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Cuadernos de historia (Santiago)

versión On-line ISSN 0719-1243

Cuadernos de Historia  no.42 Santiago jun. 2015

http://dx.doi.org/10.4067/S0719-12432015000100006 

ESTUDIOS

 

Las tomas de fundos en la provincia de Cautín (Chile), 1967-1973*

The takeovers of farms in the province of Cautín (Chile), 1967-1973

 

Jesús Ángel Redondo**

** Doctor en Historia. Investigador postdoctoral en la Universidad de Santiago de Chile. Correo electrónico: jredondocardenoso@gmail.com


Resumen

En el siguiente texto, llevaremos a cabo el estudio de las tomas de fundos en la provincia de Cautín entre 1967 y 1973, la que no solo fue uno de los principales focos de extensión de este tipo de conflictos durante aquellos conflictivos años, sino que también ha sido una de las provincias que más atención ha tenido por parte de los estudiosos de la conflictividad rural en el Chile de aquellos años. A través de un minucioso análisis de documentación de ámbito regional, hemos llevado a cabo una cuantificación, tipificación y caracterización de las tomas y los sujetos que las realizaron, con el objetivo último de revisar y reevaluar algunas de las tradicionales visiones y concepciones que existen sobre esta expresión de protesta y sobre la conflictividad rural de la provincia.

Palabras clave: conflictividad rural, tomas de fundos, violencia, Cautín, campesinado, mapuche.


Abstract

In the next paper, we will study the land takeovers in the province of Cautín between 1967 and 1973, because this province was not only one of the main centers of these conflicts, but also because it has been one of the provinces that has had a bigger attention by the researches about rural disputes in Chile during these troubled years. Through a detailed analysis of regional documentation, we have carried out a quantification, classification and characterization of the land takeovers and the subjects who performed them. Through a detailed analysis of regional documentation, we have carried out a quantification, classification and characterization of the land takeovers and the subjects who performed them. Our ultimate goal is to review and reassess some of the traditional views and conceptions that exist about this protest expression and the rural disputes in the province.

Key words: Rural disputes, land takeovers, violence, Cautín, peasantry, mapuche.


 

"He querido venir a esta provincia [de Cautín] donde hay un clima que no podemos negar, obedece a causas reales y también a causas artificiales, creadas para hacer creer a lo largo de Chile, que se ha sobrepasado el Estado de Derecho; que no hay autoridad y que el caos marca el camino del Gobierno Popular"1.

Estas palabras fueron pronunciadas por Salvador Allende en la clausura del II Congreso Nacional Mapuche celebrado en Temuco en diciembre de 1970. Con ellas hacía referencia a toda una oleada de ocupaciones ilegales de tierras o tomas de fundos, que se habían extendido por la provincia de Cautín desde agosto de ese año, y que por aquellos días estaban alcanzando su cénit, principalmente de la mano de grupos mapuches.

El impacto que estos conflictos tuvieron en la opinión pública fue tal, que de forma inmediata, y a lo largo de la década de 1970, surgieron numerosos estudios que atendieron a la eclosión de la conflictividad rural en Chile en general2, y en La Araucanía en particular3, desde un punto de vista que entendía la conflictividad rural como una manifestación más de la lucha de clases.

La especial atención que recibió la provincia de Cautín como foco del conflicto campesino e indígena en Chile durante el proceso de reforma agraria se debió esencialmente a tres aspectos. En primer lugar, a la eclosión de conflictos mapuches, los cuales habían estado invisibilizados durante largo tiempo, y que supuso la primera gran movilización indígena de Chile en el siglo XX4. En segundo lugar, a la vinculación que se hizo entre los conflictos por ocupaciones de tierras que ocurrieron en Cautín y la actividad de organizaciones revolucionarias como el Movimiento Campesino Revolucionario (MCR). Y, en tercer lugar, a la sucesión de una serie de episodios violentos que llevaron a los conflictos por la tierra de Cautín a las primeras páginas de la prensa. Estos tres elementos unidos llevaron a la opinión pública a extender la idea de que Cautín se sumió durante aquellos años, como hemos visto que señalaba el propio Salvador Allende, en la falta de autoridad y el caos.

Ya en el siglo XXI han surgido nuevas investigaciones que basados en presupuestos étnicos han superado las visiones clasistas en que se sustentaban los estudios pioneros. No obstante, y sin pretender desmerecer su valía, la mayoría de estos estudios o bien han se han desarrollado sobre ámbitos reducidos5 o bien han atendido los conflictos sociales de forma tangencial, al amparo de otros temas de investigación6; de tal modo que han heredado algunas de las concepciones que defendían los estudios antecesores, como, por ejemplo, la preponderancia de la conflictividad indígena en la provincia, o la omnipresencia de la ideología revolucionaria entre los sujetos sociales que impulsaron los conflictos por las ocupaciones de tierras.

En el siguiente texto hemos querido revisitar el estudio de las tomas de fundos como expresión de protesta de los campesinos e indígenas del sur de Chile, y en concreto de la provincia de Cautín, durante el período de aplicación de la reforma agraria entre 1967 y 1973, pero esta vez centrándonos en los conflictos en sí mismos, para indagar y establecer las principales características que tuvieron las tomas de fundos en Cautín y los sujetos que las impulsaron, atendiendo desde su distribución temporal y geográfica, hasta el origen étnico o político de sus protagonistas, sin olvidar dedicar un apartado especial a la ejecución de la violencia en torno a los conflictos por ocupaciones de tierras. Todo ello nos servirá para obtener una visión renovada de este tipo de conflictos sociales, y con ello confirmar o desmentir las visiones predominantes que han existido sobre los mismos.

Para ello, hemos realizado un minucioso recuento de las tomas de fundos que tuvieron lugar en la provincia de Cautín entre 1967 y 1973, a través de dos tipos de fuentes: la periodística, esencialmente a través del análisis de El Diario Austral, el principal órgano de prensa de la provincia; y la gubernamental, a través del análisis de la variada documentación (oficios, providencias, informes, minutas, telegramas,…) generada por la Intendencia de Cautín, custodiada en el Archivo Regional de la Araucanía (ARA).

 

Antecedentes acerca de la conflictividad rural en Chile y en Cautín

La década de 1960, fue un período de intensos cambios en el movimiento campesino chileno consecuencia de tres factores: los cambios en la estructura agraria derivados de la crisis de la hacienda tradicional; los apoyos que se dieron desde ámbitos urbanos a las incipientes organizaciones campesinas y la modificación del clima político donde dos de los tres grandes sectores políticos del país, la democracia cristiana y la izquierda, integraron en sus programas políticos una serie de reformas encaminadas a satisfacer las demandas campesinas7.

Las principales materializaciones de estos cambios fueron la promulgación en 1967 de dos leyes: la Ley nº 16.625 de sindicación campesina8 y la Ley nº 16.640 de reforma agraria9. Ambas transformaron de forma radical las relaciones sociales en el campo chileno, por lo que 1967 ha sido considerado como el punto de inflexión en la evolución del movimiento campesino nacional.

Una de las principales consecuencias de estos cambios, y específicamente de la ley de sindicación campesina, fue la expansión del sindicalismo campesino en Chile, de tal modo que si en 1966 existían 201 sindicatos campesinos que integraban a 10.647 afiliados, en 1970 el número de sindicatos se elevó a 510 con 114.112 afiliados, y en 1973 se alcanzaban los 870 sindicatos con casi 230.000 afiliados10.

En este sentido, el campesinado de Cautín no se quedó a la zaga del nacional. Un informe del Instituto de Desarrollo Agropecuario (INDAP) sobre la "Realidad organizacional del movimiento sindical campesino" señala que la afiliación sindical campesina de la provincia prácticamente se cuadruplicó en tres años, pasando de los 1.648 trabajadores agrícolas asalariados de 1967 a los 6.474 de 197011. Con el cambio de gobierno, la progresión al alza del sindicalismo cautinense no hizo sino que acrecentarse, de modo que en apenas un año se volvió a duplicar el número de campesinos sindicalizados en Cautín, para alcanzar en septiembre de 1971 la cifra de 12.73912.

Si tenemos en cuenta, como han señalado los teóricos de los movimientos sociales, que la conformación del asociacionismo es uno de los elementos esenciales para la expansión de los movimientos sociales nacionales y que, asimismo, los ciclos de protesta surgen con la apertura de "oportunidades políticas" que posibilitan la mejora de las condiciones de vida de las clases populares13, es fácil de entender que a partir de 1967 se desarrollara en el campo chileno un intenso ciclo de conflictividad social manifestado esencialmente a través de dos expresiones de protesta: la huelga agraria y la toma de fundo.

Por lo que respecta a las primeras, las huelgas agrarias vivieron un crecimiento espectacular en la segunda mitad de la década de 1960, sobre todo a partir de su legalización con la ley de sindicación campesina. De las apenas 44 huelgas agrarias que se contaron en 1962, se llegaron a las 586 en 1966 y 1.401 en 196914. La mayor parte de estos conflictos derivaron de demandas relacionadas con las relaciones laborales, especialmente el reclamo de aumentos salariales15.

La provincia de Cautín no fue ajena a esta oleada huelguística. De entre todos los conflictos laborales registrados a nivel comunal o predial, destacaron dos huelgas que se desarrollaron a nivel provincial en 1969 y 1971. En ambas, al amparo de la Federación de Sindicatos de Trabajadores Agrícolas "Presidente Frei", se negociaron pliegos de peticiones colectivos que afectaban a trabajadores de más de 120 y 240 fundos respectivamente16. La última movilización huelguística campesina destacada en Cautín tuvo que ver con el paro nacional convocado por la Confederación Nacional de Trabajadores Agrícolas "El Triunfo Campesino" a nivel nacional para el 29 de diciembre del mismo 1971, en contra de la política agraria del gobierno de la Unidad Popular, y el cual, según El Diario Austral, a todas luces de forma exagerada, llegó a movilizar a más de 15.000 campesinos en la provincia17.

Por lo que se refiere a las tomas de fundos, si bien fue una forma de protesta que ya se había utilizado de forma aislada y ocasional por el campesinado chileno, no fue hasta 1969 cuando se inició un progresivo proceso de generalización de la misma. Ese año tuvieron lugar en la provincia de Santiago un total de 81 tomas de terrenos (de las 148 que se produjeron en el país). Las razones que llevaron al campesinado del Valle Central a asumir esta expresión de protesta fueron que:

La gente se fue dando cuenta que la cuestión de la huelga sólo le daba facilidad a los patrones. Porque sirvieron en un principio; pero los momios fueron tomando conciencia de lo que significaba una huelga y fueron dejando prácticamente a la gente sin trabajo y seguían trabajando el fundo con los amarillos. […] De ahí hubo que utilizar otra forma. Por eso, el problema de las tomas18.

Por otro lado, este cambio de tendencia en la utilización de formas de protesta refleja un cambio de intereses de las demandas campesinas, las cuales evolucionaron desde centrarse en los aspectos económico-laborales que se reivindicaban en las huelgas agrarias, a comenzar a plantear demandas territoriales vinculadas a la reforma agraria a través de ocupaciones de tierras19. Estas demandas territoriales aumentaron su importancia como consecuencia de la campaña de las elecciones presidenciales de septiembre de 1970, cuando la cuestión de la intensificación de la reforma agraria se convirtió en uno de los puntos esenciales del debate político nacional20.

De este modo, desde 1970 las tomas de fundos se extendieron a otras provincias del país, especialmente a la zona sur. Según las cifras que nos aporta Susana Bruna, en 1970 se produjeron 456 tomas, y en 1971 llegaron a 1.278… Ese año, por tanto, la toma de fundo se convirtió definitivamente en la principal expresión de protesta del campesinado chileno, por encima de la huelga agrícola21. Del mismo modo que ocurrió con las huelgas, Cautín no escapó a esta tendencia, tal y como analizaremos pocas páginas más adelante.

Por otro lado, y más allá de la evolución del sindicalismo campesino y los conflictos sociales asociados al mismo, si hablamos de conflictos sociales en los campos de Cautín hay que tener en cuenta la evolución del movimiento mapuche.

En este sentido, tras la decadencia de las grandes asociaciones indígenas, especialmente la Corporación Araucana, a partir de 1957, el movimiento mapuche sufrió un proceso de atomización que supondrá la pérdida de importancia de la cuestión indígena en favor de los asuntos campesinos22. Solo a partir de mediados de la década del sesenta, el movimiento mapuche consiguió rearticularse en torno a la demanda de derogación de la Ley nº 14.511, aprobada en 196123.

Un primer hito de este renovado movimiento mapuche tendrá lugar en 1964 con la firma del Pacto de Cautín, un compromiso electoral entre el por entonces candidato presidencial del Frente de Acción Popular (FRAP), Salvador Allende, y diversos líderes de organizaciones izquierdistas mapuches (esencialmente la asociación Araucanos Allendistas), donde el primero se comprometía a derogar la mencionada Ley nº 14.51124.

Otro acontecimiento importante en el renovado movimiento mapuche fue la celebración de sendos congresos nacionales mapuches en Ercilla y Temuco, en diciembre de 1969 y 1970, respectivamente25, en donde se planteó la derogación y sustitución de la Ley 14.511 por un proyecto de ley entregado al recién elegido presidente Salvador Allende, quien a su vez lo presentó al congreso y, tras algunas modificaciones parlamentarias, se convirtió en la nueva Ley nº 17.729 de 197226.

No obstante, y a diferencia del movimiento campesino, el movimiento mapuche no planteó grandes conflictos a lo largo de la década de 1960, más allá de algunas ocupaciones de tierras puntuales y aisladas que tuvieron lugar en diversos lugares de las provincias de Arauco, Malleco y Cautín, durante los primeros años de la década27, así como durante los finales. Entre estas últimas podemos consignar los conflictos que tuvieron lugar en Malleco, concretamente los protagonizados por diversas comunidades de Traiguén y Lumaco en predios de la Sucesión Moena entre 1967 y 196928; o los que se vivieron en el fundo Chihuahue, entre 1969 y 197029. En el caso de Cautín, por esas mismas fechas se produjeron las tomas del fundo Pancul, en Carahue, por parte de comunidades mapuches de Taife y Lolocura en 196830; y la del fundo Ranquilco, en Nueva Imperial, por parte de la comunidad Coipuco en 196931. Ya en la primera mitad de 1970 se produjeron tomas en el lugar Mañío Manzanal de Nueva Imperial por parte de las comunidades Cural, Quinchavil y Santibáñez32; y el fundo El Vergel de Lautaro, por parte de la comunidad Coliqueo-Huenchual33.

La ausencia de un importante número de conflictos sociales protagonizados por comunidades mapuches en la década de 1960 no significa que no existieran reivindicaciones territoriales por parte de las mismas, sino que dichas reivindicaciones se canalizaron a través de vías de actuación legal, como era la interposición de demandas judiciales por usurpación de tierras. Ésta había sido la tradicional vía de reivindicación de las tierras usurpadas desde el mismo momento de la creación de las reducciones34. En este sentido, a la altura de la década de 1960 la importancia de la acción judicial como forma de reivindicación de las comunidades tenía plena vigencia, como muestra que entre 1961 y 1971 se presentasen 1.434 demandas en este sentido35. A pesar de todo, y ante los escasos resultados obtenidos por este medio36, a la altura de la década de 1960 la vía de reclamación judicial estaba profundamente desprestigiada, como muestran las declaraciones del dirigente indígena Miguel Catrilaf:

… los expedientes se pudren en el Juzgado de Indios, se pierde el tiempo miserablemente para ir al Juzgado a que se mueva una causa por división de las comunidades indivisas, los indígenas debemos perder muchos y largos días tras una gestión que no se cumple, dejando nuestras labores agrícolas paralizadas y nuestros familiares abandonados, "mucho traqueteo" sin solución de ninguna especie37.

En definitiva, podemos ver cómo durante la segunda mitad de la década de 1960 se configuró un intenso movimiento campesino tanto en Chile como en Cautín, así como un renovado movimiento indígena en las regiones con presencia de comunidades mapuches. En ambos casos, en un principio asumieron formas de negociación de carácter legal38, ya fueran los campesinos, a través de la presentación de pliegos de peticiones o huelgas que quedaron legalizadas con la ley de sindicación campesino; ya fueran los indígenas, con la presentación de demandas judiciales sobre restitución de tierras usurpadas. A pesar de todo, el cambio en la naturaleza de las demandas campesinas y la frustración de los indígenas ante los escasos réditos obtenidos en los tribunales significó que se abandonaran las vías de negociación legal, para plantear conflictos abiertamente ilegales, como eran las tomas de fundos.

 

Las tomas de fundos en la provincia de Cautín

Para retomar la cuestión de las tomas de fundos, y centrarnos en el caso específico de Cautín, comenzaremos por analizar las cifras. Si seguimos los datos que aporta Susana Bruna39, apreciamos que Cautín fue, con un total de 169 ocupaciones, la cuarta provincia con mayor número de tomas entre 1967 y 1971, tras Santiago, Valdivia y Llanquihue. La misma autora, para el período que va entre noviembre de 1970 a abril de 1972 establece 160 tomas para la provincia de Cautín, lo que supone que durante ese período nuestra provincia de estudio fue la tercera en número de tomas tras Valdivia y Ñuble40. Estas cifras muestran la importancia de esta expresión de protesta campesina en nuestra provincia de estudio. No obstante, si bien es indudable que las cifras que nos aporta Susana Bruna sirven para hacernos una idea general de la evolución de las tomas de fundos, no reflejan el verdadero alcance de las mismas, al menos en lo que a Cautín se refiere. Para muestra un botón. Frente a las 169 tomas que la autora mencionada señala para la provincia entre 1967 y 1971, en nuestro caso hemos podido constatar la ejecución de 240 ocupaciones de tierra. Estas cifras muestran que hasta que no contemos con estudios específicos sobre las tomas de fundos que atiendan a otras provincias del país, no podremos establecer la verdadera dimensión del fenómeno de las tomas tanto en el conjunto de Chile como en la provincia de Cautín, respecto del resto del país.

Hasta entonces, y a pesar de las carencias, al tenor de las cifras expuestas parece claro que Cautín fue uno de los epicentros de los conflictos por ocupaciones de tierra en el país durante el período. En concreto, hemos cuantificado un total de 323 tomas entre 1967 y 1973, las cuales afectaron a 277 fundos, ya que en diversos fundos se repitieron dos, tres y hasta cuatro tomas, como sucedió en el fundo Muco Bajo, propiedad de Tomasa Rivas, sito en Lautaro, que fue tomado por primera vez en diciembre de 1970, por dos veces en julio de 1971 y por una cuarta vez en mayo de 197241.

Por lo que se refiere a su distribución a lo largo del período que abarca nuestro estudio, como muestra la tabla 1, y al igual como sucedió con el resto de Chile, no fue hasta el año 1970 cuando se produjo la generalización de las tomas de fundos en la provincia, alcanzando su culmen en 1971.

Tabla 1. Distribución anual de tomas de fundos en la provincia de Cautín, 1967-1973

1967
1968
1969
1970
1971
1972
1973
0
1
3
73
162
52
32

No obstante, si hacemos una distribución trimestral de las tomas de fundo (gráfico 1), obtendremos una mejor comprensión de la evolución temporal de las mismas.

 

Gráfico 1. Distribución trimestral de las tomas de fundos en la provincia de Cautín, 1967-1973

 

De este modo, vemos cómo la primera oleada de tomas se inicia en julio-septiembre de 1970 con un total de 13 ocupaciones, pero es claramente a partir de los últimos meses del año cuando se produjo una eclosión de las tomas de fundos, que se mantuvo hasta finales del verano de 1971, de igual modo como sucedió en otras provincias del sur42. Tras el final del verano, y hasta finales de año, se produjo un lento pero progresivo descenso del número de ocupaciones. En total, desde octubre de 1970 hasta fines de 1971 tuvo lugar el grueso de las tomas registradas en la provincia, 221, un 68% del total. Las cifras expuestas dan a entender que la asunción de la toma de fundo como principal forma de protesta por parte de los actores sociales del campo de Cautín estuvo íntimamente relacionada con las nuevas perspectivas abiertas por las promesas electorales de intensificación del proceso de reforma agraria, del mismo modo como ocurrió en el resto del país.

Tras esas fechas, el número de tomas descendió considerablemente, aunque sin desaparecer, ya que a lo largo de los años 1972 y 1973 se mantuvo un goteo constante de ocupaciones ilegales que hizo que esta expresión de protesta estuviera vigente en la agenda política provincial hasta el advenimiento del régimen militar.

Otro aspecto a analizar sobre las tomas de fundos tiene que ver con el origen étnico de sus protagonistas. En este sentido, frente a las 164 tomas protagonizadas por mapuches (con participación absoluta o parcial), nos encontramos con 145 donde no hemos localizado presencia indígena alguna, y otras 14 donde no conocemos el origen étnico de sus participantes. Al tenor de las cifras, podemos concluir que la presencia mapuche en las tomas de fundos en Cautín, aun siendo importante, no es absolutamente predominante, ya que apenas supone el 50% de los conflictos registrados. Por el contrario, es sorprendente la importancia que alcanzaron los conflictos territoriales protagonizados por campesinos no mapuches, los cuales alcanzaron un 45% del total de los casos. Estas cifras reflejan la importancia de un conflicto puramente campesino que tuvo lugar en la provincia de Cautín y que ha sido ampliamente obviado por los estudios realizados hasta la fecha, los cuales se han centrado casi de forma exclusiva en la cuestión mapuche.

Con lo dicho no queremos menospreciar el conflicto indígena existente en la provincia, sino reevaluarlo, ya que su importancia no radica en la amplitud del número de los conflictos mapuches respecto a los no mapuches, sino en el carácter pionero de los primeros respecto de los segundos.

Ya señalamos en su momento como algunas comunidades indígenas utilizaron la toma de fundo como forma de protesta ya a inicios de la década de 196043. Del mismo modo, si combinamos los dos aspectos analizados anteriormente, evolución temporal y origen étnico de los protagonistas (gráfico 2), vemos que los mapuches fueron los primeros que utilizaron la ocupación de terrenos como forma de protesta social desde mediados de 197044, a través de las denominadas "corridas de cercos", una forma de ocupación de tierras utilizada exclusivamente por las comunidades indígenas y que consistía en levantar las cercas de los fundos para recolocarlas en los límites que establecían originalmente los Títulos de Merced. En este sentido hay que tener en cuenta que esta forma de ocupación de tierra apenas tuvo vigencia durante el año 1970, y enseguida muchas de las comunidades que hicieron corridas ampliaron las ocupaciones a la totalidad de los fundos45 y, por su parte, las que a partir de finales de 1970 plantearon nuevos conflictos territoriales, asumieron directamente la estrategia de ocupar los campos en su totalidad46.

Gráfico 2. Distribución temporal trimestral de las tomas de fundos en la provincia de Cautín según la participación mapuche y/o campesina, 1970-1973

Por otro lado, el propio gráfico 2 reafirma el hecho de que los tomadores no mapuches no se quedaron a la zaga de los indígenas a la hora de acudir a la ocupación ilegal de tierras para reivindicar sus derechos territoriales, ya que desde el primer mes de 1971 y durante toda la primera mitad del mismo, las tomas campesinas superaron en número a las mapuches.

Otro aspecto a analizar sobre las tomas de fundos de Cautín es su distribución geográfica dentro de la provincia. Viendo el mapa 1, el primer punto a destacar es la concentración de tomas en la mitad norte de la provincia, en concreto, en las comunas circundantes a Temuco. De hecho, las cuatro comunas que registran mayor número de tomas ‒Lautaro con 83, Freire con 31, Cunco con 27 y Vilcún con 26‒ son limítrofes con Temuco, lo que indica la importancia de la capital provincial como foco de difusión de la organización campesina de la provincia, como ocurrió en el resto del país47. Las relaciones entre ciudad y campo no solo se limitaban al intercambio económico de productos y servicios, sino también a un intercambio cultural. Éstos eran más intensos con los centros rurales más cercanos, que asumían más rápidamente las novedades urbanas que los centros rurales más alejados de la ciudad48. No es casualidad, por ejemplo, que también fueran Lautaro, Vilcún y Freire las comunas de la provincia que tuvieron mayor número de sindicatos agrícolas y campesinos sindicalizados49.

Una de las principales formas de intercambio cultural era la emigración temporal de campesinos a centros urbanos y/o industriales, que terminaban retornando a sus lugares de origen trayendo con ellos nuevas conceptos políticos. Un buen ejemplo de ello es la figura de Rosendo Huenumán, quien nació en Hueñalihuén (Saavedra) y estudió en Temuco y Concepción, para terminar trabajando en las minas de carbón de Lota (Concepción), donde se contactó con el movimiento obrero. De regreso a su lugar natal, se convirtió en un destacado líder indígena y campesino, llegando a ser elegido presidente de la Federación de Sindicatos de Trabajadores Agrícolas "Luis E. Recabarren" en 1970 y diputado por el Partido Comunista en 197350.

 

Mapa 1. Distribución por comunas de las tomas de fundos en Cautín, 1967-1973

 

No obstante, en la distribución geográfica de las tomas de Cautín hay que tener muy presente el elemento étnico. Volviendo a mirar el mapa 1, vemos que las tomas ejecutadas por indígenas tuvieron lugar principalmente en las comunas que se sitúan en el sector noroccidental de Temuco, esto es, las comunas de Lautaro, Carahue, Galvarino, Nueva Imperial y Saavedra. En conjunto, en estas comunas tuvieron lugar el 70% de los conflictos indígenas, destacando entre ellas Lautaro que con 75 tomas (el 45% de las indígenas) se erigió en el principal centro de la conflictividad mapuche51.

Por su parte, las tomas realizadas por campesinos se concentran en las comunas situadas en el sector suroriental de la capital, esto es, Freire, Vilcún, Cunco y Villarrica, que en conjunto acogen 85 tomas, casi el 60% del total de tomas realizadas por campesinos.

La mayor o menor incidencia de conflictos territoriales en una u otra comuna no solo bien determinados por aspecto puramente demográficos, como puede ser la presencia o no de comunidades indígenas52, sino que también hay que tener en cuenta otras circunstancias de tipo socioeconómico, entre ellas el desigual reparto de la tierra o la mala calidad de la misma53. Así, por ejemplo, no es extraño que Lautaro sea uno de los centros de los conflictos por ocupación de tierras cuando se sitúa en la ribera norte del Cautín, esto es, en un espacio geográfico donde las tierras estaban especialmente gastadas54.

Otro aspecto importante a definir para comprender las tomas de fundos es el tipo de reivindicaciones que plantearon sus protagonistas. En este sentido, y del mismo modo que hemos visto hasta el momento, el planteamiento de demandas está íntimamente relacionado con el origen étnico de los ejecutores de las tomas (gráfico 3).

 

Gráfico 3. Causas de las tomas de fundos en la provincia de Cautín, según la participación mapuche (rayado) o campesina (punteado), 1967-1973

 

En el caso de los mapuches, un total de 123 tomas están relacionadas con reivindicaciones sobre restitución de tierras usurpadas, lo que supone el 74% de las tomas ejecutadas por indígenas. Este hecho reafirma el carácter étnico de la conflictividad indígena frente a la cuestión campesina general55, ya que los mapuches no reclamaban ser beneficiados con cualquier tipo de tierras, sino que reclamaban las tierras de sus ancestros, las cuales más allá de su valor económico tenían un valor identitario y religioso56.

Esto no quiere decir que excepcionalmente alguna comunidad protagonizara conflictos como potenciales beneficiarios de la reforma agraria, del mismo modo que cualquier otro grupo de campesinos, como sucedió con las comunidades Huaquiñil y Agua Fría, quienes tomaron el fundo Montaña Recortada aludiendo a que "estaba mal explotado, no tener ellos terrenos donde cultivar productos agrícolas y que prácticamente había abandono total"57.

Por el contrario, en el caso de los campesinos, sus acciones de toma derivaron de una mayor variedad de demandas. Entre ellas destacan las reivindicaciones territoriales, que supusieron la mitad de las tomas campesinas (73 casos). Éstas se relacionaban con todo lo que tuviera que ver con tramitación de expropiaciones por parte de CORA, ya sea exigiendo la apertura del proceso, la aceleración del mismo o la expropiación de la reserva. No obstante, a pesar de dominar las demandas territoriales en las tomas protagonizadas por campesinos, todavía un destacado número de éstos (39 casos) utilizaron esta expresión de protesta como medida de presión para resolver conflictos puramente laborales, especialmente en el caso de trabajadores de aserraderos. En otros casos (19), las ocupaciones fueron ejecutadas por campesinos que alegaban estar cesantes y sin posibilidad de encontrar trabajo, muchos de los cuales se agrupaban en "Comités de Cesantes", como el de Vilcún, el cual tuvo una notable actividad impulsando hasta seis tomas58.

La distinta causalidad que motivó la ejecución de tomas de fundos según el origen étnico de los tomadores provocó notables tensiones, principalmente relacionadas con los divergentes conceptos sobre la tierra que tenían mapuches y "winkas".

Por un lado, desde el punto de vista de las autoridades, las reivindicaciones mapuches plantearon serias dificultades al Gobierno de la Unidad Popular, sobre todo porque la ley de reforma agraria no contaba con causales específicas para la expropiación de tierras indígenas usurpadas, de modo que éstas solo podían ser expropiadas si cumplían con los requisitos exigidos por la ley (mala explotación, incumplimiento de leyes sociales, extensión superior a las 80 hectáreas de riego básico, etc.), lo cual no siempre sucedía59; lo que, a su vez, podía provocar tensiones entre las autoridades y pequeños y medianos propietarios, tal y como señalaba el gobernador del departamento de Lautaro:

Me permito insistir, mi pensamiento es que debemos hacer algo de inmediato para regularizar las situaciones de hecho [tomas mapuches] que se han producido, constituir un asentamiento con indígenas que servirá de demostración práctica que el Gobierno les va a solucionar el viejo problema de la tierra y, además, pienso que es necesario se fije hasta donde ello sea posible las normas que se seguirán en el futuro, indicando claramente nuestra política agraria, a fin de llevar la tranquilidad a los productores, pequeños y medianos60.

Asimismo, desde el punto de vista de los campesinos, las reclamaciones mapuches sobre determinados fundos levantaron sus reticencias, cuando no su abierta oposición, porque aquéllos veían la posibilidad de perder no solo su trabajo, sino también sus derechos a una futura expropiación sobre la tierra que habían trabajado durante años61. Tal fue el caso del fundo Quepe, en Freire, donde se produjo una toma por indígenas de comunidades circundantes reclamando que el dueño "les tiene usurpadas no menos de 100 ha", a la que los once inquilinos del fundo respondieron con la realización de una contratoma porque consideraban "que ellos aspiran a que el fundo sea expropiado y que ellos deben tener preferencia en la aplicación de la Reforma Agraria"62.

Es decir, en la provincia de Cautín se desarrollaron dos conflictos, el mapuche y el campesino, prácticamente paralelos, aunque cada uno tuvo un tiempo y un espacio de desarrollo predominantes: si los conflictos mapuches se concentraron en la segunda mitad de 1970 en las comunas del noroeste de Temuco, los conflictos campesinos fueron mayoritarios en la primera mitad de 1971 en las comunas surorientales de la capital provincial. Del mismo modo, si bien ambos conflictos tuvieron mayormente un objetivo común, como fue el acceso a la propiedad de la tierra, éste estuvo motivado por concepciones bien distintas de la misma: mientras que los campesinos concebían la tierra como un bien puramente económico; los mapuches añadían a la misma un importante valor cultural y religioso.

Un último aspecto a analizar dentro de las tomas de fundos es la participación de organizaciones políticas y/o sindicales. En este sentido, la historiografía que se ha acercado a la conflictividad de la provincia ha vinculado las tomas de fundos con la actividad política de grupos revolucionarios, principalmente del MCR. Si bien es cierto que esta afirmación puede ser válida para lugares específicos, como es el caso de las comunidades mapuches de Lautaro63 o de la costa de Carahue64, al tenor de los datos recogidos en esta investigación, no puede generalizarse la afirmación al conjunto de la provincia.

Por lo que respecta a grupos revolucionarios, el MCR impulsó 89 tomas, mientras que el Netuaiñ Mapu65, la otra organización revolucionaria que ocupó una notable atención de la opinión pública regional, patrocinó 12 tomas. En conjunto, las organizaciones revolucionarias patrocinaron 101 tomas, lo que supone apenas un 31% del total.

Si discriminamos las tomas en que intervinieron estas organizaciones revolucionarias según un criterio étnico, los porcentajes tampoco varían en exceso. En el caso de los conflictos mapuches, el MCR participó en 54 tomas y el Netuail Mapu en 12, lo que en conjunto significa un 40% del total de las ocupaciones ilegales llevadas a cabo por indígenas. Por lo que se refiere a los conflictos protagonizados exclusivamente por campesinos, solo el MCR participa en 35 tomas, lo que apenas supone el 24%.

Todo ello significa que, si bien la presencia de organizaciones revolucionarias en la gestación y organización de tomas de fundos fue importante, en ningún modo se puede decir que fuera mayoritaria.

Además, desde el punto de vista cualitativo hay que tener en cuenta que la participación de militantes revolucionarios junto a indígenas y campesinos en las tomas de fundos, no implicaba que éstos compartieran plenamente el ideario político de aquéllos, como evidencia el testimonio de Alonso Azócar, antiguo miembro del MIR de Temuco:

El clamor por la tierra era un clamor universal, estaba en todas partes. Así que fue fácil para cualquiera utilizar este reclamo para obtener apoyos. El MIR envió gente a trabajar al campo. Ellos se quedaron a vivir en el campo y reclutaron militantes que eran campesinos, lo cual fue fácil porque las corridas de cercos producían resultados inmediatos. […]

Parecía que en el fragor de la lucha teníamos un gran índice de apoyo. Pero una vez que los fundos fueron expropiados y la tierra se repartió, pienso que el MIR comenzó a perder su poder. Los campesinos mostraron ser grandes luchadores por la tierra, pero no para la construcción de una sociedad socialista66.

En efecto, a pesar de que tanto el MCR como los campesinos e indígenas compartían una misma idea sobre la necesidad de redistribuir la tierra, no ocurría lo mismo con otros aspectos esenciales de la vida, como era, por ejemplo, la religión y la espiritualidad, lo cual fue fuente de tensiones, tal como ha señalado Mallon para el caso de Carahue67. En este sentido conviene recordar que la lógica política del campesinado generalmente no era derribar gobiernos y sistemas de dominio, sino simplemente vivir dentro de ellos con las menores desventajas posibles68, en el caso que nos ocupa, poner fin al escaso acceso a la tierra.

De hecho, otras organizaciones no revolucionarias tuvieron un notable protagonismo en la gestación de las tomas de fundos, participando en 94 conflictos, lo que supone un 29% del total. Entre ellas encontramos partidos políticos gubernamentales (Comunista, Socialista, MAPU) u asociaciones laborales como pequeños sindicatos de trabajadores agrícolas o comités de cesantes, como el ya mencionado de Vilcún y otros como los de Huiscapi, Choroico o Los Laureles. También aparecen asociaciones de pequeños propietarios, como el Comité de Pequeños Agricultores "Manuel Rodríguez", que impulsó la toma de los predios Los Copihues, Oregón y Licura69. Asimismo, es de destacar la influencia que tuvieron asentamientos de campesinos ya creados en la ejecución de nuevas tomas. Ejemplo de ello es la Federación de Asentamientos "El Poder Campesino", que patrocinó la toma de la reserva del fundo Curileo para solicitar su expropiación y con ello agrandar el asentamiento ya creado70.

Con todo, el dato más significativo al cuantificar la presencia de organizaciones políticas y/o sindicales en la gestación de tomas de fundos es que en 128 casos, el 40% del total, no hay constancia de participación de organización política y/o sindical alguna.

Ante estos datos, parece necesario revisar las tradicionales visiones historiográficas que han caracterizado a los ocupantes de tierras campesinos e indígenas como elementos plenamente revolucionarios y que han culpabilizado al asociacionismo formal de clase (y específicamente al de ideología revolucionaria) como el principal responsable de la generalización de los conflictos por ocupaciones de tierras en Cautín. Por el contrario, en nuestra opinión, es conveniente dar más importancia en la gestación de conflictos a los ámbitos cotidianos de relación social, como el asociacionismo indígena en base a la comunidad o la sociabilidad informal campesina en el fundo o la villa, los cuales habían sido tradicionalmente los espacios de creación de identidades y solidaridades, moldeamiento de conciencias políticas, articulación de demandas y planteamiento de acciones de protesta71.

Los mismos datos nos llevan a cuestionar otra de las afirmaciones comunes existentes sobre la conflictividad en la provincia, la cual responsabiliza a "agitadores profesionales" de crear conciencia política entre campesinos e indígenas, y, consecuentemente, impulsar los conflictos sociales vividos en Cautín72. Por el contrario, conviene pensar que la concientización de las clases populares del campo fue propiciada por la emergencia de debates políticos (reforma agraria, ley de sindicación, ley indígena) que hicieron que campesinos e indígenas percibieran que sus problemas estaban presentes en el debate público y que ellos iban a jugar un papel protagonista en la vida política nacional73. Al respecto, científicos sociales han demostrado la importancia de los medios de comunicación, y en concreto de la prensa, en el proceso de politización de las clases populares y de conformación de los modernos movimientos sociales74. Del mismo modo, en el caso de Cautín de la década de sesenta, el acceso de campesinos e indígenas a un nuevo medio de comunicación como fue la radio, permitió generalizar noticias y debates políticos entre los sectores populares del campo, aun cuando éstos fueran analfabetos, permitiendo moldear conciencias y movilizar a los individuos, tal y como queda reflejado a través de numerosos testimonios orales, entre ellos, el de Rafael Railaf:

Y de repente todo salía en la radio. Nosotros teníamos unos cacharros ahí y escuchábamos de las corridas de cerco de Nueva Imperial, Carahue y algunas tomas también. Y no solamente ahí. Yo tenía un primo que estaba un poco más al norte, en Victoria ‒a ese lo mataron en el tiempo del golpe‒. Era evangélico y eso lo llevó a pelear para recuperar la tierra de los mapuche75.

No obstante, si bien es cierto que el MCR no tuvo una presencia mayoritaria en la provincia, lo que es innegable es que en aquellos lugares donde consiguió tenerla, ésta fue muy influyente, llegando a convertirse en una alternativa política a los partidos de la UP, como ocurrió en Lautaro, donde el MCR creó el primer Consejo Comunal Campesino al margen de las autoridades gubernamentales76.

Del mismo modo, la acción política y logística de los grupos revolucionarios, sobre todo el MCR, permitió aumentar el alcance de las protestas (y demandas) indígenas y campesinas. En primer lugar, desde el punto de vista geográfico, superando los conflictos en los fundos y planteando actos de protesta en ciudades como Temuco, como fueron la toma de las oficinas de la Dirección de Asuntos Indígenas en julio de 1971, apoyada por el Netuaiñ Mapu77, o la toma de las oficinas de la CORA en abril de 1972, patrocinada por el MCR78. En segundo lugar, desde el punto de vista temático, permitió plantear nuevas reivindicaciones campesinas más allá del simple reclamo de tierra, como fue una mejor atención sanitaria, tal y como ocurrió con la manifestación que tuvo lugar en abril de 1972 frente al hospital de Lautaro, donde "un grupo calculado entre 80 y 100 campesinos" protestaron "por la mala atención de los problemas rurales de salud, por la no repartición oportuna de la leche y la falta de postas en el campo"79.

 

Violencia en los campos de Cautín

Un último aspecto a analizar respecto a los conflictos relacionados con las tomas de fundos es la violencia. En este sentido, desde el mismo momento en que surgieron las tomas de fundos se vinculó la presencia de organizaciones revolucionarias con una incipiente actividad guerrillera80, así como con una generalización de las acciones violentas en los campos de Cautín. De este modo, por ejemplo, un grupo de agricultores81 afectados por tomas se referían así a las tomas de fundos:

La serie de hechos delictuales que atentan contra la seguridad de estos productores y que expresan a través de robos, asaltos a mano armada, secuestros, vejámenes a las personas, amenazas, usurpaciones, agresiones físicas, organización de pandillas de delincuentes en los predios asaltados y otra serie de acontecimientos de similares caracteres configuran un clima de tensión e inseguridad jamás antes conocido por nosotros82.

Sin embargo, si por encima de opiniones cualitativas atendemos al análisis pormenorizado de la documentación, nos encontramos que frente a las 323 tomas registradas, apenas hemos podido encontrar 26 casos donde se ejercitó violencia física. Al tenor de las cifras, no parece que en los campos de Cautín se hubiera extendido un ejercicio generalizado de la violencia, sino todo lo contrario, la violencia apareció de forma puntual.

Por otro lado, si bien es cierto que la violencia ejercida fue puntual, no es menos cierto que fue una violencia desmedida, donde se utilizaron armas de fuego a menudo de forma indiscriminada, y que tuvieron como resultado la muerte de un carabinero (Fructuoso S. Gómez)83, un agricultor (Rolando Matus)84 y cuatro ocupantes (Juan Huilipán85, Moisés Huentelaf86 y los hermanos Francisco y Ramón Cheuquelén87), además de más de una treintena de heridos.

Llegados a este punto es necesario llevar a cabo un análisis acerca de las causas que provocaron esta violencia. En veintidós de los casos, los enfrentamientos se derivaron de la acción violenta de los propietarios, principalmente por la ejecución de acciones de retoma (catorce casos) protagonizadas por grupos armados organizados por los propietarios con objeto de recuperar sus campos tomados; o por la defensa armada (cinco casos) que hicieron los propios propietarios frente a las acciones de toma. En dos casos, la violencia fue consecuencia de acciones de desalojo patrocinadas por carabineros; y en otros dos fue causada por la acción de los ocupantes88.

Es decir, los enfrentamientos violentos registrados en la provincia y vinculados a tomas de fundos tuvieron mayor relación con la acción de los propietarios para evitar o interrumpir las ocupaciones, que con la acción de los campesinos e indígenas para llevar a cabo dichas ocupaciones. Como han señalado estudiosos al respecto, la violencia contra las personas no es una característica propia de la protesta colectiva moderna, y cuando existe es mayoritariamente generada por la acción represiva ejecutada por elementos pertenecientes o vinculados a los poderes políticos o económicos89.

Por otro lado, no podemos decir que estos actos violentos fueran producto de una campaña llevada a cabo por los propietarios para crear organizaciones paramilitares (comités de retoma)90 encargadas de dar respuesta inmediata a las tomas de fundos. Si bien es cierto que se extendieron rumores de la organización de patrullas por parte de los propietarios para vigilar los campos91 o de la creación de "una organización «celular», por sectores, comunas, departamentos y provincia, de empresarios agrícolas, que tiene por fin el «retomar» los fundos ocupados ilegalmente"92, no es menos verídico que apenas tenemos más noticias de esas bandas armadas que las referencias reseñadas, por lo que parece que esos "comités de retoma" no llegaron a generalizarse.

Por todo ello, nos inclinamos por seguir la pauta que marcó en su día Norman Gall, calificando las retomas como enfrentamientos esporádicos y aislados, producto de una reacción violenta particular de algunos de los propietarios afectados por la ocupación de sus fundos93. De hecho, los grupos que llevaron a cabo la retoma o defensa violenta de los fundos en Cautín no estaban organizados formalmente, sino que estaban compuestos por familiares y amigos del propietario que actuaban por su cuenta y riesgo. En este sentido, no es raro que miembros de una misma familia se vean envueltos en varias retomas, como es el caso de la familia Landarretche, cuyos miembros protagonizaron dos retomas disparando contra los ocupantes en diciembre de 197094 y mayo de 197295; o el caso de Lorenzo Taladriz, quien encabezó dos retomas sobre tierras de su propiedad, en enero de 1971 y febrero de 1972, también utilizando armas de fuego96.

Por último, hay que tener en cuenta que la mayor parte de las acciones violentas tuvieran lugar en fundos tomados por indígenas (17), y/o sus tomadores estuvieran vinculados con organizaciones revolucionarias (17). Este hecho nos lleva a la conclusión de que la violencia ejercida en los campos de Cautín es fruto de acciones puntuales ejecutadas por determinados individuos o grupos de individuos que hacían gala de una mentalidad racista y clasista heredada de la época de la ocupación de La Araucanía, cuando la violencia era uno los principales instrumentos de resolución de conflictos sociales97.

Esta afirmación no quiere decir que no existiera una violencia generalizada en Cautín. Ésta sí tuvo lugar sobre todo en los meses finales del Gobierno de la Unidad Popular, sin embargo se desarrolló lejos de los conflictos por los fundos, a través de diversas expresiones como fueron los disturbios callejeros en las ciudades, los atentados terroristas contra infraestructuras viarias, ferroviarias y eléctricas, o los allanamientos militares a centros políticos y sindicales izquierdistas durante las semanas previas al golpe militar.

Solo al amparo de estos últimos episodios, los allanamientos militares en aplicación de la "ley de control de armas" se vislumbraron nuevos episodios de violencia en los fundos de Cautín. El principal ejemplo de ellos tuvo lugar en Centros de Reforma Agraria y comunidades indígenas de Carahue y Saavedra a finales de agosto de 1973, donde soldados del regimiento Tucapel y la Fuerza Aérea de Chile pusieron en práctica, en palabras de Florencia Mallon, "todas las tácticas de represión que llegarían a ser tan conocidas después del golpe", terminando con la vida de Juan Segundo Quian Antiman98.

 

A modo de conclusión

A través de este texto hemos podido ver que la provincia de Cautín fue uno de los centros de la conflictividad rural que vivió Chile en el período 1967-1973, concretamente a partir de mediados de 1970, como consecuencia de la generalización en la provincia de las tomas de fundos. Un protagonismo que, a tenor de las cifras presentadas, está muy por encima de lo que se había presupuesto hasta el momento.

No obstante, esta conflictividad no tuvo un carácter monolítico, sino que destacó por presentar diferentes dimensiones y aristas, principalmente definidas por el origen étnico de los protagonistas. De este modo, tanto campesinos como indígenas plantearon sus propios conflictos, diferenciando sus propios espacios y tiempos, así como las reivindicaciones que los motivaron a ocupar los campos.

Del mismo modo, esta diversidad se manifestó en el plano político, ya que los ocupantes no solo actuaron al amparo de organizaciones revolucionarias (MCR y Netuaiñ Mapu), sino también actuaron bajo la influencia de otras muy diversas organizaciones políticas y sindicales de carácter legalista. Es más, la mayor parte de grupos indígenas y campesinos que realizaron ocupaciones de tierra no se adscribieron ni a organizaciones revolucionarias, ni a organizaciones legalistas, sino que actuaron de forma autónoma, simplemente reclamando sus derechos, principalmente el del acceso a la tierra.

Dichos conflictos, por otro lado, y al contrario del concepto que ha predominado en la opinión pública, no destacaron por su violencia. Si bien es cierto que hubo una violencia desmedida que tuvo como consecuencia varios muertos y decenas de heridos, ésta se manifestó en casos excepcionales, y no estuvo patrocinada por organización alguna, sino que fue consecuencia de la mentalidad racista y clasista de unos contados individuos retrógrados que concebían la violencia como un instrumento de resolución de conflictos particulares.

 

Notas

* Este trabajo se enmarca en el proyecto de investigación postdoctoral FONDECYT n° 3130314, "Protesta social y cultura indígena en las comunidades rurales chilenas: La Araucanía entre 1967 y 1973".
1 "Allende: terminan las «tomas»", El Diario Austral, 21 de diciembre de 1970, p. 1.
2 Klein, Emilio, Antecedentes para el estudio de los conflictos colectivos en el campo, 1967-1971, Santiago ICIRA, 1972; Petras James y Hugo Zemelman, Peasant and Revolt, Austin, University of Texas Press, 1972; Winn, Peter y Cristóbal Kay, "Agrarian Reform and Rural Revolution in Allende’s Chile", Journal of Latin American Studies, nº 6, Londres, 1974, pp. 135-159; Barraclough, Solon y José A. Fernández, Diagnóstico de la Reforma Agraria chilena, México, Siglo XXI, 1974; Loveman, Brian, Struggle in the Countryside. Politics and Rural Labor in Chile, Bloomington, University of Indiana Press, 1976; Kay, Cristóbal, "Agrarian Reform and Class Struggle in Chile", Latin American Perspectives, nº 5, Los Angeles, 1978, pp. 117-140.
3 Gall, Norman, "The Agrarian Revolt in Cautín. Part 1: Chile’s Mapuches", Fieldstaff Reports. West Coast South America Series, nº 19, Washington, 1972, y "The Agrarian Revolt in Cautín. Part 2: Land Reform And The MIR", Fieldstaff Reports. West Coast South America Series, nº 19, Washington, 1972; Steenland, Kyle, Agrarian reform under Allende: peasant revolt in the South, Albuquerque, University of New Mexico Press, 1977.
4 Cautín, por ser la provincia con mayor número de comunidades mapuches del país (Bengoa, José y Eduardo Valenzuela, Economía mapuche. Pobreza y subsistencia en la sociedad mapuche contemporánea, Santiago, PAS, 1983, p. 52), también fue la que mayores conflictos indígenas acogió; lo que no implicó que éstos se extendieran a otras provincias con presencia mapuche, como Valdivia (Le Bonniec, Fabien, "La participación de las comunidades mapuche-huilliche en el proceso de la Reforma Agraria en la provincia de Valdivia (1970-1973)", Revista Austral de Ciencias Sociales, nº 24, Valdivia, 2013, pp. 27-49).
5 Por ejemplo, el estudio microhistórico sobre la comunidad Nicolás Ailío en Mallon, Florencia, La sangre del copihue. La comunidad mapuche de Nicolás Ailío y el Estado chileno, 1906-2001, Santiago, LOM, 2004.
6 Como es el caso del estudio sobre la reforma agraria en la Araucanía, que puntualmente atiende a los conflictos sociales vividos en la región, en Correa, Martín; Raúl Molina y Nancy Yáñez, La Reforma Agraria y las tierras mapuches. Chile, 1962-1975, Santiago, LOM, 2005; o la investigación sobre las identidades políticas en la provincia durante el mismo período que estudiamos aquí, en Carter, Daniel, Narratives of Nation. Frontier and Social Conflict in Chile. The Province of Cautín during the Agrarian Reform period, 1967-1973, Tesis doctoral, Cambridge, Universidad de Cambridge, 2013.
7 Gómez, Sergio, "El movimiento campesino en Chile", Documentos de trabajo, nº 246, Santiago, 1985, pp. 8-11.
8 http://www.leychile.cl/Navegar?idNorma=28586&buscar=16625.
9 http://www.leychile.cl/Navegar?idNorma=28596&buscar=16640.
10 Huerta, María A., Otro agro para Chile. La historia de la Reforma Agraria en el proceso social y político, Santiago, CISEC, 1989, p. 376. Otros estudios elevan estas cifras, señalando que en 1971, el número de trabajadores agrícolas sindicalizados casi alcanzaba los 300.000. Véase Bruna, Susana, "Chile: las luchas campesinas en el siglo XX", en González Casanova (coord.), Historia política de los campesinos latinoamericanos. 4. Brasil, Chile, Argentina, Uruguay, Santiago, Siglo XXI, 1985, p. 112.
11 ARA, Intendencia de Cautín, vol. 344, "Departamento Sindical INDAP. Realidad organizacional del movimiento sindical campesino", junio 1971.
12 Las cifras de sindicación provincial de 1971 en ARA, Intendencia de Cautín, vol. 344, "Informe del número de socios de los diversos sindicatos de trabajadores agrícolas, afiliados a la Federación «Presidente Frei»" e "Informe del número de socios de los diversos sindicatos de trabajadores agrícolas, afiliados a la Federación «Luis E. Recabarren»", 15 de septiembre de 1971.
13 Tarrow, Sydney, El poder en movimiento. Los movimientos sociales, la acción colectiva y la política, Madrid, Alianza, 1997, pp. 155-161.
14 Bruna, op. cit., 1985, p. 131.
15 Barraclough y Fernández, op. cit., 1974, p. 195.
16 El conflicto de 1969 en El Diario Austral, 14, 16, 23 y 14 de febrero, y 6, 19, 22 y 28 de marzo de 1969. El conflicto de 1971 en El Diario Austral, 24 de marzo, y 2 y 7 de abril de 1971.
17 "Quince mil campesinos paralizaron en Cautín", El Diario Austral, 30 de diciembre de 1971, pp. 1 y 8.
18 Testimonio de un dirigente sindical de Alhuén (prov. de Santiago), recogido en Bengoa, José, "Movilización campesina: análisis y perspectivas", Sociedad y Desarrollo, nº 3, Santiago, 1972, pp. 54-75.
19 Klein, op. cit., 1972; Barraclough y Fernández, op. cit., 1974.
20 Petras, James, Política y fuerzas sociales en el desarrollo chileno, Buenos Aires, Amorrortu, 1971, pp. 327-328.
21 En 1971 tuvieron lugar 1.047 huelgas agrícolas. Las cifras son tomadas de Bruna, op. cit., 1985, pp. 115-116 y 131; quien a su vez las recoge de Klein, op. cit., 1972.
22 Foerster, Rolf y Montecino, Sonia, Organizaciones, líderes y contiendas mapuches, Santiago, Ediciones CEM, 1988, pp. 285-287.
23 http://www.leychile.cl/Navegar?idNorma=27739&buscar=14511. Esta ley legitimaba la división territorial de las comunidades indígenas, desprotegiendo con ello a las tierras mapuches frente a las coyunturas económicas del mercado.
24 El texto íntegro del Pacto de Cautín, en Foerster y Montecino, op. cit., 1988, pp. 308-313.
25 Respectivamente en El Diario Austral, 17 al 22 de diciembre de 1969 y 17 al 20 de diciembre de 1970.
26 Samaniego Mesías, Augusto y Carlos Ruiz Rodríguez, Mentalidades y políticas wingka. Pueblo mapuche, entre golpe y golpe (de Ibáñez y a Pinochet), Madrid, CSIC, pp. 332-353.
27 Foerster y Montecino, op. cit., 1988, pp. 302-304 y Correa et al., op. cit., 2005, pp. 92-96.
28 El Diario Austral, 28 de julio de 1967, p. 7; 25 de marzo de 1968, p. 7; y 4 de junio de 1969, p. 8.
29 El Diario Austral, 27 de agosto de 1969, p. 11; 20 de febrero de 1970, p. 11; y 11 de julio de 1970, p. 1. El fundo Chihuahue ya vivió conflictos a inicios de la década (Foerster y Montecino, op. cit., 1988, p. 302).
30 El Diario Austral, 31 de diciembre de 1968, p. 10.
31 El Diario Austral, 14 de octubre de 1969, p. 7 y 15 de octubre de 1969, p. 8.
32 ARA, Intendencia de Cautín, vol. 319, "Telegrama nº 860", 19 de abril de 1970.
33 ARA, Intendencia de Cautín, vol. 319, "Telegrama nº 1260", 6 de junio de 1970.
34 Foerster y Montecino, op. cit., 1988, p. 13.
35 Ormeño Melet, Hugo y Jorge Osses Dañin, "Nueva legislación sobre indígenas en Chile", Cuadernos de la Realidad Nacional, nº 14, Santiago, 1972, pp. 23-24.
36 Por ejemplo, de las 1.434 demandas planteadas entre 1961 y 1971, solo en 352 casos se falló a favor de las comunidades, y de las 3.380 hectáreas que se vieron afectadas por estos fallos favorables, solo se restituyeron materialmente 1.362. Idem.
37 El Diario Austral, 20 de noviembre de 1967, p. 15.
38 Siguiendo la pauta de otros conflictos campesinos que señaló en su día Guha, Ranahit, "La prosa de la contrainsurgencia", en Ranahit Guha, Las voces de la historia y otros estudios subalternos, Barcelona, Crítica, 2002, pp. 43-93.
39 Bruna, op. cit., 1985, pp. 115-116; quien toma como fuente a Klein, op. cit., 1972.
40 Bruna, op. cit., 1985, pp. 132-133. En este caso, para el período que va de noviembre de 1970 a abril de 1972, otros autores plantean cifras similares (Marín, Juan Carlos, Las tomas (1970/72). II parte. Apéndice metodológico, Santiago, ICIRA, 1973, cuadro nº 1), señalando que en Cautín se produjeron 158 tomas, además de existir otros 34 casos donde el autor carece de información al respecto.
41 Archivo Regional de la Araucanía (ARA), Intendencia de Cautín, vol. 319, Telegrama nº 2743, 20 de diciembre de 1970; vol. 388, Telegrama nº 1845, 28 de julio de 1971; vol. 388, Telegrama nº 1863, 30 de julio de 1971; y vol. 397, Telegrama nº 224, 15 de mayo de 1972.
42 Robles Ortiz, Claudio, "Movilización rural y reforma agraria en Chile: huelgas y tomas en la provincia de Valdivia en el ‘verano caliente’ del ’71", en II Jornadas Interdisciplinarias de Investigaciones Regionales "Enfoques para la Historia", Mendoza, agosto 2011.
43 Véase supra.
44 José Bengoa se refiere a las tomas mapuches como la "chispa que prendió la pradera", en Bengoa, José, Historia de un conflicto. El Estado y los Mapuches en el siglo XX, Santiago, Planeta, 2002, p. 118.
45 Como sucedió, por ejemplo, en el fundo Tres Hijuelas, donde se hizo una corrida de cerco en agosto de 1970 (El Diario Austral, 12 de agosto de 1970, p. 1), que posteriormente se amplió a la totalidad del campo en noviembre del mismo año (El Diario Austral, 1 de diciembre de 1970, p. 1); o en el fundo Santa Ana, también en Lautaro, donde se corrió el cerco el mismo agosto (El Diario Austral, 27 de agosto de 1970, p. 1), ampliándose la ocupación a la totalidad del predio en febrero de 1971 (El Diario Austral, 9 de febrero de 1971, p. 1).
46 Por esta razón, en nuestro caso hemos generalizado y utilizamos "toma de fundo" para referirnos a todo tipo de ocupación ilegal de terreno.
47 Gómez, op. cit., 1985, p. 13.
48 Es la diferencia entre "mundo rural moderno" y "mundo rural tradicional". Ferrão, João, "Relações entre mundo rural e mundo urbano: evolução histórica, situação actual e pistas para o futuro", Eure, nº 78, Santiago, 2000, pp. 123-130.
49 Datos tomados de ARA, Intendencia de Cautín, vol. 344, "Informe del número de socios de los diversos sindicatos de trabajadores agrícolas, afiliados a la Federación «Presidente Frei»" e "Informe del número de socios de los diversos sindicatos de trabajadores agrícolas, afiliados a la Federación «Luis E. Recabarren»", 15 de septiembre de 1971.
50 Equipo Azkintuwe, "El diputado mapuche de la UP", AZ. 40 años del golpe militar, número especial, Santiago, 2013, pp. 6-11.
51 Steenland, op. cit., 1977.
52 Véase el mapa de los Títulos de Merced en Comisión de Verdad y Nuevo Trato, Informe de la Comisión Verdad Histórica y Nuevo Trato con los pueblos indígenas, Santiago, Comisionado Presidencial para Asuntos Indígenas, 2008, p. 363.
53 Por ejemplo, el caso de Carahue que estudia Mallon, op. cit., 2004, pp. 22 y 61-63.
54 Bengoa y Valenzuela, op. cit., 1983, p. 55.
55 Caniuqueo, Sergio, "Siglo XX en Gulumapu: de la fragmentación del Wallmapu a la unidad nacional mapuche, 1880 a 1978", en Marimán, Pablo et al., ¡¡Escucha, winka…!! Cuatro ensayos de historia nacional mapuche y un epílogo sobre el futuro, Santiago, LOM, 2006, p. 190.
56 Inostroza Córdova, Iván, "El concepto de propiedad de la tierra en la tradición mapuche", Educación y Humanidades, nº 2, Temuco, 2011, pp. 101-133.
57 El Diario Austral, 29 de julio de 1971, p. 1.
58 El Diario Austral, 5 de febrero de 1971, pp. 1 y 5; 22 de junio de 1971, p. 7; y ARA, Intendencia de Cautín, vol. 388, Telegrama nº 1822, 23 de julio de 1971; y vol. 397, Telegramas nº 235 y nº 252, 10 y 31 de julio de 1972.
59 Tal como señaló el propio Jacques Chonchol, en Mallon, op. cit., 2004, pp. 85-86.
60 ARA, Intendencia de Cautín, vol. 272, "Informe nº 1. Confidencial. Informe sobre situación creada por litigios de tierras de comunidades indígenas y tomas de fundos", 6 de diciembre de 1970.
61 También hubo conflictos similares en Valdivia. Véase Le Bonniec, op. cit., 2013, p. 34.
62 ARA, Intendencia de Cautín, vol. 304, "Informe sobre la situación existente en el fundo «Quepe» de propiedad del diputado Jorge Lavandero y actualmente tomado por mapuches colindantes", 24 de diciembre de 1970.
63 Steenland, op. cit., 1977.
64 Mallon, op. cit., 2004.
65 Filial campesino-indígena del maoísta Partido Comunista Revolucionario.
66 Recogido en Carter, op. cit., 2013, pp. 84-85.
67 Mallon, op. cit., 2004, p. 116.
68 Bascuñán Añover, Óscar, Campesinos rebeldes. Las luchas del campesinado entre la modernización y la globalización, Madrid, Catarata, 2009, p. 38. Los indígenas, por su parte, en esos años no hablaban de revolución, sino "de desarrollo, de construcción de caminos, escuelas, de integración a la sociedad global", Bengoa, José, La emergencia indígena en América Latina, Santiago, FCE, 2007, p. 145.
69 ARA, Intendencia de Cautín, vol. 387, "Boletín nº 14. Ocupación de tres predios en zona Chol-Chol", 14 de febrero de 1971.
70 El Diario Austral, 1 de agosto de 1971, p. 8. También impulsó tomas en los fundos La Bastilla (El Diario Austral, 15 de julio de 1972, p. 12) y Santa Julia (El Diario Austral, 18 de octubre de 1972, p. 9).
71 Goicovic Donoso, Igor, "Consideraciones teóricas sobre la violencia social en Chile (1850-1930)", Última Década, nº 21, Valparaíso, 2004, pp. 121-145.
72 Ya cuestionado por Saavedra, Alejandro, La cuestión mapuche, Santiago, ICIRA, 1971, p. 176.
73 Pécout, Gilles, "Cómo se escribe la historia de la politización rural. Reflexiones a partir del estudio de campo francés en el siglo XIX", Historia Social, nº 29, Valencia, 1997, pp. 89-106.
74 Tarrow, op. cit., 1997, pp. 98-105.
75 Railaf, Rafael, A desalambrar. Historias de mapuches y chilenos en la lucha por la tierra, Santiago, Ayun, 2010., p. 58. Otros testimonios similares recogidos en Bengoa, op. cit., 2002, pp. 117-118; Mallon, op. cit., 2004, pp. 105-106; o Carter, op. cit., 2013, p. 148.
76 Llanos Reyes, Claudio, "1971-1972: sublevación en el campo. Poder popular por decreto versus poder popular por las bases", Cuadernos de Historia, nº 30, Santiago, 2009, pp. 69-88.
77 El Diario Austral, 20 de julio de 1971, p. 7.
78 El Diario Austral, 13 de abril de 1972, p. 1.
79 Manifestación que terminó con incidentes violentos. El Diario Austral, 17 de mayo de 1972, pp. 1 y 6.
80 Como reflejan la publicación de titulares alarmistas como "La sombra del Che aplasta Cautín" (El Diario Austral, 7 de marzo de 1971, p. 1); o "Mapuches querrían recuperar 700 hectáreas en poder de colonos para crear una «Sierra Maestra»" (El Diario Austral, 12 de agosto de 1972, p. 1).
81 Un estudio más amplio sobre los propietarios de Cautín en Carter, op. cit., 2013, pp. 127-164.
82 El Diario Austral, 26 de marzo de 1971, p. 1.
83 El Diario Austral, 2 de septiembre de 1969, p. 1.
84 El Diario Austral, 18 de abril de 1971, p. 8 y 20 de abril de 1971, p. 1.
85 El Diario Austral, 22 de mayo de 1971, p. 10.
86 El Diario Austral, 24 de octubre de 1971, p. 8.
87 El Diario Austral, 23 de noviembre de 1971, pp. 1 y 7.
88 Un enfrentamiento entre ocupantes y pequeños propietarios por la obstrucción de un camino que terminó con un herido por contusiones graves (El Diario Austral, 9 de mayo de 1971, p. 8); y una agresión de ocupantes al marido de la dueña del fundo Los Notros, que se saldó con una lesión de arma blanca (El Diario Austral, 27 de diciembre de 1972, p. 9).
89 Tarrow, op. cit., 1997, pp. 184-187.
90 Correa et al., op. cit., 2005, pp. 171-176.
91 ARA, Intendencia de Cautín, vol. 356, Oficio nº 657. "Tomas ilegales de fundos en la zona de Toltén", 20 de abril de 1971. También se hace referencia a este tipo de patrullas en la zona de Carahue en Mallon, op. cit., 2004, pp. 100-101.
92 El Diario Austral, 3 de abril de 1973, p. 7.
93 Norman Gall, "The Agrarian Revolt in Cautín. Part I: Chile`s Mapuches", Fieldstaff Reports. West Coast South America Series, 19/4, Washington, ICWA, 1972.
94 El Diario Austral, 25 de diciembre de 1970, p. 5.
95 El Diario Austral, 17 de mayo de 1972, p. 1.
96 Respectivamente en ARA, Intendencia de Cautín, vol. 387, Telegrama nº 242, 31 de enero de 1971 y El Diario Austral, 4 de febrero de 1972, pp. 1 y 7.
97 León, Leonardo, La violencia mestiza y el mito de la pacificación, 1880-1900, Santiago, Arcis, 2005.
98 Sobre los allanamientos de Carahue y Saavedra, véase Mallon, op. cit., 2004, pp. 133-142.

 


Recibido: enero 2015
Aceptado: abril 2015

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