Niños cambiados en el Hospital de Talca ya saben toda la verdad

Diez años han pasado desde que los recién nacidos Cristian y Benjamín fueron entregados, erróneamente, a sus madres en la maternidad del hospital de Talca.

Hoy día ambos menores conocen la verdad de lo sucedido y, según sus padres, los niños tomaron el asunto como "algo anecdótico que no ha cambiado en nada la buena relación que existe entre ambas familias".

Los peques se ven una o dos veces al mes y sus familias se reúnen para celebrar cada cumpleaños, Navidad, Año Nuevo y Fiestas Patrias, manteniendo el férreo  vínculo que se prometieron el día en que, con el dolor de sus corazones, tuvieron que devolver a los niños que habían criado y amado como hijos propios por más de un año.

Es que un día antes de la entrega de los niños a sus padres biológicos, estos firmaron un documento de 3 páginas, redactado por los abogados de ambas familias, en el que se reconocían facultades especiales de los papás en relación a los niños,  en cuanto a visitas sin limitación de tiempo para compartir en estas celebraciones.

También se comprometieron a velar por una buena educación y salud de ambos pitufitos, manteniendo en todo momento informada a la otra familia del estado de los pequeños.

Finalmente, el documento señala que "si en el futuro nuestras relaciones se vieran afectadas, nos comprometemos a buscar formas de diálogo y mediación que permita superarlas. Todo ello por amor a nuestros hijos".

Y así ha sido hasta hoy. Juan Francisco Garrido, el padre de Benjamín, quien vive en Talca y nos pidió no mostrar fotos actuales de los niños para proteger su identidad, contó a La Cuarta que "tratamos de ir a Pelarco una o dos veces al mes a ver a nuestro hijo, y si pasa mucho tiempo, Benjamín nos pregunta cuándo vamos a ir a ver a su hermanito".

Cumpleaños

El padre ratifica que para los cumpleaños de los peques siempre hacen una once familiar en Pelarco, lo mismo ocurre el 25 de diciembre, el 1 de enero y para Fiestas Patrias.

Los niños han mantenido contacto siempre y hace ya dos años, los taitas de Pelarco decidieron contarle la verdad a Cristian.

"Al principio notamos que el niño nos miraba extrañado, pero al rato  todo volvió a ser como antes", recuerda Juan Francisco, quien esperó a que su hijo biológico estuviera más grande para contarle lo sucedido.

"Hace siete meses, Benjamín nos preguntó y nosotros le contamos que ambos son hermanos de leche, debido a un error, pero que gracias a eso ahora él tenía a Cristian como hermano. El me escuchó atento, le hicimos ver que es algo anecdótico, nada más, luego sin hacer más preguntas se dio vuelta y siguió jugando".

"Ellos se quieren mucho, como hermanos, y para  mí, Cristian sigue siendo como un hijo. La verdad es que es mi hijo, que está un poco lejos, pero que pronto estará en Talca, en nuestra casa, porque ahora él está en cuarto básico, en una escuela de Pelarco, pero yo espero que cuando entre a enseñanza media, venga a vivir con nosotros", agrega Juan Francisco.

El hombre hizo hincapié en el tema de los estudios y señala que "mi sueño es que mis cuatro hijos (los tres biológicos y Cristian de Pelarco) puedan estudiar en la universidad. Mi hijo mayor ya está en segundo año y espero que todos tengan las mismas oportunidades".

El origen del error

Tras el nacimiento de ambos niños, la madrugada del 14 de septiembre del 2005, la  paramédico de turno tomó al pequeño Cristian, hijo de Lucy Soto, y se lo entregó erróneamente  a Cecilia Castro, quien había dado a luz a Benjamín, casi a la misma hora.

Cecilia no pudo percatarse del error, por lo que días más tarde se fue a su hogar, en Talca, cuidó, amamantó y, junto a su familia, le entregaron todo su amor al bebé que creían su regalón.

Lucy Soto, en cambio, sospechó que algo no andaba bien y le reclamó a la paramédico, pero ésta le aseguró que el recién nacido sí era carne de su carne, pues la ficha médica que estaba junto al bebé así lo indicaba.

Llena de  incertidumbre, la mujer regresó a su casa en Pelarco, donde el nene recibió todo el cariño de su padre y hermanos. Ella insistía en que el bebé que estaba criando no era suyo y cuando no pudo más con la angustia, acudió al consultorio de su localidad para pedir ayuda.

En entrevista con el jefe del Servicio de Obstetricia, el médico le pidió a la mujer que sometiera al niño a un examen de sangre y como éste coincidió con el RH del padre, le aseguró que no debía preocuparse, pues el pitufito era su hijo.

Pero Lucy no se quedó tranquila y siguió buscando ayuda, hasta que fue la propia jefaza del hospital de Talca quien tomó cartas en el asunto. Con lágrimas en los ojos, la entonces directora Ximena Bizama llegó a la casa de la familia de Talca para explicarles lo sucedido y pedirles que se sometieran a un examen de ADN. Aunque los Garrido Castro no podían creer lo sucedido y mantuvieron hasta el último minuto su certeza de que el infante que habían criado sí era su hijo, los exámenes de ADN confirmaron el grave error.

Si bien los resultados eran los esperados por Lucy Soto, quien se tomó el asunto con relativa tranquilidad y esperaba ansiosa el día en que pudiera recuperar a su hijo biológico, dichos chequeos provocaron una verdadera tragedia en la familia Garrido Castro.

Cecilia declaró numerosas veces a la prensa  que ella estaba dispuesta a criar a los dos niños como hijos propios, pero pedía que no le quitaran al guagüito que ella había amado y criado por casi un calendario.

Cuando los chiquititos ya tenían un año y tres meses, ambas familias, apoyadas por psicólogos y abogados, decidieron entregarlos a sus padres biológicos. Fue una tarde difícil para todos. El niño que se fue a Pelarco lloró un poco y comenzó a acostumbrarse a su nueva familia.

El que se quedó con la familia de Talca, en cambio, lloró casi toda la noche y le costó un poco más habituarse a su nuevo hogar.

El tema remeció a todo el país y, por supuesto, dio pie a sumarios administrativos, demandas por indemnización y una investigación criminal que no dejó conformes a los padres afectados por el error.

Director: "No hay estigmatización del hospital de Talca hoy"

Cuando estalló el caso de las guaguas cambiadas, el hospital de Talca ya se había hecho tristemente famoso por la muerte, en enero de 2001, de cinco bebés prematuros, a los que se les suministró alimentación parenteral contaminada en la unidad de Neonatología.

Con el error de los bebés cambiados, el nombre del hospital regional quedó por los suelos y la desconfianza reinó entre los usuarios. Prontamente, se implementó un sistema de identificación con brazaletes irrompibles para evitar nuevas pifias y recuperar la confianza de la ciudadanía.

El actual dire del  hospital regional de Talca, el doc Alfredo Donoso, señala que "ya no existe tal estigmatización del hospital de Talca. Tal vez quedó como tema para los cómicos que buscan sacar risas fáciles en la gente, pero lo cierto es que hoy la gente le tiene bastante confianza al hospital y ya nadie entra con miedo a que se puedan cambiar guaguas, nuevamente".

Agrega que "si llegara a haber un error en la entrega de recién nacidos a sus madres, el hecho sería detectado inmediatamente, porque tenemos métodos dentro del protocolo para tomar las medidas exactas y a tiempo".

Sólo uno de los tres funcionarios fue declarado culpable

La paramédico Ana Méndez, quien entregó los recién nacidos erróneamente a sus madres, fue condenada por el delito de sustitución de un niño por otro.

En cuanto al jefe del servicio de Obstetricia, doc Juan Henríquez  Leiva, y a la jefa de matronas, Patricia Quiñones, fueron acusados como encubridores de la sustitución de un niño por otro, y como autores del delito de falsificación de instrumento público. El tribunal dio por acreditados los hechos, pero  absolvió a los dos profesionales, señalando que el actuar de ambos  fue "negligente y ligero", pero  no lo consideró un delito.

En la oportunidad, el fallo fue calificado por los padres como "injusto y contradictorio". Juan Francisco Garrido señaló que  "siento que se cortó el hilo por lo más delgado, ya que tanto el dr. Leiva como la matrona Quiñones actuaron de mala fe, faltaron a la verdad, ocultaron información y engañaron causando un dolor muy grande a nuestras familias, dado que ellos teniendo las herramientas y conocimientos necesarios, pudieron haber aclarado el intercambio mucho antes, sin embargo hicieron todo lo posible para ocultar el intercambio y protegerse entre ellos".

En el ámbito civil, el Servicio de Salud del Maule fue condenado a  pagar una indemnización de 60 millones de pesos a cada uno de los cuatro integrantes de la familia de Talca, compuesta por el padre, la madre, el hijo mayor y el pequeño Benjamín. Para la madre, Cecilia Castro,  los 240 millones de pesos no repararon el daño causado, en especial porque lo que su familia esperaba era que todos los funcionarios del hospital de Talca involucrados en la causa criminal fueran condenados.

"Estoy más tranquila, es verdad, pero no puedo decir que estamos felices ni satisfechos con la justicia, porque lo que nosotros pretendíamos era que se condenara a los culpables, y aunque fue un hecho que ocurrió a vista de todos, finalmente la justicia no hizo nada en términos penales, salvo cortar el hilo por lo más delgado".

La familia de Pelarco, en tanto, prefirió llegar a un acuerdo extrajudicial con el Servicio de Salud del Maule y recibió 40 millones de pesos por los perjuicios.

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