Universidad de Chile

 

 

Sor Dolores Peña y Lillo: un esbozo filológico

 

Raïssa Kordic Riquelme
Universidad de Chile


El estudio filológico de un testimonio de época americano debe, explícita y concientemente, omitir todo análisis hermenéutico y centrarse únicamente en el establecimiento crítico del texto desde el punto de vista idiomático -como producción lingüística formal y referencial de un autor y de una época-, intentando realizar una reconstrucción que se apegue, con máxima fidelidad, al estado original de la obra: sólo ello permite que las múltiples lecturas interpretativas, que realicen otras disciplinas humanísticas, se sustenten en los pilares de un texto y de un discurso incuestionablemente fidedignos.

Si bien la investigación filológica aquí referida está sólo en su etapa inicial, expondremos a continuación algunos de los aspectos involucrados en ella.

El corpus de cartas confesionales autógrafas (es decir, de puño y letra) de sor Josefa de los Dolores Peña y Lillo -escrito entre los años 1764 y 1769 y destinadas a su confesor, el sacerdote jesuita Manuel Álvares- está conformado por alrededor de un centenar de epístolas, escritas en menuda letra itálica, desarrolladas en cuadernillos de entre cuatro y ocho hojas; estos documentos se encuentran celosamente depositados en el convento de clausura al que perteneció nuestra religiosa.

Sor Dolores desarrolla un discurso caracterizado por una sorprendente reflexividad, expresada en un español de mucha riqueza de recursos estéticos, poéticos, que le permiten explicitar con claridad su pensamiento y la intensidad de sus experiencias, matizando en ocasiones con la espontaneidad y frescura de los recursos coloquiales. Sus cartas constituyen, sin duda, una fuente inestimable, también, para la Lingüística Histórica; estamos ante el tipo de escriba ideal para esta disciplina: sin formación escritural metódica e incapaz, por tanto, de ocultar de manera sistemática las características articulatorias de su oralidad. Cabe recordar aquí que un testimonio manuscrito no es nunca una representación inmediata de la oralidad, sino que hay que saber dilucidarlo, orgánicamente, a la luz de la virtual totalidad de la producción grafemática del autor y de las características lingüísticas de su época.

Apreciemos, a continuación, algunos párrafos de nuestra autora (transcritos con aplicación de las normas de edición de la colección Biblioteca Antigua Chilena, BACh):

"Estando mirando al cielo y sus planetas, y admirando su hermosura, luego fue arrebatada mi alma a contemplar en la hermosura del Criador de todo lo hermoso; y que, si tan hermoso era lo que persebían nuestros sentidos, qué hermosura habría en lo que no podíamos penetrar, ver ni imaginar que era Dios. Empesé a querer investigar su hermosura increada y divina, por notisias y comparasiones; mas no pude alcansar notisia alguna, porque no pude adquirir símil ni comparasión que me cuadrase ni que fuese conforme con lo que se me traslusía; hasta que en este sosiego amoroso me quedé absorta y pasmada, conosiendo el todo de su hermosura en no conoser nada: aquí me quedé en una atensión amorosa y sosiego, en pas todas mis potensias, mi alma y corasón parese que volaban con fogosas ansias a conoserle, allá aonde todo es lus y claridad; gosaba a este tiempo de amor tan exsesivo, que todos mis sentidos y potensias se abrasaban en fuego tan suave y amoroso, que sin consumirme me sentía quemar y rodear de llamas; esto me fue disponiendo para íntima unión con su Majestad, que parese éramos una misma sustansia, sin haber cosa que nos separase de entre cí. Allí conosí su hermosura sin comparasión, término ni medida, que tenía para repartir a todo lo visible e invisible, sin que hubiese mengua en la que poseía; mi admirasión y pasmo fue sobremanera, no sabía cómo admirar, engrandeser, alabar y venerar: la hermosura, soberanía y grandesa de Dios convocaba a todo lo criado, visible y envisible, todos los sielos y tierra, almas del purgatorio y aun a todos los demonios y almas condenadas, que viniesen todos postrados a adora[r], a bendesir y a reverensiar hermosura tal [ ... ]".

El siglo XVIII es el siglo de la instauración de la Real Academia de la Lengua: una península atiborrada de dialectos y una multiplicidad de territorios coloniales americanos distantes requerían para su unificación y conservación de una homogeneidad lingüística básica. Ya en el siglo anterior al de nuestra autora (XVII) termina de asentarse una lengua española estándar, un modelo idiomático relatinizado por los escritores renacentistas del siglo de oro español: la escritura de Dolores nos demuestra su conocimiento de ese modelo ya imperante, pero también la vigencia en el habla de usos tradicionales americanos -de procedencia medieval- considerados ya arcaicos y vulgares en España:

  • consonantes: si bien están mayoritariamente restituidos los grupos consonánticos cultos, los encontramos a veces sonorizados, trocados por similares sonoros o francamente simplificados en nuestra autora: agtivo, agsiones, egseso, obtubre, elebsión, exatamente, asurdo, imuto. El caso de osbtante nos evidencia, tal como en tantos otros testimonios chilenos de época en que lo hemos observado, la omisión de grupos cultos en el uso coloquial, pero la conciencia del deber utilizarlos: se sabe que debe estar presente la grafía y se la incluye, pero se yerra en la distribución de ésta.
  • vocales: no obstante aparece en su escritura estabilizada la mayor parte de las vocales protónicas, son muy significativos ejemplos de reiterada aparición como: perfisionar, resebir, disvarío, etc.-.

 

Otros fenómenos:

Nuestro voseo chileno, por ejemplo, lo encontramos encubierto en una composición poética de Sor Dolores, denominada Diálogo entre el alma y nuestro Señor; el uso del voseo ceremonial formal permite la intromisión azarosa del voseo popular:

"Para seguir yo tus pasos
dadme tu mano, Alma mía,
porque si un punto me dejas,
me contemplo sumergida.

Venid a mí los cansados
que trabajáis noche y día,
que en mí hallaréis consuelo
pas, quietud, goso y alegría.

Como a la mujer adúltera,
así quiero me resibas
y como a la samaritana
me franquís agua de vida".

Ese franquís, muy seguramente con aspiración de –s (final de sílaba), omitida con frecuencia en la escritura de Sor Dolores, manifestación incuestionable de la presencia de ese rasgo articulatorio.

Algún otro rasgo, también característico del español meridional, es la omisión frecuente de la -d- intervocálica y final: recao, aonde, cansao, majestá, etc.

Ocurren algunos usos léxicos que estimamos ameritan ser comentados (cito los correspondientes párrafos):

  • "Siento que me despresien; deseo ser preferida en todo lo que toca a alabansa, y cuando no es a mi intento lo que se me dise, yase mi corasón, está inquieto y sobresaltado, quisiera que mis pareseres fuesen aprobados, aplaudidos; en fin, en todo quisiera superitar".

(superitar, 'superar, sobrepujar, aventajar'. No está en los registros léxicos principales hispánicos y americanos, como Academia, Corominas, etc.; sólo Malaret lo recoge, y como uso centroamericano).

  • "Al irme a sentar a la labor susedió que una puerta me cogió una mano y me la lastimó, de modo que me ha dejado la mano isquierda inhábil del todo, aún de pitar polvillo no es capás".

(pitar, con el valor sémico de 'fumar' está testimoniado desde comienzos de s. XVI en lengua española (Corominas), reconocido en Chile como uso actual por Morales Pettorino, y como uso de época y muy tradicional, en las expresiones pitar tabaco y pitar polvillo en Febrés (contemporáneo de Dolores) y en Román (Diccionario de chilenismos 1913-16); por otra parte, el polvillo es la parte menuda, fina, molida del tabaco que queda en el fondo de la petaca. La referencia es, entonces, muy clara: no puede hacer con su mano un esfuerzo tan mínimo como tomar entre los dedos un cigarro para fumar).

A propósito del uso de pitar con valor de 'fumar' en Chile, vale la pena leerles unas curiosas líneas del Diccionario de Román que corrobora el marcado carácter de uso vulgar establecido para este verbo en Chile; tan marcado estilísticamente es su uso, que lo conmociona -casi escandaliza- encontrarlo en unos versos costumbristas, lúdicos, de don Andrés Bello. Citamos a Román:

"pitar, n. y a. Fumar. Ni Bello, con ser quien era, se desdeñó de usarlo en esta acepción, y, lo que es más, en verso:

No le puedo tragar: es un bendito,
que come, bebe, pita, el mate empuña,
que sorbe y charla, y no le importa un pito
que la señora de la casa gruña.
( ... )

Mas ahora es forzoso que se trate
de don Gregorio, que discurre y pita,
pita y discurre, y luego pide un mate ...
despierta, pita, sorbe....
(El proscrito).

Los poetas de hoy día no se atreverían a tanto en una poesía seria.". (Román, ibid., p. 327).

Veamos algún otro uso léxico llamativo en Sor Dolores:

  • "El padre presiste [por persiste: metátesis tradicional por confusión de prefijos parónimos] en que me prosiguiesen curando, y me desía para convenserme a ello que me prometía, si quedaba buena de mis enfermedades, darme muchas lisensias para haser penitensia, si le obedesía en dejarme curar; esto era sin que yo las pidiese, pues yo no le hablo más que confesarme; yo, luego que tuve el ‘fiad’ de la madre, que fue para este día, me fui a la comunidad".

(fiad está por fiat (lt.), 'hágase': es la autorización, el beneplácito de la autoridad eclesial, equivalente en la Iglesia al actual placet. Dolores vulgariza, hispaniza la forma latina, sonorizando -t, pues para un hispanohablante una consonante oclusiva, áfona, en posición implosiva, resulta extraña, de difícil articulación.

Debemos tener presente que de ello no podemos deducir que Sor Dolores no hubiese tenido estudios de lengua latina; recordemos que este mismo fenómeno de hispanización lo hallamos sistemáticamente en documentos escribaniles chilenos, y que incluso un autor colonial como Francisco Núñez de Pineda, con extensos estudios de lengua latina entre los jesuitas y conocimiento acabado de la patrística medieval, hispaniza con gran frecuencia las citas latinas que hace en su Cautiverio.

La Filología americana considera secundariamente, en el proceso de dilucidar el marco referencial de los testimonios, los aspectos literarios o históricos, eso, en comparación a lo que hace la Filología europea, ya que nuestros textos presentan, característicamente, otro tipo de exigencias: no contamos con ediciones críticas anteriores de las mismas obras, que pudieran facilitar u orientar nuestro trabajo: toda edición es faena pionera. Resulta perentorio superar el escollo paleográfico y grafemático con máxima precisión: prácticamente no existen obras coloniales chilenas, impresas en la época. Debemos dar cuenta de múltiples fenómenos idiomáticos inesperados: sintácticos, morfológicos, léxico-semánticos; fenómenos propios del español americano, ese español que sigue siendo considerado hasta hoy como un "ilustre desconocido".

 

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