Saturday, October 10, 2009

 

Seminario Conciliar San Pelayo de Talca

FUENTE: Historia de Talca
Gustavo Opazo Maturana

Capítulo XV
La educación pública y la iglesia

El Liceo.- Algunas noticias sobre su marcha hasta nuestros días.- Nómina de los rectores.- Homenajes rendidos en diversas épocas a su fundador Abate Molina.- La primera biblioteca de la ciudad.- El Seminario de Talca.- Sus rectores.- Obispos Talquinos.- El Museo de Talca.- La Liga de estudiantes de Talca.

EL SEMINARIO DE TALCA

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El Seminario de Talca ha desempeñado por espacio de más de sesenta años un papel muy importante entre los establecimientos de Educación secundaria de la ciudad. Data su fundación del año 1868, fecha de la adquisición del predio que serviría para levantar los cimientos del edificio que en la actualidad ocupa el colegio.
El Arzobispo de Santiago, don Rafael Valentín Valdivieso, acogió con gran entusiasmo la iniciativa del entonces Cura y Vicario de Talca, señor Miguel Rafael Prado, para fundar en esa ciudad un Seminario Conciliar, teniendo en vista el gran número de jóvenes católicos que seguramente ingresarían en el nuevo establecimiento.
El 17 de julio de 1863, salía a remate un fundo de veintidós cuadras llamado «Guapi», situado al poniente de la ciudad, y que pertenecía a don Teodoro Castro, quien lo había adquirido de los Padres Agustinos. A este remate se presentó como único subastador don Salustino Vergara, en representación del Seminario que debía fundarse, y lo obtuvo en la suma de $6.300. La parte del predio que había ocupado el antiguo Cementerio de Talca se destinó para levantar el edificio del Colegio.

Acta de Fundación.- El 10 de mayo de 1868, gobernando la República el Excmo. señor don Joaquín Pérez, siendo Intendente de esta provincia de San Agustín de Talca, don Pedro José Barros, gobernando la Arquidiócesis el Iltmo. y Rvdmo. Dr. don Rafael Valentín Valdivieso, se procedió a dar cumplimiento al edicto del Iltmo. y Rvdmo. señor Arzobispo de fecha 12 de julio de 1861, por el que mandó erigir un Seminario sucursal del que existe en Santiago, bajo la protección de San Pelayo. En consecuencia se hizo la bendición de la primera piedra por el señor Cura y Vicario Foráneo, don Miguel Rafael Prado, haciendo la colocación de ella en presencia de los padrinos y madrinas que firman la presente acta para eterna memoria. Pedro José Barros, Cayetano Astaburuaga, Valeriano San Cristóbal, Juan Antonio de Armas, Matilde Cruz de Letelier, Sinforosa Vargas de Lois, Eloísa Novoa de Cisternas, Carmen Cruzat de Parot, Antonio Silva, Luisa Urzúa de Castro, Miguel Rafael Prado.

Esta acta, junto con el edicto del Iltmo. y Rvdmo. señor Arzobispo arriba mencionado, así como cuatro monedas de cinco centavos y otra de diez fueron colocadas en una botella, la que lacrada se depositó en un hueco abierto al efecto en el corazón de la piedra.

Fueron numerosos los donantes que contribuyeron con su generoso óbolo para la construcción del Seminario Conciliar, que pudo abrir sus puertas el día 1.º de abril de 1870, con una matrícula inicial de veintinueve alumnos. Este mismo año, y por decreto supremo de 17 de marzo, se conceda al Seminario la «validez de exámenes» ante comisiones del establecimiento, para poder optar a grados universitarios.

En el año 1875 la dirección del colegio acordó ceder a la I. Municipalidad una parte de los terrenos que le pertenecían, para que esta corporación pudiera prolongar el paseo de la Alameda hasta el río Claro. Los sitios apotrerados ubicados entre la Alameda y la actual calle dos Norte, se fueron subdividiendo con el trascurso de los años en pequeños lotes, para poder atender el Seminario a sus necesitados.

La falta de una subvención fiscal permanente y la exigua pensión que pagaban los alumnos internos, hizo que el colegio pasara años tan difíciles que se pensó en cerrarlo el establecimiento, resolución que sólo se pudo evitar por los sacrificios pecuniarios del profesorado y por la oportuna y providencial ayuda de los ex-alumnos y amigos del colegio.

Con motivo de la celebración del cincuenta aniversario de su fundación celebrado con grandes fiestas en 1921, se pudo constatar las centenas de ex-educandos que habían pasado por sus aulas y cuya actuación en las diversas esferas de las actividades nacionales constituían un motivo de orgullo para el viejo colegio. Larga y fatigosa sería la enumeración de los ex-alumnos que han conquistado un puesto destacado en la vida nacional. Basta citar entre los que hicieron sus estudios en él a los Obispos, Iltmos. señores Gilberto Fuenzalida G. y Eduardo Gimpert P. y a los poetas Miguel Rafael Urzúa, Abel González y Luis Felipe Contardo.

En el espacio de setenta y un años el Seminario de San Pelayo ha contado con 14 rectores, cuya lista damos a continuación:

P. D. Miguel Rafael Prado (fundador) 1870
P. D. Emilio Rolando Durán 1871-1874
P. D. José Fortunato Berríos 1875-1877
P. D. Manuel Tomás Meza 1888-1890
P. D. Manuel Larraín A. 1891-1892
P. D. Gilberto Fuenzalida 1893
P. D. Felipe Salas E. 1894
P. D. José María Castillo 1895-1911
P. D. José Aníbal Carvajal 1912-1918
P. D. Pío Alberto Fariña 1919-1924
P. D. Miguel León Prado 1924-1925
P. D. Jorge Larraín C. 1926-1931
P. D. Ricardo Castro A. 1932-1938
P. D. Enrique Cornejo G. 1938-1942

10 de mayo de 1868. Por iniciativa del cura y vicario Miguel Rafael Prado, se crea el Seminario de Talca
- Mons. Miguel León Prado, Primer Obispo de Linares: 1925-1934. Nacido el 25 de Diciembre de 1854 en Santiago. Ordenado sacerdote el 22 de septiembre de 1877. Gobernador Eclesiástico de Talca entre 1913 y 1925. Elegido Obispo de la recién creada Diócesis de Linares el 14 de Diciembre de 1925. Consagrado en la Catedral de Santiago el 27 de Diciembre de 1925, por Mons. Benedetto Aloisi Masella, Nuncio Apostólico. Tomó posesión de su Diócesis el 25 de Abril de 1926. Fallecido durante su mandato como Obispo de Linares en 1934. Fue sepultado en la Iglesia del Inmaculado Corazón de María, en Linares.

Entre los Obispos talquinos debemos mencionar en primer término a: don Carlos Silva Cotapos (1868-1941). Este ilustre prelado de la Iglesia chilena nació en Talca el 10 de mayo de 1868, siendo sus padres don José María Silva Vergara y doña Lucinda Pérez Cotapos. Recibió en Santiago los hábitos sacerdotales en el Seminario de Santiago, en 1891, un año después de haber obtenido su título de abogado en la Universidad de Chile. Por espacio de diecisiete años desempeñó las cátedras de filosofía, derecho canónico, historia eclesiástica y sagradas escrituras en el Seminario de Santiago, desempeñando durante un quinquenio las clases de derecho canónico e historia general del derecho en la Universidad Católica.

Inició sus actividades en el sacerdocio como promotor fiscal del Arzobispado desde 1896 hasta 1902, y más tarde ocupó los siguientes cargos: secretario del Arzobispo desde 1902 hasta 1914; provisor y vicario general desde 1915 hasta 1918; y canónigo lectoral del cabildo metropolitano desde 1907 hasta 1918. Este año fue consagrado Obispo de la Serena, como un reconocimiento a sus grandes valores morales e intelectuales. Meses después hizo la visita «Ad limina apostolarum».

Visitó los principales países de Europa en viaje de estudio, regresando a Chile en noviembre de 1919. El terremoto del año 1922, que asoló las provincias de Atacama y Coquimbo, sede jurisdiccional del señor Silva Cotapos, fue un acicate que estimuló su celo apostólico en socorro de los damnificados.
En el año 1926 fue trasladado a Talca con motivo de haberse creado un Obispado en esta ciudad.

La obra del señor Silva Cotapos no se limitó únicamente a la atención de su importante feligresía, sino que continuó en el campo de las letras su tesonera labor de investigador y de erudito. Habiendo recibido en 1923 la honrosa misión de describir una obra de conjunto sobre el clero chileno, ésta fue dada a la estampa dos años después con el título de Historia Eclesiástica de Chile, cumpliendo en esta forma con la comisión que le confiara la Universidad de Chile a raíz del acuerdo tomado en el Congreso Panamericano de Río de Janeiro.

Publicó además las siguientes obras, que revelan el talento y la erudición del ilustre prelado: Algunas erratas de la Evolución de la Historia de D. Valentín Letelier, en 1901; Nociones de Historia de Derecho Civil, 1904; Don Rodrigo González, primer Obispo de Santiago de Chile, 1913; Fray Antonio de San Miguel, primer Obispo de la Imperial, 1914; El clero chileno durante la guerra de la Independencia.

En 1922 publicó el Diccionario biográfico del clero secular de Chile, obra póstuma del presbítero D. Luis Francisco Prieto del Río y que alcanza hasta 1918 (Diccionario Biográfico del Clero Secular de Chile: 1535-1918; Luis Francisco Prieto del Río; Imprenta Chile; Santiago de Chile, 1922). Tanto el autor como el compilador han prestado con ella un valioso servicio a la investigación biográfica y al sacerdocio nacional. Agotada su salud por una constante y activa labor intelectual, se vio obligado en sus últimos años, a dejar la dirección de la diócesis para descansar en un apacible retiro de la capital, donde lo sorprendió la muerte el 29 de septiembre de 1941.

Entre los sacerdotes de mayor figuración oriundos de Talca, debemos mencionar también a don Gilberto Fuenzalida Guzmán, hijo de don Bernardo Fuenzalida y de doña Mercedes Guzmán, nacido en Talca el 15 de febrero de 1886.
Sus primeros estudios los hizo en el Liceo y Seminario de su ciudad natal, pasando más tarde a matricularse en el Seminario de Santiago. Recibidas las órdenes sacerdotales, se le destinó a la Universidad Gregoriana de Roma, donde cursó teología, graduándose de doctor en esta asignatura en 1890.

En 1891 fue profesor de filosofía y Vice-Rector del Seminario de Santiago, siendo nombrado Rector del Seminario de Talca en 1898, cargo que desempeñó con gran eficiencia, y que sólo dejó para trasladarse de nuevo a la capital, para ejercer el mismo cargo en el Seminario Mayor.

El gobierno lo distinguió designándolo consejero de Instrucción pública y decano de la Facultad de Teología, funciones que desempeñó por espacio de trece años. En el año 1918 ejerció accidentalmente, en reemplazo del señor Amunátegui Solar, la Rectoría de la Universidad de Chile, en su carácter de decano más antiguo.
Sirvió el cargo de canónigo de la Catedral desde 1906 a 1918, año en que fue consagrado Obispo de Concepción, en cuya diócesis se dio a conocer como un ardiente defensor de la fe. Orador elegante y discreto polemista, difundió la doctrina en numerosas obras de carácter canónico como ser Pedagogía catequista, Catecismo Mayor, La Inquisición en España y América y La Iglesia ante las actividades políticas.
El Obispo don Arturo Jara Márquez nació en el departamento de Lontué, el 26 de julio de 1880, siendo sus padres don José de los Santos Jara y doña María Luisa Márquez. Hizo sus primeros estudios en el Patrocinio de San José, vistiendo los hábitos de la orden en el año 1895 y dedicándose a la enseñanza en el mismo establecimiento. Quebrantada su salud por el estudio, se vio obligado a trasladarse a Bolivia, a la ciudad de Sucre, donde terminó sus estudios teológicos, ordenándose de sacerdote en 1908. A su regreso a Chile ingresó al Seminario salesiano de Macul, siendo trasladado dos años más tarde al Colegio Comercial Don Bosco en Iquique, establecimiento que logró hacer prosperar rápidamente, aumentando su alumnado a 600 educandos. La eficacia de su acción pedagógica se hizo extensiva a la pampa salitrera y la fama de su apostolado llegó a las esferas eclesiásticas siendo consagrado Obispo en el año 1919.

En 1920, hizo una interesante gira por los países de la América del Sur. Visitó Cuba y Estados Unidos y se embarcó para Europa, donde visitó las principales ciudades españolas. Recorrió Francia e Inglaterra y las hermosas ciudades italianas. A su regreso a Chile recibió el nombramiento de Vicario Apostólico de Magallanes y el título de Obispo de Arqueláis. Su vasta cultura le conquistó durante su largo apostolado en Punta Arenas el aprecio y respeto de sus feligreses.
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jueves 6 de noviembre de 2008

Monseñor Eladio Lazcano Sáa, 44 años de párroco


Entre los curas párrocos de Casablanca destaca Monseñor Eladio Lazcano Sáa, quien se mantuvo en dicho cargo por más de cuatro décadas. Su recordada memoria entre los fieles de Casablanca nos exige que le dediquemos un apartado especial.
Nació en la ciudad de Santiago el 6 de enero de 1886, siendo sus padres don Alejandro Lazcano Aspée y doña María Emperatriz Sáa Lazcano. Cursó sus primeros estudios en el Colegio de Santo Tomás, pero sintiendo ya muy niño una vocación religiosa ingresó en segundo año de humanidades al Seminario de Santiago en el año 1901. Ingresó siendo rector monseñor Gilberto Fuenzalida e inspector monseñor Pío Alberto Fariña, quien fuera obispo auxiliar de Santiago.
Cuando don Eladio Lazcano cursaba el segundo año de Teología fue enviado al seminario San Pelayo de Talca, como inspector y profesor. Alumno aventajado, monseñor Lazcano estudiaba en Talca y volvía a Santiago para rendir sus exámenes.
Fue ordenado sacerdote en tiempos de monseñor Juan Ignacio González Eyzaguirre, el 24 de septiembre de 1910, cantando su primera misa el día siguiente. Vivían en esos tiempos uno de sus cinco hermanos y sus padres. Ya sacerdote volvió al seminario de Talca siendo vicerrector hasta el año 1917.
Al año siguiente, en el mes de marzo, dejó los libros al serle ofrecido ministerio parroquial y viajó a Casablanca, perteneciente entonces a la Arquidiócesis de Santiago. Monseñor Lazcano al llegar no conocía a Valparaíso, pero se encariñó con esta tierra y así al separarse Valparaíso para formar una nueva diócesis se quedó en su parroquia.
Don Eladio Lazcano ha sido uno de los sacerdotes que más tiempo ha permanecido en una parroquia que era la más extensa de la diócesis. De él dependían San José de la Costa, Quintay, La Vinilla, Los Orozcos, Los Ovalles y Marga Marga.
Más de diez de los más de cuarenta años de párroco los pasó absolutamente solo. Con ocasión de sus bodas de oro sacerdotales, en un periódico se le describía como: “Reacio, por una gran modestia, a contar las fatigas de su ministerio sacerdotal, Monseñor Lazcano confiesa, sin embargo, que las más duras fatigas de su vida parroquial son las largas caminatas para atender a los enfermos en los lugares más apartados de su parroquia”. Agregaba que “es quizás lo más duro, pero lo más consolador en la vida de un sacerdote. Muchas veces volvía mojado, solo en medio de la noche y bajo una lluvia inclemente agradeciendo a Dios que me había brindado la oportunidad de llegar y dar auxilio religioso oportuno a algún moribundo”.
Una de sus grandes obras fue el Santuario de Lo Vásquez dedicado a la Virgen María, y ubicado a 8 kilómetros de la ciudad de Casablanca. En 1918 cuando Monseñor Lazcano llegó era una capillita que andando el tiempo se transformó en el precioso templo en que ahora se venera a la Madre de Dios. La preocupación que demostró este párroco por la Virgen fue innegable; por eso es que sus restos mortales descansan al interior del santuario.


También Monseñor Lazcano fue un hombre dedicado a la labor educativa. En el desaparecido diario “La Unión de Valparaíso” de fecha 24 de septiembre de 1960, en el reportaje que se le hizo, se afirmaba que “en su parroquia tiene cuatro escuelas primarias de primer orden, dos de las cuales están ubicadas en Casablanca”. También se recalcaban las obras religiosas llevadas a cabo por su celo pastoral y que apuntaban “a la piedad y al ejercicio de la beneficencia y de la caridad cristianas”.
Monseñor Lazcano recibió el título honorífico de Monseñor y Camarero Secreto de Su Santidad, de parte de S.S. Pío XII, en reconocimiento a su apostólica y dilatada labor sacerdotal. El título le fue entregado por Monseñor Rafael Lira Infante.
Querido, respetado y admirado por generaciones –“a los que he bautizado, los casé, les bauticé los hijos, se los casé y también les he bautizado los nietos”, decía Monseñor Lazcano en el diario citado, fue objeto de diversas celebraciones y atenciones en la ciudad de Casablanca cuando cumplió sus bodas de oro sacerdotales.
Falleció el 24 de agosto de 1962.
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melisa: Siempre supe de la existencia del Seminario Conciliar San Pelayo por boca de mi padre que estuvo interno, en calidad de laico, en ese prestigioso colegio formador de sacerdotes de Talca. Muchas son las anécdotas que nos repetía una y otra vez, recuerdo el nombre de algunos de sus compañeros: "el gabacho Pressac", "el espíndola" y otros, el destino quiso que pasado mucho tiempo se reencontrara con su condiscípulo Manuel Rojas que llegó a ser su consuegro al casarse sus hijos Patricio y Mónica


P. D. Pío Alberto Fariña 1919-1924

 
Con motivo de la celebración del cincuenta aniversario de su fundación celebrado con grandes fiestas en 1921.

Interesante observar la moda femenina de ese tiempo.



 
Revista de Gimnasia




Diploma obtenido por mi papá, primer lugar en Latín quinto año de Humanidades, 1er trimestre año escolar de 1921, firmado por el Rector P. D. Pío Alberto Fariña

Seminario Conciliar San Pelayo de Talca, 1921 (A la izq. Luis C. Vidal A.)


Seminario San Pelayo de Talca, arriba 1a fila) Alfonso Valenzuela, Manuel A. Rojas; 2a.fila),?, ?, ?, Salgado, ?, H. Mendoza, G. Valenzuela, Juan Díaz, M.B. González y Luis C. Vidal




Luis César Vidal Arratia



Alumnos del 6° año que terminaron sus estudios en el Seminario de Talca.
De pié: E. González, A. Luco, R. Reveco, M. Andrade, F. Vidal (Fernando, hermano de mi papá), G. Soto, S. Roge, A. Avila. Sentados: A. Parada, H. Pozo, G.L. Cornejo, R. García, C. Vilu, A. Bravo, B. Salgado.
Talca, diciembre 20 de 1920

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Comments:
Sra. Melissa:
El suscrito estudió en el Seminario entre los años 1951-1956.
Guardo hermosos recuerdo de esa época y del Seminario.
Me gustaría obtener más información de su papá y la posibilidad que intercambiemos información.
Saludos,
Eugenio del S. Toledo Garrido
 
Saludos.
Eugenio del S. Toledo Garrido
etoledo93@gmail.com
 
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