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El Mercurio hace 100 años

sábado, 24 de febrero de 2018


Opinión
El Mercurio




Una epidemia veraniega en la capital

Intenso dolor abdominal, fiebre alta y diarrea. Estos eran algunos síntomas que presentaban muchos pacientes que llegaban a los hospitales de Santiago en febrero de 1918. ¿El diagnóstico? Tifus. Según se comentaba en "El Mercurio", eran tantos los casos registrados, que "constituía una verdadera amenaza para la ciudad". Incluso se creía que una vez que los veraneantes regresaran, podría desencadenarse una epidemia.

Cabe destacar que si bien en los medios de la época se hablaba de "tifus", la patología a la que se referían era fiebre tifoidea, infección producida a través del consumo de alimentos contaminados por Salmonella typhi . Enfermedad, por cierto, muy común en el verano. El tifus, en tanto, se contagia por la picadura de piojos (europeo) o pulgas (tropical). De hecho, a fines de 1918 había una gran epidemia de este mal en Chile y comenzaron a diferenciarse ambas afecciones. //

En el diario se leía que los capitalinos se sentían atemorizados y existía incertidumbre sobre las causas de la enfermedad. Algunos consideraban que el origen se debía al agua, que no sería lo suficientemente pura para beberla, lo que era desmentido por los médicos: "Los exámenes comprueban que es higiénica".

De esta opinión era el doctor Ramón Corbalán Melgarejo, presidente del Consejo Superior de Higiene Pública (en la imagen), quien aseguraba que el origen de esta infección provenía de las hortalizas que consumían los capitalinos: "Por lo general, las verduras son de las chacras que hay en los alrededores de la capital, las cuales son regadas con aguas sobrantes que después de haberse utilizado en la ciudad, van a servir -sin depuración alguna- de regadío. De modo que contienen diversos microbios de distintas enfermedades ".

Añadía que existía una propuesta de aprovechar esas aguas servidas y purificarlas, pero aún nada se había concretado.

"En presencia de esta nueva epidemia, se deja sentir una vez más la necesidad de tener disposiciones sanitarias que permitan combatir las enfermedades que van diezmando la población. El gobierno debería interesarse por el despacho del Código Sanitario, cuya aprobación por el Senado es solo cuestión de buena voluntad", enfatizaba .

Corbalán, quien además era diputado, aludía al proyecto legislativo que venía impulsando desde 1909 y que, finalmente, fue publicado el 22 de junio de 1918. De ahí que se lo considera como uno de los grandes salubristas chilenos. El primer centro asistencial construido por la Caja del Seguro Obrero lleva su nombre.

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