos en estas provincias,se consigue al mismo tiempo disminuir el de los enemigos”.5
El general Bulnes
también aprovechó la campaña para realizar reconocimientos sobre los puntos más adecuados
para establecer fuertes, “caso que por el resultado de nuestras armas,hubiere hallado conveniente pro-
poner al Supremo Gobierno la traslación de la línea de la frontera” 6
. Esa frase nos advierte sobre la
temprana intención del Estado chileno por incorporar esos territorios a su soberanía.
La guerra contra la Confederación Perú-Boliviana, iniciada dos años después, obligó
al gobierno a posponer cualquier proyecto relacionado con hacer avanzar la línea de la fronte-
ra.Del mismo modo,la Guerra Civil de 1851 afectó a la zona,al utilizar ambos bandos algunos
combatientes indígenas entre sus fuerzas auxiliares.
Sin perjuicio de lo anterior, se produjo de hecho una penetración no articulada por
el Estado, al instalarse entre los ríos Biobío y Malleco numerosos colonos que comenzaron a
4	Ibídem.
5	Ibídem.
6	Ibidem.
31Anuario nO 29, año 2015
Cornelio Saavedra y su gestión militar fronteriza. 1859-1870
desarrollar la agricultura y la ganadería en el sector. “Según datos confiables,hacia 1858 cerca de
catorce mil chilenos vivían en la alta frontera, considerando hasta el Malleco por el sur, en circunstan-
cias que la población indígena no pasaba de dos mil ochocientas almas.En la baja frontera,próximos al
río Lebu, otros diez mil ‘españoles’ estaban diseminados en unos cuatrocientos predios y convivían con
alrededor de mil seiscientos naturales” 7
.Todos esos colonos espontáneos debieron abandonar sus
instalaciones durante la Revolución de 1859, por cuanto los indios, que mayoritariamente se
plegaron al bando revolucionario, asaltaron y depredaron el territorio comprendido entre
ambos ríos, e incluso sobrepasaron hacia el norte de las riberas del Biobío.Al estallar el mo-
vimiento contrario al presidente Montt, los revolucionarios de la zona, encabezados por don
BenjamínVidela Guzmán, José Miguel Pradel y NicolásTirapegui, se apresuraron a preparar
y organizar montoneras, a las que luego integraron a los indios. Un informe del intendente
Cornelio Saavedra, de fecha 28 de enero de 1859, daba cuenta de la situación general que se
vivía en su provincia, indicando que se encontraba intranquila e insegura por estar amenazada
por los indígenas de la frontera, los que se mostraban dispuestos a sustraerse de la acción de
la autoridad y de la ley, motivo por el cual las familias habían emigrado, unas a Concepción y
otras a las montañas, quedando desiertas las poblaciones y los campos.
En efecto, los caciques principales habían sido contactados en el ultra Biobío a partir
del 18 de enero por Pradel, quien les expuso un plan que se basaba en el despoblamiento y la
sublevación de todas las reducciones de la frontera, bajo la promesa de recuperar sus antiguas
posesiones. Pronto, los caciques comenzaron a contactarse entre ellos para adoptar un acuer-
do. Las motivaciones que hubo de su parte por participar en la revolución, serían explicadas
al presidente Montt en una carta que el cacique Mañil le enviara en septiembre de 1860, en
la cual le señalaba: “…acordamos todos los mapuches aprobecharnos de que estaban en esa guerra para
echar a todos los cristianos que nos tenían robadas toda nuestra tierra de esta banda del Biobío sin matar
a nadie pues ocho años a que nosotros estabamo esperando que mandaría nuestro amigo general Cruz i
que nos entregarian nuestros terrenos i de este modo cada dia se internaban mas los cristianos…entonces
les mande orden a todos los que nos tenian usurpados nuestra tierra que se fueran”8
.
En conocimiento de la situación que se estaba gestando,el intendente Saavedra envió
varios correos a algunos caciques, haciéndoles ver la trampa a la que se los llevaba, lo que no
fue suficiente, porque a la fecha de emitir el informe al gobierno, seguía sin recibir respuesta
7	 Manuel Ravest Mora. Arauco, siempre Arauco. Prólogo a la segunda edición de “Documentos relativos a la ocupación de
Arauco”. Universidad Católica de Chile en conjunto con la Cámara Chilena de la Construcción y la Dirección de Biblio-
tecas,Archivos y Museos, Santiago, 2009, p. xxiv.
8	 Archivo Nacional Histórico, FondosVarios,Volumen 835, folio 121.
32 Anuario nO 29, año 2015
academia de historia militar
de los lonkos.También se dirigió a varias tribus amigas para que “tuvieran a raya” a los de las
tribus alzadas, pero tampoco obtuvo contestación de parte de éstas. Saavedra señalaba en su
documento: “el número de los montoneros españoles es de 200; el de los indios fluctúa entre 1.000 y
4.000 según la creencia de la población confusa y aterrorizada,pero informaciones más fidedignas indi-
can que los indios que acompañan a las montoneras no pasan de 400, entre los cuales ya hay señales de
desafección por sentirse engañados”9
.
El 25 de enero de 1859 fue asaltada por primera vez la localidad de Negrete por la
montonera deVidela, reforzada con 300 mocetones indígenas al mando del cacique Mañil (en
algunas versiones se le llama Maguil), rindiéndose sin combatir los 60 soldados cívicos que
guarnicionaban el pueblo, por lo que Saavedra decretó el 27 de enero “poner sobre las armas
a todas las fuerzas cívicas de la provincia, considerándolas en actual servicio hasta segunda orden”,10
y
concentrándolas en Nacimiento y Los Ángeles. Durante todo el mes de febrero y los primeros
días de marzo, ambos bandos combatieron en varias escaramuzas, hasta que el gobierno orde-
nó el repliegue de Saavedra hacia Chillán para reconcentrar sus fuerzas en la zona sur. El día
10 de marzo, el cacique Juan Mañil cayó nuevamente sobre el abandonado pueblo de Negrete,
incendiándolo por completo. Esa acción cumplía un fin emblemático, por cuanto Negrete
constituía a la fecha la única localidad al sur del Biobío en la cual la república había realizado
una fundación, en el año 1848.
Las fuerzas montoneras se desplazaron hacia el norte, enfrentándose contra el ejér-
cito movilizado por el gobierno en las riberas del estero Maipón, próximo a Chillán, el día
12 de abril, lugar y fecha en que fueron completamente derrotadas. Esa fuerza revolucionaria
al mando de don NicolásTirapegui y secundado por Bernardino Pradel,Videla y Alemparte,
estaba compuesta por 300 infantes organizados en un batallón, seiscientos ochenta jinetes
distribuidos en siete escuadrones, nueve cañones de diversos calibres y mil indios, todos mon-
tados, aportados por los caciques Mañil del alto Biobío, Namuncura deTucapel,Antihuén de
Elicura, Antillán deTromén,Trarupil de Peleco, Calvulao de Lanalhue, Aclamán de Lloncao,
Paillao deTirúa, Huaiquiñir de Llani y Millán de LaAlbarrada. Posteriormente, el 21 de abril,
el capitán Domingo Salvo, al frente de 250 voluntarios que había reclutado en Los Ángeles,
destrozó completamente en Picul a una montonera compuesta por 50 chilenos y doscientos
9	 Informe del Intendente de la Provincia de Arauco al Ministro de Guerra.Archivo Nacional Histórico, Fondo Ministerio
de Guerra,Volumen 469, folio 78.
10	 Ibid, folio 76.
33Anuario nO 29, año 2015
Cornelio Saavedra y su gestión militar fronteriza. 1859-1870
indios mandados por los caciques Calbucoi y Huenul, resultando muertos 12 montoneros
blancos y 87 nativos, entre los que se contaba el propio Calbucoi11
.
A pesar de que la revolución, desde un punto de vista militar y político estaba com-
pletamente sofocada, en la frontera continuaron las actividades depredadoras de algunos gru-
pos, como consta en la presentación que hizo ante el Congreso el Ministro de Guerra, general
Manuel García,en julio de 1860,ocasión en que informaba:“Después de la acción de Cerro Grande
en el norte y la de Maipón en el sur,la tranquilidad se halló restablecida en todas partes.Sólo turbaban
aun la paz de algunas poblaciones,los restos dispersos de las montoneras destruidas durante la revolución
que convertidos en pandillas de malhechores,campeaban ya sin más propósito que el pillaje….Rechazados
los montoneros de nuestro territorio, aquellos que pudieron escapar se refugiaron en el Araucano, eterno
asilo de los que, a favor de la anarquía, quieren burlar las leyes humanas, cubriéndose con la bandera
alzada contra las instituciones políticas. Con el alhago (sic) del robo, los cabecillas refugiados pusieron
fácilmente en alarma a las tribus indígenas, que siempre se encuentran dispuestas a dirigir sus ataques
contra los habitantes de la frontera,movidas por el aliciente del botín que con impunidad han arrancado
tantas veces a sus inermes vecinos”.12
Como puede apreciarse, según la visión del ministro García,
la motivación de los indios al participar en la revolución contra el gobierno era la del pillaje
y el botín, a diferencia de lo expresado por el cacique Mañil al presidente Pérez, de la que
se desprende que dicha actuación tenía por objeto expulsar a quienes estaban usurpando sus
tierras. Lo concreto es que los indios participaron en la revolución y, una vez sofocada ésta,
continuaron con su accionar en conjunto con algunos cabecillas chilenos, como consta en el
informe del Comandante deArmas del Departamento deArauco,Mauricio Barbosa,quien dió
cuenta con fecha 18 de diciembre de 1859 que a las siete de la mañana de ese día “500 indios
acompañados de la montonera que manda Patricio Silva y otros que ha traído Pedro Cid,se presentaron en
actitud amenazante,prendiendo fuego a cuanta casa o rancho encontraban a su paso.Se dispuso la salida
de los 20 cazadores y algunos cívicos,protegidos por 25 hombres del 3° de línea.Se trabó el combate y los
indios y montoneros se retiraron perdiendo 6 hombres,pero de inmediato aparecieron en los cerros muchos
grupos dirigiéndose en todas direcciones amagando la población y destruyendo a fuego todas las casas y
ranchos.Su número pasaba de 1.000,todos montados....”.13
.
Como se ve, la frontera seguía convulsionada, mientras Cornelio Saavedra había
asumido accidentalmente la intendencia deValparaíso. En efecto, el 18 de septiembre de 1859
fue asesinado el intendente titular, general JuanVidaurre-Leal, a la salida delTe-Deum que se
11	 Anexo a la Memoria de Guerra de 1859, p. 51.
12	 Memoria de Guerra de 1860, p. 5 y ss.
13	 Informe del Comandante de Armas deArauco.Archivo Nacional Histórico, Fondo Ministerio de Guerra,Volumen 457.
34 Anuario nO 29, año 2015
academia de historia militar
celebraba ese día. La hoja de servicios de Saavedra indica: “El 18 de septiembre de 1859,sofocó el
movimiento revolucionario que estalló enValparaíso,y habiendo muerto en él,el señor general de división
don JuanVidaurre-Leal,que gobernaba la provincia,se hizo cargo del mando de ella,habiendo obtenido en
la misma fecha el nombramiento de Intendente y Comandante General de Armas y de Marina,cuyo puesto
desempeñó hasta el 24 de octubre de 1861, en que fue nombrado nuevamente Intendente y Comandante
General de Armas de Arauco”14
.
Actividad de Saavedra en la frontera
Ante la situación que se vivía enArauco, el gobierno dispuso en noviembre de 1859
una campaña al sur del Biobío, no con la intención de avanzar la línea de frontera, sino sólo
para reducir los restos de las montoneras a las que se habían incorporado muchos indios. Al
mando del intendente suplente deArauco,VicenteVillalobos,salió una expedición desde Santa
Bárbara fuerte en 1.291 hombres, de los cuales trescientos eran veteranos de línea (200 in-
fantes del 4° de Línea, 100 Cazadores a Caballo y 1 pieza de artillería) y el resto cívicos, mar-
chando hacia las Juntas del Bureo y desde ahí a Micauquén, continuando hasta el río Renaico
donde dispersaron a la montonera de Bernardino Pradel. Los indios que acompañaban a éste
huyeron hacia los montes. Esa columna regresó a Santa Bárbara el 30 de noviembre de 1859.15
Sobre esa expedición, el Ministro de Guerra, general Manuel García, informaba al Congreso
que en Micauquén, después de una ligera refriega, se había tomado algunos prisioneros y gran
cantidad de ganado, del cual una parte se restituyó a sus antiguos dueños y el resto se utilizó
para el mantenimiento de la tropa.Además, se destruyeron las sementeras de los aborígenes16
.
A comienzos de enero de 1860, ante el surgimiento de nuevas partidas de indios que
operaban en la Alta Frontera, se organizó una nueva expedición al mando del Comandante
General deArmas deArauco, fuerte en 2.240 hombres, entre los cuales se contaban unos mil
doscientos voluntarios que no eran cívicos ni soldados de línea. El día 8 hubo un encuentro
en las inmediaciones del río Malleco, poniendo en dispersión a los indios.Al día siguiente, la
columna se desplazó hacia Caillín y Pellenco, continuando hasta Mininco. El 11 pasaron el
Renaico, llegando el día 12 a Colgué y dispersando las diversas partidas de rebeldes que los
enfrentaron. En su marcha de retorno a Los Ángeles, se dejó una guarnición de 150 infantes
del 3° de Línea y 40 cazadores a caballo en las ruinas de Negrete17
.
14	 Archivo Histórico del Ejército. Hoja de Servicios del general Cornelio Saavedra Rodríguez.
15	 Archivo Nacional Histórico, Fondo Ministerio de Guerra,Volumen 457, documento N° 20.
16	 Memoria de Guerra de 1860, p. 7.
17	 Ibid, págs. 7 y 8.
35Anuario nO 29, año 2015
Cornelio Saavedra y su gestión militar fronteriza. 1859-1870
A mediados de marzo, el coronel
Villalón organizó otra expedición de 600
hombres de todas las armas, que salió desde
Nacimiento y hacia Purén, lugar al que lle-
gó el 24 de marzo “para proteger a un cacique
amigo”, regresando a partir del 26, después
de dispersar a varias partidas de indios hos-
tiles18
. Las bajas informadas indican un oficial
y tres soldados muertos, mientras que las de
“los montoneros” fueron calculadas en treinta
fallecidos19
. Con anterioridad, el 5 de enero,
una montonera de 150 indios al mando de
Miguel Pradel (hijo de don Bernardino), ha-
bía causado graves bajas a un piquete de 45 ji-
netes al mando del sargento primero Juan de
Dios Rocha, dando muerte al propio Rocha y
a nueve de sus hombres, y tomándoles otros
cinco prisioneros al sur del río Bureo, en el
sector en que luego se erigiría Mulchén20
.El
día 11, repitieron los indios el ataque, matan-
do a seis civiles y raptando a ocho mujeres y un niño de nueve años.Otra mujer,Juana Chacón,
que estaba embarazada, quedó gravemente herida por haber recibido doce lanzadas21
.
El 17 de febrero de 1860, la arruinada localidad de Negrete fue atacada por 2.000
indios y montoneros con algunas armas de fuego, lanzas y hondas. La pequeña guarnición que
había dejado en el lugar el intendente Villalón se defendió tenazmente, pudiendo rechazar a
los agresores antes de que llegaran las tropas de refuerzo que se enviaron desde Nacimiento22
.
En la Baja Frontera, el 12 de noviembre de 1859 una partida de indios incursionó
contra el pueblo deArauco, siendo rechazados por el gobernador del departamento. El día 16
la guarnición fue reforzada con la llegada del batallón 5° de Línea, lo que resultaría providen-
18	 Ibid, p. 9.
19	Ibídem.
20	 Archivo Nacional Histórico, Fondo Ministerio de Guerra,Volumen 457, documento N° 3 del año 1860.
21	 Ibid; cuadro resumen anexo al informe anterior.
22	 Ibídem, documento N° 33.
José Joaquín Pérez
36 Anuario nO 29, año 2015
academia de historia militar
cial por cuanto dos días después, el 18 de noviembre, una partida de 500 indios capitaneados
por chilenos volvió sobre Arauco, causando la muerte de un oficial y cinco soldados del 5° de
Línea, pero fueron rechazados. A pesar de ello, nuevamente realizaron un intento el día 21,
terminando derrotados a orillas del río Carampangue. Con la llegada de un nuevo refuerzo
consistente en un piquete de caballería, se pudo extender la respuesta militar más allá de los
límites del pueblo, logrando la dispersión de la montonera. El ministro de guerra informaba:
“Fugados los cabecillas chilenos,fue fácil reducir a la obediencia a los indios de la costa y entrar con los
más poderosos caciques de la baja frontera en arreglos que sirvieron de base para expedir el 29 de marzo
último,un decreto mandando establecer cuatro gobernaciones o distritos en el territorio comprendido entre
Cupaño hastaTirúa…”23
.
Las acciones se suspendieron con la llegada del invierno. En octubre de 1860, las
tribus arribanas atacaron a las tribus aliadas del gobierno de la baja frontera, que no pudieron
ser socorridas a tiempo debido a la escasez de tropas que guarnecían el Departamento de
Arauco, por lo que a fines de ese año el Ministro de Guerra, general Manuel García, se tras-
ladó personalmente a la zona de la Alta Frontera, disponiendo que tres columnas, en forma
simultánea, penetraran en el territorio de los arribanos para castigarlos. El 2 de enero de 1861
salieron dos columnas desde Los Ángeles: una recorrió las montañas desde esa ciudad hacia
Santa Bárbara, continuando hasta la zona al sur este del río Malleco; la otra columna se diri-
gió directamente hacia Purén. Coordinadamente, el 29 de diciembre había salido la tercera
columna desde Arauco hacia Purén. Durante esta expedición sólo hubo encuentros menores,
poniendo en fuga a los indios alzados. Las fuerzas regresaron “después de destruir los recursos con
que contaban los indígenas y de arrebatarles considerable número de animales,que han costeado en parte
los gastos de la expedición”24
.
Hasta ese momento, todas las operaciones del ejército al sur del río Biobío habían
constituido sólo expediciones punitivas, ya fueran éstas para castigar a las tribus que realizaban
depredaciones o bien para dispersar los restos de las montoneras dirigidas por caudillos revo-
lucionarios que habían incorporado a los indios a sus fuerzas. Ninguna de esas expediciones
tuvo como objetivo adelantar la línea de la frontera. Esa situación varió radicalmente con el
advenimiento del nuevo gobierno encabezado por el presidente José Joaquín Pérez, quien
aduciendo “que al sur del Biobío existen sin defensa numerosas propiedades rurales de chilenos, legal-
mente adquiridas,que han sido el teatro de constantes devastaciones que acompañan a la guerra los bár-
baros…” y atendiendo a la opinión de expertos “se coincide en la necesidad de adelantar la frontera
23	 Memoria de Guerra de 1860, p. 10.
24	 Memoria de Guerra de 1861, pp. 6 y 7.
37Anuario nO 29, año 2015
Cornelio Saavedra y su gestión militar fronteriza. 1859-1870
al Malleco” 25
. La opinión de expertos a que hacía alusión el Ministro de Guerra, provenía del
planteamiento que el coronel Cornelio Saavedra había hecho al gobierno saliente y que reiteró
ante el presidente Pérez.
En efecto, terminada la intentona revolucionaria de 1859, Cornelio Saavedra había ex-
puesto ante el gobierno del presidente Montt “…que mientras no se adopte un plan mejor concebido y
sostenido,será imposible obtener el progreso de aquella parte de la república y la reducción y civilización de los
indígenas;podrán conseguirse resultados precarios y transitorios,pero nunca permanentes y radicales” 26
.En con-
secuencia,propuso un plan que se basaba en tres premisas principales:1°Avanzar la línea de frontera
hasta el río Malleco; 2° Subdivisión y enajenación de los terrenos del Estado comprendidos entre el
Malleco y el Biobío;3° Colonización de los terrenos más aptos.
Es interesante consignar que Saavedra subordinó toda la concepción de su plan a la
necesaria regulación que debía proveer el Estado a través de un “Régimen Especial de Fron-
tera”, inspirado en la necesidad de proteger tanto a los indios como a los colonos. Al ser un
cercano testigo y actor de la realidad que se vivía desde hacía varios años en la frontera, él
señalaba en su propuesta: “Las leyes y disposiciones acordadas y la experiencia misma han sancionado
y adoptado el principio de que los indígenas no pueden entrar en el ejercicio de los derechos propios a
todos los demás ciudadanos,sin la tutela de la autoridad.Sin ella se fomentarían de nuevo los fraudes y
expoliaciones que han deseado evitarse y de que son víctimas los indios y los habitantes civilizados.Agentes
de pleitos, tinterillos de profesión y especuladores de mala fama, hay en gran número, y todos conspiran
ardientemente para provocar litigios entre unos y otros y para mantener la inseguridad y alarma, que
mata todo pensamiento de mejora y toda idea de trabajo.Los indios despojados,los españoles defraudados,
la provincia privada de los bienes del comercio y de la agricultura,y la confusión de las propiedades,es el
cuadro que se ha presentado ordinariamente en la frontera; males producidos por esos comunes enemigos
que sólo gana el desorden.Medidas enérgicas de absoluta exclusión de estos agentes,como intermediarios
en las relaciones con los indios,serían el único medio de extinguir el mal”27
.
Las ideas del coronel Saavedra sobre lo que debía hacerse para integrar a los in-
dígenas de Arauco al Estado chileno se basaban en principios de justicia y de bien común,
descartando en su pensamiento la ocupación basada en la agresión directa por la vía de las
armas. Ese elemento del pensamiento de Saavedra lo recogió el nuevo gobierno, al aclarar
25	 Memoria de Guerra de 1862, p. 15.
26	 Saavedra, Cornelio: “Consideraciones a favor del avance de nuestras fronteras en el territorio indígena, y del estableci-
miento de una nueva línea sobre el río Malleco”, en Documentos relativos a la ocupación de Arauco, Santiago, 1870, Imprenta
de la Libertad. En adelante:“Documentos Saavedra”.
27	 Ibid, número 5° de “Documentos Saavedra”.
38 Anuario nO 29, año 2015
academia de historia militar
ante el Congreso que su espíritu no era hacer la guerra en el territorio araucano, “sino entrar
en arreglos pacíficos con sus naturales para establecer algunos fuertes que protegiesen las propiedades de
chilenos situados ultra Biobío” 28
. El avance de la línea de la frontera estaba resuelto, pero con
varios condicionamientos. El primero de ellos estuvo dado por la reducción del ejército, que
de 4.277 plazas se disminuyó a sólo 3.093, disolviéndose el 5° de Línea, permaneciendo en
la frontera el regimiento Cazadores a Caballo en los Ángeles, parte del 2° de Línea y el 4° de
Línea en Nacimiento, una compañía de artillería distribuida en los fuertes del Biobío y el 3° de
Línea en Chillán,totalizando una fuerza teórica de 1.380 hombres para cubrir toda la región29
.
El segundo condicionamiento se basaba en que antes de efectuar cualquier movi-
miento militar que se relacionara con un avance de la línea al sur del Biobío, debía procederse
a parlamentar con los caciques.El tercero se deriva del anterior,por cuanto al negarse los caci-
ques principales a concurrir a parlamentar, el gobierno citó a un consejo militar, cuya opinión
fue “unánime a favor de aplicar el plan de las vías pacíficas adoptado por el gobierno;en cuya virtud se
ordenó suspender las operaciones de la frontera, dejándolas limitadas a la seguridad de la provincia y a
la reconstrucción de la fortaleza de Negrete. Posteriormente se dispuso también la construcción de una
fortaleza en la confluencia de los ríos Bureo y Mulchén”30
.
El encargado de llevar adelante el proyecto del gobierno fue el propio coronel Cor-
nelio Saavedra, que había sido el impulsor del plan, tal como se consignó anteriormente. En
octubre de 1861 fue designado Comandante en Jefe del Ejército de la Frontera, e Intendente y
Comandante General deArmas de la Provincia deArauco,31
trasladándose de inmediato desde
Valparaíso a Nacimiento, lugar al cual llegó el 14 de noviembre, recibiendo al día siguiente
la sorpresiva orden del gobierno de suspender las operaciones que se habían dispuesto el día
8 de ese mes. Esa orden se originó en las dudas que mantenía el ejecutivo, que decidió espe-
rar el resultado del parlamento con los indios, para, conforme a ello, resolver en definitiva.
Como ese parlamento no se produjo por la negativa de los caciques que decidieron no asistir,
el gobierno citó al mencionado consejo de generales que se llevó a cabo el 23 de noviembre,
al cual concurrieron los ministros de Estado y los generales Manuel Bulnes, Juan Gregorio Las
Heras, Manuel García y Marcos Maturana, además de los coroneles Erasmo Escala, JoséAnto-
nioVillagrán,VicenteVillalón, Mauricio Barbosa y Emeterio Letelier, quienes se pronunciaron
28	 Memoria de Guerra de 1862, p. 15.
29	 Memoria de Guerra de 1861, Documento Anexo N° 1. El citado documento señala la fuerza de las unidades con sus
dotaciones completas según las plazas autorizadas, lo que no es real, debiéndose descontar un 15% por bajas, deserciones
y vacantes no completadas.
30	 Memoria de Guerra de 1862, pp. 15 y 16.
31	 Decreto Supremo de 24 de octubre de 1861, firmado por Pérez y García.
39Anuario nO 29, año 2015
Cornelio Saavedra y su gestión militar fronteriza. 1859-1870
en contra de la proyectada operación militar de avanzar hasta el Malleco. El coronelVillagrán
escribió en secreto a Saavedra, revelándole algunos entretelones de la reunión, de los que se
desprende que el general Bulnes pretendía ser el elegido para comandar las operaciones, des-
calificando de paso a Saavedra. SeñalabaVillagrán: “….Te diré pues,que se ha preferido dejar todo el
arreglo de la frontera en la forma que te lo indicará el Ministro,antes que poner a la cabeza de este arreglo
al Gral.Cruz o Bulnes como lo pretendió éste.En el curso de la discusión el general Bulnes,iniciado por
Barbosa,se expresó en términos poco favorables a tu persona exponiendo que por tener tú algunas cuestio-
nes pendientes con los indios respecto de Picoltué,no debías permanecer en el punto,y que tu separación de
la provincia facilitaría la paz entre los indios.Estas palabras fueron expresadas por el general Bulnes en
un círculo entre Escala, Barbosa y Letelier…Barbosa había indicado eso en medio de un modo indirecto
pero que todos se lo comprendieron…El Presidente, que notó la villanía de Barbosa desde un principio,
se indignó…El huaso (se refiere a Bulnes) es un bribón y un miserable.Ya se le ha dado a conocer bien al
general García (Ministro de Guerra) y te aseguro que no entrará en su reino...”32
.
En esas condiciones de ambigüedad e intrigas reiniciaba Saavedra su mandato en
Arauco, por lo que el día 6 de diciembre presentó su renuncia a los cargos de Intendente de
la Provincia y de Comandante en Jefe del Ejército de la Frontera.33
La delicada situación se
superó gracias a la intervención personal del presidente Pérez, quien reiteró la confianza del
Gobierno depositada en la persona de Saavedra, ante lo cual éste decidió continuar al frente
del Ejército y de la provincia, resolviendo reconstruir Negrete a fines de diciembre de 1861,
para lo que destacó en esa arruinada localidad al batallón Buin 1° de Línea, junto a un piquete
de artillería y otro de caballería. Del mismo modo, envió una columna al mando del teniente
coronel Emilio Sotomayor y compuesta por el batallón 4° de Línea, una compañía del Cazado-
res a Caballo, y dos piezas de artillería, a las juntas del Bureo, para la ocupación y construcción
de un nuevo fuerte que daría origen a Mulchén.“Estos trabajos han sido ya realizados por las mismas
fuerzas destacadas,con gran economía del erario nacional.Cada una de estas plazas cuenta con un cómodo
cuartel para alojar trescientos hombres, un cuerpo de guardia, una casa de pólvora, cuatro habitaciones
para oficiales, anchos y profundos fosos, como obras de defensa, con divisiones para la seguridad de la
caballada de la guarnición, y un pozo de agua potable en el cuartel de Mulchén”, escribía en su Me-
moria de 1862, en que daba cuenta de lo obrado hasta la fecha. En ese mismo documento dejó
constancia que los terrenos para la construcción del fuerte y del poblado de Mulchén fueron
cedidos gratuitamente por los indios34
.
32	 Archivo de la Universidad de Concepción. Correspondencia de don Cornelio Saavedra; Legajo N° 2, Carta del 26 de
noviembre de 1861 remitida por JoséA.Villagrán.
33	 Archivo Nacional Histórico, Fondo Ministerio de Guerra,Vol. 457.
34	 Documentos Saavedra. “Memoria del Comandante en Jefe del Ejército de Operaciones”, Los Ángeles, 3 de de mayo de
1862.
40 Anuario nO 29, año 2015
academia de historia militar
Por su parte, el Ministro de Guerra, general Manuel García, informaba al Congreso:
“Estas construcciones se han llevado a cabo sin el menor obstáculo de parte de los indígenas,a quienes por
todos los medios posibles se ha persuadido de las miras amistosas con que se emprendían.Lejos de ver ellos un
principio de hostilidad en la actitud de la fuerza expedicionaria,han conocido,tan pronto como entraron en
contacto con ella,que las poblaciones que se levantan al amparo de los fuertes,les reportarán la ventaja de
facilitarles la vecindad de puntos abastecidos de muchos artículos que son indispensables a los hábitos que
han contraído en su roce con gente civilizada,artículos que en el anterior estado de disturbios,se veían for-
zados a buscar en los pueblos lejanos y a costa de peligros muchas veces”.35
Las afirmaciones del ministro
en cuanto a las buenas relaciones con los indígenas quedan corroboradas en el informe de su su-
cesor,el general marcos Maturana,elevado ante el Congreso en 1864,en parte del cual describe
la población de Mulchén que “no incluyendo los individuos del ejército, consta hoy de mil trescientos
ochenta y nueve habitantes…..Hay concluidas treinta y nueve casas de tejas y ciento veintitrés en actual
construcción,ciento cuarenta y nueve ranchos y ciento cincuenta y tres rucas (habitaciones de indios)…”36
.
Establecidos Negrete y Mulchén a fines de 1861, Saavedra continuó la penetración
un año después, esta vez en las cercanías de las ruinas de la antiguaAngol de los Confines, que
había sido abandonada definitivamente por los conquistadores españoles en 1641. Para ello,
a partir de octubre de 1862 despachó emisarios a las tribus más importantes, informándoles
que iba a ocupar algunos puntos de su territorio y a establecer plazas militares “para impedir en
lo sucesivo que las relaciones recíprocas fuesen burladas por los desórdenes y vejaciones que desde tiempo
atrás sufrían de los malhechores que se introducen entre ellos,y que debían tener plena confianza de que
no se inferiría daño alguno a sus familias e intereses,y de que serían respetados sus usos y costumbres”37
.
Insistiendo sobre ese punto, realizó varias reuniones con caciques y mocetones tanto en Los
Ángeles, como en Nacimiento yArauco. “Cuando ya juzgué calmada la inquietud de los indios,dis-
puse el movimiento de las fuerzas del ejército que se hallaban a mis órdenes,a fines de noviembre último.
Con una división de 800 hombres,compuesta por el batallón 4° de Línea,medio batallón del 7°,un es-
cuadrón del regimiento Granaderos,cuatro piezas de artillería de montaña y una compañía de caballería
de milicias cívicas,me dirigí a Angol y ocupé ese punto el 2 de diciembre”38
.
En carta dirigida al Ministro de Guerra de fecha 14 de diciembre, le informaba de la
ocupación sin resistencia deAngol y con el acuerdo del cacique Pinolevi, dueño del terreno39
.
35	 Memoria de Guerra de 1862, p. 18.
36	 Memoria de Guerra de 1864, p. 7.
37	 Archivo Nacional Histórico, Fondo Ministerio de Guerra,Volumen 457, documento N° 56.
38	Ibídem
39	 Archivo de la Universidad de Concepción. Correspondencia de don Cornelio Saavedra,Volumen N° 10 (1861-1881)
41Anuario nO 29, año 2015
Cornelio Saavedra y su gestión militar fronteriza. 1859-1870
Paralelamente, con dos compañías de la brigada de Artillería de Marina (cien hom-
bres en total), ocupó Lebu, en la costa, ese mismo día 2 de diciembre. Durante la ejecución
de las primeras obras de defensa de los nuevos emplazamientos, se reunió en repetidas opor-
tunidades con los nativos, calificando esa medida como favorable por cuanto: “Los indios llega-
ron pronto a familiarizarse con la presencia de nuestras fuerzas en sus posesiones; entraron en relaciones
amistosas con los soldados y traían frutas y otros productos a los campamentos; comenzó a activarse el
comercio de los naturales con los especuladores que se habían establecido al abrigo de la fuerza,y,lo que
es más que todo, se obtuvo de aquellos la cesión gratuita de los terrenos en que se ha fundado la nueva
población de Angol”40
.
Al finalizar el documento que se ha citado, en el cual Saavedra daba cuenta de lo
obrado hasta mayo de 1863, que en síntesis consistía en la reocupación de Negrete, y el esta-
blecimiento de los fuertes y poblados de Mulchén,Angol y Lebu, el general en jefe indicaba:
“No se ha derramado una sola gota de sangre, no ha habido violencias de ningún género y el bien se ha
hecho a todos,indios y chilenos civilizados.Dado el primer paso no creo difícil seguir adelante en la obra;
sin embargo no es prudente todavía avanzar nuevas plazas de frontera en la parte de los llanos.Conviene
por ahora fomentar las nuevas poblaciones para formar centros de recursos y de apoyo a los trabajos que
posteriormente hayan de emprenderse;pero sería útil fijar desde luego la atención del gobierno en ocupar,
en el litoral,una posesión en Cañete,Lanalhue o Paicaví,distante catorce o dieciséis leguas más o menos
de la fortaleza de Lebu”41
.
Las fuerzas totales con que contó Saavedra para guarnecer los nuevos fuertes y man-
tener la seguridad en todo el sector, alcanzaba la suma de 1.522 hombres de línea, pertene-
cientes a los batallones 1°, 4° y 7° de Línea, 2 compañías deArtillería de Marina, el regimien-
to Granaderos a Caballo y una compañía de artillería,que él distribuyó de la siguiente forma:42
-	 En Los Ángeles: 3 compañías del 3° de Línea; 1 compañía del Granaderos a Caballo; media
compañía de artillería.
-	 En Nacimiento: 1 compañía del 7° de Línea; 1 piquete de artillería.
-	 En Angol: El batallón 4° de Línea completo (400 hombres); 1 piquete del Granaderos a
Caballo; 1 piquete de artillería.
-	 En Negrete: 2 compañías del 7° de Línea; 1 piquete del Granaderos a Caballo.
-	 En Mulchén: 5 compañías del Buin 1° de Línea; 1 compañía del Granaderos a Caballo.
40	 Archivo Nacional Histórico, Fondo Ministerio de Guerra,Volumen 457, documento N° 56.
41	Ibídem
42	 Memoria de Guerra de 1863, pp. 17, 25 y 26.
42 Anuario nO 29, año 2015
academia de historia militar
-	 En Lebu: 2 compañías de Artillería de Marina; 1 piquete de Granaderos a Caballo.
-	 En Concepción: 1 compañía de Granaderos a Caballo.
-	 En San Carlos: 1 piquete de cívicos.
-	 En Santa Bárbara: 1 piquete de cívicos.
-	 En condiciones de movilizar en el territorio: 600 cívicos.
Al analizar la distribución de las tropas con que contaba, se desprende que Saave-
dra priorizó la protección de los fuertes más nuevos y adelantados, como lo fueron los de
Mulchén yAngol, destacando en ellos a la mayor cantidad de soldados compuestos de las tres
armas –artillería, infantería y caballería– otorgándoles así no sólo la capacidad de resistir y
rechazar algún ataque, sino también la posibilidad de operar fuera de los límites del fortín.
Coherente con su propuesta de no apresurar la instalación de nuevos puntos en la
ocupación de los llanos, Saavedra se dedicó a consolidar lo ya ganado en el avance al sur del
Biobío, concluyendo los trabajos en los nuevos fuertes, y dotándolos de fosos defensivos y de
construcciones para dar comodidad a las tropas.Se establecieron hospitales militares enAngol,
Mulchén y Lebu, dotados de cirujanos que dependían del hospital matriz ubicado en Los Án-
geles. Se construyeron caminos y puentes, y se exploraron las posibilidades de navegabilidad
de los ríos que desembocan en el mar; también se hizo una limpieza del ríoVergara para mejo-
rar su navegabilidad desdeAngol y hasta Nacimiento, en un trayecto de 30 millas.
Concluida la primera fase de su plan,el coronel Saavedra dejó el mando de la provin-
cia deArauco y de la comandancia en jefe del Ejército de la Frontera en enero de 1864, siendo
reemplazado por el teniente coronel Joaquín Unzueta.
Al repasar la actuación del ejército a partir de 1834 con el general Bulnes y has-
ta 1861 con el coronel Villalón, se puede observar que todas las expediciones de interna-
ción en territorio araucano obedecieron a una intención de castigo en contra de acciones
depredadoras causadas por mocetones de algunas tribus, que en ocasiones se aliaron con
montoneras acaudilladas por “malhechores cristianos o malos chilenos”, como comúnmente
se denominaba a los blancos o mestizos que al margen de la ley buscaban refugio entre los
mapuches. Ninguna de esas operaciones militares tuvo como objetivo ocupar territorios en
forma permanente, ni adelantar la línea de la frontera, consistiendo por lo general en ac-
ciones de corta duración, encaminadas a recuperar ganado robado, y quemar sementeras,
habitaciones y campos de cultivo de las tribus rebeldes, respetando la propiedad de las que
se declaraban aliadas del gobierno. Ocasionalmente, durante la campaña del general Bulnes
y en una retaliación de lo obrado por los indígenas, se capturaron mujeres y niños mapuches
para incorporarlos a la fuerza de trabajo en las poblaciones situadas al norte del Biobío.Todo
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Anuario Nº 29, Año 2015

  • 1. Nº 29, AÑO 2015 ACADEMIA DE HISTORIA MILITAR ANUARIO
  • 3. ANUARIO Nº 29 DIRECTORIO 2014-2016 Presidente General Marcos López Ardiles Vicepresidente Dr. Isidoro Vázquez de Acuña y García del Postigo Director General John Griffiths Spielman Director General Tulio Hermosilla Arriagada Director General Cristián Le Dantec Gallardo Director Brigadier Raúl Dinator Moreno Director Brigadier Gabriel Alliende Figueroa Director Sr. Rafael González Amaral
  • 5. MIEMBROS FUNDADORES Juan Bancalari Zappettini Héctor Barrera Valdés Luis Beas Valenzuela Raúl Campusano Koster Washington Carrasco Fernández Miguel Caviedes Llanillos Víctor Chávez Daihle Ramón Elzo Barboza Virgilio Espinoza Palma Rafael González Novoa Mons. Florencio Infante Díaz Guillermo Krumm Saavedra Sergio Larraín Eyzaguirre Luis Lobos Barrios Alberto Marin Madrid Mons. Joaquín Matte Varas Tomás Opazo Santander Luis Ramírez Pineda Manuel Reyno Gutiérrez Sergio Rodríguez Rautcher Juan Carlos Stack Stack Carlos Valenzuela Solís de Ovando Julio Von Chrismar Escuti
  • 7. 7Anuario nO 29, año 2015 Índice Índice Anuario N° 29 1. Nuestra Portada p. 8 2. Presentación Anuario NO 29 p. 9 3. Antecedentes históricos que sustentan que la jura y proclamación de la independencia nacional se realizó en Talca Sr. Jorge Valderrama Gutiérrez. p. 11 3. Cornelio Saavedra y su gestión militar fronteriza. 1859-1870 General de división Waldo Zauritz Sepúlveda. p. 27 4. El Sino Infausto del maestre de campo Salvador Cabrito. 1763-1799 Srta. María Paz López Parra. p. 66 5. Las peripecias de un grupo de oficiales chilenos en Francia Sr. Eduardo Arriagada Aljaro. p. 133 6. General de División José Antonio Villagrán Correas: Una personalidad en circunstancias desconocidas Sr. Eduardo Rodríguez Guarachi. p. 176 7 Fotografía del recuerdo. Colaboración del sr. Rafael González Amaral. p. 206 8. Homenaje al General de División Waldo Zauritz Sepúlveda p. 208 9. Notas necrológicas. En Memoria de quienes han partido p. 212
  • 8. 8 Anuario nO 29, año 2015 academia de historia militar Nuestra Portada En la portada del actual número de nuestro Anuario hemos decidido colocar una fotografía de Cornelio Saavedra, destaca- do militar chileno del siglo XIX y uno de los grandes artífices del proceso de Incorpora- ción de la Araucanía, el cual tuvo lugar prin- cipalmente durante las décadas de 1860 y de 1870. Su figura no nos puede dejar indiferen- tes, pues su estrategia para operar frente a la etnia mapuche del sur de nuestro país,al con- trario de lo que comúnmente se cree, se basó principalmente en el diálogo, los parlamen- tos, los acuerdos y la persuasión.Vale la pena recordar a este célebre personaje militar, sobre todo en las actuales circunstancias por las que atraviesa nuestro país en relación con el problema indígena, destacándolo como un ejemplo de estrategia y de sabiduría, las que, naturalmente, hay que poner en el contexto de la época. En las páginas de esta publicación, el lector encontrará un artículo escrito por el generalWaldo Zauritz Sepúlveda, donde se aborda con prolijidad la conducta y la gestión de Cornelio Saavedra ante el desafío que le impuso el Estado de Chile. Revista Anuario La Revista Anuario es el órgano oficial de difusión de la Academia de Histo- ria Militar, la cual fue creada el 09 de Agosto de 1977 como una corporación de derecho privado sin fines de lucro, cuya finalidad es investigar y difundir la historia militar, con énfasis en la de Chile y su Ejército. Las opiniones contenidas en los artículos que se exponen en la presente pu- blicación son de exclusiva responsabilidad de sus autores y no representan necesariamente el pensamiento de la Academia de Historia Militar. La reproducción total y parcial de cualquiera de los artículos contenidos en la presente edición, sin la expresa autorización de la Academia, está prohibida. La dirección de la revista se reserva el derecho de edición y adaptación de los artículos recibidos.
  • 9. 9Anuario nO 29, año 2015 Presentación Anuario Nº 29 Presentación Anuario N° 29 NuestroAnuario, la revista tradicional de laAcademia de Historia Militar, ya alcanza su edición número 29 y con la sola excepción del año 2008, esta publicación ha aparecido desde la creación de nuestra corporación. En ella se encuentran contenidos 203artículos que constituyen una importante contribución a la historiografía militar. En la presente edición se han incluido siete artículos. Algunos de estos textos han sido elaborados autores que ya han hecho aportes en años anteriores; tal es el caso de Eduardo Arriagada Aljaro. Bajo el título “Antecedentes que sustentan que la Jura de la Independencia Nacional se realizó en Talca”, el primer artículo ha sido escrito por el historiador talquino don Jorge Valderrama Gutiérrez, quien a través de su trabajo busca aclararnos los pormenores de la jura y proclamación de la independencia de Chile, episodio de la mayor importancia en el que, de una u otra forma, tuvieron participación las ciudades de Santiago, Concepción yTalca. Una contribución muy emotiva es la del generalWaldo Zauritz Sepúlveda, ex Presi- dente de laAcademia que falleciera en enero pasado y de quien presentamos el artículo “Cor- nelio Saavedra y su gestión militar fronteriza.1859-1870”.En este interesante trabajo,el autor pone de relieve los grandes atributos profesionales y humanos del general Saavedra, los que se manifestaron claramente en la empresa de incorporación de la Araucanía a la plena soberanía del Estado. Cabe señalarse que este trabajo forma parte de un proyecto Fondecyt que el autor desarrollaba en conjunto con el profesor Leonardo Léon Solís, director del Departamento de Ciencias Históricas de la Universidad de Chile. Nos resulta muy gratificante presentar en esta edición el trabajo que obtuvo el pri- mer lugar en elVII Concurso de Historia Militar para Estudiantes Universitarios (años 2013 -2014). Su autora es la alumna de la carrera de Licenciatura en Historia de la Universidad de Chile, María José López Parra, que concursó con el trabajo titulado “El Sino Infausto del Maestre de Campo Salvador Cabrito”, el que en las próximas páginas se reproduce en forma íntegra y que aborda las desventuras de este importante militar del siglo dieciocho. ElAnuario se complace de incluir un trabajo relativo a la época del Reino de Chile, período sobre el cual quisiéramos recibir más contribuciones. No obstante su sobresaliente carrera militar, la figura del general don José Antonio Villagrán resultó opacada por un episodio ocurrido durante la Guerra del Pacífico, cuando se le ordenó con su División emprender una marcha a pie desde Pisco y hasta Lurín. Las lamen-
  • 10. 10 Anuario nO 29, año 2015 academia de historia militar tables circunstancias que rodearon ese hecho, originaron que el recuerdo de este destacado hombre de armas se diluyera en el tiempo; pero ahora, Eduardo Rodríguez Guarachi, miem- bro de la Academia, se ha propuesto reivindicar su imagen a través del artículo “General de División José Antonio Villagrán Correas. Una personalidad en circunstancias desconocidas”, donde se entregan antecedentes inéditos sobre su vida dedicada al servicio de la patria. “Las Peripecias de un Grupo de Oficiales Chilenos en Francia”. Ese es el título de la última investigación contenida en nuestro Anuario y de la que es autor Eduardo Arriagada Aljaro, quien es uno de los más asiduos colaboradores de esta revista. El artículo describe las circunstancias y avatares vividos por trece jóvenes oficiales chilenos que fueron comisiona- dos para estudiar en Francia, entre los años 1847 y 1851. Estos oficiales estuvieron entre los primeros que comisionó al exterior el Estado de Chile. Sus experiencias en Francia han sido muy poco estudiadas y ahora se nos presenta este novedoso trabajo basado principalmente en fuentes primarias que se guardan en el Archivo Nacional Histórico. Finalmente, las páginas de este Anuario concluyen con un justo y sentido homenaje al general de división donWaldo Zauritz Sepúlveda, quien fuera, entre marzo del año 2007 y mayo del año 2011, el presidente de la Academia de Historia Militar, entidad a la que siguió colaborando con inusual entusiasmo y dedicación hasta su repentino fallecimiento en enero del año 2015. EL PRESIDENTE DE LA ACADEMIA
  • 11. 11Anuario nO 29, año 2015 Antecedentes históricos que sustentan que la jura y proclamación de la independencia nacional se realizó en Talca Jorge Valderrama Gutiérrez* Introducción La historiografía nacional aun no ha dilucidado con certeza en qué ciudad el Direc- tor Supremo, don Bernardo O’Higgins Riquelme, mandó redactar, firmó y proclamó el Acta de la Independencia de Chile, surgiendo en dicho ámbito como escenarios las ciudades de Concepción y Talca. Sin embargo, don Bernardo O’Higgins no redactó ninguna Declaración oActa de Independencia en la ciudad de Concepción, como se comprobará en este trabajo de investigación, sino que escribió un documento informal que arrojó al campo enemigo, el cual se extravió. Es decir, fue una intención de, no una proclamación oficial de independencia, puesto que aún no se había redactado un acta, y ésta no había sido aprobada por el Gobierno, por lo cual no habría tenido valor alguno. Asimismo, los documentos y fuentes consultados descartan la posibilidad de que la Jura y Proclamación delActa de Independencia enTalca sea una falsificación histórica, eviden- ciando que, por el contrario: fue un acontecimiento real y trascendente reconocido en 1818, cuando un decreto de Gobierno del 7 de febrero de ese año declaró al 12 de febrero como fiesta ordinaria, el que se eliminó mediante decreto en 1837 (tras dieciséis años de vigencia), bajo el Gobierno de Joaquín Prieto. * Nació en Curicó en 1952. En 1971 finalizó su enseñanza media en el Colegio Integrado deTalca. En 1984 se tituló de Profesor de Educación General Básica en la Pontificia Universidad Católica de Chile, realizando posteriormente varios postítulos y cursos de perfeccionamiento docente. Ha realizado una vasta labor en los medios de comunicación relacio- nados con la historia local del Maule, así como también de difusión de esa rama de la ciencia histórica. En 2009 recibió el Premio Conservación del Patrimonio del Maule.Actualmente se desempeña como colaborador de varias publicaciones periódicas de esa misma región.
  • 12. 12 Anuario nO 29, año 2015 academia de historia militar El proceso de independencia en Chile La Declaración de Independencia de Chile fue un largo proceso que tuvo numero- sas etapas. Quizás se inició con el jesuita Juan Godoy del Pozo, nacido en 1728, en Mendoza, entonces perteneciente a la Capitanía General de Chile (desde 1561 hasta 1776), verdadero precursor de la independencia deAmérica1 , ya que soñó con ésta un cuarto de siglo antes que se iniciara, por lo cual elTribunal del Santo Oficio de Cartagena lo condenó a ser recluido de por vida en el convento de San Francisco –Cádiz, España–, donde falleció en 1788.Además, tres décadas antes de la instauración de la Primera Junta Nacional de Gobierno, tres persona- jes conspiraron en 1780 para establecer una República independiente mediante un alzamiento criollo. De ellos, dos eran franceses,Antonio Gramusset (vecino de laVilla SanAgustín deTal- ca desde 1772)2 yAntonio Berney; y el tercero, don JoséAntonio de Rojas, un rico e ilustrado chileno. Entonces, el segundo de los nombrados redactó una Constitución de la República que regiría tras declarar la Independencia (que entre otros muchos aspectos consideraba abolir la esclavitud, las jerarquías sociales, la pena de muerte, repartir las tierras en partes iguales, co- mercializar con todo el mundo,etc.).Desgraciadamente extravió dicho documento,perecien- do ahogado en el naufragio del “San Pedro Alcántara” cuando era conducido prisionero a Cá- diz3 .Asimismo, en 1808 y en Chillán, el acaudalado vecino Pedro RamónArriagada (regidor, padre de CarmenArriagada, comandante de las fuerzas que combatieron contra los Pincheira, amigo de Juan Martínez de Rosas y de don Bernardo O’Higgins), y fray RosauroAcuña (prior del Hospital San Juan de Dios) fueron apresados por propagar ideas emancipadoras, siendo conducidos a Santiago donde quedaron sometidos a estricta vigilancia4 . Y cuando el 18 de septiembre de 1810, el Reino de Chile adhirió al apoyo del mo- narca FelipeVII, cautivo de Napoleón Bonaparte, formando una junta provisional, no hizo sino lo que fue común a todas las colonias españolas enAmérica. Poco después, el cuatro de octubre de ese año, el Cabildo de la Villa San Agustín abrió un libro que recolectó firmas de quienes apoyaban una Independencia de España y permitió votar a las mujeres5 .También,el 12 de enero de 1812 –en plena PatriaVieja– se firmó la Convención de Concepción, con la cual se intentó poner fin a los litigios entre el Gobierno de don José Miguel Carrera y sus oponentes de Con- cepción. En ella se declaraban suspendidas las sesiones del Senado hasta que por la pérdida de 1 TORIBIO MEDINA, JOSÉ (1910). El Precursor de la Independencia de América. Santiago de Chile. 2 OPAZO MATURANA, GUSTAVO. Historia deTalca (1742-1942). 3 BARROSARANA, DIEGO (1890. Historia General de Chile. Santiago de Chile: Imprenta Cervantes, año 1890. 4 MILLAR,WALTERIO (1970). Historia de Chile. Santiago de Chile. 5 GONZÁLEZ COLVILLE, JAIME (2010). 200 años en el Maule. Preprensa e impresión Diario El Centro.
  • 13. 13Anuario nO 29, año 2015 Antecedentes históricos que sustentan que la jura y proclamación de la independencia nacional se realizó en Talca España o cualquier otro motivo fuera necesario declarar la Independencia absoluta, indicando en su artículo primero que“la autoridad suprema reside en el pueblo chileno”6 .El 17 de febrero de 1817, un día antes de la batalla de Chacabuco, un cabildo abierto en laVilla de San Fernando declaró solemnemente la Independencia de Chile7 , creándose el 18 de octubre de ese mismo año la bandera nacional de la estrella solitaria, un nuevo escudo y una nueva moneda. Proclamación del acta de independencia en Talca En el contexto de la Guerra de Independencia, cuando el 1º de enero de 1818 el prócer decidió replegarse haciaTalca en espera de refuerzos, ante la inminente llegada de don Mariano Osorio que traía desde Perú cinco mil hombres para reconquistar el territorio, habría hecho redactar en los Morrillos de Perales deTalcahuano “sobre un tambor”, según tradición no documentada, una sucinta declaración de independencia, que fechó en Concepción en aquella misma fecha. Luego ordenó a sus soldados lanzarla sobre las trincheras y muros enemigos, el 6 VALENCIA AVARIA, LUIS (1968). La Proclamación de la Independencia de Chile. Apartado de la Academia Chilena de la Historia Nº 78. 7 Ibídem. Capitán General Bernardo O’Higgins Riquelme
  • 14. 14 Anuario nO 29, año 2015 academia de historia militar mismo día que el ejército patriota inició la eva- cuación haciaTalca, versión en la que algunos investigadores tienen divergencias 8 . Se debe recordar que a inicios de 1818 Chile ejercía todos los actos de una na- ción libre y soberana, ya que tras la victoria de Chacabuco en 1817, gran parte de su te- rritorio quedó libre de la presencia de tropas realistas, configurándose una independencia de hecho. En ese entonces acuñaba moneda, tenía escudo de armas y bandera propia, pero aún no había efectuado una declaración oficial de su emancipación, como ya lo habían hecho Estados Unidos en 1776,Venezuela en 1811, Nueva Granada y México en 1813 y las Pro- vincias Unidas del Río de la Plata (Argentina) mediante el Congreso de Tucumán en 1816. Por ello, los generales Bernardo O’Higgins y José de San Martín determinaron que la pro- clamación y jura de la independencia se haría el 12 de febrero9 , haciéndola coincidir con el primer año de la victoria patriota en Chacabuco, fecha más que apropiada para una incipiente nación que se sacudía de la opresión ibérica10 .También coincidieron en que la augusta ceremo- nia se efectuaría en Santiago yTalca, simultáneamente, y en todo el territorio donde hubiesen destacamentos patriotas. Sin embargo, los textos del documento definitivo que declaraban la Independencia de Chile aún no se encontraban terminados. Asimismo, en enero de 1818 y ya instalado en el Cuartel Directorial de Talca a la cabeza del Ejército del Sur, el Director Supremo, General Bernardo O’Higgins Riquelme, solicitó a don Luis de la Cruz Goyeneche, Director Supremo Delegado que se encontraba en Santiago, redactar el texto de una declaración formal, razonada y precisa de la Declaración de la Independencia, enfatizando que debía tener “firmeza de propósitos”, “signos de raciocinio” 8 VALENCIA AVARIA, LUIS (1968). La Proclamación de la Independencia de Chile. Apartado de la Academia Chilena de la Historia Nº 78. 9 GAY,CLAUDIO (1854).Historia Física y Política de Chile.Historia,Tomo Sexto,ImprentaThubot,París,Francia,página 235. 10 BARROS ARANA, DIEGO (1890). Historia General de Chile. Santiago de Chile: Imprenta Cervantes, año 1890, páginas 345-349. Bernardo Vera y Pintado
  • 15. 15Anuario nO 29, año 2015 Antecedentes históricos que sustentan que la jura y proclamación de la independencia nacional se realizó en Talca y “elegancia de la forma literaria”11 , lo cual evidencia que el acto de Concepción sólo fue sim- bólico y puntual, carente de solemnidad. De la Cruz comisionó al Ministro Miguel Zañartu y al doctor BernardoVera y Pintado para que cada uno por separado redactaran un borrador de declaración, para luego elaborar uno definitivo. En Santiago, en tanto, el 7 de febrero, el Director Supremo Delegado, coronel Luis de la Cruz, publicó por bandos el programa de las ceremonias y las fiestas públicas con las que se debía solemnizar en la capital dicho acto en fecha previamente convenida, ya que “habíase acor- dado que la proclamación i jura de la independencia se haría el 12 de febrero, primer aniversario de la Batalla de Chacabuco”12 . Para tal efecto, “en la tarde del día 11 los cañones de la fortaleza del Cerro Santa Lucía anunciaron con una salva mayor el nacimiento de un pueblo libre. El día señalado, a las nueve de la mañana, se dieron cita en el Palacio Directorial todos los tribunales, corporaciones, funcionarios públicos y comunidades. Luego ingresó San Martín acompañado del diputado del gobierno argentinoTomás Guido* y toda la plana mayor; a las nueve y media siguió a la comitiva el Director y se dirigió al tablado levantado en la plaza de armas en cuyo centro colga- ba un enorme retrato de San Martín”13 .Asimismo, disponía la formación de las tropas en la plaza mayor, la concurrencia al Palacio Directorial, sus decoraciones, las intervenciones de las autori- dades, la lectura del acta de Independencia por parte del Ministro Miguel Zañartu, los obsequios de medallas conmemorativas y el solemneTe Deum que “terminó con las funciones de este día”14 . En ese contexto, cuando O’Higgins llegaba a su Cuartel Directorial deTalca, “reci- bió un oficio del Director Delegado don Luis de la Cruz, fechado en Santiago el 17 de enero, con que le remitía el borrador del Acta de Declaración de la Independencia…”15 (de la que se desconoce su texto). Éste, tras leerlo y examinarlo detenidamente, el día 22 de enero lo devolvió mediante un oficio, argumentando falta de claridad en la redacción y estar demasiado centrado en agraviar a España, por lo cual ordenó redactar una nueva declaración (sin mencio- nar el redactado en Concepción, en medio del fragor del combate). “A su juicio, el acta debía reducirse a la simple espresión de la voluntad del pue- blo chileno, que quería ser libre, por tener derecho para serlo i fuerzas que escudaran su 11 BARROSARANA, DIEGO (1890). Historia General de Chile. Op.Cit. Página 346. 12 BARROSARANA, DIEGO (1890). Historia General de Chile. Op.Cit. Página 350. * Esposo de la hermana del héroe Carlos Spano, muerto heroicamente en la Batalla deTalca el 4 de marzo de 1814. 13 FOLLETO IMPRESO (1818). Relación de la gran fiesta cívica celebrada en Chile el 12 de febrero de 1818. Santiago de Chile: Imprenta del Estado. Extracto. 14 BARROSARANA, DIEGO (1890). Historia General de Chile. Op.Cit. Página 352. 15 BARROSARANA, DIEGO (1890). Historia General de Chile. Op.Cit. Página 347.
  • 16. 16 Anuario nO 29, año 2015 academia de historia militar libertad”16 , enfatizando –además– la libertad de creencias religiosas en el país. Por ello, en su respuesta expresó: “He meditado se- riamente el borrador de la Acta de nuestra Independencia, que se sirvió V.S. incluirme, pero un justo temor al tribunal severo de la censura universal, el respeto debido a la sabi- duría de las naciones y refinada cultura de los gabinetes, me han detenido suscribirle, te- miendo que comprometía el honor nacional, firmando con menos detención el escrito más atendible y célebre que jamás se puede dar a luz”17 , Moderación que no tuvo al redactar aquel escrito en Concepción. Igualmente, en su oficio destacó: “Conozco que mis cono- cimientos no son suficientes para dar al bo- rrador el retoque necesario y parece que ni aún para censurarlo;pero,hablando con fran- queza, creo que el sentido común es bastante para conocer que puede arribarse a otros gra- dos de perfección”18 .Y enTalca puso en evidencia, en el acápite final, que no pudo haber antes otra Proclamación de Independencia: “La Acta debe darse a la luz datándola en Concepción a primero del actual”19 .Así, es evidente que las ideas matrices del Acta de Independencia las ponderó y colocó por escrito enTalca.Tras recibir De la Cruz el borrador con las sugerencias del Director Supremo, se dispuso que el nuevo texto fuera redactado por una comisión inte- grada por el Ministro don Miguel Zañartu y Santa María, el doctor BernardoVera y Pintado y el doctor Juan Egaña, firmada por los ministros Zañartu, el de Hacienda, don HipólitoVille- gas, y el de Guerra, don José Ignacio Zenteno, quienes mantuvieron la fecha en Concepción* . 16 DONOSOVERGARA, GUILLERMO (2000). Guillermo DonosoVergara en la Historia deTalca.Talca: Editorial de la Univer- sidad deTalca y Sociedad Chilena de Historia y Geografía. Página 262. 17 DONOSOVERGARA, GUILLERMO (2000). Guillermo DonosoVergara en la Historia deTalca. Op. Cit. Página 262. 18 BARROSARANA, DIEGO (1890). Historia General de Chile. Op. Cit. Página 347. 19 19 DONOSOVERGARA, GUILLERMO (2000). Guillermo DonosoVergara en la Historia deTalca. Op. CIt. Página 262. * Años después, bajo la Presidencia del General Joaquín Prieto, se sacó una copia que fue enviada a Perú para que la firmara O’Higgins y que fue refrendada por la firma de sus tres ministros residentes en Chile: Don José Ignacio Zenteno, don Miguel Zañartu y don HipólitoVillegas) (Diego Barros Arana). Copia que mantuvo como fecha y lugar el 1 de enero de 1818 en Concepción, sin mencionar aTalca. Luis de la Cruz y Goyeneche
  • 17. 17Anuario nO 29, año 2015 Antecedentes históricos que sustentan que la jura y proclamación de la independencia nacional se realizó en Talca Don Diego Barros Arana señala que “el acta original de la independencia había sido copiada en Santiago con bastante esmero en una hoja grande de papel fuerte;i en esa forma fue enviada a O’Higgins. Éste, que creía aún que no se le había dado la redacción concisa y vigoro- sa que había recomendado, la firmó, sin embargo, agregando con su propia mano entre líneas ‘i de cualquiera otro Estado’”20 , la que no pudo ser incorporada porque cuando el manuscrito volvió a Santiago,“ya se había hecho la impresión de ese documento en la forma anterior, i no se creyó necesario reimprimirlo para intercalarle esa pequeña agregación”21 . El nuevo texto del documento –con las adiciones insinuadas– le fue remitido aTalca el 28 de enero, aunque venía fechado el 1º de enero en Concepción, como O’Higgins se lo ha- bía ordenado a don Luis de la Cruz, para dar a conocer a España y al mundo que Chile era una nación independiente en pleno ejercicio de su soberanía desde el primer día del año, lo que modificaba su situación en el ámbito internacional,ya que sería un Estado agredido por fuerzas extranjeras (pensar en el desembarco de don Mariano Osorio con una nueva expedición).Y fue “este nuevo texto delActa remitido aTalca el 28 de enero, con las adiciones insinuadas por O’Higgins* , el que sirvió para el juramento en esta ciudad… Don Santiago Fernández, refi- riéndose al documento que así se confeccionó en esta ciudad, años más tarde expresaría:‘La Acta de la Independencia de Chile, publicada en la ciudad deTalca, el 12 de febrero de 1818, yo la autoricé como secretario del Director Supremo O’Higgins’”22 . El Director Supremo aprobó la nueva declaración el 2 de febrero de 1818 enTalca, señalando:“Es de mi aprobación la Acta de Independencia queVuestra Señoría me remite con su comunicación de 26 de Enero de presente pues observo en su contexto la más meditada, concisa y enérgica expresión; bien que si no se hubiese impreso, podrán añadírsele las que indican las citas puestas a continuación, para que entiendan las Naciones que ya no existe la debilidad que nos ha mantenido en forzosa sumisión; que debe esperarse un manifiesto de la justicia que nos asiste para nuestra heroica resolución, que tenemos fuerzas bastantes para sos- tenerla con decoro; y que jamás nos sujetaremos a ninguna otra dominación”23 . 20 BARROSARANA, DIEGO (1890). Historia General de Chile. Op. Cit. Página 349. 21 Ibídem. * Las tres agregaciones de O’Higgins que no alcanzaron a añadirse al texto oficial son (página 77 delTomo 14 de la Historia de Chile de FranciscoAntonio Encina (1983). Santiago: Editorial Lord Cochrane): - “preservandohacerdemostrablesoportunamenteentodasuextensiónlossólidosfundamentosdeestajustadeterminación”; - “afianzada en los esfuerzos y recursos que tiene para sostenerla con dignidad y energía”; - “y de otra cualquiera dominación”. 22 DONOSOVERGARA, GUILLERMO (2000). Guillermo donosoVergara en la Historia deTalca. Op. Cit. Página 260. 23 BARROSARANA, DIEGO (1890). Historia Jeneral de Chile. Op. Cit. Página 349.
  • 18. 18 Anuario nO 29, año 2015 academia de historia militar El historiador BarrosArana señala que “O’Higgins puso su firma al pié de ese docu- mento enTalca, el 2 de febrero de 1818;pero por una suplantación de fechas, destinada a dejar establecido que el nacimiento del nuevo estado coincidía con el principio de ese año, lo hizo datar como firmado en Concepción el día 1º de enero”24 . Al mismo tiempo que el documento se enviaba a O’Higgins, también se enviaba a la imprenta para su difusión por el país (en oficio anterior, O’Higgins había autorizado su impresión, para no demorar el proceso), y es por eso que no lleva ninguna firma y tampoco se encuentran las correcciones que le hiciera el Padre de la Patria. Ésta es la que se juró en Santiago. Poco después, el 12 de febrero de ese mismo año, el Libertador chileno, a la cabeza del Ejército del Sur, proclamó el Acta de Independencia en la ciudad donde fue bautizado y pasó parte de su niñez. Realizadas las gestiones de rigor y tras protocolizar el documento, se dirigió luego a la plaza de armas respectiva donde le esperaba el pueblo, que juró a viva voz, junto con él, la autonomía de la nación. Además, en ningún escrito, documento, folleto u otro, se menciona que don Ber- nardo O’Higgins no haya estado enTalca el 12 de febrero o que no encabezara la Proclamación de Independencia en esa ciudad, lo que tampoco se menciona en ningún párrafo del opúsculo “Relación de la Gran Fiesta Cívica celebrada en Chile, el 12 de febrero de 1818”, documento de veinte páginas que redactó don Bernardo Monteagudo, ni en la crónica correspondiente que apareció en La Gaceta, el 21 de febrero de ese año, y que don Diego BarrosArana repro- duce en su Historia General de Chile,Tomo XI. Y en su cuartel deTalca, un día antes de la jura, es decir el 11 de febrero (evidencia de que aún estaba enTalca), O’Higgins envió un oficio al Director Delegado, Luis de la Cruz Goyeneche, donde le comunicaba la celebración del día siguiente: “Como aún no han llegado de ésa (Santiago) los ejemplares impresos delActa de nuestra independencia, he dispuesto que esta tarde se publique un bando con la mayor solemnidad, como ya se ha efectuado, y mañana al salir el sol se acabará de solemnizar este acto con el juramento que deben prestar los jefes y corporaciones, misa, sermón yTe Déum en la parroquia, en cuya función se harán repetidas salvas y descargas de fusil por la tropa que estará formada, con otras demostraciones de júbilo que indican claramente la complacencia con que estos habitantes van a dar el último paso de nuestra regeneración política”25 . 24 Ibídem. 25 VALENCIA AVARIA, LUIS (1968). La Proclamación de la Independencia de Chile. Apartado de la Academia Chilena de la Historia Nº 78. Página 37.
  • 19. 19Anuario nO 29, año 2015 Antecedentes históricos que sustentan que la jura y proclamación de la independencia nacional se realizó en Talca Tal cual lo han señalado historiadores como don Diego BarrosArana, LuisValencia Avaria, don Guillermo Donoso y otros, el que fuera enTalca donde el Libertador procedió a “la Declaración, Proclamación y Juramento de la Independencia de nuestra Patria, que se- ñalara‘su estilo’, concibiera las ideas matrices‘en lo que respecta a su sustancia’, rubricara con su firma el documento y presidiera tan solemne acto, junto a sus tropas, a la cabeza‘de los jefes y de las corporaciones’, en medio de ‘repetidas salvas y descargas de fusil’, a las cuales se agregaron‘otras demostraciones de júbilo’, para señalar‘la complacencia’ con que se recibía este‘último paso de nuestra regeneración política’, posee una honda significación histórica. Igualmente, don Diego Barros Arana, en su tomo XI de su “Historia General de Chile”, señala: “En Talca, mandó celebrar el mismo día 12 de febrero fiestas populares; i los diversos cuerpos de tropas estacionados en los contornos hasta las orillas del Maule, hicieron salvas de fusil i de cañón que fueron oídas por las partidas de vanguardia de los invasores”26 . El solemne acto de Proclamación de la Independencia de Chile finalizó con tres des- cargas de salva por parte de la tropa, y un atronador ¡Viva Chile! “La jura de la independencia se verificó el 12 de febrero de 1818”27 . De igual modo, don Diego Barros Arana relata que un destacamento español que marchaba a la vanguardia del ejército de don Mariano Osorio, bajo las órdenes del teniente coronel don Cipriano Palma, se adelantó hasta ocupar la villa de Linares, y “al oír allí el 12 de febrero las salvas de artillería con que los patriotas celebraban en la orilla norte del Maule la Jura de Independencia, llegó a creer que iba a ser atacado de un momento a otro, i se retiró apresuradamente hacia el sur”28 .A renglón seguido, agrega que “O’Higgins, entretanto, permanecía enTalca o en sus contornos”29 . El mismo acto solemne se efectuaba conjuntamente en Santiago, presidido por don José de San Martín y el obispo José Ignacio Cienfuegos. En aquella ocasión solemne, por primera vez fue izada públicamente la actual bandera de la estrella solitaria de cinco pun- tas, enTalca y Santiago. Como la Proclamación de Independencia fue una fiesta masiva (basta recordar a las más de cincuenta mil personas que huyeron desde Concepción y alrededores protegidas por el ejército patriota cuando O’Higgins abandonó dicha ciudad, para imaginar el fervor popular), también se realizó en otros pueblos y ciudades hasta Copiapó, marginándose 26 BARROSARANA, DIEGO (1890). Historia Jeneral de Chile. Op. Cit. Página 355. 27 AMUNÁTEGUI, MIGUEL LUIS (1910). Los precursores de la Independencia de Chile. Tomo Tercero. Santiago de Chile: Imprenta, Litografía i Encuadernación Barcelona. 28 BARROSARANA, DIEGO (1890). Historia Jeneral de Chile. Op. Cit. Página 358. 29 Ibídem.
  • 20. 20 Anuario nO 29, año 2015 academia de historia militar de dicho acto Concepción. Seis días después de estas celebraciones, el 18 de febrero, entró a la ciudad el General José de San Martín30 . A partir de entonces Chile fue aceptado en la comunidad internacional, pero las relaciones con el Vaticano estuvieron interrumpidas durante más de veinte años, debido al apoyo que la Iglesia Católica brindó a la Monarquía. Solamente en la década de 1830 se resta- blecieron esas relaciones. Aprobación de día festivo por el aniversario de la independencia de Chile La festividad para celebrar la Independencia Nacional fue observada en 1818, cuan- do un Decreto de Gobierno del 7 de febrero de ese año declaró al 12 de febrero como fiesta ordinaria (entonces se celebraba el aniversario de la batalla de Chacabuco y el acto de procla- mación de Independencia propiamente tal).Asimismo, no se sabe si eso se hizo extensivo a los años 1819 y 1820. No fue sino en la sesión número 317 del 9 de febrero de 1821, cuando el Senado Consulto de­batió el proyecto re­mitido por el Director Supremo Bernardo O’Higgins, el cual fue visto en el punto 7 de la tabla respectiva. En la oportunidad, aprobó que los días once, doce y trece de febrero fueran “fiestas cívicas”, reglamentando mediante doce artículos cómo debería celebrarse dicha festividad.Votaron por la aprobación y acor­daron esa norma, el Pre- sidente del Sena­do, Francisco de Borja Fontecilla; y los sena­dores Francisco Anto­nio Pérez, JuanAgus­tínAlcalde, José María de Rozas, José Ignacio Cienfuegos, ratificándolo el Secretario de la Corporación, José Ma­ría Villarroel. El reglamento para solemnizar el aniversario de la declaración de Independencia se publicó en el Boletín de Leyes y Decretos del Gobierno, el 17 de febrero. Dicho feriado recordaba el aniversario de la declaración de Independencia y en menor medida también el aniversario de la batalla de Chacabuco, ya que se había escogido intencionalmente la fecha del primer aniversario de esa acción de guerra para efectuar la de- claración de Independencia. Así también, dos decretos gubernamentales posteriores reafirman la existencia de esa fiesta: el primero, del 20 de julio de 1823, determina quién debe predicar los sermones en las festividades nacionales e indica que éstas son el 12 de febrero, el 5 de abril y el 18 de 30 AMUNÁTEGUI, MIGUEL LUIS (1910). Los precursores de la Independencia de Chile.TomoTercero. Santiago de Chile: Im- prenta, Litografía i Encuadernación Barcelona.
  • 21. 21Anuario nO 29, año 2015 Antecedentes históricos que sustentan que la jura y proclamación de la independencia nacional se realizó en Talca septiembre (la ley que fijó el 18 de setiembre como fecha de la Jura de la Independencia fue dictada en sesión del Senado del 5 de septiembre de 1823, tras la abdicación de O’Higgins); el segundo, del 14 de agosto de 1824, suprimió el 5 de abril diciendo que las festividades eran el 12 de febrero y el 18 de septiembre. Sin embargo, el feriado del 12 de febrero debió ser trasladado en varias ocasiones, debido a que coincidía con el Carnaval y el Miércoles de Ceniza31 . El 8 de febrero de 1837, un decreto del Ministerio del Interior redujo la fiesta del 12 de febrero a salvas de cañonazos y repique de campanas, con el propósito declarado de celebrar una sola fiesta cívica. En pocos años, cayó en un ignominioso olvido, aun cuando en 1968, para el sesquicentenario de la Declaración de Independencia, el Decreto 222 del Ministerio del Interior mandó ordenar el izamiento del pabellón nacional en todo el país ese 12 de febrero32 . 8 de febrero de 1837 En 1837, siendo Presidente de la República José Joaquín Prieto y Ministro del Interior, Diego Portales, se dictó un decreto por el cual se eliminó el festejo del 12 de febrero, quedando solo el 18 de septiembre. Según la historiadora Paulina Peralta, había causas económicas para esta decisión, pues demasiados feriados eventualmente afectarían la productividad y las finanzas fiscales, pero también,“la intención de consolidar el sentimiento de nacionalidad en el pueblo chileno comenzó a dificultarse, puesto que existían diferentes celebraciones con fines similares”. Por ello, “en el decreto se afirmaba que la manera de‘re- mover’ los inconvenientes producidos por la ‘multiplicidad festiva’ en el logro de los fines patrióticos, se conseguía mediante [...] la reunión de todas ellas en un solo día […]’33 . Sin perjuicio de lo anterior, desde principios de la década de 1930, la fiesta del “18” había sido estimulada por los ejercicios militares celebrados el día 19. Por ejemplo, según El Araucano del 8 de octubre de 1831, el día 19 las tropas efectuaron “un simulacro de acción de guerra en el campo de instrucción”, congregando a “unas treinta mil personas”34 . De esta manera, comenzó a construirse una relación equivalente entre fiesta nacional y fiesta militar, cuestión que calzaba con la visión de los gobernantes, que aspiraban a formar un Estado autoritario y respetuoso de las leyes. 31 ARCHIVOS DEL SENADO de la República. Leyes y otras normas referidas a feriados, días/fechas nacionales y efemé- rides oficiales en Chile. Sitio web. 32 Ídem. 33 PERALTA, PAULINA (2007). ¡Chile tiene fiesta!:El origen del 18 de septiembre (1810-1837). Santiago, página 67. 34 Memoria Chilena. Recurso On Line. Consultado el martes 30 de junio de 2015, a las 21:00 horas.
  • 22. 22 Anuario nO 29, año 2015 academia de historia militar Medalla condecorativa En septiembre de 1910, con ocasión del Centenario de la Independencia, las autori- dades se abocaron a organizar las fiestas conmemorativas, invitándose a participar a diferentes representantes de Europa y América, realizando concursos y exposiciones para exhibir los mejores productos de la nación; celebraciones que no estuvieron exentas de críticas, porque un grupo de intelectuales nacionales –entre ellos Francisco Antonio Encina,Tancredo Pino- chet Le-Brun y AlejandroVenegas, vinculados a Talca– a través de ensayos, artículos y libros criticaban a un país que consideraban pacato,adocenado y alabancioso,augurándole un destino opaco.También expresaron sus aprensiones por la preeminencia de la clase alta chilena y la au- sencia del pueblo en los festejos, al igual que el excesivo gasto económico en tiempo de crisis económica para las clases media y baja. A lo anterior se agregaba a que en menos de un mes habían fallecido dos presidentes de la República: don Pedro Montt Montt y don Elías Fernández Albano. No obstante aquello, elVicepresidente de la República, Emiliano Figueroa Larraín, determinó conmemorar los cien años de la Independencia de Chile, invitando a delegaciones de países amigos y vecinos, como Argentina (asistió el Presidente José Figueroa Alcorta) y Uruguay (delegación que incluyó a los poetas Juan Zorrilla y José Enrique Rodó). Igualmente, le encargó al francés René Lali- que –uno de los joyeros más importantes de la época– una Medalla del Centenario (magnífica pieza de Art Noveau) y se inauguraron diversas obras (como el nuevo alumbrado público en Santiago) y varios monumentos conmemorativos. Y fue en ese particular escenario histórico que se acuñó el primer galardón admi- nistrativo otorgado por el Gobierno de Chile al personal del Ejército y la Marina: la Medalla Condecorativa. Ésta buscaba resaltar la trayectoria y hechos destacados de sus integrantes, elaborándose tres clases de preseas: cien de oro o dorada, para los generales y jefes; trescientas de plata para los oficiales (con 33 milímetros de diámetro y un peso de 14 gramos), y mil de cobre para la tropa (diámetro 33 milímetros, y peso 15,2 gramos con argolla incluida). En el anverso se encuentra el Escudo de Chile con la Leyenda “República de Chile 1810 Centenario 1910”; y en el reverso está la réplica del anverso de la primera medalla de Chile independien- te, acuñada para conmemorar la Jura y Proclamación de la Independencia en Talca el 12 de febrero de 1818 y cuya leyenda reza: “El Estado de Chile constituido independiente año de 1818-Independencia”. Una vez más, en medio de un bosque de dudas de parte de algunos, surgen luces que iluminan el pasado; más documentos que conectan un suceso trascendente acontecido en una colonial villa –en el corazón de Chile– con un tiempo desaparecido… otor- gándole coherencia y sentido a la Historia.
  • 23. 23Anuario nO 29, año 2015 Antecedentes históricos que sustentan que la jura y proclamación de la independencia nacional se realizó en Talca Conclusiones El concepto de independencia surgió dos años después de la instalación de la Pri- mera Junta Nacional de Gobierno, durante la administración de José Miguel Carrera.A par- tir de 1812, figuras como Fray Camilo Henríquez y Bernardo de Vera y Pintado señalaron la necesidad de declarar la independencia, puesto que ella entregaría dignidad y soberanía como nación, y el respeto de otros Estados35 . De lo contrario, ello sería fuente de debilidad e ingobernabilidad. La idea de la independencia de Chile quedó plasmada en el Reglamento Constitucional de 1812, el cual reconoció a FernandoVII como soberano en la medida que él aceptara el texto constitucional, pero además consagró una doctrina emancipadora al dispo- ner que: “Ningún decreto, providencia u orden, que emane de cualquier autoridad o tribunal de fuera del territorio de Chile, tendrá efecto alguno y los que intentaren darles valor, serán castigados como reos de Estado”36 . Sin embargo, tras la victoria de Chacabuco en 1817, que dejó a gran parte del terri- torio chileno libre de la presencia de tropas realistas, no se logró plasmar un documento de Proclamación de Independencia firmado y protocolizado por el Director Supremo interino. Ello implicaba la creación oficial de un Estado, acto soberano que para muchos debía ser por medio de la voluntad ciudadana, y que tenía como modelos la asamblea que había declarado la independencia. Por ello, el 13 de noviembre de 1817, un decreto expedido por la Junta Guberna- tiva –que reemplazaba al Director Supremo en el mando en Santiago– dispuso que “en cada uno de los cuatro cuarteles en que estaba dividida administrativamente la ciudad de Santiago”, así como “en los demás pueblos del estado… se mantuviesen abiertos durante quince días dos libros, uno en favor de la declaración de la independencia i otro en contra de ella”37 . Obvia- mente, la ciudadanía firmó por la aprobación a la Declaración de Independencia elaborada por el gobierno. En ese proceso se encontraba la población de la provincia de Concepción cuando una cuarta expedición realista obligó al general Bernardo O’Higgins a retirar las fuerzas pa- triotas hacia el norte del río Maule, de acuerdo a un plan establecido por el general José de San Martín, retirada que fue acompañada por la mayoría de la población de la citada provincia. La salida de Concepción por parte de la población y las tropas patriotas se efectúo entre el 35 Boletín de las Leyes, y de las órdenes y decretos del Gobierno. Reimpresión Oficial.Tomo Segundo que contiene los librosV,VI yVV.Valparaíso: Imprenta del Mercurio 1846. 36 BARROSARANA, DIEGO (1890). Historia General de Chile. Op. Cit. 37 BARROSARANA, DIEGO (1890). Historia General de Chile. Op. Cit. Página 346.
  • 24. 24 Anuario nO 29, año 2015 academia de historia militar 1º y el 8 de enero de 1818. De acuerdo a la tradición oral, Bernardo O’Higgins procedió a redactar un Acta de Independencia, la cual fue lanzada a las tropas realistas que se encontra- ban replegadas enTalcahuano. Dicho acto, celebrado el 1º de enero de 1818, fue un gesto de desafío a la nueva expedición realista liderada por el general Mariano Osorio y una manifes- tación informal de la soberanía de Chile, pero no una declaración formal de independencia, considerando que el documento definitivo que declaraba la emancipación de Chile aún no se encontraba terminado. Sólo el 17 de enero de 1818, don Luis de la Cruz y Goyeneche en- vió un documento de Declaración de Independencia, el que, cinco días más tarde, el general Bernardo O’Higgins, establecido con su Cuartel General enTalca, rechazó argumentando su falta de claridad en la redacción y demasiado centrado en agraviar a España, por lo que ordenó redactar una nueva declaración.Así también O’Higgins estuvo enTalca desde el 17 de enero y hasta fines de febrero de 1818, regresando a Santiago para asumir su cargo de Director Supre- mo el 24 de marzo de ese año. Otro antecedente, es que un día antes de la jura, O’Higgins envió una nota al Direc- tor Delegado, Luis de la Cruz Goyeneche, donde le comunicó la celebración del día siguien- te: “… mañana al salir el sol se acabará de solemnizar este acto con el juramento que deben prestar los jefes y corporaciones, misa, sermón yTe Deum en la parroquia, en cuya función se harán repetidas salvas y descargas de fusil por la tropa que estará formada, con otras demos- traciones de júbilo que indican claramente la complacencia con que estos habitantes van a dar el último paso a nuestra regeneración política”38 . Finalmente, la promulgación y juramento de la Independencia de Chile que se efec- tuó en Santiago como acto oficial, presidido por el capitán general José de San Martín, consi- derado precursor de la Independencia de Chile, por el diputado del Gobierno argentino, don Tomás Guido (quien ofreció un banquete en nombre de aquel), además de otros representan- tes de BuenosAires,permite valorar aún más la Proclamación de la Independencia en la ciudad deTalca, puesto que en ella se encontraba la máxima autoridad nacional: el Director Supremo de Chile a la cabeza del Ejército del Sur. En Santiago, en tanto, la Independencia nacional esta- ba apadrinada por las Provincias Unidas del Río de la Plata (Argentina). El Director Supremo de Chile,don Bernardo O’Higgins Riquelme,se encontraba en el Cuartel Directorial deTalca, y fue representado en Santiago por don Luis de la Cruz Goyeneche, don Gregorio Argomedo (fiscal de la Cámara de Apelaciones), don Miguel Zañartu (Ministro de Estado) y don José Ignacio Cienfuegos (Gobernador del Obispado). 38 Valencia Avaria, Luis (1967).“La Declaración de la Independencia de Chile”. Documentos del Archivo del Senado”. San- tiago, Chile, 1967.
  • 25. 25Anuario nO 29, año 2015 Antecedentes históricos que sustentan que la jura y proclamación de la independencia nacional se realizó en Talca Es decir, el prócer se encontraba en el Cuartel Directorial de Talca, ostentando el cargo de Director Supremo (primera autoridad del país) y el 12 de febrero de 1818 la ciudad fue escenario del juramento delActa de la Independencia de Chile, en cuya redacción intervi- nieron los ministros Miguel Zañartu, HipólitoVillegas, José Ignacio Zenteno y el doctor Ber- nardo Vera y Pintado (de nacionalidad argentina). O’Higgins proclamó la Independencia de Chile en la plaza de armas deTalca de forma paralela a Santiago,acompañado por los oficiales y suboficiales que formaban parte del Ejército del Sur. Juraron, además, los miembros del cabil- do deTalca y de la Iglesia Católica, efectuándose ulteriormente una animada fiesta popular por tan magno acontecimiento. Seis días después de estas celebraciones –el 18 de febrero– llegó a Talca el general San Martín39 en compañía de sus ayudantes. Bibliografía - AMUNÁTEGUI, MIGUEL LUIS (1910). Los precursores de la Independencia de Chile. Tomo Tercero. Santiago de Chile: Imprenta, Litografía i Encuadernación Barcelona. - ARCHIVOS DEL SENADO de la República. Leyes y otras normas referidas a feriados, días/fechas nacionales y efemérides oficiales en Chile. Sitio web. - DE ÁVILA MARTEL, ALAMIRO. Impresos Relativos a la Declaración de la Independencia de Chile. Santiago de Chile. - BARROS ARANA, DIEGO (1890). Historia Jeneral de Chile.Tomo XI. Santiago: Imprenta Cervantes. - BOLETÍN DE LAS LEYES,y de las órdenes y decretos del Gobierno.Reimpresión Oficial. Tomo Segundo que contiene los librosV,VI yVV.Valparaíso: Imprenta del Mercurio, 1846. - DONOSOVERGARA, GUILLERMO (2000). Guillermo DonosoVergara en la Historia deTal- ca.Talca: Editorial de la Universidad deTalca y Sociedad Chilena de Historia y Geografía. - ENCINA, FRANCISCOANTONIO; CASTEDO, LEOPOLDO (1953). Resumen de la His- toria de Chile.Tomo I. Santiago de Chile: Editorial Zig-Zag. - ENCINA, FRANCISCOANTONIO (1983). Historia de Chile.Tomo 14. Santiago de Chile: Editorial Lord Cochrane. - EYZAGUIRRE G., JAIME (1945). O’Higgins.Tercera Edición. Santiago: Empresa Editora Zig-Zag. - FOLLETO IMPRESO (1818). Relación de la gran fiesta cívica celebrada en Chile el 12 de febrero de 1818. Santiago de Chile: Imprenta del Estado. Extracto. - GAY,CLAUDIO (1854).Historia Física y Política de Chile. Historia,Tomo Sexto,París (Fran- cia): ImprentaThubot. 39 EYZAGUIRRE G., JAIME (1945). O’Higgins.Tercera Edición. Santiago: Empresa Editora Zig-Zag. Página 183.
  • 26. 26 Anuario nO 29, año 2015 academia de historia militar - GONZÁLEZ COLVILLE, JAIME (2010). 200 años en el Maule.Talca: Preprensa e impre- sión Diario El Centro. - HEISE GONZÁLEZ, JULIO (1967). La Declaración de la Independencia de Chile.Documentos del Archivo del Senado. Santiago de Chile. - HEISE GONZÁLEZ, JULIO (1951). 150 Años de Evolución Institucional. Santiago de Chile: Editorial Andrés Bello. Octava Edición. - MEDINA, JOSÉ TORIBIO (1910). El Precursor de la Independencia de América. Santiago de Chile. - MEMORIA CHILENA. Recurso On Line. Consultado el martes 30 de junio de 2015, a las 21:00horas. - MILLAR,WALTERIO (1970). Historia de Chile. Santiago de Chile: Editorial Andrés Bello. - OPAZO MATURANA, GUSTAVO (1942). Historia de Talca (1742-1942). Santiago: Im- prenta Universitaria. - PERALTA, PAULINA (2007). ¡Chile tiene fiesta!:El origen del 18 de septiembre (1810-1837). Santiago. - VALDERRAMA GUTIÉRREZ, JORGE (2009). Episodios históricos talquinos. Talca: Edito- rial de la Universidad deTalca. - VALENCIAAVARIA, LUIS. (1951). “Anales de la República”. Compilación. Santiago de Chi- le. Páginas 45-46. - VALENCIAAVARIA, LUIS (1968). La Proclamación de la Independencia de Chile.Apartado de la Academia Chilena de la Historia, Nº 78. - VALENCIA AVARIA, LUIS. (1968). La Declaración de la Independencia de Chile. Archivo del Senado, página 37. Santiago de Chile. - VALENCIA AVARIA, LUIS. (1943). La Declaración de la Independencia de Chile. Del Boletín de la Academia Chilena de la Historia. Santiago de Chile: Imprenta El Esfuerzo.
  • 27. 27Anuario nO 29, año 2015 Cornelio Saavedra y su gestión militar fronteriza. 1859-1870 Waldo Zauritz Sepúlveda* General de división La incorporación de la Araucanía a la soberanía nacional fue un proceso largo en el que intervinieron numerosos personajes, provenientes del mundo político y militar re- presentando al Estado chileno, como también distintos caciques principales, que no siempre coincidieron entre si en sus postulados. Fueron veinte años de una lucha de voluntades, en un conflicto asimétrico en lo global, por cuanto una vez que los sucesivos gobiernos se deci- dieron por avanzar en dicha incorporación, la suerte de los nativos del sur del Biobío quedó resuelta al ser incapaces de oponer una resistencia que pudiera disputar con probabilidades de éxito esa resolución, no sólo por la abismante disparidad de los respectivos potenciales, sino principalmente por cuanto gran parte de las tribus y reducciones aceptaron la incorporación al Estado chileno como un paso que les permitiría a ellos mismos y principalmente a sus hijos, disfrutar de los beneficios de la llamada civilización. El pueblo mapuche, que históricamente se ha mantenido dividido entre los diferentes cacicazgos y reducciones, en esta ocasión tam- bién presentó un frente fraccionado. Para lograr su propósito,el Estado utilizó al Ejército como su principal instrumento, pero no como una fuerza que debía imponer sus términos a sangre y fuego, sino procediendo con prudencia y recurriendo fundamentalmente a los acuerdos. En el cumplimiento de ello, aparece la figura del coronel Cornelio Saavedra como el mejor exponente de esa política, des- * El general de divisiónWaldo Zauritz Sepúlveda nació en 1947 y falleció en enero del presente año. Fue oficial de Estado Mayor, del Arma de Artillería. Comandó el Regimiento “Arica”, de guarnición en La Serena y siendo general de brigada se desempeñó como Director General de Movilización Nacional. Con el grado de general de división comandó la Región Militar Austral y laV División, en Punta Arenas. Fue profesor de la Academia de Guerra en la asignatura de Geopolítica. Alcanzó los grados académicos de Magíster en Ciencias Militares y Magíster en Historia Militar. Fue profesor de Historia Militar en los programas de Magíster de laAcademia de Guerra y en los diplomados impartidos en la Escuela Militar. Fue miembro del Instituto O’Higginiano, director de la Corporación de Conservación y Difusión del Patrimonio Histórico y Militar, y Presidente de laAcademia de Historia Militar durante el período 2007 – 2011. Coautor de las obras “LaArtille- ría en Chile” y “Cien años de la Dirección General de Movilización Nacional”, publicadas en el año 2000.Autor del libro “Historia Militar de Magallanes”, editado el año 2003. El presente trabajo se publica de forma póstuma, y corresponde a uno de los avances de un proyecto FONDECYT y realizado en conjunto con el profesor Leonardo León Solís, actual director del Departamento de Ciencias Históricas de la Facultad de Filosofía y Humanidades de la Universidad de Chile.
  • 28. 28 Anuario nO 29, año 2015 academia de historia militar tacándose por su capacidad de ir convenciendo a los caciques sobre los beneficios que para los nativos acarrearía la instalación paulatina de bastiones militares en sus territorios ancestrales, de los cuales surgirían las futuras ciudades del sur de Chile. La gestión de Saavedra se destaca de entre todos los comandantes militares que par- ticiparon en dicho proceso,por cuanto él no sólo fue un eficiente cumplidor de las políticas del Gobierno, sino más bien fue el impulsor e ideólogo de dichas políticas, anteponiendo siempre el interés del Estado y el de los indígenas, por sobre los intereses mezquinos de especuladores y tinterillos, que pretendían lucrar a costa de aquellos, en medio de la confusión que significa- ban los sucesivos avances fronterizos. El presente estudio se centra en la actuación de Saavedra en esos territorios entre los años 1859 y 1870, basándose exclusivamente en datos extraídos del Archivos Nacional His- tórico, del Archivo General del Ejército, de la Universidad de Concepción y de las Memorias de Guerra, buscando con ello recurrir a las fuentes originales y evitando de esa forma caer en el influjo de trabajos precedentes, en beneficio de la objetividad que merece un tema de tanta trascendencia. Antecedentes Si bien la Constitución de 1823 fijaba los límites de Chile, comprendiendo entre ellos la región de la Araucanía, 1 se puede establecer que los gobernantes de la nueva Repú- blica mantuvieron la línea del río Biobío como la frontera natural con el territorio araucano, tal como lo habían efectuado sus antecesores coloniales, reanudando el dominio soberano hacia el sur a partir del río Toltén, en el límite norte de la provincia de Valdivia. Mantener de hecho una zona en que la acción del Estado y su soberanía no se ejercía, permitió que ese territorio permaneciera fuera de los términos de la legalidad imperante en el resto del país, siendo regido por los distintos y múltiples caciques principales, en una sociedad en la cual la familia extendida era la base de la estructura social, sin constituir un Estado propiamente tal. Concluida la llamada “Guerra a Muerte”, que tuvo por escenario principal la parte septentrional de ese territorio y en la que participaron activamente diferentes tribus apoyan- do a uno u otro bando, el sector ubicado al norte del Biobío se vio frecuentemente asolado 1 Constitución Política de Chile, 1823;Título Primero, artículo 4° “El territorio de Chile comprende de norte a sur (sic), desde el Cabo de Hornos hasta el despoblado deAtacama; y de oriente a poniente, desde la cordillera de losAndes hasta el mar Pacífico…”.
  • 29. 29Anuario nO 29, año 2015 Cornelio Saavedra y su gestión militar fronteriza. 1859-1870 por las incursiones de indígenas provenientes mayoritariamente de tribus del interior, por lo que, en 1834, el general Manuel Bulnes, comandante en jefe del Ejército de Operaciones del Sur, organizó una campaña punitiva que se desarrolló entre junio de ese año y marzo de 1835. En un extenso documento emitido en Los Ángeles en mayo de 1835, Bulnes indicaba que el 24 de junio de 1834 inició la campaña por cuanto: “hacía tiempo que los habitantes de esta provincia, situados a las cercanías del Biobío, sufrían continuamente el azote de los repetidos robos que ejecutaban en sus correrías las reducciones de Canglo,Collico,Mulchén y demás tribus de Huilliches,mas que siempre se habían mantenido enemigas del Gobierno,y otras que acababan de declararse tales”2 . El general explicaba que al estar repartidas las tropas en los fuertes que guarnecían la frontera, no podían evitar esas depredaciones por la excesiva distancia que existía entre ellos o por lo tardío del aviso de las incursiones “que ejecutan nuestros enemigos con una rapidez increíble,no sir- viendo de obstáculo a su audacia para el robo,ni los rigores de la estación ni los torrentes más peligrosos que siempre arrostran y vencen ayudados de su fuerte constitución y admirable destreza”3 . En la campaña emprendida, se contempló una columna que operó por el lado de Na- cimiento para proteger al cacique Colipí, que había sido robado por los Huilliches. El 7 de julio 2 Archivo Nacional Histórico, Fondo Ministerio de Guerra,Vol. 215, folio 247. 3 Ibid. General Cornelio Saavedra Rodríguez
  • 30. 30 Anuario nO 29, año 2015 academia de historia militar se habilitó el antiguo fuerte de Purén, lugar al que llegaron los caciques de Lumaco, Guadaba, Angol y otros, quienes solicitaron el perdón de Colipí. Luego se sometieron las tribus de Malal, Canglo y Quechereguas. Sin interrupción, la campaña se incrementó en la primavera y verano de 1834-35,avanzando las tropas hasta el Cautín,y sometiendo a las tribus de Imperial y Boroa. A comienzos del año 1835 se produjo un levantamiento general de parte de las tri- bus rebeldes,que intentaron un ataque concentrado en la zona de Collico al mando del cacique Cayo, siendo aquellas completamente derrotadas. En esas circunstancias, las operaciones se vieron momentáneamente interrumpidas como consecuencia de un gran terremoto que asoló la zona, lapso durante el cual se enviaron varios “capitanes de indios” para ofrecer la paz, la que fue rechazada, reanudándose las acciones en marzo, con consecuencias catastróficas para los indígenas. Bulnes informaba: “El resultado de tan repetidos golpes con que se les ha hecho sentir todo el peso de la desastrosa guerra,que por necesidad y en represalia nos hemos visto precisados adoptar,ha sido el de su completa mudanza.Ya han cesado completamente sus correrías en la frontera”4 . En efecto,esa campaña fue la que más bajas produjo en la población nativa en todo el siglo XIX, arrojando como saldo la muerte de entre 700 y 800 naturales, y de unos veinticinco hombres del Ejército y las milicias; además, se recuperaron un considerable número de cauti- vas de todas las edades, capturándose a su vez más de trescientos niños y mujeres aborígenes “que se les han tomado por nuestras divisiones y que sirviendo para aumentar por este medio el número de brazos en estas provincias,se consigue al mismo tiempo disminuir el de los enemigos”.5 El general Bulnes también aprovechó la campaña para realizar reconocimientos sobre los puntos más adecuados para establecer fuertes, “caso que por el resultado de nuestras armas,hubiere hallado conveniente pro- poner al Supremo Gobierno la traslación de la línea de la frontera” 6 . Esa frase nos advierte sobre la temprana intención del Estado chileno por incorporar esos territorios a su soberanía. La guerra contra la Confederación Perú-Boliviana, iniciada dos años después, obligó al gobierno a posponer cualquier proyecto relacionado con hacer avanzar la línea de la fronte- ra.Del mismo modo,la Guerra Civil de 1851 afectó a la zona,al utilizar ambos bandos algunos combatientes indígenas entre sus fuerzas auxiliares. Sin perjuicio de lo anterior, se produjo de hecho una penetración no articulada por el Estado, al instalarse entre los ríos Biobío y Malleco numerosos colonos que comenzaron a 4 Ibídem. 5 Ibídem. 6 Ibidem.
  • 31. 31Anuario nO 29, año 2015 Cornelio Saavedra y su gestión militar fronteriza. 1859-1870 desarrollar la agricultura y la ganadería en el sector. “Según datos confiables,hacia 1858 cerca de catorce mil chilenos vivían en la alta frontera, considerando hasta el Malleco por el sur, en circunstan- cias que la población indígena no pasaba de dos mil ochocientas almas.En la baja frontera,próximos al río Lebu, otros diez mil ‘españoles’ estaban diseminados en unos cuatrocientos predios y convivían con alrededor de mil seiscientos naturales” 7 .Todos esos colonos espontáneos debieron abandonar sus instalaciones durante la Revolución de 1859, por cuanto los indios, que mayoritariamente se plegaron al bando revolucionario, asaltaron y depredaron el territorio comprendido entre ambos ríos, e incluso sobrepasaron hacia el norte de las riberas del Biobío.Al estallar el mo- vimiento contrario al presidente Montt, los revolucionarios de la zona, encabezados por don BenjamínVidela Guzmán, José Miguel Pradel y NicolásTirapegui, se apresuraron a preparar y organizar montoneras, a las que luego integraron a los indios. Un informe del intendente Cornelio Saavedra, de fecha 28 de enero de 1859, daba cuenta de la situación general que se vivía en su provincia, indicando que se encontraba intranquila e insegura por estar amenazada por los indígenas de la frontera, los que se mostraban dispuestos a sustraerse de la acción de la autoridad y de la ley, motivo por el cual las familias habían emigrado, unas a Concepción y otras a las montañas, quedando desiertas las poblaciones y los campos. En efecto, los caciques principales habían sido contactados en el ultra Biobío a partir del 18 de enero por Pradel, quien les expuso un plan que se basaba en el despoblamiento y la sublevación de todas las reducciones de la frontera, bajo la promesa de recuperar sus antiguas posesiones. Pronto, los caciques comenzaron a contactarse entre ellos para adoptar un acuer- do. Las motivaciones que hubo de su parte por participar en la revolución, serían explicadas al presidente Montt en una carta que el cacique Mañil le enviara en septiembre de 1860, en la cual le señalaba: “…acordamos todos los mapuches aprobecharnos de que estaban en esa guerra para echar a todos los cristianos que nos tenían robadas toda nuestra tierra de esta banda del Biobío sin matar a nadie pues ocho años a que nosotros estabamo esperando que mandaría nuestro amigo general Cruz i que nos entregarian nuestros terrenos i de este modo cada dia se internaban mas los cristianos…entonces les mande orden a todos los que nos tenian usurpados nuestra tierra que se fueran”8 . En conocimiento de la situación que se estaba gestando,el intendente Saavedra envió varios correos a algunos caciques, haciéndoles ver la trampa a la que se los llevaba, lo que no fue suficiente, porque a la fecha de emitir el informe al gobierno, seguía sin recibir respuesta 7 Manuel Ravest Mora. Arauco, siempre Arauco. Prólogo a la segunda edición de “Documentos relativos a la ocupación de Arauco”. Universidad Católica de Chile en conjunto con la Cámara Chilena de la Construcción y la Dirección de Biblio- tecas,Archivos y Museos, Santiago, 2009, p. xxiv. 8 Archivo Nacional Histórico, FondosVarios,Volumen 835, folio 121.
  • 32. 32 Anuario nO 29, año 2015 academia de historia militar de los lonkos.También se dirigió a varias tribus amigas para que “tuvieran a raya” a los de las tribus alzadas, pero tampoco obtuvo contestación de parte de éstas. Saavedra señalaba en su documento: “el número de los montoneros españoles es de 200; el de los indios fluctúa entre 1.000 y 4.000 según la creencia de la población confusa y aterrorizada,pero informaciones más fidedignas indi- can que los indios que acompañan a las montoneras no pasan de 400, entre los cuales ya hay señales de desafección por sentirse engañados”9 . El 25 de enero de 1859 fue asaltada por primera vez la localidad de Negrete por la montonera deVidela, reforzada con 300 mocetones indígenas al mando del cacique Mañil (en algunas versiones se le llama Maguil), rindiéndose sin combatir los 60 soldados cívicos que guarnicionaban el pueblo, por lo que Saavedra decretó el 27 de enero “poner sobre las armas a todas las fuerzas cívicas de la provincia, considerándolas en actual servicio hasta segunda orden”,10 y concentrándolas en Nacimiento y Los Ángeles. Durante todo el mes de febrero y los primeros días de marzo, ambos bandos combatieron en varias escaramuzas, hasta que el gobierno orde- nó el repliegue de Saavedra hacia Chillán para reconcentrar sus fuerzas en la zona sur. El día 10 de marzo, el cacique Juan Mañil cayó nuevamente sobre el abandonado pueblo de Negrete, incendiándolo por completo. Esa acción cumplía un fin emblemático, por cuanto Negrete constituía a la fecha la única localidad al sur del Biobío en la cual la república había realizado una fundación, en el año 1848. Las fuerzas montoneras se desplazaron hacia el norte, enfrentándose contra el ejér- cito movilizado por el gobierno en las riberas del estero Maipón, próximo a Chillán, el día 12 de abril, lugar y fecha en que fueron completamente derrotadas. Esa fuerza revolucionaria al mando de don NicolásTirapegui y secundado por Bernardino Pradel,Videla y Alemparte, estaba compuesta por 300 infantes organizados en un batallón, seiscientos ochenta jinetes distribuidos en siete escuadrones, nueve cañones de diversos calibres y mil indios, todos mon- tados, aportados por los caciques Mañil del alto Biobío, Namuncura deTucapel,Antihuén de Elicura, Antillán deTromén,Trarupil de Peleco, Calvulao de Lanalhue, Aclamán de Lloncao, Paillao deTirúa, Huaiquiñir de Llani y Millán de LaAlbarrada. Posteriormente, el 21 de abril, el capitán Domingo Salvo, al frente de 250 voluntarios que había reclutado en Los Ángeles, destrozó completamente en Picul a una montonera compuesta por 50 chilenos y doscientos 9 Informe del Intendente de la Provincia de Arauco al Ministro de Guerra.Archivo Nacional Histórico, Fondo Ministerio de Guerra,Volumen 469, folio 78. 10 Ibid, folio 76.
  • 33. 33Anuario nO 29, año 2015 Cornelio Saavedra y su gestión militar fronteriza. 1859-1870 indios mandados por los caciques Calbucoi y Huenul, resultando muertos 12 montoneros blancos y 87 nativos, entre los que se contaba el propio Calbucoi11 . A pesar de que la revolución, desde un punto de vista militar y político estaba com- pletamente sofocada, en la frontera continuaron las actividades depredadoras de algunos gru- pos, como consta en la presentación que hizo ante el Congreso el Ministro de Guerra, general Manuel García,en julio de 1860,ocasión en que informaba:“Después de la acción de Cerro Grande en el norte y la de Maipón en el sur,la tranquilidad se halló restablecida en todas partes.Sólo turbaban aun la paz de algunas poblaciones,los restos dispersos de las montoneras destruidas durante la revolución que convertidos en pandillas de malhechores,campeaban ya sin más propósito que el pillaje….Rechazados los montoneros de nuestro territorio, aquellos que pudieron escapar se refugiaron en el Araucano, eterno asilo de los que, a favor de la anarquía, quieren burlar las leyes humanas, cubriéndose con la bandera alzada contra las instituciones políticas. Con el alhago (sic) del robo, los cabecillas refugiados pusieron fácilmente en alarma a las tribus indígenas, que siempre se encuentran dispuestas a dirigir sus ataques contra los habitantes de la frontera,movidas por el aliciente del botín que con impunidad han arrancado tantas veces a sus inermes vecinos”.12 Como puede apreciarse, según la visión del ministro García, la motivación de los indios al participar en la revolución contra el gobierno era la del pillaje y el botín, a diferencia de lo expresado por el cacique Mañil al presidente Pérez, de la que se desprende que dicha actuación tenía por objeto expulsar a quienes estaban usurpando sus tierras. Lo concreto es que los indios participaron en la revolución y, una vez sofocada ésta, continuaron con su accionar en conjunto con algunos cabecillas chilenos, como consta en el informe del Comandante deArmas del Departamento deArauco,Mauricio Barbosa,quien dió cuenta con fecha 18 de diciembre de 1859 que a las siete de la mañana de ese día “500 indios acompañados de la montonera que manda Patricio Silva y otros que ha traído Pedro Cid,se presentaron en actitud amenazante,prendiendo fuego a cuanta casa o rancho encontraban a su paso.Se dispuso la salida de los 20 cazadores y algunos cívicos,protegidos por 25 hombres del 3° de línea.Se trabó el combate y los indios y montoneros se retiraron perdiendo 6 hombres,pero de inmediato aparecieron en los cerros muchos grupos dirigiéndose en todas direcciones amagando la población y destruyendo a fuego todas las casas y ranchos.Su número pasaba de 1.000,todos montados....”.13 . Como se ve, la frontera seguía convulsionada, mientras Cornelio Saavedra había asumido accidentalmente la intendencia deValparaíso. En efecto, el 18 de septiembre de 1859 fue asesinado el intendente titular, general JuanVidaurre-Leal, a la salida delTe-Deum que se 11 Anexo a la Memoria de Guerra de 1859, p. 51. 12 Memoria de Guerra de 1860, p. 5 y ss. 13 Informe del Comandante de Armas deArauco.Archivo Nacional Histórico, Fondo Ministerio de Guerra,Volumen 457.
  • 34. 34 Anuario nO 29, año 2015 academia de historia militar celebraba ese día. La hoja de servicios de Saavedra indica: “El 18 de septiembre de 1859,sofocó el movimiento revolucionario que estalló enValparaíso,y habiendo muerto en él,el señor general de división don JuanVidaurre-Leal,que gobernaba la provincia,se hizo cargo del mando de ella,habiendo obtenido en la misma fecha el nombramiento de Intendente y Comandante General de Armas y de Marina,cuyo puesto desempeñó hasta el 24 de octubre de 1861, en que fue nombrado nuevamente Intendente y Comandante General de Armas de Arauco”14 . Actividad de Saavedra en la frontera Ante la situación que se vivía enArauco, el gobierno dispuso en noviembre de 1859 una campaña al sur del Biobío, no con la intención de avanzar la línea de frontera, sino sólo para reducir los restos de las montoneras a las que se habían incorporado muchos indios. Al mando del intendente suplente deArauco,VicenteVillalobos,salió una expedición desde Santa Bárbara fuerte en 1.291 hombres, de los cuales trescientos eran veteranos de línea (200 in- fantes del 4° de Línea, 100 Cazadores a Caballo y 1 pieza de artillería) y el resto cívicos, mar- chando hacia las Juntas del Bureo y desde ahí a Micauquén, continuando hasta el río Renaico donde dispersaron a la montonera de Bernardino Pradel. Los indios que acompañaban a éste huyeron hacia los montes. Esa columna regresó a Santa Bárbara el 30 de noviembre de 1859.15 Sobre esa expedición, el Ministro de Guerra, general Manuel García, informaba al Congreso que en Micauquén, después de una ligera refriega, se había tomado algunos prisioneros y gran cantidad de ganado, del cual una parte se restituyó a sus antiguos dueños y el resto se utilizó para el mantenimiento de la tropa.Además, se destruyeron las sementeras de los aborígenes16 . A comienzos de enero de 1860, ante el surgimiento de nuevas partidas de indios que operaban en la Alta Frontera, se organizó una nueva expedición al mando del Comandante General deArmas deArauco, fuerte en 2.240 hombres, entre los cuales se contaban unos mil doscientos voluntarios que no eran cívicos ni soldados de línea. El día 8 hubo un encuentro en las inmediaciones del río Malleco, poniendo en dispersión a los indios.Al día siguiente, la columna se desplazó hacia Caillín y Pellenco, continuando hasta Mininco. El 11 pasaron el Renaico, llegando el día 12 a Colgué y dispersando las diversas partidas de rebeldes que los enfrentaron. En su marcha de retorno a Los Ángeles, se dejó una guarnición de 150 infantes del 3° de Línea y 40 cazadores a caballo en las ruinas de Negrete17 . 14 Archivo Histórico del Ejército. Hoja de Servicios del general Cornelio Saavedra Rodríguez. 15 Archivo Nacional Histórico, Fondo Ministerio de Guerra,Volumen 457, documento N° 20. 16 Memoria de Guerra de 1860, p. 7. 17 Ibid, págs. 7 y 8.
  • 35. 35Anuario nO 29, año 2015 Cornelio Saavedra y su gestión militar fronteriza. 1859-1870 A mediados de marzo, el coronel Villalón organizó otra expedición de 600 hombres de todas las armas, que salió desde Nacimiento y hacia Purén, lugar al que lle- gó el 24 de marzo “para proteger a un cacique amigo”, regresando a partir del 26, después de dispersar a varias partidas de indios hos- tiles18 . Las bajas informadas indican un oficial y tres soldados muertos, mientras que las de “los montoneros” fueron calculadas en treinta fallecidos19 . Con anterioridad, el 5 de enero, una montonera de 150 indios al mando de Miguel Pradel (hijo de don Bernardino), ha- bía causado graves bajas a un piquete de 45 ji- netes al mando del sargento primero Juan de Dios Rocha, dando muerte al propio Rocha y a nueve de sus hombres, y tomándoles otros cinco prisioneros al sur del río Bureo, en el sector en que luego se erigiría Mulchén20 .El día 11, repitieron los indios el ataque, matan- do a seis civiles y raptando a ocho mujeres y un niño de nueve años.Otra mujer,Juana Chacón, que estaba embarazada, quedó gravemente herida por haber recibido doce lanzadas21 . El 17 de febrero de 1860, la arruinada localidad de Negrete fue atacada por 2.000 indios y montoneros con algunas armas de fuego, lanzas y hondas. La pequeña guarnición que había dejado en el lugar el intendente Villalón se defendió tenazmente, pudiendo rechazar a los agresores antes de que llegaran las tropas de refuerzo que se enviaron desde Nacimiento22 . En la Baja Frontera, el 12 de noviembre de 1859 una partida de indios incursionó contra el pueblo deArauco, siendo rechazados por el gobernador del departamento. El día 16 la guarnición fue reforzada con la llegada del batallón 5° de Línea, lo que resultaría providen- 18 Ibid, p. 9. 19 Ibídem. 20 Archivo Nacional Histórico, Fondo Ministerio de Guerra,Volumen 457, documento N° 3 del año 1860. 21 Ibid; cuadro resumen anexo al informe anterior. 22 Ibídem, documento N° 33. José Joaquín Pérez
  • 36. 36 Anuario nO 29, año 2015 academia de historia militar cial por cuanto dos días después, el 18 de noviembre, una partida de 500 indios capitaneados por chilenos volvió sobre Arauco, causando la muerte de un oficial y cinco soldados del 5° de Línea, pero fueron rechazados. A pesar de ello, nuevamente realizaron un intento el día 21, terminando derrotados a orillas del río Carampangue. Con la llegada de un nuevo refuerzo consistente en un piquete de caballería, se pudo extender la respuesta militar más allá de los límites del pueblo, logrando la dispersión de la montonera. El ministro de guerra informaba: “Fugados los cabecillas chilenos,fue fácil reducir a la obediencia a los indios de la costa y entrar con los más poderosos caciques de la baja frontera en arreglos que sirvieron de base para expedir el 29 de marzo último,un decreto mandando establecer cuatro gobernaciones o distritos en el territorio comprendido entre Cupaño hastaTirúa…”23 . Las acciones se suspendieron con la llegada del invierno. En octubre de 1860, las tribus arribanas atacaron a las tribus aliadas del gobierno de la baja frontera, que no pudieron ser socorridas a tiempo debido a la escasez de tropas que guarnecían el Departamento de Arauco, por lo que a fines de ese año el Ministro de Guerra, general Manuel García, se tras- ladó personalmente a la zona de la Alta Frontera, disponiendo que tres columnas, en forma simultánea, penetraran en el territorio de los arribanos para castigarlos. El 2 de enero de 1861 salieron dos columnas desde Los Ángeles: una recorrió las montañas desde esa ciudad hacia Santa Bárbara, continuando hasta la zona al sur este del río Malleco; la otra columna se diri- gió directamente hacia Purén. Coordinadamente, el 29 de diciembre había salido la tercera columna desde Arauco hacia Purén. Durante esta expedición sólo hubo encuentros menores, poniendo en fuga a los indios alzados. Las fuerzas regresaron “después de destruir los recursos con que contaban los indígenas y de arrebatarles considerable número de animales,que han costeado en parte los gastos de la expedición”24 . Hasta ese momento, todas las operaciones del ejército al sur del río Biobío habían constituido sólo expediciones punitivas, ya fueran éstas para castigar a las tribus que realizaban depredaciones o bien para dispersar los restos de las montoneras dirigidas por caudillos revo- lucionarios que habían incorporado a los indios a sus fuerzas. Ninguna de esas expediciones tuvo como objetivo adelantar la línea de la frontera. Esa situación varió radicalmente con el advenimiento del nuevo gobierno encabezado por el presidente José Joaquín Pérez, quien aduciendo “que al sur del Biobío existen sin defensa numerosas propiedades rurales de chilenos, legal- mente adquiridas,que han sido el teatro de constantes devastaciones que acompañan a la guerra los bár- baros…” y atendiendo a la opinión de expertos “se coincide en la necesidad de adelantar la frontera 23 Memoria de Guerra de 1860, p. 10. 24 Memoria de Guerra de 1861, pp. 6 y 7.
  • 37. 37Anuario nO 29, año 2015 Cornelio Saavedra y su gestión militar fronteriza. 1859-1870 al Malleco” 25 . La opinión de expertos a que hacía alusión el Ministro de Guerra, provenía del planteamiento que el coronel Cornelio Saavedra había hecho al gobierno saliente y que reiteró ante el presidente Pérez. En efecto, terminada la intentona revolucionaria de 1859, Cornelio Saavedra había ex- puesto ante el gobierno del presidente Montt “…que mientras no se adopte un plan mejor concebido y sostenido,será imposible obtener el progreso de aquella parte de la república y la reducción y civilización de los indígenas;podrán conseguirse resultados precarios y transitorios,pero nunca permanentes y radicales” 26 .En con- secuencia,propuso un plan que se basaba en tres premisas principales:1°Avanzar la línea de frontera hasta el río Malleco; 2° Subdivisión y enajenación de los terrenos del Estado comprendidos entre el Malleco y el Biobío;3° Colonización de los terrenos más aptos. Es interesante consignar que Saavedra subordinó toda la concepción de su plan a la necesaria regulación que debía proveer el Estado a través de un “Régimen Especial de Fron- tera”, inspirado en la necesidad de proteger tanto a los indios como a los colonos. Al ser un cercano testigo y actor de la realidad que se vivía desde hacía varios años en la frontera, él señalaba en su propuesta: “Las leyes y disposiciones acordadas y la experiencia misma han sancionado y adoptado el principio de que los indígenas no pueden entrar en el ejercicio de los derechos propios a todos los demás ciudadanos,sin la tutela de la autoridad.Sin ella se fomentarían de nuevo los fraudes y expoliaciones que han deseado evitarse y de que son víctimas los indios y los habitantes civilizados.Agentes de pleitos, tinterillos de profesión y especuladores de mala fama, hay en gran número, y todos conspiran ardientemente para provocar litigios entre unos y otros y para mantener la inseguridad y alarma, que mata todo pensamiento de mejora y toda idea de trabajo.Los indios despojados,los españoles defraudados, la provincia privada de los bienes del comercio y de la agricultura,y la confusión de las propiedades,es el cuadro que se ha presentado ordinariamente en la frontera; males producidos por esos comunes enemigos que sólo gana el desorden.Medidas enérgicas de absoluta exclusión de estos agentes,como intermediarios en las relaciones con los indios,serían el único medio de extinguir el mal”27 . Las ideas del coronel Saavedra sobre lo que debía hacerse para integrar a los in- dígenas de Arauco al Estado chileno se basaban en principios de justicia y de bien común, descartando en su pensamiento la ocupación basada en la agresión directa por la vía de las armas. Ese elemento del pensamiento de Saavedra lo recogió el nuevo gobierno, al aclarar 25 Memoria de Guerra de 1862, p. 15. 26 Saavedra, Cornelio: “Consideraciones a favor del avance de nuestras fronteras en el territorio indígena, y del estableci- miento de una nueva línea sobre el río Malleco”, en Documentos relativos a la ocupación de Arauco, Santiago, 1870, Imprenta de la Libertad. En adelante:“Documentos Saavedra”. 27 Ibid, número 5° de “Documentos Saavedra”.
  • 38. 38 Anuario nO 29, año 2015 academia de historia militar ante el Congreso que su espíritu no era hacer la guerra en el territorio araucano, “sino entrar en arreglos pacíficos con sus naturales para establecer algunos fuertes que protegiesen las propiedades de chilenos situados ultra Biobío” 28 . El avance de la línea de la frontera estaba resuelto, pero con varios condicionamientos. El primero de ellos estuvo dado por la reducción del ejército, que de 4.277 plazas se disminuyó a sólo 3.093, disolviéndose el 5° de Línea, permaneciendo en la frontera el regimiento Cazadores a Caballo en los Ángeles, parte del 2° de Línea y el 4° de Línea en Nacimiento, una compañía de artillería distribuida en los fuertes del Biobío y el 3° de Línea en Chillán,totalizando una fuerza teórica de 1.380 hombres para cubrir toda la región29 . El segundo condicionamiento se basaba en que antes de efectuar cualquier movi- miento militar que se relacionara con un avance de la línea al sur del Biobío, debía procederse a parlamentar con los caciques.El tercero se deriva del anterior,por cuanto al negarse los caci- ques principales a concurrir a parlamentar, el gobierno citó a un consejo militar, cuya opinión fue “unánime a favor de aplicar el plan de las vías pacíficas adoptado por el gobierno;en cuya virtud se ordenó suspender las operaciones de la frontera, dejándolas limitadas a la seguridad de la provincia y a la reconstrucción de la fortaleza de Negrete. Posteriormente se dispuso también la construcción de una fortaleza en la confluencia de los ríos Bureo y Mulchén”30 . El encargado de llevar adelante el proyecto del gobierno fue el propio coronel Cor- nelio Saavedra, que había sido el impulsor del plan, tal como se consignó anteriormente. En octubre de 1861 fue designado Comandante en Jefe del Ejército de la Frontera, e Intendente y Comandante General deArmas de la Provincia deArauco,31 trasladándose de inmediato desde Valparaíso a Nacimiento, lugar al cual llegó el 14 de noviembre, recibiendo al día siguiente la sorpresiva orden del gobierno de suspender las operaciones que se habían dispuesto el día 8 de ese mes. Esa orden se originó en las dudas que mantenía el ejecutivo, que decidió espe- rar el resultado del parlamento con los indios, para, conforme a ello, resolver en definitiva. Como ese parlamento no se produjo por la negativa de los caciques que decidieron no asistir, el gobierno citó al mencionado consejo de generales que se llevó a cabo el 23 de noviembre, al cual concurrieron los ministros de Estado y los generales Manuel Bulnes, Juan Gregorio Las Heras, Manuel García y Marcos Maturana, además de los coroneles Erasmo Escala, JoséAnto- nioVillagrán,VicenteVillalón, Mauricio Barbosa y Emeterio Letelier, quienes se pronunciaron 28 Memoria de Guerra de 1862, p. 15. 29 Memoria de Guerra de 1861, Documento Anexo N° 1. El citado documento señala la fuerza de las unidades con sus dotaciones completas según las plazas autorizadas, lo que no es real, debiéndose descontar un 15% por bajas, deserciones y vacantes no completadas. 30 Memoria de Guerra de 1862, pp. 15 y 16. 31 Decreto Supremo de 24 de octubre de 1861, firmado por Pérez y García.
  • 39. 39Anuario nO 29, año 2015 Cornelio Saavedra y su gestión militar fronteriza. 1859-1870 en contra de la proyectada operación militar de avanzar hasta el Malleco. El coronelVillagrán escribió en secreto a Saavedra, revelándole algunos entretelones de la reunión, de los que se desprende que el general Bulnes pretendía ser el elegido para comandar las operaciones, des- calificando de paso a Saavedra. SeñalabaVillagrán: “….Te diré pues,que se ha preferido dejar todo el arreglo de la frontera en la forma que te lo indicará el Ministro,antes que poner a la cabeza de este arreglo al Gral.Cruz o Bulnes como lo pretendió éste.En el curso de la discusión el general Bulnes,iniciado por Barbosa,se expresó en términos poco favorables a tu persona exponiendo que por tener tú algunas cuestio- nes pendientes con los indios respecto de Picoltué,no debías permanecer en el punto,y que tu separación de la provincia facilitaría la paz entre los indios.Estas palabras fueron expresadas por el general Bulnes en un círculo entre Escala, Barbosa y Letelier…Barbosa había indicado eso en medio de un modo indirecto pero que todos se lo comprendieron…El Presidente, que notó la villanía de Barbosa desde un principio, se indignó…El huaso (se refiere a Bulnes) es un bribón y un miserable.Ya se le ha dado a conocer bien al general García (Ministro de Guerra) y te aseguro que no entrará en su reino...”32 . En esas condiciones de ambigüedad e intrigas reiniciaba Saavedra su mandato en Arauco, por lo que el día 6 de diciembre presentó su renuncia a los cargos de Intendente de la Provincia y de Comandante en Jefe del Ejército de la Frontera.33 La delicada situación se superó gracias a la intervención personal del presidente Pérez, quien reiteró la confianza del Gobierno depositada en la persona de Saavedra, ante lo cual éste decidió continuar al frente del Ejército y de la provincia, resolviendo reconstruir Negrete a fines de diciembre de 1861, para lo que destacó en esa arruinada localidad al batallón Buin 1° de Línea, junto a un piquete de artillería y otro de caballería. Del mismo modo, envió una columna al mando del teniente coronel Emilio Sotomayor y compuesta por el batallón 4° de Línea, una compañía del Cazado- res a Caballo, y dos piezas de artillería, a las juntas del Bureo, para la ocupación y construcción de un nuevo fuerte que daría origen a Mulchén.“Estos trabajos han sido ya realizados por las mismas fuerzas destacadas,con gran economía del erario nacional.Cada una de estas plazas cuenta con un cómodo cuartel para alojar trescientos hombres, un cuerpo de guardia, una casa de pólvora, cuatro habitaciones para oficiales, anchos y profundos fosos, como obras de defensa, con divisiones para la seguridad de la caballada de la guarnición, y un pozo de agua potable en el cuartel de Mulchén”, escribía en su Me- moria de 1862, en que daba cuenta de lo obrado hasta la fecha. En ese mismo documento dejó constancia que los terrenos para la construcción del fuerte y del poblado de Mulchén fueron cedidos gratuitamente por los indios34 . 32 Archivo de la Universidad de Concepción. Correspondencia de don Cornelio Saavedra; Legajo N° 2, Carta del 26 de noviembre de 1861 remitida por JoséA.Villagrán. 33 Archivo Nacional Histórico, Fondo Ministerio de Guerra,Vol. 457. 34 Documentos Saavedra. “Memoria del Comandante en Jefe del Ejército de Operaciones”, Los Ángeles, 3 de de mayo de 1862.
  • 40. 40 Anuario nO 29, año 2015 academia de historia militar Por su parte, el Ministro de Guerra, general Manuel García, informaba al Congreso: “Estas construcciones se han llevado a cabo sin el menor obstáculo de parte de los indígenas,a quienes por todos los medios posibles se ha persuadido de las miras amistosas con que se emprendían.Lejos de ver ellos un principio de hostilidad en la actitud de la fuerza expedicionaria,han conocido,tan pronto como entraron en contacto con ella,que las poblaciones que se levantan al amparo de los fuertes,les reportarán la ventaja de facilitarles la vecindad de puntos abastecidos de muchos artículos que son indispensables a los hábitos que han contraído en su roce con gente civilizada,artículos que en el anterior estado de disturbios,se veían for- zados a buscar en los pueblos lejanos y a costa de peligros muchas veces”.35 Las afirmaciones del ministro en cuanto a las buenas relaciones con los indígenas quedan corroboradas en el informe de su su- cesor,el general marcos Maturana,elevado ante el Congreso en 1864,en parte del cual describe la población de Mulchén que “no incluyendo los individuos del ejército, consta hoy de mil trescientos ochenta y nueve habitantes…..Hay concluidas treinta y nueve casas de tejas y ciento veintitrés en actual construcción,ciento cuarenta y nueve ranchos y ciento cincuenta y tres rucas (habitaciones de indios)…”36 . Establecidos Negrete y Mulchén a fines de 1861, Saavedra continuó la penetración un año después, esta vez en las cercanías de las ruinas de la antiguaAngol de los Confines, que había sido abandonada definitivamente por los conquistadores españoles en 1641. Para ello, a partir de octubre de 1862 despachó emisarios a las tribus más importantes, informándoles que iba a ocupar algunos puntos de su territorio y a establecer plazas militares “para impedir en lo sucesivo que las relaciones recíprocas fuesen burladas por los desórdenes y vejaciones que desde tiempo atrás sufrían de los malhechores que se introducen entre ellos,y que debían tener plena confianza de que no se inferiría daño alguno a sus familias e intereses,y de que serían respetados sus usos y costumbres”37 . Insistiendo sobre ese punto, realizó varias reuniones con caciques y mocetones tanto en Los Ángeles, como en Nacimiento yArauco. “Cuando ya juzgué calmada la inquietud de los indios,dis- puse el movimiento de las fuerzas del ejército que se hallaban a mis órdenes,a fines de noviembre último. Con una división de 800 hombres,compuesta por el batallón 4° de Línea,medio batallón del 7°,un es- cuadrón del regimiento Granaderos,cuatro piezas de artillería de montaña y una compañía de caballería de milicias cívicas,me dirigí a Angol y ocupé ese punto el 2 de diciembre”38 . En carta dirigida al Ministro de Guerra de fecha 14 de diciembre, le informaba de la ocupación sin resistencia deAngol y con el acuerdo del cacique Pinolevi, dueño del terreno39 . 35 Memoria de Guerra de 1862, p. 18. 36 Memoria de Guerra de 1864, p. 7. 37 Archivo Nacional Histórico, Fondo Ministerio de Guerra,Volumen 457, documento N° 56. 38 Ibídem 39 Archivo de la Universidad de Concepción. Correspondencia de don Cornelio Saavedra,Volumen N° 10 (1861-1881)
  • 41. 41Anuario nO 29, año 2015 Cornelio Saavedra y su gestión militar fronteriza. 1859-1870 Paralelamente, con dos compañías de la brigada de Artillería de Marina (cien hom- bres en total), ocupó Lebu, en la costa, ese mismo día 2 de diciembre. Durante la ejecución de las primeras obras de defensa de los nuevos emplazamientos, se reunió en repetidas opor- tunidades con los nativos, calificando esa medida como favorable por cuanto: “Los indios llega- ron pronto a familiarizarse con la presencia de nuestras fuerzas en sus posesiones; entraron en relaciones amistosas con los soldados y traían frutas y otros productos a los campamentos; comenzó a activarse el comercio de los naturales con los especuladores que se habían establecido al abrigo de la fuerza,y,lo que es más que todo, se obtuvo de aquellos la cesión gratuita de los terrenos en que se ha fundado la nueva población de Angol”40 . Al finalizar el documento que se ha citado, en el cual Saavedra daba cuenta de lo obrado hasta mayo de 1863, que en síntesis consistía en la reocupación de Negrete, y el esta- blecimiento de los fuertes y poblados de Mulchén,Angol y Lebu, el general en jefe indicaba: “No se ha derramado una sola gota de sangre, no ha habido violencias de ningún género y el bien se ha hecho a todos,indios y chilenos civilizados.Dado el primer paso no creo difícil seguir adelante en la obra; sin embargo no es prudente todavía avanzar nuevas plazas de frontera en la parte de los llanos.Conviene por ahora fomentar las nuevas poblaciones para formar centros de recursos y de apoyo a los trabajos que posteriormente hayan de emprenderse;pero sería útil fijar desde luego la atención del gobierno en ocupar, en el litoral,una posesión en Cañete,Lanalhue o Paicaví,distante catorce o dieciséis leguas más o menos de la fortaleza de Lebu”41 . Las fuerzas totales con que contó Saavedra para guarnecer los nuevos fuertes y man- tener la seguridad en todo el sector, alcanzaba la suma de 1.522 hombres de línea, pertene- cientes a los batallones 1°, 4° y 7° de Línea, 2 compañías deArtillería de Marina, el regimien- to Granaderos a Caballo y una compañía de artillería,que él distribuyó de la siguiente forma:42 - En Los Ángeles: 3 compañías del 3° de Línea; 1 compañía del Granaderos a Caballo; media compañía de artillería. - En Nacimiento: 1 compañía del 7° de Línea; 1 piquete de artillería. - En Angol: El batallón 4° de Línea completo (400 hombres); 1 piquete del Granaderos a Caballo; 1 piquete de artillería. - En Negrete: 2 compañías del 7° de Línea; 1 piquete del Granaderos a Caballo. - En Mulchén: 5 compañías del Buin 1° de Línea; 1 compañía del Granaderos a Caballo. 40 Archivo Nacional Histórico, Fondo Ministerio de Guerra,Volumen 457, documento N° 56. 41 Ibídem 42 Memoria de Guerra de 1863, pp. 17, 25 y 26.
  • 42. 42 Anuario nO 29, año 2015 academia de historia militar - En Lebu: 2 compañías de Artillería de Marina; 1 piquete de Granaderos a Caballo. - En Concepción: 1 compañía de Granaderos a Caballo. - En San Carlos: 1 piquete de cívicos. - En Santa Bárbara: 1 piquete de cívicos. - En condiciones de movilizar en el territorio: 600 cívicos. Al analizar la distribución de las tropas con que contaba, se desprende que Saave- dra priorizó la protección de los fuertes más nuevos y adelantados, como lo fueron los de Mulchén yAngol, destacando en ellos a la mayor cantidad de soldados compuestos de las tres armas –artillería, infantería y caballería– otorgándoles así no sólo la capacidad de resistir y rechazar algún ataque, sino también la posibilidad de operar fuera de los límites del fortín. Coherente con su propuesta de no apresurar la instalación de nuevos puntos en la ocupación de los llanos, Saavedra se dedicó a consolidar lo ya ganado en el avance al sur del Biobío, concluyendo los trabajos en los nuevos fuertes, y dotándolos de fosos defensivos y de construcciones para dar comodidad a las tropas.Se establecieron hospitales militares enAngol, Mulchén y Lebu, dotados de cirujanos que dependían del hospital matriz ubicado en Los Án- geles. Se construyeron caminos y puentes, y se exploraron las posibilidades de navegabilidad de los ríos que desembocan en el mar; también se hizo una limpieza del ríoVergara para mejo- rar su navegabilidad desdeAngol y hasta Nacimiento, en un trayecto de 30 millas. Concluida la primera fase de su plan,el coronel Saavedra dejó el mando de la provin- cia deArauco y de la comandancia en jefe del Ejército de la Frontera en enero de 1864, siendo reemplazado por el teniente coronel Joaquín Unzueta. Al repasar la actuación del ejército a partir de 1834 con el general Bulnes y has- ta 1861 con el coronel Villalón, se puede observar que todas las expediciones de interna- ción en territorio araucano obedecieron a una intención de castigo en contra de acciones depredadoras causadas por mocetones de algunas tribus, que en ocasiones se aliaron con montoneras acaudilladas por “malhechores cristianos o malos chilenos”, como comúnmente se denominaba a los blancos o mestizos que al margen de la ley buscaban refugio entre los mapuches. Ninguna de esas operaciones militares tuvo como objetivo ocupar territorios en forma permanente, ni adelantar la línea de la frontera, consistiendo por lo general en ac- ciones de corta duración, encaminadas a recuperar ganado robado, y quemar sementeras, habitaciones y campos de cultivo de las tribus rebeldes, respetando la propiedad de las que se declaraban aliadas del gobierno. Ocasionalmente, durante la campaña del general Bulnes y en una retaliación de lo obrado por los indígenas, se capturaron mujeres y niños mapuches para incorporarlos a la fuerza de trabajo en las poblaciones situadas al norte del Biobío.Todo