Sonami en la historia

Ago 28, 2013

La historiadora María Celia Baros relata los hitos más importantes en la trayectoria de 130 años de la entidad.

(MINERÍA CHILENA) A partir de la segunda mitad del siglo XIX algunos empresarios comenzaron a preocuparse por las graves dificultades que afectaban a la explotación minera y su precaria situación económica en Chile. Problemas como el desconocimiento general de nuestras riquezas para la mayoría de los habitantes, una anacrónica legislación minera, falta de tecnología, escasa mano de obra y sin preparación, y hasta disputas con agrupaciones de agricultores por el uso de recursos naturales, motivaron para que en el seno de este ámbito surgiera el quiebre necesario.

Pioneros

Con miras a cambiar dicho estado y recogiendo disposiciones heredadas de la Corona Española –como ordenanzas de minería, el Real Tribunal de Minería y el Cuerpo de Minería de Santiago– varios dueños de minas se propusieron buscar el adelanto de la industria, defender los intereses de esta actividad en Chile y promoverla incluso en el extranjero, ya que ello traería prosperidad al país. Hacia 1840 se conformó una Comisión de Productores y se había creado la Comisión Parlamentaria –o bancada– de Minería.

Dos personajes jugaron un rol clave en esta idea: el Ministro de Hacienda, Pedro Lucio Cuadra, que de inmediato respaldó al grupo minero; y el diputado radical Francisco Gandarillas Luco –vinculado familiarmente a una rica mina de plata–, quien llamó a la unidad de los interesados. Así, Gandarillas preparó el proyecto de estatutos del futuro gremio y fue su primer secretario.

Nace la Sociedad Nacional de Minería

Mediante decreto supremo firmado por el Presidente de la República Domingo Santa María, el 26 de septiembre de 1883 fue fundada la Sociedad Nacional de Minería, dedicada a enfrentar y subsanar los problemas del sector. La institución gremial sería dirigida por un Consejo Directivo integrado por un presidente, un vicepresidente y 15 consejeros, elegidos en asamblea general de socios y por mayoría de votos, durando un año en sus funciones. El presidente tenía la atribución de nombrar un secretario y proponer comisiones especializadas; además habría empleados rentados. El Directorio debía dar cuenta anual de los gastos y entradas de la Sociedad a una junta general de socios.

Comenzó con más de 70 miembros, cuyo número era ilimitado y debían pagar una cuota anual de $12. Entre ellos había empresarios, hombres públicos e ilustres, profesionales y políticos. También los primeros delegados de juntas mineras de provincia fueron considerados socios, pero sin pago de gravamen, pasando a ser con posterioridad juntas locales y antecesoras de las más de 35 asociaciones mineras que hoy existen.

Una vez formada, la Sociedad pidió al ministro Cuadra interceder ante el ministro de Instrucción Pública para arrendar –no había fondos para comprar– una casona en calle El Chirimoyo N° 11, de propiedad del Instituto Nacional y ubicada detrás del Teatro Municipal. Así, la autoridad otorgó financiamiento y autonomía a la Sociedad, y gracias a una subvención fiscal de $1.000 fue posible reparar y comprar mobiliario para este inmueble, hasta que un incendio en la casa contigua lo afectó.

Mediante decreto supremo de 1889 la Sociedad Nacional de Minería obtuvo la aprobación para un mayor presupuesto, trasladándose a una oficina en calle Moneda N° 23, donde funcionó por décadas. Y el Estado siguió autorizando un aporte anual de $6.000 para su mantención durante varios años.

Iniciativas visionarias

La Sociedad se propuso múltiples iniciativas que prosperaron en el tiempo con creces. Por ejemplo, crear laboratorios de química analítica, escuelas especiales (Escuela de Minería de Santiago y escuelas prácticas en Copiapó y La Serena) y un Museo Mineralógico que había empezado Ignacio Domeyko. También buscó científicos y profesionales que enseñaran ramos técnicos, por lo que las universidades fueron contratando profesores de nivel académico. Paralelo a la docencia dio asistencia técnica a trabajadores, preocupándose por su condición salarial y material.

Con el imperativo de abolir viejas leyes españolas e introducir normas modernas, fue elaborado un proyecto de ley que reemplazó el Código Minero de 1874 por el Código de 1888. Además, hizo labor para recopilar reglamentos, estadísticas mineras y padrones generales de minas (y luego participar en la Ley del Nuevo Trato de 1955, el Decreto Ley 600 sobre inversión extranjera, hasta los actuales convenios de colaboración y cooperación, debates sobre royalty, reformas tributarias y el Tratado de Integración y Complementación Minera con Argentina). A partir de su relación con Hacienda, por años la Sociedad fue la única entidad consultora que tuvo cada gobierno en materia minera.

Actividades de difusión

Desde el primer momento la difusión de sus acciones fue notable, a través de medios periodísticos, congresos mineros y exposiciones industriales hasta hoy. El primer logro fue fundar un Boletín Minero, en diciembre de 1883, como órgano oficial de la Sociedad, cuya suscripción valía $5 al año, con carácter de periódico informativo, técnico y científico, que daba a conocer la minería. En la actualidad, este “Boletín Minero” es la revista minera más antigua de Chile y América Latina.

El 31 de octubre de 1894 fue inaugurada la primera Exposición Internacional de Minería en la Quinta Normal de Santiago, organizada por la Sociedad con apoyo del Gobierno chileno y la colaboración de embajadas extranjeras, para atraer representantes de fábricas de maquinaria minera. Su tecnología podía industrializar Chile con la aplicación de métodos modernos, lo que causó gran éxito al exhibir técnicas novedosas y ser un “centro de negocios” para esa época.

En la misma línea, fue convocando a nuevos congresos mineros en 1916, 1934 y 1937, así como a un Congreso Nacional de la Pequeña y Mediana Minería en 1971.

Lo anterior fue reforzado con una estrategia de propaganda masiva y de fácil llegada al público, manteniendo informados de paso a los mineros sobre temas de actualidad. En 1943 adquirió la Radio Sociedad Nacional de Minería, emisora que llegó a ser la primera estación de radio de Chile.

Creación de Enami y otras entidades

Como parte de sus relaciones con otros organismos, desde la década de 1920 la Sociedad había sugerido la creación de distintas instituciones de fomento económico para mejorar el rudimentario trabajo de las minas y obtener una explotación más rentable con la venta adecuada de la producción. Con tal de evitar que pequeños mineros quedaran a merced de comerciantes inescrupulosos y hubiera una empresa compradora de minerales a precios convenientes para ambas partes, participó en la creación de la Caja de Crédito Minero en 1927, que permitió desarrollar la actividad con disposición de capital y mejorar la producción, seguida de la primera fundición nacional en Paipote en 1952.

Después, la Caja de Crédito Minero y la Empresa Nacional de Fundiciones unieron esfuerzos para dar vida a la Empresa Nacional de Minería (Enami), que siguió con la política de fomento, pero multiplicó sus servicios a los mineros siendo vital para la mediana y pequeña minería.

Viendo el rol y el crecimiento que la ingeniería adquiría, la Sociedad también propició la agrupación gremial de profesionales, primero como un cuerpo de ingenieros de minas, y luego al especializar sus servicios para trabajar en empresas mineras, constituyéndose en su salón de honor el Instituto de Ingenieros de Minas de Chile (1930). Otra preocupación fue un Servicio Geológico hasta incluso pedir la necesidad de un Ministerio de Minería.

Durante el proceso de recuperación del cobre en manos de compañías foráneas y en medio del clima ideologizado de la época, la Sociedad planteó su postura gremial-técnica frente a la nacionalización, ayudando a reconstruir el escenario minero y dio confianza a la inversión extranjera para el sector. Aun más, intervino en la Ley Orgánica Constitucional de Concesiones Mineras, como estímulo para la reactivación económica.

Siglo XXI

Desde los años 1980 Sonami ha asistido a la modernización, el avance tecnológico y el nuevo estilo de gestión que caracteriza a la minería contemporánea, atenta a las políticas económicas e inversiones para el sector, viendo alzas y caídas de precios, mercados y costos. De una u otra forma ha estado en cada hecho e hito minero y es testigo privilegiado del fuerte impacto socio-económico y ambiental que significan los grandes proyectos con sus procesos, exploraciones, desafíos, innovaciones, emprendimientos, sustentabilidad, normas de certificación, necesidad de suministro energético e hídrico, de capital humano calificado –donde la mujer ha ganado espacios– y buenas prácticas profesionales, la preparación de nuevas generaciones, la responsabilidad social empresarial, el cierre de faenas, el trabajo con comunidades y el entorno, más la tradición y cultura mineras, por citar algunos aspectos de la minería chilena del siglo XXI.

Fiel a su misión original, Sonami prosigue impulsando el desarrollo de la minería privada a través del fomento de una política económica de libre mercado, incentivando la inversión tanto nacional como extranjera, y la estabilidad de las normas que regulan la actividad. Vela por el interés común de sus asociados y brinda apoyo en materias de orden técnico, legal, ambiental, tributario, laboral, informativo y de negocios. Y promueve la capacitación y formación de recursos humanos a través de seminarios, programas y fundaciones.

Es miembro de la Confederación de la Producción y del Comercio y tiene representantes en los directorios de Enami y de Enap.

Por María Celia Baros M., licenciada en Historia.

Fuente / MINERÍA CHILENA

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