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LA GUERRA DEL PACFICO, PARTE III: LA FORMACIN DE EJE ALIADO (1873-1877) ARGENTINA PARTICIPA EN EL CUADRILLAZO CONTRA CHILE.

MOTIVACIONES COMERCIALES DEL PER. CHILE Y BOLIVIA FIRMAN EL TRATADO DE 1874


-Ampliado y actualizado el 26 de abril de 2008-

Slo saben lo que es Chile, quines lo han perdido


- Padre Jesuita Fray Manuel Lacunza en el desierto

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LA INVITACIN QUE LOS ALIADOS FORMULARAN A LA ARGENTINA PARA INGRESAR AL PACTO SECRETO DE GUERRA, ES LA PRUEBA MAS EVIDENTE DEL CARCTER OFENSIVO DE DICHO ACUERDO Y DE SU CLARA ORIENTACIN ANTICHILENA, COMO LO CONFIRMARAN LAS REVELACIONES REALIZADAS POR EL DIPUTADO ARGENTINO GUILLERMO RAWSON, OPOSITOR AL PACTO. OTRAS PRUEBAS DE ELLO PROVIENEN TAMBIN DE LOS DOCUMENTOS DIPLOMTICOS DE LOS PASES ALIADOS. PERO EL PRIMER INTENTO DE UN CUADRILLAZO CONTRA CHILE FALLO POR DISCREPANCIAS INTERNAS ENTRE LOS PROPIOS ALIADOS, PERMITIENDO QUE CHILE Y BOLIVIA ARRIBARAN EN EL TRATADO DE 1874, DONDE SE RENUNCIO AL CONDOMINIO DE 1866 Y SE GARANTIZO QUE LAS EMPRESAS CHILENAS DE ATACAMA ESTARAN LIBRES DE NUEVOS IMPUESTOS POR 25 AOS. Argentina invitada al cuadrillazo antichileno Con la firma del Tratado de 1866, Chile le reconoca a Bolivia una salida al mar despus de casi 25 aos de controversias por la cuestin de Atacama, fijndose mutuamente un lmite en el paralelo 24, pero crendose una zona de medianera o condominio entre los paralelos 23 y 25, desde la que todas las utilidades mineras seran compartidas entre ambos pases. Posteriormente, y en especial tras el descubrimiento del rico yacimiento de plata de Caracoles dentro de esta rea de condominio, Bolivia comenz a dar claras muestras de querer violar los acuerdos suscritos, cosa que comenz a materializarse tras la cada del Presidente Melgarejo en 1870, que fue aprovechada por la Asamblea altiplnica para anular todos los acuerdos que el dictador haba realizado con Chile, bajo el anatema de corresponder a tratados "oprobiosos". Paralelamente, hubo un fuerte acercamiento estratgico de Bolivia al Per, nacin que por entonces pasaba por una crisis comercial al descender la rentabilidad y el nmero en sus reservas internas de guano, sobrehipotecadas y con largas listas de acreedores internacionales liderados por la Casa Dreyfus y el Banco Francs. Como el negocio del salitre extrado por los chilenos en Atacama estaba en franco crecimiento, siendo el principal competidor del guano y el salitre peruanos, el Gobierno de Lima haba iniciado un plan de estanco del salitre de Tarapac y Antofagasta, que requera necesariamente de apropiarse de los yacimientos y plantas instaladas por los chilenos en Antofagasta, especialmente la Compaa de Salitres y Ferrocarril de Antofagasta. Por este motivo, casi simultneamente a la ley del estanco salitrero de sus calicheras, Per firm tambin un Tratado de Alianza Secreta con Bolivia, el 6 de febrero de 1873, orientado evidentemente contra Chile. Hasta nuestros das, los libros de historia peruanos no se ponen de acuerdo en presentar a la Alianza con Bolivia como un acto de "solidaridad" del Per con su vecino, o bien como una forma de detener el surgimiento de pretensiones bolivianas en Tarapac. Los hechos histricos, sin embargo, permiten hacerse una idea contextual muy distinta de la que peruanos y bolivianos intentan presentar en nuestros das, dentro de sus variados y frecuentemente contradictorios matices. Como se recuerda, Chile y Argentina venan sosteniendo una fuerte controversia territorial por el asunto de la posesin de la Patagonia, que haba tenido a ambos pases relativamente cerca del conflicto blico en reiteradas ocasiones. La controversia haba comenzado despus de que Chile estableci su colonia en Magallanes, hacia 1843, dentro de territorios que, en virtud del principio de uti possidetis, le pertenecan desde tiempos coloniales. El Presidente peruano Manuel Pardo (1872-1876) cometi, sin embargo, un gravsimo error que pesar toda la vida a los historiadores peruanos y bolivianos que ofrecen versiones pacatas sobre su responsabilidad y la naturaleza de la Alianza de 1873. La compra chilena de los dos blindados a Inglaterra se haba restituido en 1872, gracias a la gestin del Ministro Cifuentes. La adquisicin fue promulgada el 4 de febrero. Pardo no se enter de esto hasta poco despus, cuando su agente en Londres se lo inform el 31 de agosto, en precisos momentos en que preparaban conversaciones con Bolivia con la intencin de invitar al cuadrillazo aliancista a la Argentina, por lo que aceler las gestiones interesado en que la Casa Rosada participase del asunto. Ntese que las gestiones de Alianza haban comenzado ANTES de que Chile iniciara la compra de las naves de guerra, por lo que resulta imposible pensar que esta adquisicin haya
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sido el factor que inspir la unidad aliada, como se ha pretendido asegurar en los pases que la conformaron entonces. Como tambin vimos, sin embargo, Per haba intentado sabotear anteriormente la compra de los blindados falseando antecedentes diplomticos para impedir que Inglaterra vendiese los navos. El Ministro peruano ante la Corte Britnica, Teniente Coronel Jara Almonte, haba llegado a alegar a Lord Stanley que Chile y su pas estaban en guerra, exigiendo la postergacin de la entrega de los blindados como observacin britnica a la neutralidad. A esas alturas, sin embargo, el Gobierno de Lima ya haba ofrecido, sin xito, la entrada de Argentina al pacto por lo menos en agosto de 1872. Pero, para fortuna de Chile, la Argentina an estaba sumida en caticos problemas internos que postergaron cualquier oportunidad de entrar al pacto, atrasndose as el estallido del conflicto. Las rencillas polticas y, especialmente, el nuevo alzamiento armado del General Ricardo Lpez Jordn, en Entre Ros, obligaron a postergar aquella respuesta definitiva que ambos aliados esperaban a la brevedad. Los revolucionarios slo podran ser aplastados por Domingo Faustino Sarmiento tiempo despus, el 9 de diciembre. En este devenir se encontraban las relaciones de la regin, cuando lleg desde Per hasta el escritorio de su representante Yrigoyen en Buenos Aires, una nota del Canciller Riva Agero, fechada el 20 de mayo de 1873, en la que da instrucciones para gestionar una adhesin formal y clara de la Argentina al tratado secreto contra Chile que haba sido ratificado ese mismo mes en el Per. El da 16 de junio, dos semanas despus de la ratificacin del pacto en Bolivia, el Gobierno de La Paz autorizaba al mismo Ministro Yrigoyen a gestionar la Alianza tambin en representacin boliviana ante la Casa Rosada, a la sazn ocupada por el presidente Sarmiento, el gran icono del americanismo continental que haba pasado gran parte su vida como ilustre husped exiliado en Chile de la dictadura de Rosas... Argentina se mostr gratamente disponible a abordar la propuesta, iniciando una tendencia hacia el aliancismo histrico argentino en contra de Chile. El da 7 de abril de 1873, el Canciller Ibez pona trmino a la discusin sobre ttulos de dominio en la Patagonia, disputada con la Argentina. A continuacin, solicitaba un acuerdo de Buenos Aires para proceder al nombramiento de un rbitro y resolver el conflicto por la va de un laudo internacional. Ya el da 8 de marzo, Ibez haba escrito al representante Joaqun Godoy, en Per, con preocupacin:

"Por desgracia, parece que todos los buitres se han dado la voz para amenazarnos con su graznido. La Repblica Argentina nos amenaza tambin y parece inevitable un conflicto. Temen la venida de nuestros blindados y se dan la voz para buscarnos camorra. Mientras tanto, nosotros necesitamos paciencia y resignacin. Tngala, pues, Ud."
Pero la sola propuesta de arbitraje caus estupor en Buenos Aires, donde los trabajos publicados por Amuntegui y Morla Vicua, entre otros, ofrecan una lnea argumental de derechos jurdicos que superaban con creces las preparadas por autores argentinos como Vlez Sarsfield y De ngelis, haciendo que la Argentina se propusiera a toda costa eludir los riesgos de un arbitraje en la Patagonia. En junio de 1873, precisamente cuando se iniciaba el acercamiento aliancista peruano-boliviano con Buenos Aires, el Congreso platense inici la discusin sobre un proyecto de ley que, violando el acuerdo de statu quo acordado con Chile por en Tratado de 1856, iniciara un proyecto de colonizacin en Ro Negro y Magallanes. Chile protest ante este plan el 25 de junio. Unos das ms tarde, el Ministro Yrigoyen presentaba credenciales ante el Canciller Tejedor, de la Argentina, iniciando las reuniones secretas de conversacin, el 10 de julio. Tejedor advirti de inmediato que la Alianza tena ms caractersticas de ofensiva que aquella defensiva con que se intentaba presentar, y se lo hizo saber al plenipotenciario peruano. Sin embargo, en lugar de reparar en algo al respecto, el

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Canciller declar que "la idea principal le es simptica y lo ser tal vez ms del Presidente de la Repblica", creyendo necesario que no fuese secreto para que su conocimiento surtiera efectos amedrentadores sobre la poltica chilena frente a las controversias territoriales vigentes. Sin embargo, Yrigoyen lo convenci de las conveniencias estratgicas de mantenerlo en secreto advirtindole, segn su informe:

"Chile apresurara sus armamentos, tratara de debilitarnos y de anarquizarnos".


El da 4 de agosto de 1873, se reuni el Gabinete completo de la Argentina para conversar los trminos de su adhesin al cuadrillazo contra Chile. Intiles fueron las insistencias del Canciller Ibez, del da 8, reiterando al Ministro Fras la necesidad de contestar su nota de abril sobre el nombramiento de un rbitro que, conforme al Tratado de 1856, oficiara como juez para resolver el litigio territorial por la Patagonia. Fras respondi con una nueva nota el 18 siguiente, donde alegaba los supuestos derechos argentinos, motivando otra respuesta de parte de Ibez, en una etapa en la que los argentinos slo buscaban ganar tiempo. El tratado fue aprobado por amplia mayora en septiembre de ese ao por la Cmara de Diputados de la Argentina. Sin embargo, veremos que una situacin de tensin con el Brasil -que vio amenazados sus intereses comerciales sobre la salida de sus productos del Matto Grosso y Ro Grande do Sur por Ro de la Plata- motiv su detencin en el Senado, adems de la proximidad de las elecciones presidenciales que le iba a dar el triunfo a Nicols de Avellaneda. Esta postergacin fue fundamental para poder atrasar el cuadrillazo que Per organizaba contra Chile, dando un tiempo precioso al pas "mapochino" antes del conflicto que se vena encima y en su espera de la llegada de los blindados.

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Alianza "ofensiva" o "defensiva"? Revelaciones del Diputado Rawson Una gran cantidad de informacin sobre el asunto que cubriremos ahora, puede encontrarse, entre otras fuentes, en la obra de Pedro Yrirgoyen (hijo de don Manuel Yrirgoyen) "La Adhesin de la Repblica Argentina al Tratado de Alianza Defensiva Per-Boliviana de 1873", y en el trabajo de Echenique Gandarillas titulado "El Tratado Secreto de 1873". A principios del ao 1873, el 9 de enero, el Ministro peruano Riva Agero anticipaba al representante chileno, Joaqun Godoy, que Per estaba negociando con Bolivia la posibilidad de que este ltimo pas aplicara en Atacama un estanco salitrero similar al de Tarapac, con el compromiso de que Lima adquirira a mayor precio el nitrato, una vez deducidos sus costos de venta. Riva Agero prometi de cara al cielo a Godoy que estas medidas no pretendan ni podran traer, como consecuencia, un dao directo o indirecto a las actividades chilenas en la zona. Sin embargo, tras la aparente franqueza, el Ministro evit mencionar que, en esos mismos momentos, se iniciaba una de las etapas ms acaloradas de conversaciones de parte de las tres partes que fraguaban el cuadrillazo contra Chile, la infausta Alianza del Pacfico. Tras las reuniones entre Yrigoyen y Tejedor, comienza una serie de acontecimientos diplomticos que revelan claramente el sentido real que tuvo esta siniestra Alianza. De partida, el 6 de agosto de 1873, mientras se discutan las condiciones del pacto al interior del Gobierno Argentino, Riva Agero envi nota a su representante en La Paz, De la Torre, para que presionara al Gobierno de Bolivia procurando el pronto rompimiento del Tratado de 1866 y del Convenio Lindsay-Corral, gestionado en ao anterior. En su nota, le dice con asombrosa precisin (los destacados son nuestros):

"...procurando que el rompimiento no lo haga Bolivia, sino que sea Chile quien se vea precisado a llevarlo a cabo (...) Lo que a sta conviene es no perder tiempo en discusiones intiles que a nada conducen, sino a permitir que Chile se arme suficientemente". "Rotas las relaciones y declarado el estado de guerra, Chile no podra sacar ya sus blindados y sin fuerzas bastantes para atacar con ventaja, se vera en la precisin de aceptar la mediacin del Per, la que en caso necesario se convertira en mediacin armada si la fuerza de aquella repblica pretendiera ocupar Mejillones y Caracoles..."
El da 24 siguiente, Riva Agero se dirige ahora a Yrigoyen, insistiendo en la urgencia de obtener el compromiso argentino en la Alianza e instruyndole sobre la manera de proceder. En su reveladora nota, dice:

"La tardanza entraa graves peligros...Chile tendra fuerzas martimas que no permitiran a los aliados hacerse escuchar e impedir la guerra (...) bastara a la Argentina ultimar sus relaciones con Chile, llevarlo a extremos violentos y para tal evento el Per asumira la actitud de mediador armado..."
Antes de terminado el mes, sin embargo, Tejedor le propuso a Yrigoyen firmar una Alianza entre Per y Argentina excluyendo a Bolivia. No est clara esta intencin argentina de marginar a La Paz, pero puede relacionarse con problemas territoriales pendientes entre Argentina y el Altiplano, adems de la falta de conveniencias concretas ofrecidas por su presencia en el pacto. Sin embargo, la llegada de las notas del Canciller Ibez insistiendo en la necesidad del arbitraje, alertaron a la Casa Rosada y, para el da 20 de septiembre de 1873, Yrigoyen era notificado con la advertencia de que:

"...el Presidente Sarmiento y el Gobierno argentino estn dispuestos a suscribir el Tratado Secreto",
Esto se haca sin esperar los poderes para negociarlo ofrecidos por Bolivia y Per. Ni siquiera tuvo tiempo para formularle reparos o apreciaciones. 5

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En tanto, Per segua intentando convencer a Bolivia de las bondades de extender el estanco del salitre sobre Atacama, requisito que Torre Tagle consideraba indispensable para dar cuerpo y necesidad a la Alianza del Pacfico. Con este motivo, haba encargado en La Paz al boliviano Melchor Terrazas, representante del Per en Bolivia, conseguir la adhesin altiplnica al estanco. Lo descrito no permite hablar, entonces, de un Tratado de Alianza Secreta "defensivo", como fue denominado eufemsticamente entonces y como la majadera histrica de los pases que lo protagonizaron insiste en llamarlo an en nuestros das. Por el contrario, el acuerdo formaba parte de una planificacin belicosa, de una proyeccin agresiva, orientada exclusivamente a la situacin con Chile, lo que nada de "defensivo" tena en la prctica, sino por sobre todo, completamente ofensiva. Esto explica tambin el intento de acercar a la Argentina a esta alianza, ajena a problema de Atacama. Otra buena cantidad de pruebas sobre la verdadera naturaleza de la alianza antichilena las reporta uno de sus ms fuertes opositores: el entonces Diputado de la Argentina, Dr. Guillermo Rawson, quien haba tenido acceso al texto original y a las discusiones secretas de la cmara sobre el tratado, por lo que conoca bastante bien el sentido esencial del proyecto, volvindose uno de sus mayores enemigos a pesar de que no era precisamente un gran simpatizante de Chile ni un detractor de la poltica expansionista que llevaba por entonces su patria, como muchos han credo ingenuamente despus de leer las lneas que reproduciremos. El gran mito peruano-boliviano es, as, aquel de la "necesidad defensiva" como causal de la Alianza. Sin embargo, la impresin que queda al leer la carta de Rawson dirigida en 21 de septiembre de 1873 a su compatriota el Senador Plcido Bustamante, es precisamente la contraria (los destacados son nuestros):

"Mi estimado amigo... Cuando Ud. reciba esta carta, ya sabr oficialmente cul ha sido el asunto que ha motivado las sesiones secretas de la Cmara de Diputados, por consiguiente, no falto a mi deber hablndole de este negocio". "Cuarenta y ocho votos contra diez y ocho han decidido la adhesin de la Repblica Argentina al tratado secreto de la ALIANZA OFENSIVA celebrada por los gobiernos del Per y Bolivia". "No necesito decirle que me he opuesto con todas mis fuerzas a la sancin de anoche y que, en medio del insomnio penoso que aquella decisin me ha costado, slo me consuela la esperanza de que el Senado pueda salvarnos de lo que yo estimo como una desgracia para nuestra patria; y no contribuye poco a fortalecer mi esperanza el conocimiento de la prudencia, del claro juicio y del patriotismo de Ud..." "Chile se muestra agresivo con Bolivia y con la Repblica Argentina en cuanto a sus lmites territoriales. Mas, EL PER NO TIENE NI PUEDE LLEGAR A TENER CUESTIONES DE ESTE LINAJE CON CHILE, iniciada la negociacin del tratado de alianza, SOLO POR UN ESPRITU DE RIVALIDAD Y POR RAZONES DE PREPOTENCIA EN EL PACFICO". "EL PER BUSCA ALIADOS PARA MANTENER EN JAQUE A SU RIVAL Y PARA HUMILLARLO EN CASO DE QUE ESTALLE LA GUERRA. Bolivia, por instinto de propia conservacin y POR DEFERENCIA TRADICIONAL DE SU POLTICA A LA INFLUENCIA PERUANA, entra sin vacilar en la liga, porque no teniendo ms salida para su comercio que su triste posesin en el Pacfico, necesita un poder martimo que la defienda y la asegure en el caso probable de guerra por la cuestin territorial". "En estas circunstancias, aquellas dos naciones se acuerdan que nosotros mantenemos tambin discusiones con Chile sobre lmites, y se apresuran a brindarnos su alianza invitndonos a participar de su destino en el camino de aventuras en que se lanzan; y nosotros, en fin, aceptamos sin condiciones EL PACTO FORMADO POR LA INSPIRACIN DE INTERESES QUE NO
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SON LOS NUESTROS Y CONSPIRAMOS TENEBROSAMENTE EN EL SIGILO CONTRA LA REPUBLICA MAS ADELANTADA DE SUDAMRICA, nuestra vecina, nuestra hermana en la lucha de la Independencia, nuestra amiga de hoy, puesto que mantenemos cordiales relaciones polticas con ella, y muy estrechas relaciones comerciales..."
Esta carta fue publicada en Buenos Aires en 1896 y tambin por don Luis Orrego Luco. Acorralado por su evidencia, el poltico e historiador boliviano Alberto Gutirrez, intent dar una explicacin -aos despusal menos a la referencia sobre la "alianza ofensiva" de la carta de Rawson, escribiendo en su obra "La Guerra de 1879" que "...preferimos creer que se trata de un error tipogrfico" (!). Y, por si este claro desmentido al carcter "defensivo" con que se excusaba la alianza no bastara, en su declaracin del 27 de septiembre siguiente, Rawson llega a ser ms certero en sus pronsticos, asegurando:

"Es Chile en realidad el objeto de la alianza, y una guerra contra Chile ser la consecuencia..."
Junto a Cceres, Costa y Ocantos, Rawson sera uno de los pocos argentinos que se opusieron al acuerdo, aprobado en la Cmara de Diputados ante la presencia del propio Ministro Tejedor. Puado de patriotas chilenos se entera de la adhesin argentina Conciente de la gravedad de lo que, aparentemente, haba sido discutido en el Congreso argentino el 4 de octubre, el Ministro chileno Guillermo Blest Gana inform por telegrama desde Buenos Aires, aunque no saba el resultado de la sesin. Ms tarde, los chilenos se enteraran que de haba sido aprobado el proyecto, destinndose, adems, $6 millones para preparativos de guerra. Blest Gana lo inform ms o menos as a La Moneda, casi un mes mas tarde. Pero el da 8 de octubre de 1873, el proyecto era pasado al Senado de la Argentina. Aprobado en primera instancia, la Cmara Alta del parlamento acord darse tiempo para estudio, especialmente en lo referido al tema presupuestario, postergndolo hasta las sesiones prximas, que deban comenzar el 1 de mayo del ao siguiente. Esto permita, adems, que se solucionara con Bolivia el problema territorial que sostena con Argentina en la provincia de Tarija antes de cualquier formalizacin de la entrada al pacto, a parte de permitir un lapso para la evolucin de las relaciones entre el pas trasandino y Brasil, por entonces bastante agrias. Ante los temores y perturbaciones que esta postergacin provoc en Lima, Yrigoyen notific en carta secreta, el 10 de octubre, sobre el nimo de los senadores:

"...no es rechazarlo, sino dar tiempo para que el gobierno negocie ms despacio, aclarando las dudas y resolviendo antes la cuestin de lmites con Bolivia".
Estaba refirindose, con esto ltimo, al litigio de Tarija. Argentina estaba interesada en adherir al pacto pidiendo a cambio la renuncia de las pretensiones bolivianas sobre dicha provincia. La buena estrella de Chile consegua, as, otro atraso en la intentona vecinal en su contra, permitiendo correr un tiempo en favor de esquivar la peligrosa situacin de hostilidad vecinal que estaba al borde de la ebullicin. A pesar de todo, el mito de la "alianza defensiva" persiste y seguir persistiendo eternamente en la literatura de los tres ex aliados. Esto, a pesar de los innumerables escollos a que se expone tal afirmacin cuando es alumbrada por el contexto de los hechos histricos y de la documentacin minuciosa sobre el mismo.

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Los bolivianos, por su parte, continuaron negando la existencia del pacto. El 11 de diciembre de 1873, el representante chileno en Bolivia, Carlos Walker Martnez, informaba al Ministro de Chile en Per, don Joaqun Godoy, haber conversado personalmente con De la Torre, quien demostr dotes teatrales fingiendo molestia y mostrndose ofendido ante la consulta del chileno sobre la existencia de un posible acuerdo secreto. De este modo, el Canciller Ibez estaba ms cerca de confirmar por sus agentes la existencia del tratado secreto que por todo ese ao haba generado rumores que nunca fueron bien credos, y comunicaba la noticia al Presidente Errzuriz. Por largo tiempo, este terrible secreto seguira escondido en ese puado de patriotas chilenos que supieron obrar con notable frialdad e inteligencia, a partir de la revelacin que cerraba ese controvertido ao de 1873. Slo como botn del nimo que mova a la Argentina de aquellos aos, recordamos un fragmento de la carta enviada por Domingo Faustino Sarmiento a su alumno, Bartolom Mitre, el 10 de enero de 1874, plena poca de campaas presidenciales a las que ste ltimo haba postulado (los destacados son nuestros):

"Al sacudir a tus compatriotas, que tambin son mos, logrars solucionar cualquier dificultad interna. No olvides, Bartolom, que Chile tiene problemas con otros pueblos vecinos. Nosotros pusimos lo nuestro para que dichos problemas se agravasen, porque, te repito, ante el chileno hay que ser astuto". "Cuando la patria argentina est en juego y cuando nuestra misin histrica se encuentre en peligro, no tenemos derecho a ser sentimentales. Debemos actuar sin contemplaciones. Mientras un gobernante argentino piense as, todos sus problemas interiores desaparecern. No lo olvides nunca".
Eventual acercamiento de Chile y Bolivia. Discrepancias y acuerdos Como hemos dicho, en 1873 se haba destinado en Bolivia, en calidad de Encargado de Negocios de Chile a Walker Martnez, con la misin de aliviar los problemas derivados de la negativa a cumplir el tratado. Exactamente en ese momento, el canciller del Altiplano, don Mariano Baptista, a la par de mantener conversaciones con Chile, ratificaba el acuerdo secreto de Alianza con el Per. Pero, ahogados por la crisis social y econmica de Bolivia, adems de la terquedad de la oposicin contra el Gobierno, el Presidente Ballivin y el Canciller Baptista tuvieron que morder su antichilenismo y ceder a las circunstancias, abandonando la euforia desatada por la firma del pacto de Alianza, en 1873. Esta actitud se repetira en la historia boliviana con gran recurrencia y hasta nuestros das, con lderes polticos que caen diablicamente posesos por violentas retricas antichilenas y confrontacionales durante las campaas electorales, pero que, al llegar al silln presidencial y advertir la verdadera situacin del pas, se ven en la necesidad de moderar sus odios e intentar sentar cabeza, haciendo exigencias mas realistas y menos satisfactorias para el populacho. Lo mismo sucede incluso con los derrotados de los sufragios, que quedan marginados en la oposicin y la minora electoral. Por otro lado, la entrada de Argentina al cuadrillazo exigiendo la solucin del problema de Tarija como condicin de alianza con La Paz, pona a Bolivia en un peligroso escenario en su intencin de conservar este territorio al que, jurdicamente hablando, no le correspondan derechos territoriales. Como sealamos en otra parte, Argentina lleg a proponer al Per una alianza directa sin necesidad de participacin boliviana en ella. La Casa Rosada tuvo mucha culpa en el acercamiento que estaba por comenzar entre Chile y Bolivia, por necesidad de esta ltima. Ballivin comprendi que no era oportuno obedecer a las presiones peruanas ni poner en riesgo an el territorio litigado con la Casa Rosada. Baptista coincidi en la necesidad de ceder, aunque fuese

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momentneamente, a una nueva negociacin para terminar con el condominio que tanta molestias produca al Altiplano. Esto variaba una enormidad del discurso ferozmente confrontacional del mandatario durante las pasadas elecciones, segn lo informara el mismo Walker Martnez, quien haba ido abandonando paulatinamente su ceguera americanista por perspectivas ms realistas y sensatas sobre la situacin diplomtica. Las sucesivas controversias por aplicacin y los desconocimientos reiterados de La Paz a los compromisos, haba dejado pendientes algunos puntos de aplicacin del Tratado de 1866, generando nuevos resquemores y roces que comenzaron a ser tratados nuevamente, a partir de la llegada de Walker Martnez, en julio de 1873. Tales grietas eran: La pretensin boliviana sobre Caracoles, representada en la propuesta de Bustillo sobre un lmite chileno-boliviano muy al Oeste de la cordillera de los Andes y del establecido en la Demarcacin Pissis-Muja del ao anterior. La presencia chilena en la administracin de Antofagasta, especialmente en las aduanas. La interpretacin de cules eran los "productos naturales" libres de impuestos. La obstinacin boliviana por alzar nuevos impuestos en la zona de condominio, entre los 23 y 25.

Se fij la firma de un tratado, creyndose cumplida la misin de Walker Martnez. Sin embargo, el espritu boliviano de prepotencia y competencia feroz volvi a aflorar en otro hecho detonante del nuevo impasse, antes de terminado el ao... Lo que los chilenos y sus representantes no saban era que, mientras se iniciaban conversaciones con la nueva misin de Santiago en La Paz, los argentinos planteaban la necesidad de solucionar el asunto de Tarija como condicin de la Alianza, a pesar del entusiasmo del Presidente Sarmiento por concretarlo a la brevedad. Y, por esos mismos das, el 20 de julio de 1873, el Cnsul chileno Lorenzo Claro sorprenda a una elegante y aristocrtica cena realizada en La Paz en homenaje a Vctor de la Torre, revelando en la mesa del banquete la existencia de rumores en Cochabamba sobre una Alianza contra Chile entre los tres vecinos. A muchos de los presentes se les debi indigestar su parte del postre ante tal comentario. Al da siguiente, el propio De la Torre comunicaba a Lima aterrado:

"Entretanto, el dicho de Claro parece indicar que el secreto no est tan bien guardado en Bolivia como lo ha sido en el Per".
Ya hemos aludido a la preocupacin de Walker al enterarse de este rumor y al "desmentido" protagonizado por el Ministro De la Torre, mofndose y manifestndose ofendido por sus consultas al respecto. Lamentablemente, Walker le crey y continu con el desarrollo de los objetivos de su misin, dejando todo listo para la firma del nuevo tratado en diciembre. Se estaba a la espera del plazo cuando, el 12 de noviembre de 1873, se dicta una ley boliviana que estableca impuesto del 6% sobre los minerales del litoral, cumpliendo con la costumbre histrica que ya hemos observado de los mandatarios de Bolivia, en cuanto a castigar con tributaciones a otros por sus propias incapacidades para conducir la economa del pas. El mineral de Caracoles era la principal tentacin del Altiplano, nuevamente. Esto, y la noticia desde Sucre de que el enfermo Ballivin iba a deponer el poder, postergaron la firma del tratado. El posterior rechazo a esta clase de medidas tributarias fue un valioso antecedente para demostrar la ilegitimidad del impuesto que, cinco aos ms tarde, Bolivia iba a decretar sobre las inversiones chilenas de Antofagasta, desatando la guerra.

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El 27 de noviembre, la Compaa de Salitre y Ferrocarriles de Antofagasta logr cerrar con La Paz el nuevo convenio, en vista de que las condiciones que pactadas con Melgarejo en 1866 ya haban sido anuladas por el Palacio Quemado. Irnicamente, se cumpla el primera ao del asesinato del Presidente Morales. En este nuevo acuerdo, se especificaban los terrenos sobre los que poda operar la firma, concedindolos por 15 aos, durante los cuales, adems, estara eximida de nuevas tributaciones al fisco altiplnico. Los autores bolivianos han tratado de presentar esta situacin como un favor invaluable para la Compaa de Salitres y Ferrocarril de Antofagasta, pero la verdad es que, en retribucin a estas condiciones cmodas para poder desarrollar la actividad, la empresa haba realizado enormes inversiones de las que gozaba precisamente Bolivia, como los ferrocarriles, caminos y el puerto de Antofagasta. Se recordar, adems, que el rico Salar del Carmen, donde trabajaba, si bien era generoso en nitrato, su calidad inferior al producido en Tarapac obligaba a aumentar los costos con procesos de purificacin, de modo que no haba ninguna clase de "favor" o consideracin al limitar los impuestos a su actividad en Atacama. Como ya hemos dicho, sin embargo, en medio de esta problemtica, a fines de 1873, cuando se supona deba firmarse el nuevo acuerdo, el Presidente Errzuriz y el Canciller Ibez fueron sorprendidos con la revelacin de la existencia de la Alianza Secreta, por las noticias confidencialmente proporcionadas desde Buenos Aires. Acto seguido, Ibez enva nota a Walker Martnez solicitndole hacerse de una copia del tratado secreto, a lo que el delegado respondi -influido por su credulidad y sus ltimas cenizas de americanismo-, el 18 de diciembre, que "todo el mundo juzga que es una patraa". A partir de ese momento, se hizo prioritario evitar el rompimiento y esquivar la triple amenaza que penda sobre Chile desde todo su entorno vecinal. Brasil comunica a Chile existencia de Alianza ofensiva El gobierno de Ballivin se encontraba en decadencia a fines de 1873. Los intentos golpistas haban sido contenidos y desarmados por el rudo Jefe del Batalln 1 de Colorados, Hilarin Daza, hombre de grandes ambiciones y oscuros planes en mente. Pero la salud quebrantada del mandatario pudo mucho ms que sus opositores y, el 31 de enero del ao siguiente, volvera a asumir por designacin de la Asamblea el ex delegado de Sucre en Chile y ex mandatario de Bolivia, Toms Fras, a sus ya ancianos 70 aos. En una tremenda ingenuidad derivada de su moral clsica, Fras design a Daza como Ministro de Guerra, sembrando la semilla de su propia desgracia en el Palacio Quemado. Fras reciba el pas en uno de sus momentos ms graves econmica, moral y culturalmente hablando. Las arcas estaban vacas, el caudillismo haba cundido por todas las fuerzas armadas y el pueblo estaba sumido en un analfabetismo e ignorancia casi generalizado, segn lo reconoce el propio historiador boliviano Alcides Arguedas. Ante tan magro horizonte, Fras no tuvo ms remedio que recuperar la ruta conciliadora con Chile. Atrapado por su tica -excepcional entre los mandatarios bolivianos de la poca- se sinti obligado al acatamiento del condominio del Tratado de 1866, no obstante su inters en seguir negociando la eliminacin de la reparticin con el tratado pendiente desde diciembre. El relajo y la distensin del clima alcanzaron tambin, al parecer, el nimo de los chilenos. Comenz a creerse que efectivamente, Walker Martnez tena completa razn al no creer en la existencia del pacto secreto y, desde Lima, el representante Joaqun Godoy se manifestaba en el mismo sentido, al informar, el 28 de enero, al informar cndidamente que:

"...si bien es cierto que se ha tratado de negociar un pacto de alianza entre Bolivia y el Per, no lo es menos que el pensamiento ha quedado en mera tentativa, sin precisin, ni determinacin ni forma".

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Las jugadas del ajedrez diplomtico boliviano reflejan claramente el sentido de la poltica de Fras. El da 4 de febrero, y tras un largo silencio, el Ministro Baptista responda a la Cancillera chilena mostrndose flexible hacia las observaciones chilenas contra la ley de impuestos de noviembre de 1873. Seguidamente, el 13 de mismo mes rechaza la propuesta argentina de Alianza tripartita con previa solucin del litigio en la valiosa comarca de Tarija, bajo aceptacin del principio de uti possidetis. La decisin altiplnica termin desatando la ira del Ministro Yrigoyen, quien se sinti engaado y atropellado. A continuacin de estos hechos, el Gobierno de Bolivia dio noticias de su decisin de dar pie al tratado, el da 15 de febrero, aunque agreg reparos a las bases del mismo ofrecidas por Chile en del 30 de diciembre del ao anterior, contestadas ms de un mes despus, como vimos. Por esos mismos das de febrero, casualmente, el Ministro del Brasil en Santiago, Da Pointe Ribeyro, inform secretamente al Presidente Errzuriz y al Canciller Ibez de la existencia de un pacto secreto entre Per y Bolivia, de la invitacin que tempranamente Per haba intentando hacer al Gobierno de Rio de Janeiro para entrar al mismo, y confirm que en Argentina continuaba discutindose la entrada a la Alianza. El Brasil estaba enterado de su texto completo desde que el Gobierno peruano, hacia fines de 1873, le enviara una copia con la intencin de evaluar su disposicin a entrar a la Alianza o, en su defecto, para hacerle comprender que la misma no estaba dirigida contra la nacin carioca, sino contra Chile, evitando suspicacias en relacin a la presencia de Argentina entre los aliados. Al respecto, debe sealarse que la afirmacin de historiadores izquierdistas como Luis Vitale, en su "Interpretacin Marxista de la Historia de Chile" (volumen IV, pg. 88), respecto de que "En lo referente al

carcter 'secreto' del Tratado es sabido que estaba en conocimiento de la cancillera chilena y de la mayora de los pases latinoamericanos por haber sido discutido pblicamente en el parlamento argentino",
esto no es ms que otra de las frecuentes afirmaciones audaces y basadas en documentacin muy parcial por parte del autor, pues hemos visto que la discusin del acuerdo aliancista se realiz en Argentina en el ms absoluto secreto e incluso segua ponindose en duda su veracidad cuando ya haba estallado la guerra. El compromiso de los involucrados fue de mantener esta revelacin en el ms absoluto secreto, continuando normalmente con el curso de las negociaciones y fingiendo no saber del mismo. Es digno de destacar que, diplomticamente, desde ese momento el Brasil actuara lealmente con Chile ante el peligro representado por la Alianza, tal como Alemania lo hara desde Europa. El 28 de marzo siguiente, el Canciller Ibez dirigi nota a Blest Gana en Buenos Aires, pidindole un nuevo intento para obligar al Gobierno de Argentina a aceptar y constituir un arbitraje por el conflicto patagnico, que era la nica manera de detener, en ese momento, la entrada argentina a la Alianza. Antes de terminado el mes, Ibez envi la comunicacin al ministro en Lima que vimos anteriormente, donde sigue suplicndole paciencia. Aunque no se sabe a ciencia cierta la fuente precisa de la que Blest Gana se vali, en abril envi al Presidente Errzuriz una supuesta copia del tratado de Alianza, o al menos sus principales puntos. Es muy probable que este texto lo haya conseguido tambin por asistencia del Brasil, a travs del representante carioca en Buenos Aires, aunque no pocos autores han puesto en duda que haya sido Blest Gana quien se enter de la existencia del tratado y tuvo intenciones de comunicarla a La Moneda, como lo demuestran Enrique Vial Matta y Sergio Villalobos. Ambos sugieren que esto slo fue una leyenda inventada por el mismo representante chileno en sus ltimos aos de vida, ya muy anciano. An as, otros autores, como Anselmo Blanot Holley y posteriormente Oscar Espinosa Moraga, s creen que ms que una sola pizca de verdad debe haber tenido esta afirmacin. Confunde, particularmente, que el Presidente Errzuriz continuara obrando como si no conociera o no creyera en el pacto secreto que ya le haba comunicado de alguna manera el Brasil, en niveles de detalle que han sido objeto de especulacin. Sea como sea, el 20 de ese mismo mes, Blest Gana insisti en el asunto del arbitraje al Ministro argentino Tejedor. Una semana ms tarde, el Gobierno argentino ceda a las insistencias y aceptaba la va arbitral,
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ante la inminencia del fracaso de la primera aventura aliancista contra Chile, producto del cambio de actitud de Bolivia. En junio siguiente, el Ministro Tejedor le comunicaba secretamente a Yrigoyen que la posicin boliviana no reflejaba "un sincero deseo" de constituir la Alianza y que, por lo tanto, su Gobierno se vea en imposibilidad de realizarla. La Cancillera de Chile le envi la nota respuesta el 24 de agosto siguiente. Pero la Argentina inici despus una descarada maniobra para desconocer este compromiso, a partir del ao 1875 por el ministro Irigoyen, quien neg haber recibido esta nota chilena (y en 1881 se contradijo y asegur conocerla). Firma del Tratado de 1874. Naufraga el primer cuadrillazo En tanto, Chile desestimaba los reparos bolivianos sobre el proyecto, alegando que se ajustaban perfectamente a las disposiciones del Tratado de 1866. Todos los obstculos, de este modo, eran despejados y, en abril, Walker Martnez parta a Santiago con el borrador del nuevo tratado. Tras meses de minuciosos estudios y anlisis del texto, regres a Bolivia ansiosos de concretar un acuerdo. El da 6 de agosto de 1874, Walker Martnez firmaba con Baptista el tratado final. Copias del mismo ya haban llegado a Per y Bolivia desde fines de junio, aumentando la sensacin de sorpresa y desagrado entre los aliancistas. Entre otras cosas, el lmite se mantendra en el paralelo 24 y se pona fin al condominio econmico de la zona comprendida entre el 23 y 25, establecido en 1866, lo que era otro tremendo avance para los intereses bolivianos. El deslinde entre ambas naciones deba correr por Los Andes, por la cordillera occidental y en sus ms altas cumbres segn la demarcacin Pissis-Muja, es decir, desde el Llullaillaco hasta el Pular. Su artculo 4, -el ms importante para comprender los hechos posteriores-, obligaba terminantemente a no elevar o exigir ms impuestos, por 25 aos, a las personas, industrias y capitales mineros chilenos. Con ello, Bolivia consegua eliminar el condominio que por tantos aos haba constituido el principal bache para lograr su acatamiento a las condiciones del tratado anterior, a pesar de que, en los hechos, prcticamente jams los haba cumplido, tal vez no por mala fe, sino por el caos que reinaba en las administraciones litorales del gobierno altiplnico que eran un espantoso desorden, al punto de que ni siquiera rendan cuentas al Gobierno Central en otras pruebas ms del fracaso de Bolivia en su intento por consolidar una relacin martima real y efectiva. Esta medida tena por principal objetivo amarrarle las manos a la posibilidad de que cualquier caudillo o presidente en apuros de Bolivia recurriera al alza de impuestos para palear dficits fiscales, costumbre que, como hemos relatado, tena larga y frecuente data en el Palacio Quemado y tambin en Per. An as, La Moneda acept las altas tasas de tributacin que existan al momento de firmar el tratado, en otra prueba de buena voluntad. Se recordar que eran en algunos casos tan alzadas, que cualquier variacin ascendente habra arrancado a los inversionistas la mayor parte de las utilidades que conseguan rescatar entre un historial de tributaciones y ms tributaciones. Como se sabe, desde fines de 1873 la Compaa de Salitre y Ferrocarriles de Antofagasta haba logrado tambin que el Estado de Bolivia no alzara impuestos ni agregara nuevas tributaciones, para los 15 aos que durara la vigencia del acuerdo. Esto demuestra que el temor a alzas tributarias desde el fisco altiplnico era permanente en Atacama, donde el nitrato producido deba pasar por mayores procesos de purificado y limpieza que el de su competidor de Tarapac, reduciendo utilidades. Con el Tratado de 1874, sin embargo, esta misma garanta quedaba establecida por un instrumento internacional ya no slo para la Compaa, sino para todas las dems empresas chilenas que operaran en el territorio, por 25 aos. 12

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En otro punto, en su artculo 6, se comprometa a Bolivia a habilitar permanentemente los puertos de Mejillones y Antofagasta, con lo que se terminaba con las constantes amenazas altiplnicas de cerrar el puerto de la floreciente ciudad, lo que hubiese sido lapidario para las inversiones y los trabajadores chilenos en la zona. Un protocolo adicional intentaba terminar con la posibilidad de nuevos reclamos bolivianos sobre la interpretacin de los llamados "productos naturales". El artculo 9, finalmente, cumpla con el anhelo final de Bolivia: declaraba nulo el Tratado de 1866, reemplazado por el nuevo, sin reparticiones ni condominios. La paz definitiva haba llegado. As se crey en Chile y el acuerdo fue ampliamente celebrado. La sombra de la guerra se despejaba otra vez... O no? La firma del tratado fue una amarga sorpresa para el Per. No slo haba sido negociado en momentos en que se estaba invitando a la Argentina al cuadrillazo, sino que se gest a completo desconocimiento del Gobierno de Lima, generando evidentes molestias en el agresivo mandatario Manuel Pardo. Peor an le result enterarse de lo bien recibido que fue, en un principio, este acuerdo en la opinin pblica de ambos pases firmantes, prximo a su ratificacin fijada por la Asamblea altiplnica para el mes de noviembre, fecha en la que La Moneda vera la superacin final del peligro de la Alianza tripartita. Desesperado, Pardo recurri a sus viejos amigos en Bolivia y financi toda clase de mtines y protestas contra el nuevo tratado, con expresiones tan violentas contra Fras como slo se haban odo contra Melgarejo durante el Gobierno de Morales, tambin con asistencia del Per en dichas campaas. Se acus a Fras falsamente, entre otras cosas, de querer ceder territorio boliviano al oriente de la cordillera andina que Chile haba exigido a cambio (curiosa calumnia que se repiti muchos aos ms tarde, haciendo fracasar desde adentro de la propia Bolivia los intentos chilenos por darle un corredor al ocano en 1950 y en 1975). Lamentablemente, ese ao de 1874, Pardo poda disponer a su favor de una gran cantidad de polticos y caudillos ambiciosos que slo esperaban el momento oportuno para derrocar al anciano presidente, deseosos de restituir el decadente escenario poltico de aos anteriores, en donde cualquier pelafustn suficientemente respaldado por la fuerza de las armas, poda llegar rpidamente al Palacio Quemado ahorrndose aos de esfuerzos cvicos en la vida democrtica. Sus deseos de salvar la Alianza hicieron eco rpidamente entre estos grupos. Los miembros de la Asamblea simpatizantes de este movimiento, iniciaron de inmediato el desmantelamiento del tratado al entrar a sesiones. Como se haba visto tambin con Ballivin, era otra nefasta costumbre muy arraigada en la poltica boliviana la de sabotear todos los proyectos del gobierno central por parte de los opositores al rgimen de turno, congelando las gestiones de Estado y agudizando crisis para acelerar la cada o el desprestigio de los gobiernos. Tras violentas discusiones, se desaprob su texto por dos puntos fundamentales: compensar a Chile por la renuncia al condominio y el pago de las deudas que mantena Bolivia con Chile por los aos en que se neg a acatar el tratado anterior en el asunto de la reparticin. En tanto, Yrigoyen renunci indignado a su parte de la representacin en nombre del Altiplano en Buenos Aires, pero continuando con la representacin del Per, en septiembre. No poda concebir que Bolivia renunciara de buenas a primeras a la Alianza. Todos creyeron en Bolivia que los cambios exigidos al proyecto de acuerdo no seran aceptados por Chile, situacin ante la cual la Asamblea altiplnica arrojara al papelero el asunto. Sin embargo, deseoso de que el tratado se aprobara, el Canciller Ibez acept las modificaciones propuestas por Baptista, el da 29 de septiembre de 1874. La noticia lleg al Altiplano a principios de noviembre de 1873, tras lo cual la Asamblea lo aprob rpidamente el da 6, ante esta tremenda generosidad chilena que, salvo por las consideraciones tributarias establecidas para los inversionistas del salitre, haba colocado la tremenda entrega territorial de Atacama a Bolivia en el borde de lo gratuito para Chile. En Santiago, en cambio, se lo aprob con molestia, teniendo en mente slo el alejamiento de la posibilidad de un cuadrillazo con Per y
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Bolivia que los polticos crean entonces probable, a pesar de desconocer que era un hecho consumado desde haca ms de un ao. A pesar del sacrificio, sin embargo, se consegua detener la marcha del aliancismo.

Influencia econmica chilena en Atacama hacia 1874 El crecimiento econmico de la zona atacamea estaba entre los grandes logros de Chile. Por un lado, estaban los inversionistas, mezcla de empresarios con viajeros exploradores, y por otra, la tenacidad de la esforzada clase trabajadora, que venca la sequedad y la insolacin en los desiertos. A las riquezas manejadas por la Compaa de Salitres y Ferrocarril de Antofagasta, se sumaban tambin las del mineral de Caracoles y las de la industria ferroviaria. Miles y miles de chilenos, especialmente desde las zonas del sur del pas, haban emigrado en busca de mejores expectativas en una poca donde persistan muchas dificultades econmicas y laborales para las clases trabajadoras de todo el continente y quizs del mundo entero, en lo que se sola llamar la "cuestin social", cuna de los movimientos sindicalistas y socialistas. Miles de "rotos" de modesto origen, crecidos al rigor de una vida dura y de carencias, asombraban a los visitantes extranjeros que pasaban por la zona, por su notable sentido del esfuerzo y del rendimiento fsico en labores extenuantes, en condiciones extremas. Un censo realizado en noviembre de 1878, slo cuatro aos despus del tratado que liberaba de impuestos a los chilenos de la zona, demostr que la circunscripcin de Antofagasta estaba habitada por 6.544 chilenos, junto a los que convivan slo 1.226 bolivianos y 737 extranjeros de otras nacionalidades. Al ao siguiente, se determin que el 85% de los habitantes de toda la regin litoral eran chilenos. Los bolivianos no llegaban a superar el 5%, en su mayora soldados o funcionarios administrativos.

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Autores bolivianos y peruanos explicaron por muchos aos, con un tenor de lo que hoy se llamara xenofobia, que este desequilibro poblacional se deba a la "invasin masiva" de inmigrantes chilenos en los territorios entonces administrados por Bolivia. La verdad es, sin embargo, que la vida y el trabajo en tierras litorales resultaban tan ajenos a la idiosincrasia altiplnica, que incluso en aquellos aos de facilidades absolutas para relacionarse con el Pacfico, Bolivia fue incapaz de establecer un vnculo real con el ocano, al que, en la prctica, haba vivido de espaldas durante toda su existencia como colonia y luego repblica. Irnicamente, en tiempos recientes, han sido los propios bolivianos y peruanos quienes han debido protagonizar migraciones masivas a esta zona del territorio chileno, en busca de mejores expectativas de trabajo que en sus respectivos pases resultan cada vez ms escasas, superando enormemente en nmero y proporcin a la pretendida "invasin" de chilenos en el siglo XIX: ESTADSTICA DE LA POBLACIN DE ANTOFAGASTA EN 1874 Chilenos Bolivianos Europeos Americanos del N. y del S. Asiticos y otros Fuente: "Historia General de Bolivia", de Alcides Arguedas (La Paz, 1922) En definitiva, lo anterior significa que todo en Antofagasta, obreros, habitantes, poder de trabajo, inversiones e infraestructuras eran de origen chileno. Las mineras de Caracoles, la fundicin de Huanchaca, las vas ferroviarias, el mismo poblamiento de Antofagasta, eran hazaas de chilenos. Al territorio, lamentablemente, se haba renunciado con los acuerdos de 1866 y 1874, pero a cambio de paz y facilidades tributarias comprometidas con la firma boliviana de ambos tratados. Fracaso del estanco peruano del salitre. Ambiciones comerciales de Lima Pero por entonces, los resultados del estanco salitrero peruano seran bastante menos que aquellos a los que las autoridades limeas aspiraban, ignorantes o indiferentes a las reglas elementales del mercado internacional. Antes de terminado el ao, se advirti que la administracin del Estado directamente en las salitreras haba provocado una sobreproduccin mundial, situacin que hizo caer fuertemente los precios, pasando de los 4.421.000 quintales exportados a 15 chelines y 10 peniques en 1872, a 6.264.000 quintales a slo 11 chelines y 9 peniques al terminar el primer ao del estanco. El precio caa, as, en un 25%. La tendencia se mantuvo por todo el tiempo que dur el monopolio, pues el ao 1874 la exportacin de 5.583.000 quintales a slo 12 chelines y 7 peniques, subiendo a 7.191.000 quintales en 1875 y bajando el precio a 11 chelines y 7 peniques. Para empeorar la situacin del Per, sus expectativas originales de hacer utilidad de 2 y medio chelines por quintal, se veran frustradas por las medidas de los salitreros, destinadas a esquivar el dao econmico doblando la produccin para bajar los gastos generales de la industria y acaparar al menos una pequea fraccin de utilidad, mientras el fisco se empeaba en tratar de vender tanto salitre como fuera posible. 93 % 2% 1,5 % 1% 1,5 %

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En tales circunstancias, no qued alternativa para el Estado del Per que admitir el fracaso del estanco, en la Memoria de Hacienda de 1874. Esta situacin motiv la urgente creacin de una Comisin de Salitreros, presidida por el empresario Juan Gildemeister y secretariada por el futuro mandatario Guillermo Billinghurst, que se reuni con el Presidente Pardo reiteradas veces entre enero y marzo de 1874. En estas reuniones, el Gobierno y los empresarios evaluaron como principal problema para la recuperacin peruana, la presencia del salitre explotado por trabajadores e inversionistas chilenos en Atacama, por lo que consideraron urgente cortar la penetracin chilena en el negocio. Al cerrar el ciclo de encuentros con la Comisin de Salitreros en Lima, Pardo cerr haciendo esta inslita y reveladora declaracin:

"Yo no gobierno para ustedes, ni para hacer la grandeza de Chile, sino para hacer la ventura del Per".
Anunci tambin su deseo de sacar a los chilenos de la creciente influencia econmica que haban logrado en el desierto de Atacama. En estas circunstancias, el conflicto chileno-boliviano le caa del cielo al Per, en sus manifiestos deseos de extender el monopolio salitrero ms all de su territorio. La decisin era clara: haba que desplazar a toda costa a la Compaa del Salitre y Ferrocarriles de Antofagasta, principal competencia del Per en la industria salitrera. Entonces, era fundamental acelerar el rompimiento boliviano con Chile, que se esperaba desde la misma firma de la Alianza en 1873. Desde ese momento en adelante, Per destinara todas las energas de su diplomacia para conseguir este quiebre. Pardo crey necesario un mecanismo para consolidar estas intenciones de ampliar la cobertura del estanco. Decidido a correr a los chilenos, el 28 de mayo de 1875 promulg, con este fin, una nueva ley que facultaba al Estado para iniciar compras expropiadoras de las salitreras, pagando por ellas certificados a dos aos plazo con inters de 8% anual como ganancia. Simultneamente, se autoriz el pedido de un nuevo emprstito de 7 millones de libras esterlinas, de las que 5 millones iban a parar al pago de bonos, y el resto a obras pblicas. Al da siguiente, decret la imposicin de un nuevo tributo de 30 centavos de sol por quintal (46 kilos) de salitre exportado, con lo que intentaba tambin rapiar algo de la ganancia de los exportadores, an cuando estos impuestos la acercaban dramticamente al punto sin utilidad. Para empeorar las cosas, el tributo fue subido varias veces ms en los aos venideros. Aunque estas decisiones afectaban a todos los inversionistas, fueran ingleses, franceses e incluso peruanos, no cabe duda que la principal preocupacin de Torre Tagle eran los chilenos, con la mayor presencia e importancia en Tarapac, territorio que el Per nunca haba conseguido incorporar convenientemente a la administracin y a la vida econmica de la repblica. La mayora parlamentaria militante o proclive a su partido, el Civilista, le permiti llevar estas acciones con vertiginosa rapidez y gran apoyo poltico. La peregrina idea que dio origen a estas medidas naca de la errada conviccin de Pardo de que, expropiando toda la actividad del nitrato y pasndola a la administracin del Estado, el negocio calichero podra ser controlado de mejor manera, permitiendo mayor equilibro entre produccin y utilidades, sin que el salitre entrase a competir en los mercados con la produccin de guano, sobre la que el mandatario an tena depositadas esperanzas de recuperacin. Con mucha frecuencia, los historiadores olvidan mencionar el fuerte acento proteccionista en favor del guano que tenan las medidas peruanas de monopolizacin del salitre. Muchos empresarios del salitre peruano -tal vez la mayora- advirtieron que el proyecto tampoco iba a rendir frutos. Ese mismo ao terminaron de construir varias plantas nuevas, a veces de modos muy poco transparentes, pero con el fin de conservar sus empresas y explotar clandestinamente si fuese necesario.

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Confiaban, no obstante el estanco, que el visible fracaso del plan de financiamiento del Estado obligara a desistir de la administracin fiscal y permitiera el retorno de las exportaciones a manos privadas, en menos de cinco aos, por lo que consideraban estas ampliaciones como verdaderas inversiones. El 13 de junio de 1876, Pardo volvi a hacer otra jugada en pro del monopolio, declarando propiedad del Per todas las salitreras que no fuesen explotadas an o que estuviesen abandonadas. De manos de Juan G. Meiggs adquiri 61 y tres cuartos de estacas de 2.560.000 metros cuadrados cada una de terreno salitrero, junto al ro Loa, y de los bolivianos obtuvo varias otras situadas en el litoral, arrendndoselas por $120 mil bolivianos mensuales por 20 aos y firmando el 18 de julio siguiente la escritura pblica en Antofagasta. El 23 de agosto, el fisco adicion las salitreras "Unin", "Virginia" y "Duendes", en 583 mil soles. Sorprende que Bolivia haya entregado sus salitreras al Per por cantidades tan esculidas de dinero, bajas incluso para la poca. Estos antecedentes nos dan una clara explicacin a las razones reales del Per para avalar la violacin boliviana al Tratado de 1874: motivaciones econmicas y sus compromisos de deudas que persistan con la Casa Dreyfus. La influencia histrica del vil y sucio dinero, como siempre. Nada de solidaridad, de apoyo a un pas hermano o de americanismo; slo dinero. Inclusive, entre la informacin de la que dispona el representante Lorenzo Claro, en La Paz, estaba el rumor de que Per haba solicitado inicialmente a Bolivia cerca de 3 millones de soles por entrar a la Alianza. Tales antecedentes fueron comunicados a Lima por su representacin en Bolivia, el 21 de julio de 1873, despus de la informalidad de Claro durante el banquete de homenaje a De La Torre. Obviamente, las fuentes peruanas y bolivianas de historia rara vez asumen la descripcin de estos acontecimientos cruciales. Unos aos ms tarde, ya en plena guerra, en una carta dirigida a Nicols de Pirola en 1881, el ilustre poltico peruano Ricardo Palma recordara, a propsito de la irresponsabilidad y las consecuencias de estas medidas:

"Francamente, cada da siento en mi alma ms hiel contra el civilismo que, con su caprichosa ley de expropiacin salitrera, nos prepar el conflicto actual y que aun habindolo previsto, no quiso, no supo alistar al pas para la lucha. Como muy sesudamente lo dijo usted en un documento: "logreros de aqu y especuladores de all son los autores de la guerra"."
Veremos que, sin embargo, el mayor inters de Lima estaba en las salitreras de Antofagasta, particularmente la de la Compaa de Salitre y Ferrocarriles de Antofagasta, principal competidora del Estado peruano. Daza derroca a Fras en 1875. Perfil del nuevo presidente boliviano En Bolivia, Daza era el candidato a la presidencia ms popular de los que se postulaban al reemplazo del Gobierno provisorio de Fras. Dada la crisis social y moral, sumada a la poltica de intrigas que por dcadas dominaba la vida cvica boliviana, el caudillo se convirti rpidamente en favorito, hacindose vista gorda a sus costumbres lujuriosas y la psima fama atribuida a su nombre. Un hombre de escasa educacin, de modales y pasado poco decorosos, se caracterizaba por un profundo antichilenismo que represent muy bien al pueblo boliviano de entonces, incentivado por los odios de la patriotera local. Su delirio de grandeza le llev a creerse algo as como una versin colla del Napolen Bonaparte, a quien profesaba una gran admiracin, imitando algunas de sus posturas, retratos y gestos, delirio que tambin se ha credo identificar en su compatriota, el Mariscal Santa Cruz, cuarenta aos antes. Sin embargo, por alguna razn que slo se explica en los frecuentes arrebatos de temperamento y violencia de parte de estos caudillos altiplnicos, Daza decidi desestimar su popularidad electoral y traicion al Presidente Fras (de quien era su Ministro de Guerra, recordemos) derrocndolo el 4 de mayo de 1875, como tambin haba traicionado a Melgarejo, poco antes de las elecciones y con apoyo de los

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Colorados. Fras y varios otros bolivianos se veran obligados a escapar al Per, mientras se iniciaba en su patria otro nuevo reinado de terror y brutalidad. Ya hemos dicho que la peor etapa de la decadencia moral entre los polticos bolivianos del siglo XIX haba comenzado probablemente con Melgarejo, en 1864, continuando en el Palacio Quemado por largos aos, en los que slo el breve perodo de Fras haba cortado la oscura cadena. Sin embargo, con la llegada de Daza al poder, regresaba toda la corrupcin moral de la clase poltica boliviana, elevada a sus niveles ms inslitos a pesar del empeo de ciertos autores altiplnicos por presentarlo lejano y opuesto a las imperfecciones de Melgarejo. El historiador boliviano Alcides Arguedas escribe que, con su entrada al Palacio Quemado, los puetazos y las amenazas desplazaron nuevamente las relaciones protocolares:

"...las trompadas y los bofetones fueron uno de sus favoritos recursos del gobierno".
Por otro lado, Daza encarnaba lo peor de los caudillos que aspiraban al poder en la fila de golpistas ante las puertas del Palacio Quemado: traicionero, hostil, egocntrico, sediento de poder, dominado por los vicios y formado en una tremenda bajeza cultural, al extremo de redactar sus cartas incluyendo en ellas palabras que, en esos das, eran consideradas soeces. Esta decadencia, sin embargo, no era privativa de los caudillos y tiranos del Altiplano, pues se reflejaba tambin en las autoridades locales de su administracin pblica boliviana, como fue el caso de un peligroso criminal que haba intentado asesinar en 1874 a un chileno y le haba robado especies y dinero a otro particular, al ao siguiente, y sin embargo, durante el gobierno de Daza ejerca como... Juez del poblado de Caracoles! As las cosas, Daza estaba decidido a desconocer los derechos pactados con Chile por Fras, del mismo modo que Morales haba desconocido los acuerdos de Chile con Melgarejo... La eterna falta de compromiso del Palacio Quemado con la palabra empeada y el cumplimiento de los tratados. La actitud de Daza envalenton ms an a los funcionarios de Estado de la circunscripcin antofagastina, derivando en nuevos y peores abusos en contra de la mayoritaria poblacin chilena, que elevaron al mximo las intenciones independentistas de los "mapochinos" residentes en Antofagasta, al punto de que hubo ms de un intento de asonadas locales. A slo unos meses de haberse ratificado el Tratado de 1974, Daza inici al instante la gestin para echar por tierra el convenio suscrito, listo para violar nuevamente el tratado con Chile. Excusndose en la pobreza del pas, en calamidades naturales como la sequa y, sobre todo, por un caos administrativo sorprendente, casi escalofriante, su mente simplista qued impedida de ver otra salida a la crisis, que zafarse de los compromisos con Chile, mismos que estaba forzado a respetar. Sin embargo, el contexto de los hechos no le fue favorable a Daza. El 28 de julio de 1875 le toc canjear personalmente el tratado de lmites firmado el ao anterior y el 25 de octubre lo promulg Chile. El 22 de septiembre, el mandatario debi firmar un convenio de arbitraje para cualquier dificultad que surgiera en la interpretacin del tratado. Coincidentemente, en noviembre de 1875 la Asamblea de Bolivia aprobaba por decreto el arreglo entre la compaa chilena de Jos Santos Ossa, a travs de su representante en La Paz, Belisario Per, que reconoca el derecho de los industriales a explotar el salitre por 15 aos y exportarlo desde Antofagasta libre de todo tributo, previo pago de $10 mil al Estado boliviano, publicndose el decreto ms tarde en el Anuario Oficial de Leyes. Con estas medidas, se buscaba poner fin a una larga controversia iniciada en agosto de 1871, cuando el Presidente Morales anul por ley todos los compromisos que haban sido asumidos durante el gobierno de Melgarejo, incluyendo la concesin otorgada por Bolivia a la compaa a travs de uno de los socios, Francisco Puelma, en septiembre de 1866.

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Estos antecedentes desmienten otro de los groseros mitos bolivianos que justifican el posterior quiebre del Tratado de 1874 que estaba por protagonizar Daza, aludiendo a que la compaa estaba extrayendo salitre de forma clandestina o ilegal. Sin embargo, ya sabemos que era una costumbre muy arraigada en los caudillos de aquellos lares el desconocer o alterar inmoralmente todo tipo de compromisos y palabras de honor. Con esta mentalidad, Daza puso inmediatamente sus ojos sobre la compaa salitrera, sacando cuentas favorables del tratado de alianza con el Per firmado dos aos antes, a pesar de que los recientes acontecimientos le alejaban cada vez ms de su inters y obraban ms bien en favor del cumplimiento del Tratado de 1874, que no era de su mejor parecer. Entreguistas bajan al Canciller Ibez. Llegan los blindados a Chile El antichilenismo ya estaba engendrado, sin embargo. Pero sera ahora, con el Tratado de 1874, que se vera a los chilenos ms odiosamente, como una comunidad tributariamente privilegiada en suelo boliviano que mereca castigo. La frustracin generada por el fracaso de las intenciones confrontaciones que motivaron el Tratado de Alianza Secreta, atrasadas nicamente por la falta de decisin de Argentina y casi ahogadas por la llegada de los blindados, haba generado un profundo y peligrossimo resquemor en las sociedades de ambos pases, compartidos desde los ms doctos y galantes representantes de la clase poltica hasta el ms analfabeta e ignorante tipo perdido en el populacho. No fue casual que otra serie de casos de brutalidad y crmenes por parte de soldados bolivianos contra las barriadas chilenas de la regin produjeron expontneos desrdenes y encontrones. Hubo asesinatos impunes y masacres de obreros, las primeras "masacres del salitre" registradas en los suelos atacameos. Entre bolivianos y chilenos, particularmente, surga un odio mutuo que lleg a manifestarse en protestas y disturbios. La situacin se agrav con la migracin a Atacama de los cientos de chilenos expulsados desde Tarapac por las medidas monopolistas del presidente Pardo. Los chilenos residentes en la zona llegaron a atacar, corvo en mano, cuarteles policiales en represalia a los compatriotas asesinados por funcionarios militares de Bolivia. Como el explorador francs Wiener lo confirmara, el aislamiento y la distancia de estas zonas permitan que las autoridades bolivianas locales actuaran como pequeos tiranos impunes, con plenos poderes en contra de la poblacin chilena. Todos estos hechos han sido minimizados por los historiadores peruanos, bolivianos y tambin los chilenos adictos al americanismo, como puede advertirse en la literatura histrica de su factura.

"En 1877 -escribe Francisco Antonio Encina-, el diputado ngel Custodio Vicua exhibi en Copiap y en Santiago un instrumento de tortura inventado por los mandatarios bolivianos del litoral, "la penca", que consista en alambres trenzados con una porra o cabeza de fierro en un extremo. La prensa, por su lado, afirmaba que eran muchos los chilenos muertos con este instrumento de suplicio".
Los abusos y la poltica de abierto desafo hacia Chile consiguieron unir a los medios de nuestro pas ante los inminentes vientos de nueva guerra, que se sentan agitando las banderas de ambos pases. Para desgracia chilena, sin embargo, el nuevo Tratado de 1874 haba desatado otra absurda e irracional explosin de delirios americanistas y proto-radicales en la poltica y la criptopoltica chilena. Ignorantes (como siempre) de las negociaciones aliancistas llevadas por los pueblos hermanos contra Chile e identificando obnubiladamente a su militante Walker Martnez como el autor material del acuerdo, se lanzaron en picada contra los patriotas ms audaces y mentalmente aptos del pas, consiguiendo la destitucin del gran Canciller Adolfo Ibez Gutirrez, acusndolo injustamente de ser un "belicista" 19

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(exactamente como los entreguistas demonizan todava a sus enemigos polticos) y sumiendo a Chile, a continuacin, en uno de sus perodos ms oscuros y peligrosos de su historia. Las acciones de Daza en cumplimiento de compromisos anteriores que jurdicamente no poda eludir, hicieron creer a muchos incautos en Chile que el caudillo protagonizaba gestos de buena fe. La verdad, sin embargo, es que Per y Bolivia ya se haban enterado de la salida de los blindados desde Inglaterra, por lo que urga ser previsores. La noticia de que el "Cochrane" vena en camino lleg a Lima en octubre de 1875 provocando una hemorragia de secretos recelos. En lugar de Ibez, los americanistas colocaron al pacifista abogado del partido radical, Jos Alfonso, cuya ausencia de talento para la Cancillera lleg a niveles abismantes, pues saltaba al Ministerio luego de haber ocupado slo el cargo de Juez de Comercio de Valparaso. Y, como primera y desacertada medida, Alfonso baj a Guillermo Blest Gana y coloc a don Diego Barros Arana en la representacin para Argentina, a la posteridad recordado como el verdadero "Mesas" del compulsivo entreguismo nacional, triste categora que ha sido ampliamente discutida en uno y otro sentido por los autores chilenos. Poco despus de estos hechos, el da 25 de diciembre anclaba en Valparaso el acorazado "Cochrane". La larga espera y las insistencias por acelerar la construccin, renda frutos. A principios de enero de 1876, llegaba el "Valparaso", posteriormente rebautizado "Blanco", aunque ha pasado a la historia como el "Blanco Encalada" por su referencia al ilustre hombre de armas. Tan pronto lleg este ltimo navo al pas, se envi de vuelta a Europa al "Cochrane" que an presentaba problemas de terminaciones y algunas deficiencias derivadas de su falta de mantencin durante el breve plazo que pas con sus dueos. La idea de este enroque, como se advierte, era que en ningn momento Chile quedase desprotegido. Fue un verdadero favor del cielo que la lamentable cada de Ibez coincidiera con la feliz llegada de los navos. De no haber estado listos, Chile se habra encontrado en absoluta indefensin y desventaja frente a los planes blicos de los aliados, que habran sabido explotar a su favor la llegada de los americanistas a la Cancillera de Chile. Como hemos visto, las noticias obligaron a Daza a aceptar a regaadientes las ratificaciones del tratado y los fallos judiciales en favor de los empresarios chilenos de Antofagasta. Los blindados aportaron un poco de mesura a su actuar en esos das. En Per la reaccin precautoria no fue menor. De inmediato se impartieron rdenes a la Legacin en Buenos Aires para suspender todos los esfuerzos por restituir su proyecto de adhesin al Tratado de Alianza Secreta con esa nacin. Un falso clima de paz y relajo llen las relaciones entre la vecindad, siendo lamentablemente credo por los entreguistas chilenos, quienes comenzaron a perfilar la persona de Anbal Pinto como seguidor de Errzuriz en La Moneda, durante las elecciones que se aproximaban. Se comenz a negociar instantneamente un Tratado de Amistad, Comercio y Navegacin entre Santiago y Lima, producto de la urgencia de esta ltima por mejorar sus relaciones con Chile, al menos cosmticamente. Se agreg al proyecto de acuerdo una clusula de arbitraje, en caso de discrepancias o controversias, y el Congreso del Per lo aprob rpidamente, en febrero de 1877. Las ratificaciones jams alcanzaron a ser canjeadas. A pesar de estas zalameras de parte de Torre Tagle, debe dejarse registro que en todo este perodo de aparente buena voluntad y acercamiento, Per jams realiz alguna gestin encaminada a la posibilidad de retirarse de la Alianza con Bolivia. Ignorantes de las revelaciones que el Brasil formulara al Presidente Errzuriz y al Canciller Ibez, en 1874, sobre la existencia de una Alianza Secreta, El Presidente Pinto y el Canciller Alfonso instruyeron a Barros Arana, el 12 de febrero de 1977, para que considerara al Per como posible mediador en el conflicto con la Argentina.

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Sin embargo, otro incidente vino a ennegrecer nuevamente la situacin diplomtica de Chile. Entre julio y diciembre de 1877, el "chileno" argentino de corazn Manuel Bilbao, que oficiaba como agente y espa del Ministro Fras de la Argentina, ayudado aparentemente del Cnsul Baudrix y su familia, rob documentacin secreta de la legacin chilena, apropindose de cartas del ministro Alfonso a Barros Arana, donde le ruega mantener la calma hasta el regreso del "Cochrane" de sus reparaciones en Inglaterra, condicin de superioridad que permitira a Chile imponer el acatamiento argentino a la constitucin del arbitraje o, de lo contrario, verse en la obligacin de asumir la va armada. Esta informacin clasificada, suciamente aprovechada por Fras y Bilbao, fue echada a correr como reguero de plvora por la Argentina aquel ao, como parte de la campaa de odio antichileno que por entonces tena lugar. Sin embargo, lo bueno del incidente es que derriba otro de los ms viejos respecto de que la compra de los blindados se habra realizado con la exclusiva lucha armada, previa y largamente proyectada por Chile para posesionarse de verdad es que Buenos Aires era parte importante, sino la principal, del inters en en aquellos aos. Vigencia del Pacto Secreto en 1876. Incidentes de Pacocha en 1877 Mientras tanto, en Per el Presidente Pardo enfrentaba una dura situacin provocada la insurgencia de sus hombres, adems de la angustia de no haber conseguido cerrar el plan de Alianza tripartita en su Gobierno. Las reestructuraciones del Ejrcito y las medidas desacertadas haban provocado otra incipiente crisis al momento de dejar el poder, siendo relevado en la Presidencia por Mariano Ignacio Prado (18761879). Coincidentemente, la Comisin Diplomtica del Per, cuya Presidencia era asumida por el destacado agente Jos Antonio Lavalle, quien tendra una participacin fundamental al inicio de la guerra, en una misin para ganar tiempo y permitirle a su patria armarse para enfrentar a Chile. Aunque durante esta ltima misin Lavalle alegara tozudamente desconocer la existencia de la Alianza Secreta entre su patria y Bolivia, el historiador Gonzalo Bulnes seala en su "Guerra del Pacfico", que lo cierto es que la Comisin Diplomtica que l presida recibi del Ejecutivo la siguiente nota para tomar conocimiento del pacto, el 28 de julio de 1876 (los destacados son nuestros): mitos peruano-boliviano, intencin de desatar una Atacama y Tarapac. La recibirlos lo antes posible

"Ante todo debo recordar el Tratado secreto de alianza defensiva de 6 de febrero de 1873 que el Congreso tuvo a bien aprobar el 22 de abril del mismo ao. Desde que el Tratado mereci la aprobacin de los Congresos de ambos pases y fue canjeado en junio de 1873, la nacin SE OBLIGA A PROCURAR A BOLIVIA LOS AUXILIOS DE CUALQUIERA CLASE que en caso, como el que nos ocupa, pudiera necesitar segn se estipul en el artculo 5... SI EL LITORAL DE BOLIVIA SE SEPARASE DE ESA REPBLICA NOS EXPONDRAMOS A VERNOS ENVUELTOS EN UNA GUERRA DE TEMIBLES CONSECUENCIAS, PUES POR EL TRATADO SECRETO ESTAMOS OBLIGADOS A CONSERVAR NTEGRO SU TERRITORIO".
De todos los brotes de golpismo que amenazaban a Pardo, uno de los ms complicados era protagonizado por el ex Ministro Nicols de Pirola, cuya ambicin desmedida segua la tradicin histrica de los caudillos de la regin continental. Un crtico incidente de mayo de 1877 distrajo al Per de sus acciones para preparar la guerra contra Chile. El da 6, el indetenible Pirola intent otra de las tantas asonadas golpistas que estallaban en la regin y sus partidarios se apoderaron del poderoso monitor "Huscar", en complicidad del Capitn de Fragata Germn Astete y los hermanos Carrasco. De inmediato, se lanzaron en acciones de vulgar y descarada piratera, intentando apoderarse de los vapores britnicos "Santa Rosa" y "John Elder", ambos de la Pacific Steam Navigation Company.

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Estas peligrosas acciones generaron fuertes protestas de parte de Inglaterra a travs de su representante James Graham, y el Gobierno peruano se vio en la obligacin de enviar una flota al mando del Capitn Juan Guillermo Moore, el mismo que tendra gran importancia, poco despus, en la Guerra del Pacfico. Pero el poco empeo de la marina armada peruana en revertir los acontecimientos oblig a la intervencin directa de los britnicos, sobre la situacin de los amotinados del "Huscar", que haban pasado a buscar a Pirola a Cobija, el 22 de mayo, continuando con tropelas y desafiando tanto a los ingleses como al propio gobierno peruano. Es curioso que, a pesar de abordar la nave en suelo entonces boliviano, y de recibir abastecimientos en esas caletas, ninguno de los autores peruanos que insisten en comprometer a Chile tras los incidentes del "Paquete de los Vilos" de 1872 (cuando el boliviano Quevedo, exiliado en Chile, sali desde Valparaso con sus hombres con la intencin de realizar un alzamiento en Antofagasta contra el Gobierno de Bolivia) no vean ninguna posible complicidad boliviana en lo ocurrido con los pierolistas alzados que, deseosos de romper con Chile y llevar a efectos su Alianza con La Paz, representaban perfectamente el mismo nimo que imperaba entonces entre las autoridades altiplnicas. Tras enfrentarse con la flota peruana el 27 de mayo, el "Huscar" volvi a escapar con algunos daos. El Contraalmirante ingls A. F. Rous de Horsey, Jefe de la Escuadra Britnica en Sudamrica, se encontraba desde poco antes en Caldera, en Chile, saliendo al Callao para intentar detener a los revolucionarios. No han faltado las interpretaciones suspicaces que tambin intentan vincular a Chile con estos incidentes, de los que era absolutamente ajeno. Pero ni la intervencin inglesa con la participacin de las fuerzas de De Horsey, permitieron detener a los pierolistas el da 29 de mayo en Pacocha, donde se libr un cruento combate con los caones del monitor. Esta derrota inglesa fue considerada humillante para la Real Marina Britnica, provocando el relevo de De Horsey en septiembre del mismo ao y la euforia de los peruanos ms convencidos de imponer su superioridad continental. Muchos autores peruanos aprovecharon el incidente para sealar un supuesto "intervencionismo" de parte del Reino Unido, obviamente pasando por alto que los ingleses slo protegan -con autorizacin del Gobierno del Per- la integridad de sus propios navos comerciales ante la presencia de estos vulgares corsarios. Sin embargo, la presin popular y sobre todo de la prensa limea, obligaron al Presidente Prado a emitir una cnica e infame protesta contra Londres, alegando que la accin de guerra haba violado aguas jurisdiccionales peruanas. En medio de la polmica, no obstante, qued entre los peruanos esta nueva sensacin exitista, al sentir que haban derrotado a la propia armada britnica valindose slo del monitor. Esta batalla vino a poner en boca de noticias la presencia no slo del "Huscar", la poderosa arma flotante de la armada peruana, sino la presencia de un peligroso caudillo sediento de poder como Pirola, cuya presencia sera fundamental en el desarrollo de la Guerra del Pacfico, que estaba prxima a estallar.

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