ACTAS DEL CABILDO DE SANTIAGO PERIODICOS EN TEXTO COMPLETO COLECCIONES DOCUMENTALES EN TEXTO COMPLETO INDICES DE ARCHIVOS COLECCIONES DOCUMENTALES

Diarios, Memorias y Relatos Testimoniales
Capítulo IX. Predominio de la Idea de Independencia. Persecución a los Realistas
Texto

Predominio de la Idea de Independencia. Persecución a los Realistas.

1. Cuartelazo del 4 de Septiembre de los Hermanos Carrera.
El día 4, desde las 6 de la mañana, fueron entrando setenta Granaderos a la desfilada y con disfraz en la casa de Carrera, en la que se dispuso un abundante almuerzo y mucha bebida, después de cuya diligencia se les descubrió el objeto de su reunión, ofreciéndoles grandes premios si forzaban y se apoderaban del parque de Artillería; enardeciéndolos con la falsa especie de que ese cuerpo, unido con las cuatro compañías acuarteladas del Regimiento del Rey, tenían dispuesto asaltar el cuartel de Granaderos y pasarlos todos a cuchillo.

Colocados y dispuestos así los setenta hombres, destinó otros cien, a cargo del Capitán don José Portales, para guardia del Congreso, con expresa orden de que congregados que fueren todos los diputados en la sala, pusiere centinelas dobles, en todas las puertas sin permitir salir a nadie hasta verificado el designio.

Igual precaución tomó con la Junta o Poder Ejecutivo, destacando cincuenta Granaderos al mando del Teniente don Julián Fretes, con las mismas disposiciones que a la Guardia del Congreso.

En el cuartel de Granaderos quedaban todos dispuestos para sostener y auxiliar a su tiempo el ataque de los setenta, que debían forzar el parque, y los Húsares de San Pablo también se hallaban prevenidos para acudir adonde Carrera los llamase.

Tomadas estas oportunas medidas, montaron a caballo los dos hermanos don Juan José y don José Miguel Carrera, y presentándose a la puerta del parque de Artillería, trabaron jocosa y amistosa conversación con el oficial, y soldados de la guardia y con su tercer hermano don Luis, que como Capitán de aquel cuerpo se hallaba presente y prevenido para cooperar a la sorpresa.

Pocos minutos antes de las doce proseguían en su conversación, solicitando del oficial de guardia les diese un papelito de recomendación para remitir unos caballos a la quinta de un hermano suyo.

Contestaba el oficial que allí no tenía tintero y obligándole con encarecidos ruegos, le obligaron a entrar en una pieza inmediata para escribir la esquelita; pero apenas daba principio, dieron las doce, señal acordada con la tropa para el ataque.

En efecto, aparecieron al instante los setenta hombres, a cuya vista se levantó el Sargento de guardia González, y arrebatándole el fusil a una centinela, gritó: ¡Esta es traición!

Pero sin darle tiempo para otra acción, le disparó una pistola don Juan José Carrera, que allí estaba, y viéndole caído en tierra moribundo, le disparó segunda, con que quedó totalmente exánime.

En el mismo punto entraron sin más oposición los Granaderos y apoderándose de las armas y de todo el tren de artillería, quedaron dueños absolutos de todo el parque.

Con toda celeridad se despacharon avisos a los dos cuarteles de Húsares y Granaderos, pidiendo tropas para reforzar y asegurar el sorprendido e importante punto.

En seguida, se mandó a un oficial [de apellido] Zorrilla con doce hombres que sorprendiese al Comandante [Francisco Javier] Reina en su propia casa, lo que ejecutó puntualmente, arrestándolo en su propio cuarto, y poniéndolo incomunicado con dos centinelas de vista.

Ejecutadas así estas cosas, se dirigió don José Miguel Carrera a la Sala del Congreso, acompañado de unos veinte o veinticinco partidarios suyos, que debía representar y llevar la voz del pueblo; se presentó con el aire orgulloso de un General triunfante y después de referir al Congreso los sucesos que acabamos de exponer, entregó un papel en que dijo se contenía la voluntad del soberano pueblo, advirtiendo que como comisionado de él pedía y esperaba prontamente la resolución.

Leído el escrito popular se vio que contenía 13 artículos o peticiones de difícil ejecución, en tanta angustia de tiempo y se suscitaron varios pareceres y opiniones, lo que observado por los sediciosos desde la antesala, entraron segunda vez con el ex mercedario Larraín, don Carlos Correa, don Gregorio Argomedo, y el comisionado Carrera, y con imperiosas voces intimaron al Congreso que omitiera discusiones y dudas en lo que solicitaba el pueblo, y que prontamente lo sancionara al pie de la letra, en la inteligencia que no se les permitía libertad de salir de la sala sin el completo otorgamiento de todo lo pedido.

Sobrado temor y susto poseía a los diputados con lo acaecido y con la perspectiva de las armas de que se veían rodeados y amenazados por lo que sin necesidad de nuevas amenazas, sin detención alguna empezaron a extender los correspondientes oficios de concesión en los términos que indican los siguientes documentos:

2. Los Tres Hermanos Carrera Dueños del Gobierno. Desengaños.
En virtud de lo referido, quedaron dueños de las armas, del Gobierno y del reino los tres hermanos Carrera, pues aunque fueron impelidos de los partidarios de Martínez de Rozas para esta contrarrevolución, no advirtieron éstos, o no pudieron evitar su total ruina, y exclusión para lo sucesivo, y así aunque por ahora fueron colocados y atendidos, pero la suma del Gobierno y de las armas, quedaban absolutamente en manos de los Carrera.

Pronto llegará el desengaño, aunque no la enmienda, ni el remedio, y experimentarán los autores y agentes de la quimérica libertad e independencia, el ciego error y precipicio adonde caminan, pues cuantos más arbitrios inventan para sacudir el yugo suave de un Gobierno justo y pacífico, tantos más son los lazos y cadenas con que se esclavizan, y sujetan, no digo al arbitrio, sino al antojo y liviandad de muchos infames y viles tiranos y déspotas.

Bastante ejemplo tienen a la vista en las prisiones, destierros y furiosas persecuciones de los principales sujetos, que en estos días a petición del que llaman pueblo, se están ejecutando con escándalo de la razón y de la humanidad; pero el caso es, que una ciudad, que no pudo tolerar sin amotinarse el justo y moderado castigo de los tres vecinos Ovalle, Rojas y Vera, ahora sufre sin la menor demostración de sensibilidad, los injustos castigos de innumerables hijos suyos, sin causa, sin defensa y contra todas las leyes.

3. Ignominiosa Situación del Alto Congreso.
Esta si que es verdadera y cruel esclavitud; pero al mismo tiempo merecido castigo. No omitiremos notar que el Alto Congreso en quien por representativo del pueblo, dicen reside la soberanía, sufrió la ignominiosa prisión de permanecer en la sala hasta las once de la noche, ayunos sus diputados y rodeados de bayonetas y amenazas, sin respeto al ostentoso solio en que se hallaba despachando su ridículo Presidente y el tratamiento de Alteza y demás ceremonial con que aparentaban imitar a las legitimas autoridades. Todos estos males era preciso sobrellevarlos no sólo con igualdad de ánimo, sino con muestras de gratitud y júbilo, porque la más leve queja o sentimiento se interpretaba y castigaba con otros mayores, a título de servir de ese modo a la patria.

4. Honores a los Carrera. Manifiesto de la Nueva Junta.
Sólo para los Carrera se reservaban los honores, adulaciones, vivas, y aplausos, mirándolos y admirándolos como héroes libertadores de Chile, en quienes depositaban todas las esperanzas de su independencia y felicidad. Estos jóvenes queriendo cohonestar (o más bien diremos, burlarse) para con el público su conducta en el trastorno del Gobierno y ultrajes que habían inferido a todo el reino, fijaron un manifiesto en los lugares públicos, exponiendo las razones y motivos que los habían obligado a tales procedimientos, abusando del nombre del pueblo que no tenía en esto más parte que la pasiva.

5. Aniversario de la Instalación del primer Gobierno Nacional. 18 de Septiembre de 1811. Condecoraciones Alusivas a la Independencia.
El 18 de septiembre, aniversario de la Junta, entre otras decoraciones alusivas todas a la independencia, se formó un grande óvalo, y en su lienzo que ocupaba todo el círculo, se veía retratado un león, a cuyos pies tenía una espada ensangrentada y sobre la cabeza una flecha y una lanza, y por inscripción el poema siguiente, compuesto por el Doctor Vera, vecino de esta ciudad y Diputado por Buenos Aires.

Este cuadro se colocó en una de las ventanas altas de la sala capitular de Ayuntamiento, siendo, las letras con que estaba escrito el poema de forma gigantesca para que se pudiera leer de mucha distancia a lo que ayudaba la mucha iluminación de que estaba rodeado.

Texto del Poema:

Doce vueltas ha dado
Sobre su órbita el astro luminoso
Y hoy se oculta asombrado
Al saber de Chile el paso majestuoso,
Con que su libertad civil ostenta
El león que blasonaba
Timbres de la Metrópoli chilena;
No alza la espada brava:
De indiana sangre en otro tiempo llena
Blandamente la rinde hoy humillado.
Al patriotismo que nos ha salvado.
Ved en un año sólo
De 300 destruido el despotismo
En uno y otro polo:
Del gran Chile resuena el heroísmo,
Corra como la luz en su carrera
El sistema que a Chile regenera.
Montes por el levante,
Desierto y mar al sud, norte y oeste,
A Chile harán triunfante
De la ambición de la extranjera hueste,
Y afianzando el centro su sistema
Será de la política alto emblema
A la grata memoria
Del dulce, sabio y eficaz Gobierno
A la patria y su gloria,
Su aclamación, el viva, el loor eterno
El ciudadano en reconocimiento
Le tribute sus fuerzas y talento:
La libertad cumple año, ciudadanos
Nadie el gozo disfrace,
Ya se acabó el temor de los tiranos
La igualdad y el amor estrechamente
Se unan en nuestra dicha permanente.

6. Papelón de Reforma Dirigido al Gobierno.
En estos días se presentó al Gobierno un papelón de reforma compuesto, según fama pública, por Fray Fernando García, franciscano de profesión y natural de Buenos Aires.

Contiene 32 puntos o cánones de que se sacaron muchas copias para su calificación.

Es a la letra como sigue:

7. Misa de Gracia en la Catedral por los Triunfos de los Carrera. Oración de Fray Tadeo Silva, con los Principios más Sediciosos.
El día 10 de septiembre fue destinado para la misa de gracias en la Catedral por los triunfos conseguidos por los Carrera y creación de la nueva Junta.

Tuvo la oración el padre fray Tadeo Silva, dominico, y produjo en ésta los principios más sediciosos y revolucionarios, demostrando que eran obra de Dios los alborotos y sublevación de Chile: afirmando que la señora Princesa del Brasil, olvidada de su renuncia a la corona de España, pretendía apoderarse de estos dominios; que con el cautiverio de Fernando Séptimo habían reasumido los pueblos la soberanía, por cuyo hecho tenían amplia facultad de elegirse el Gobierno que fuera más de su agrado; que el juramento ofrecido a Fernando era voluntario, y que al Consejo de Regencia no debíamos obedecer; que los americanos no debían ser de peor condición que los esclavos, y que pues éstos pueden mudar de dueños cuando los maltratan, podían sin duda los vasallos abandonar a sus reyes por el despotismo y tiranía que habían sufrido.

Elogió mucho la justicia y razón con que los Carrera habían procedido en la contrarrevolución del día 4, y con el solo sacrificio de una vida habían erigido un Gobierno sabio y justo que no trabajaría más que por nuestra felicidad.

En fin, la cátedra de la verdad la convirtió en teatro de mentiras y falsedades que horrorizó a todos los sensatos oyentes que veían las cosas tan contrarias a las palabras.

El Gobierno escogía para estas farsas los sujetos más a propósito, y les mandaba trajeran anticipadamente las arengas que habían de publicar en el púlpito, y lo regular era darles los papeles compuestos por los más libertinos y facciosos y se deleitaban en hacer servir a nuestra Sagrada Religión de lazo y piedra de escándalo a los sencillos.

8. Revolución en el Sur. Expreso de Concepción.

El día 12 llegó [a Santiago] un expreso de Concepción y condujo al Gobierno el oficio siguiente:

9. Predomina la Idea de la Independencia Entre los Miembros de la Junta. Abatimiento del Partido Realista.
El nuevo Gobierno compuesto de sujetos los más notoriamente adictos a la independencia empezó a desenvolver prontamente sus ideas, y conociendo que para el fin deseado convenía remover los embarazos, trató seriamente de extinguir el [al] partido realista, que aunque oculto, abatido y sin voz constaba de la mayor y más sana parte de la capital y del reino; para este fin, después de los innumerables encarcelados, desterrados, depuestos de sus empleos y otros modos de perseguirlos, se formó una lista de proscripción en número de ciento sesenta; pero temerosos de algún mal resultado, la omitieron y en su lugar sustituyeron la providencia que indica el decreto siguiente:

10. Consternación y Confusión de los Fieles Vecinos del Reino ante el Manifiesto.
Publicada esta providencia quedaron sumamente consternados y confusos todos los fieles y pacíficos vecinos de este reino, sin hallar consejo que los pudiera salvar.

¡El compromiso era terrible!

Abandonar los deberes que la conciencia, la religión, la razón, las leyes, el juramento de vasallaje les dictaban, no era suficiente sacrificio para satisfacer al despótico, tirano y cruel Gobierno; era preciso decidirse y cooperar activa y eficazmente con sus facultades, consejos, personas, y aun vidas para sostener el terror revolucionario; y aun en este caso no quedaban seguros los realistas, porque de los convertidos por temor y por fuerza, no se cree sincera la conversión, según lo acredita la cotidiana experiencia de muchos que por miras interesadas y políticas han simulado su adhesión al sistema, sin conseguir más que desconfianza y oprobio de los insurgentes, y desvío y odio de los fieles.

La otra parte del dilema era la pública confesión de descontentos exponiendo sus nombres en la lista para salir desterrados del reino; sacrificio terrible para los hombres y familias imposibilitados de mil modos a ejecutarlo; unos, por sus grandes conexiones y dependencias, y otros por su pobreza y todos por faltos de destino seguro a donde conducirse, hallándose en estado de insurrección todos los países limítrofes, tanto continentales como ultramarinos, y del mismo modo casi todo el mundo.

11. Mala fe del Gobierno. Busca sus Enemigos para Castigarlos.
Pero aun vencidas todas estas dificultades, quedaba subsistente la mayor que era la mala fe del Gobierno, que no intentaba cumplir lo prometido en el edicto, sino descubrir a sus enemigos para castigarlos y juzgarlos por su propia boca y confesión, de cuya conducta ya teníamos aquí muchos ejemplos, no queriendo permitir la salida del reino a innumerables individuos que lo han solicitado; y además sabíamos que Buenos Aires había usado antes de este mismo lazo y ardid, en que cayeron miles de miserables europeos, los cuales todos fueron detenidos, engañados, proscritos, desterrados, embargados y perseguidos como capitales enemigos.

Este problema tan dificultoso, fue disuelto de común consentimiento con el silencio y ánimo dispuesto para sufrir la suerte que la Providencia Divina nos tuviera dispuesta, y dejando obrar al tiempo que trae tantas mudanzas inesperadas, ninguno tuvo valor ni resolución para alistarse ni declararse descontento.

Aunque la violencia no atrae al corazón del hombre, le sujeta por lo menos con temor, y por ahora parece se contentaron los imperiosos mandones con este segundo efecto, sin cesar de apretar más las cadenas de su tiranía con nuevas obligaciones y amenazas.

12. Calificación del Personal Administrativo.
A los Jefes de las oficinas y tribunales se dirigió un decreto concebido en estos términos:

13. Remoción de Funcionarios Realistas. Un caso de Rebaja de Sueldos.

14. Duplicidad del Gobierno con los Antiguos Funcionarios Realistas. El Caso del Asesor Pedro Díaz Valdés.

15. Auxilio de los Malos Eclesiásticos al Gobierno. Apoya al Clero Adicto al Nuevo Sistema.
Para no dejar pieza por mover en la máquina revolucionaria, aunque desde los principios tuvieron especial cuidado de solicitar el auxilio de los malos eclesiásticos, de que hallaron mucho número, no obstante quisieron obligar a todos; y para conseguir esta empresa, procuraron colocar a los más a propósito al frente de las corporaciones eclesiásticas, según ya dejamos notado anteriormente, hablando de la deposición violenta del señor Provisor y Gobernador del Obispado, y ahora recientemente en el Capítulo de la Religión Mercedaria, en que ayudando el Gobierno a la facción adicta al sistema de la libertad prevalecía éste y quedaba oprimida la justicia y la disciplina regular.

De estos principios napoleónicos observados en todas las revoluciones, se sigue la generalización de los errores y aumento de los facciosos, que es el intento depravado del sistema.

16. Ampara al Provincial de la Merced.
El nuevo Provincial de la Merced, correspondiendo al concepto de patriotismo que le mereció el amparo del Gobierno, y para hacerse digno de nuevas gracias, expidió y circuló la siguiente orden:

17. Otra Circular Igual del Provincial de Santo Domingo. 20 de Septiembre de 1811.
A consecuencia y ejemplo del anterior, expidió otro semejante el Prelado de la religión dominicana, cuyo literal texto es como sigue:

18. Relación Falseada de los Sucesos del 19 de Abril de 1811.

19. Respuesta de la Junta. Propone la Publicación de un Folleto.

20. El Prelado de la Merced y el de Santo Domingo Debían su Elevación al Gobierno, Especialmente al Secretario Argomedo.
Este Prelado, como el de la Merced, acababa de conseguir su ascenso a esfuerzos del nuevo Gobierno, y principalmente del Secretario Argomedo, por quien se cree organizado el anterior escrito.

Con estos edictos queda ya amarrada la palabra de Dios contra el sentir de San Pablo, y sólo puede servir para sostener y comprobar la justicia de una escandalosa sublevación contra las legítimas potestades constituidas por Dios.

21. Efectos de Estas Impías Providencias.
Los efectos de estas impías providencias, sobrepujaban a la esperanza de sus autores, y se publicaban en los púlpitos, en los confesionarios, en repetidos escritos y en las frecuentes conversaciones de los muchos prostituidos eclesiásticos, principios y doctrinas tan escandalosas y sediciosas, que era necesario a los verdaderos fieles gemir y clamar a Dios en la amargura de su dolor por el remedio de tantos males.

22. Testimonio del Autor.
Testigos de estos execrables excesos fue el autor de estos escritos el 18 de este mes. Con motivo de la celebración del aniversario de la revolución de Chile asistió a la Catedral movido de la curiosidad y a presencia del Congreso, Junta y todos los tribunales y corporaciones, obtuvo el púlpito el Padre Fray J. Torres, dominico.

Abrió sus dolosos labios, proponiendo por tema el cántico que la hermana de Moisés compuso para dar gracias a Dios por la libertad del pueblo israelítico de la tiranía de Egipto, y del Faraón.

En igual caso explicó que se hallaba Chile libre de la tiránica esclavitud de los reyes y nación española, y que por tanto debía usar del mismo cántico de alabanzas y de gracias al Señor que los había libertado y a los caudillos y gobierno sabio, de quien se valía para tan grande obra.

Se explayó difusamente sobre la injusticia y crueldad de la conquista de estos países, el ningún derecho con que los españoles poseían las Américas; el tiránico Gobierno con que hasta ahora las sujetaban y la infame esclavitud que los americanos sufrían.

Esto sólo vomitó difusamente en el exordio, y luego repartió su arenga en los siguientes puntos:

Que la revolución de Chile era útil a la religión, a la patria y al Rey.

La venenosa y sediciosa doctrina, con que llenó su oración, o más bien diremos filípica, no puede tener cabida en este escrito, aunque quedó bien impresa en mi cabeza.

Era de ver cómo exageraba la opresión y desprecio de los americanos en la península y en su propio país; la preferencia de los europeos para todos los empleos; la indignidad e ingratitud de éstos que venían a la América como hambrientas sanguijuelas a repletarse de la sangre de sus inocentes habitantes.

En fin, baste decir que no profirió palabra que aludiera a la religión, piedad, o buenas costumbres, sino a venganza, furor, discordia, y cuanto vicio pudiera presentar un Robespierre u otro libertino semejante; y sólo tuvo de bueno que omitió la tercera parte, la que yo esperaba con mayor curiosidad.

El aplauso del Gobierno y de todos los insurgentes fue excesivo y general, viendo apoyadas por los ministros de la religión sus ideas, y queriendo algunos de ellos que salían de la Iglesia conocer mi sentir acerca de lo expuesto, me interrogaron de la calidad del sermón, a que respondí lleno de indignación, que no sólo el ministerio, la religión y la casa de Dios quedaban profanadas, sino aun la plaza si se dijera en ella quedaría profanada.

Intentaron contenerme por temor; pero no me hallaba entonces en circunstancias de temer.

Nada de esto me admira, conocida la fragilidad humana y viendo que los premios e inciensos que se prodigaban a estos infelices instrumentos, eran motivos de tanto escándalo al mismo tiempo que no faltaban multitud de ministros fieles a su obligación que detestaban estos procedimientos aunque impedidos de rebatir los errores dominantes en público.

23. Presión del Congreso Sobre el Clero.
No satisfecho el Gobierno con las providencias de los prelados mercedario y dominico, exigió iguales demostraciones de los restantes, y aunque no tan abiertamente imitaron a los antedichos. El último y principal paso que faltaba como de mayor influjo en todos los fieles, era el del Cabildo [Eclesiástico] que se hallaba en sede vacante, y para obligarlo le dirigió el Congreso el oficio siguiente:

24. El Cabildo Eclesiástico Elude una Respuesta Precisa.
El Cabildo Eclesiástico penetró desde luego todo el espíritu y fines del Congreso, que no era otro sino comprometer y obligar a la Iglesia para que sostuviera y defendiera con su autoridad y su sagrada doctrina la causa de la revolución; y así consultando a su alto carácter y a su debida obligación, eludió la indigna pretensión, contestando en términos indefinidos y generales con el Oficio siguiente:

25. Nuevo Oficio del Congreso.
De ninguna satisfacción fue para el Congreso la respuesta del Cabildo, y por tanto repitió un segundo oficio exigiendo un testimonio o copia de los documentos circulados a los curas y demás eclesiásticos con la excusa de conservar memoria en sus archivos, pero realmente por comprometer al Cabildo, o tener motivo de conocer su intención. El segundo oficio es el tenor siguiente:

26. Firmeza del Cabildo Eclesiástico en Mantener su Honor.
En vista de esta segunda tentativa se revistió el Ilustre Cabildo de nueva constancia y firmeza en sostener su honor; resolvió desentenderse sin conceder, ni negar la solicitud del Congreso, como en efecto lo verificó; y aun se divulgó por el público, con mucha edificación de los buenos, que habían resuelto la mayor parte de sus individuos sufrir la privación de sus empleos y el destierro, con que privadamente se les amenazaba, antes que prostituir su honor y fidelidad.

El resultado fue que no se atrevió el Congreso a proceder con más acrimonía, y se suspendió el negocio sin saber como.

Este paso que no parece de grandes consecuencias, las produjo muy buenas, porque el Congreso desesperado de atraer y unir al sistema el cuerpo eclesiástico que tanto influjo y ascendiente goza en todos los habitantes del reino, tomó providencias mortificantes para éste, y con ellas lo enajenó enteramente para siempre de su causa.

Las principales de estas clases son las siguientes:

27. Doble Objeto de los Anteriores Decretos: el Gobierno Busca Atraerse a los Feligreses de los Curatos y Rebaja a los Curas ante el Pueblo.
Los Decretos se publicaron con dos fines: el principal fue atraer a la devoción del Gobierno, el casi total número de vecinos y feligreses de todos los curatos que, viéndose libres de tantas pensiones por beneficios de esta ley, debían sostenerle y amarle agradecidos; y el segundo, intentaba el castigo, mortificación y desprecio de los curas, pues aunque se les promete compensativo equivalente, esto nunca se verificó ni se pensó en verificar dilatando el cumplimiento con informes humillantes del estado eclesiástico, y asignándoles por último unas indemnizaciones tan cortas y contingentes, que los puso en la estrecha necesidad de renunciar sus oficios pastorales, o quedar imposibilitados de cumplir con sus importantes obligaciones.

Esto no obstante, no produjo esta medida los efectos deseados, porque el clero y en particular el gremio de los curas, que hasta aquí eran en gran parte adictos a la revolución y hacían grandes progresos con su autoridad y persuasiva, se resintieron de tal modo que fueron en adelante declarados realistas, o por lo menos antisistemáticos, y arrastraron con su ejemplo y su doctrina la mayor parte de sus feligresías, frustrando de este modo los intentos del Congreso en su principal parte.

A los curas les era muy fácil persuadir a los pueblos la injusticia de esta nueva ley, pues a todos consta que en este país pende la subsistencia de éstos, únicamente de las obvenciones de que se les privaba, y que éstas se hallaban establecidas por costumbre inmemorial, autorizadas por los concilios y sancionadas y confirmadas por reales cédulas, especialmente en el último Arancel que de orden de Su Majestad y con acuerdo del Metropolitano de Lima se arregló en este Obispado, por auto de 31 de diciembre de 1732, que se halla inserto en el Sínodo Diocesano celebrado en esta ciudad por el Ilustrísimo señor Alday el año de 1764.

Los principios tan sólidos como notorios, en que se apoya esta práctica, de que el que sirve al Altar, debe vivir del Altar; que nadie apacienta un rebaño sin derecho de participar del esquilmo; que el que planta y cultiva la viña, puede comer de sus frutos; y aquellas expresivas palabras del apóstol: "Si nosotros os administramos las cosas espirituales ¿qué mucho que exijamos de vosotros las temporales necesarias para nuestra subsistencia?"

Son demasiado perceptibles para convencer aun a los idiotas; y así constaba a todos la injusta privación inferida a sus párrocos, aunque de esto resultase beneficio a los feligreses.

Por estas razones se ve que sobre ser inicua la ley, fue también medida antipolítica que destruía el edificio que con ella querían edificar los bisoños legisladores, lo que no debe causar admiración especialmente a quien tuvo conocimiento de dichos señores, más aptos por su educación y talentos para dar leyes a una manada de vacas o caballos, por haber ocupado su vida en este ejercicio, que para imponerlas a una sociedad de hombres que hasta aquí han sido gobernados y protegidos por las más sabias y justas que han conocido todas las naciones del mundo.

28. Creación del Cuerpo de Patriotas. 29 de Septiembre de 1811.
El 29 de éste, publicó el Poder Ejecutivo el siguiente:

29. Manifiesto de la Junta de Concepción.
En 1º de octubre llegó el correo de Concepción y entre otras comunicaciones condujo el manifiesto que sigue, que aunque difuso, lo traslado por contener noticias historiales de las operaciones del Gobierno Revolucionario, correspondientes a estos tiempos.

30. Espíritu Novador que Anima a los Facciosos. Formación de un Formidable Ejército. Supremo Tribunal de Justicia.
La sencilla lectura del antecedente escrito demuestra bien patente los fines y medios de todo el espíritu novador que animaba a los facciosos quitando el velo hipócrita de adhesión a Fernando Séptimo y otros disfraces, con que cubren necia y pérfidamente sus proyectos y papeles de oficio.

En este mismo día se incorporó el Cuerpo de Asamblea con la Compañía de Dragones de la Reina, destinado a este total para maestros de las milicias de todo el reino, que desde luego se pondrán en rigurosa disciplina para formar un formidable ejército, que defienda y sostenga la libertad y la independencia amenazada (según dicen en vano), por el tiránico despotismo de la monarquía española.

Pero todo esto es poco todavía en comparación del majestuoso paso del día 4, en que fue erigido en Supremo Tribunal con las altas facultades que explica el...

31. Miembros del Supremo Tribunal Judiciario. Arribo a Valparaíso de la Fragata Candelaria. Correspondencia Traída.
Los jueces electos para componer este tribunal fueron don Juan de Dios Vial del Río, don Joaquín Echeverría y Larraín y don José María Rozas, todos tres miembros del Congreso, comerciantes de ejercicio, abogados por mal nombre, pues ni han tenido ni tienen despacho, ni estudio abierto. Fiscal fue nombrado don Bernardo Vera, no obstante ser Plenipotenciario de la Corte de Buenos Aires cerca de este Gobierno. En estos días llegó a Valparaíso la fragata Candelaria, procedente del Callao, y sorprendida su total correspondencia por el Gobernador fue remitida al Congreso, que al cabo de un escrutinio de doce horas, repartió algunas cartas a particulares, las que no daban noticia alguna de los ejércitos del Perú que nos tenía en gran cuidado; y así dueños absolutos de divulgar lo que les convenía y ocultar la verdad de las cosas esparcieron la noticia de que el General Goyeneche había sido derrotado por un Riveros, con lo que exaltaban los ánimos de los facciosos y deprimían los de los realistas, que era el principal cuidado del Gobierno, y a este fin se dirigía la vigilancia en impedir entrase en este reino comunicación alguna sin ser vista y examinada, conociendo y notando al mismo tiempo los sujetos a quienes venían las cartas, de que resultaban continuamente prisiones, reconocimientos de papeles, y tantos males como es fácil conocer.

32. Plenipotenciario Ante la Junta de Buenos Aires, Francisco Antonio Pinto.
El día 8 fue nombrado don Francisco Antonio Pinto, para [como] plenipotenciario de éste cerca del Gobierno de Buenos Aires, asignándole mil quinientos pesos anuales, y trescientos para ayuda de viaje, condecorándolo con el título de Capitán para que pueda representar con más decoro el alto empleo.

He aquí el acuerdo del Congreso.

33.- Recompensa al Diputado Álvarez Jonte.
Se le confirió el grado de Teniente Coronel a don José Antonio Álvarez Jonte enviado de Buenos Aires, en recompensa de lo que había cooperado a la instalación de esta Junta, a quien habían sido gratos sus servicios.

34. Escasez de Tabaco en el País.
El día 10, noticioso el Congreso de la penuria de tabaco que se experimentaba en el reino, con temor justo de un general sentimiento se publicó un bando permitiendo la siembra y cultivo de este vegetable, precaviendo con esta providencia la extracción de plata que para traer este ramo del Perú, salía todos los años de este Erario.

35. Escasez de la Yerba Mate de Paraguay. Esfuerzos Fallidos.
Por estos días, se publicó otro bando para beneficiar en este reino la yerba mate que hasta ahora se ha conducido de la provincia del Paraguay, con el mismo fin que el anterior del tabaco, pues pasan de doscientos mil pesos los que salen de este país anualmente para proveerlo de este ramo; pero el hecho es que ni el tabaco ni la yerba pueden cultivarse aquí, de modo que satisfagan al público, por no ser este temperamento a propósito para dichos frutos.

36. Voluntarios del Batallón de Patriotas. Elección de la Plana Mayor. Sus Miembros.
El día 11 fueron citados todos los individuos que voluntariamente quisieran alistarse en el nuevo Batallón de Patriotas, lo cual ejecutado se procedió a la elección de la Plana Mayor y demás oficiales.

El que concurrió no llenó los deseos del Congreso, y sólo se formaron ocho compañías, recibiendo en ellas para completarlas toda clase de personas aun de la ínfima plebe, en lo que conocieron no ser tan general el entusiasmo como se decantaba.

El oficio que pasó el Sargento Mayor del Cuerpo con el estado adjunto, explica lo perteneciente al asunto.

37. El Congreso Despacha Misioneros que Propaguen la Doctrina Revolucionaria.
Todas las providencias y cuidados del Gobierno se enderezaban a generalizar el sistema atrayendo de todos modos al pueblo y comprometiéndolo en el sostén y defensa de su adorada independencia, y no olvidando nunca los principios jacobinos, especialmente la regla de servirse de los eclesiásticos que tanto ascendiente tienen en las gentes sencillas de los pueblos, dio principio el Congreso a despachar misioneros que propagasen la doctrina revolucionaria, según demuestra el oficio siguiente:

38. Confiscación de Correspondencia.
Toda clase de correspondencia venida al reino era secuestrada. El siguiente oficio lo establece.

39. Ley de Libertad de Vientres. Parcial Abolición de la Esclavitud.
Otro arbitrio dirigido igualmente al mismo fin que el anterior era libertar la esclavitud que en esta capital, y en todo el reino compone una porción considerable de su población, y aunque éste suele ser el último recurso por lo arriesgado en las repúblicas peridistante, le pareció al Gobierno verificarlo con esta fecha en los términos que indica el siguiente:

40. Conmoción Entre los Esclavos.
Esta inconsiderada providencia causó improvisamente tal conmoción en la esclavitud que al día siguiente se mancomunaron más de trescientos esclavos, y orgullosos con el favor del Gobierno, hicieron una representación pidiendo su libertad y ofreciendo en recompensa sus personas y vidas para defender el sistema de la patria, previniéndose prontamente de cuchillos y amenazando de causar alguna sublevación en el pueblo.

El Gobierno temió malas resultas, y se prendieron y encarcelaron como veinte de las cabezas principales, conteniendo a los demás con amenazas con lo que se sosegaron por el pronto.

41. Se Ordena la Recolección de Armas.
Desengañado el Gobierno de que todos sus conatos y contratas con los ingleses y bostoneses, eran vanos para la adquisición de armas, que tanto deseaba, tomó la resolución de acopiar todas las que se hallasen en el reino en poder de particulares, y para el efecto mandó publicar el bando que seguirá a la nota del Congreso que se da a continuación.

42. Manifiesto de la Junta de Gobierno.
Envanecidos los gobernantes con la multitud de providencias y novedades de su despacho, quisieron ostentar su actividad y energía y con la misma fecha que el anterior publicaron el siguiente pomposo:

43. Auxilio de Pólvora a la Junta de Buenos Aires.
El Gobierno de Buenos Aires tenía pedidos un mil quintales de pólvora con mucha instancia, para sostener su tenaz guerra contra la España, a cuyo fin tenía dos ejércitos en campaña: el uno contra su Virrey don Francisco Javier Elío, que se hallaba en Montevideo auxiliado de tropas portuguesas; y el otro en Potosí contra el ejército de Lima al mando del general Goyeneche; y como por ambas partes hubiesen sido derrotados los ejércitos de Buenos Aires, hallábanse estas rebeldes provincias en grandes apuros, y por estas razones el Gobierno de Chile instalado según acta para conservar y defender los derechos de Fernando Séptimo, después de confesar cien veces que su causa es una idéntica con la de Buenos Aires, y haber auxiliado repetidas veces a ésta con tropas, armas y municiones, reproduce de nuevo esta depravada conducta, remitiendo la gran cantidad de pólvora, y ofreciendo cuantos auxilios pueda a su íntima aliada en los términos que declara el siguiente oficio:

44. Cuadros del Batallón de Pardos.
En estos mismos días fueron citados todos los individuos de las diferentes castas de Pardos, para formar y completar el batallón de este cuerpo, y fue elegido para subinspector el jefe General don Juan de Dios Vial, principal columna que sostiene con las armas toda deliberación revolucionaria.

No satisfecho ni seguro el Gobierno con tanto aparato de armas y tropas, tomó la nueva providencia de alarmar a todo el reino, a cuyo efecto publicó el siguiente bando sobre enrolamiento militar de carácter general:

45. Disolución del Batallón del Comercio.
Como medio conducente al mismo fin dispuso el Gobierno disolver el batallón denominado del Comercio, que desde el año 1777 se había organizado de los individuos distinguidos y pudientes comerciantes de la capital, cuyo principal número eran europeos, sospechosos por esta calidad al Gobierno, y aunque este cuerpo gestionó mucho para sostenerse; se le mandó por último que todos sus individuos se alistasen y reconociesen otros cualesquiera cuerpos militares de los muchos que se hallaban en esta capital.