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Crónicas
Descripcion Histórico Geografía del Reino de Chile por don Vicente Carvallo Goyeneche, precedida de una biógrafa del autor por don Miguel L. Amunátegui.
 
Primera parte. Que contiene el descubrimiento i conquista del Reino de Chile: el establecimiento de su Gobierno secular i eclesiástico: un compendio de la historia de sus Gobernadores: i una breve noticia de sus Obispos.
 
Tomo I

Capítulo XCI. Gobierno del Maestro de Campo don Alonso Garcia Ramon - El Virrei de Lima comisiona al P. Luis de Valdivia de la Compañia de Jesus, para que informe sobre las causas de la duracion de la guerra de Chile.

El virrei del Perú, marques de Salinas, estrechado de su obligacion, o como quieren otros, irritado por los contínuos recursos del Gobernador Alonso de Rivera, concebidos sin aquella suavidad i rendimiento que exije la soberanía de los virreyes, i sí con algun ardimiento que suele dimanar del celo por el real servicio, dió parte al rei de su impremeditado matrimonio. A consecuencia de este aviso decretó el soberano su separacion del gobierno i por su real cédula de 7 de enero de 1604, dispuso su majestad vuelva al reino de Chile don Alonso de Sotomayor, i que lleve de maestre de campo a don Alonso García Ramon. El caballero Sotomayor concibió no convenirle volver a Chile, i lo avisó al virrei, que a la razon lo era don Gaspar de Zúñiga i Acebedo, conde de Monte-rei, i elijió al espresado García Ramon.

No le despachó el conde con las manos vicias, le dió doscientos hombres, muchas armas i municiones para hacer la guerra a los indios. Con estas prevenciones se embarcó en el puerto del Callao, i arribó al de la Concepcion, (marzo 21 de 1605), donde fué recibido con el aplauso que merecian sus bellas circunstancias, acreditadas en los diez años que sirvió en aquel reino.

Poco dias despues de su salida del Callao, arribaron a aquel puerto 250 españoles, conducidos del reino de Méjico por el capitan Villarroel, i el virrei les hizo trasbordar, i sin que pusiesen el pie en tierra, les mandó navegar al de la Concepcion, donde desembarcaron en abril de 1605. En el mismo año a 5 de noviembre llegaron a Chile por Buenos Aires los mil españoles, que pidió su antecesor Alonso Rivera, al cargo de diez capitanes conducidos por un comandante Antonio de Mosquera. Poco despues de esto recibió otros 60 o con su capitan Francisco Rodriguez del Manzano i Ovalle (158). Luego le llegaron otros 150 a las órdenes de Pedro Martinez de Zavala. Al mismo tiempo aumentó el rei la asignacion del situado con 140,000 ducados, librados contra las arcas reales del Perú por real cédula dada en Gumiel a 4 de setiembre de 1604. De modo que tuvo en el ejército mas de tres mil soldados bien pagados i disciplinados, i jamas en aquellos tiempos se vieron en Chile fuerzas tan superiores. El gobernador era gran soldado, i tenia acreditados sus talentos militares en Flandes i en Chile. El virrei i el público se prometian la sujecion de los indios, i el rei estuvo persuadido de lo mismo. En cédula de 5 de noviembre de 1606 esplica su majestad la persuacion en que estaba diciéndole, que no desempeñaría la confianza que del hacía con ménos que concluir la guerra. Pero, los araucanos sin mas armas i sin otros aprestos de guerra que una lanza, desvanecieron toda aquella fuerza, i supieron hacer inútiles los esfuerzos del poder, conducidos de tierras tan distantes, como España, Méjico i el Perú. Ello es así, que todos estos ruidosos preparativos de nada mas sirvieron que de desairar las armas españolas, i poner mas soberbios a los araucanos.

Al momento que el caballero García Ramon tomó las riendas del gobierno, empezó a poner buen orden en los negocios políticos i económicos. Comisionó al licenciado Luis del Peso la visita jeneral de los distritos de las ciudades de Santiago i la Serena. El mismo encargo dió a Alonso de Córdoba para la ciudad de Mendoza i provincia de Cuyo. Nombró por su teniente al licenciado Fernando Talaverano Gallegos, teniente jeneral del reino, para que en su ausencia gobernase la ciudad de Santiago i su distrito. A consecuencia de real órden, dispuso que en 1.° de octubre de aquel año saliesen de la capital los vecinos de las ciudades Concepcion, Santa Cruz de Coya, Arauco, Cañete, Infantes, Imperial, Villa-rica, Valdivia i Osorno, i se condujesen a la primera, para volverlas a poblar.

En el centro del invierno pasó a la capital i fomentó la fábrica de paños de Melipilla, que corría bajo la direcion de Pedro Guajardo Estableció la de jarcia en Quillota, i pidió al rei que a beneficio de estos útiles establecimientos, adjudicase la encomienda de indios que en el valle de Aconcagua redituaba mil pesos anuales para don Alonso de Sotomayor. Aumentó la torada establecida por su antecesor en la estancia de Catentao. I ultimamente informó a su majestad sobre el mérito de los oficiales de Chile, i pidió les proporcionase la real piedad algun premio.

Todo le fué aprobado por dos reales cédulas: la 1° dada en San Lorenzo a 12, de setiembre de 1607, i despachada la 2.a en Balsain a 5 del mismo en 1600, i en ellas ordenó su majestad que al simple soldado se asistiese mensualmente con 8 pesos 6 reales: que los comestibles se les diesen de cuenta de su real erario por la cuarta parte ménos del precio corriente: i que la ropa conducida del Perú por cuenta del situado, se les cargare a costo, i sin grabarles con derecho alguno real, ni arbitrario, por mas que lo autorizase la costumbre. Dispuso tambien su real piedad que al capitán reformado, se le diese un sueldo de 80 pesos, a los subalternos de 40, i de 25 a los sarjentos; i que anualmente pasasen al Perú 12 beneméritos a ser premiados en los gobiernos i correjimientos del distrito de aquel virreinato, para estimular a los oficiales de Chile a servir con esmero i aplicacion poniéndoles el premio a la vista.

Al mismo tiempo nada conforme el rei con la duracion de aquella guerra, pasó órden al conde de Monterey, para que le espusiese los motivos en que tenian su principio i oríjen las repetidas conspiraciones de los indios; i que pusiese los medios conducentes a terminar la guerra, i que fuesen capaces de establecer una tranquilidad duradera. El virrei para satisfacer con fundamento las reales piadosas intenciones del Soberano, arbitró que pasase a Chile el padre Valdivia, de la Compañía de Jesus, fundador que habia sido del primer colejio, que los de la espresada relijion tuvieron en aquel reino, para que sijilosamente adquiriese puntuales noticias sobre negocio tan interesante al rei i al Estado. Despachada su reverendísima con los poderes necesarios, se embarcó en el Callao con el Gobernador i arribaron felizmente al huerto de su destino, como queda dicho.

Mientras el Gobernador hacia la guerra a los rebeldes, el padre Luis corría por todas las parcialidades de los indios subordinados, no inquiriendo las causales de la permanencia de la guerra, que éstas son fáciles de penetrar a los que tengan mediano conocimiento del carácter de aquellos nacionales, sino a ver modo de enviar mensajes a los de guerra para atraerlos a la paz. No tuvieron efecto sus embajadas, i despues de haber empleado mucho celo en el círculo que hizo su reverendísima por todo aquel pais, regresó a la ciudad de Lima. Propuso al virrei un sistema, que la experiencia manifestó ser diametralmente opuesto a las conveniencias del Estado. Oyó el virrei al padre Luis, i conferenciando el negocio en junta de real acuerdo, determinó S E. que el mismo padre Luis se trasladase a la corte a esponer i fundar sus informes i sistema: i despachado con todos los recados necesarios, se puso en viaje por la ruta de Panamá.

Arribó con felicidad a uno de los puertos de esta penísula, i sin dilacion vino a la Corte, i puso en la, real consideracion: que tanto el ardor con que se hacia la guerra a los indios de Chile, como la que fomentaba el Gobernador de unas parcialidades contra otras, era la principal causa de su duracion, i que no contribuia ménos a su permanencia el mal trato que daban a los indios de encomienda los españoles que las tenian. Persuadió tambien a la Corte que de la guerra sacaban grandes intereses los gobernadores, maestre de campos i demas oficiales del ejército. Consistían estos, decia el padre Luis, en los despojos de los enemigos(159) i en los prisioneros a, quienes hacian esclavos. Esta es la causa, repetia, que mueve a los jefes de Chile, para suponer comspiraciones i hacerles injustamente la guerra. I finalmente espuso que los indios jamas tomaron armas contra el estado, que no fuese por sacudir el yugo de la tiranía; pero padeció engaño su Rma.

Avanzó mas el P. Luis i ofreció al Soberano, que costeando Su Majestad cada seis años el trasporte de los jesuitas que fuesen necesarios para las casas de conversion, que su Rma estableceria, i ordenando que cesase la guerra ofensiva contra los indios, manteniéndose el ejército de Chile en la defensiva, sirviéndo de frontera, barrera i línea divisoria las corrientes del Biobio con absoluta prohibicion a los españoles de pasar a la parte meridional del expresado rio, daría conquistado todo el pais sin el formidable estruendo de las armas, i sin el consumo del real erario, que traen consigo los indispensables gastos de la guerra. No conoció el P. Luis el carácter de los indios de Chile, i se arrojó a hacer esta garantía.

Fué admitida la proposicion del P. Luis, i le dió el Monarca toda la plenitud de facultades que podia apetecer i aun soñar para verificar su proyecto, como se deja conocer de la comision, que separadamente pondré para que mas claramente se vean las intenciones de nuestros soberanos sobre los indios de Sud-América. Ultimamente le autorizó el rei con el carácter de gobernador del Obispado de la Imperial, hoi de la Concepcion, cuya silla estaba vacante por ascenso de su R. obispo a la iglesia de Tucuman. I todavía adelantó un poco mas su Rma. Pidió se nombrase gobernador de Chile a Alonso de Rivera, que lo habia sido poco antes, i aun se hallaba gobernando las provincias del Tucuman, i tambien se le concedió, i se libraron nuevos despachos.