lunes, 13 de julio de 2015

Breve historia del Mutualismo en Chile



    Precursoras del Mutualismo en nuestro País son dos sociedades, una católica y otra liberal: la “Hermandad del Sagrado Corazón” y la Sociedad de la Igualdad”.  La primera fue creada en 1849 por Fray Andrés García y agrupó a los artesanos de la capital en la Iglesia Recoleta Franciscana;  y la segunda en 1850, gracias a la iniciativa y empuje de dos hombres visionarios: Santiago Arcos y francisco Bilbao.  Tuvo un carácter social, mutualista, intelectual y político.

    Sin embargo, será un ciudadano peruano quien creara la primera mutual chilena propiamente tal: don Victorino Laínez, quien el 18 de Septiembre de 1853, junto a otros trabajadores, fundó la Sociedad de Tipógrafos o Sociedad Tipográfica que, como su nombre la indica, cobijó a hombres que laboraban y laboran en los talleres de las imprentas.

    Después se destaca uno de los más ilustres mutualistas chilenos: don  Fermín Vivaceta Rupio.  El 12 de Enero de 1862, junto a Lorenzo Arenas,
Angel Sassi, Rafael Villarroel y otros, funda la Sociedad Unión de Artesanos, “Artesanos La Unión”.

     Pero el mutualismo no es sólo un deber y una acción de hombres.  También nuestra historia registra el nombre de Doña Micaela Cáceres de Gamboa, la cual 20 de Noviembre de 1887 fundó en Santiago la primera Sociedad mutualista femenina y que se denominó “Sociedad de Obreras Nº1.  Esta Sociedad fue también la primera Sociedad Mutualista de mujeres en América.  Su ejemplo fue después imitado en la mayoría de los países de nuestro continente.

     Igualmente, a fines del siglo XIX, con la ayuda de la Iglesia, se crean los Patronatos.  Estos eran organizadores de carácter apostólico y mutualista y su finalidad era ayudar a los obreros jóvenes a encontrar trabajo y a realizar sus estudios, todo lo cual era complementado con una formación moral basada en valores cristianos.  Por ejemplo, fue muy conocido el Patronato de Santa Filomena y hoy en día una calle de Santiago lleva el nombre de Patronato.

     A comienzos del siglo XX aparecen sobre todo en el Norte Grande las llamadas “Mancomunales de Obreros” y cuya finalidad más importante era defender a los trabajadores en una época en que las condiciones de vida de éstos eran angustiosamente miserables e inhumanas.  Por supuesto que muchas de las acciones de estas mancomunadas tuvieron un carácter netamente mutualista.


De este modo,  las Sociedades Mutualistas con el paso de los años se siguen  multiplicando por casi todo el país.  Llegó un momento en que fue necesario  tratar de unirlas todas para acrecentar los beneficios  educativos y la coordinación de sus tareas en especial.  El primer esfuerzo en este sentido partió de la Sociedad Unión de Tipógrafos que auspiciaron la formación de la Central Mutualista, hoy como conocida como Federación Provincial Mutualista de Santiago.  Esta Federación nació en Febrero de 1936 y durante sus primeros años realizó una magnífica labor: realizó congresos mutualistas, estableció vínculos de amistad con sociedades mutualistas de varios países de América.  También realizó diversas peticiones al gobierno aunque sin mayores resultados.
  
   Pero su acción y organización iba en aumento.  Fue así como el 10 de Diciembre de 1939, en una de las salas de la Universidad de Chile, se fundó la Confederación Mutualista de Chile siendo su primer presidente don Adán Verde Ramos Bustos, hombre que también tuvo una destacada participación en el mutualismo chileno.  Esta Confederación de carácter nacional es también la más antigua de nuestro continente.

     Otro hecho fundamental lo constituyó la promulgación de la Ley Mutualista o Ley Nº15.177, de Marzo de 1963.  Gracias a esta Ley el mutualismo chileno, como institución de Derecho Público, pudo organizarse mejor para cumplir más eficazmente con sus hermosos ideales.

     Los años posteriores son quizás los mejores del mutualismo chileno: miles de socios y más de 200 sociedades repartidas de Arica a Punta Arenas.

     Las sociedades mutualistas son y serán necesarias:

     1º Porque no persiguen fines de lucro,
     2º Porque resuelven a nivel personal y rápida la ayuda para afrontar los
         riesgos mencionados,
     3º Porque, en el espíritu del hombre y más aún en los trabajadores,
         siempre existe el sentimiento y el impulso a ayudar al prójimo y
         practicar la solidaridad en acciones concretas,
     4º Porque en el Mutualismo es quizás uno de los pocos lugares donde se
         practica la unión y la confraternidad auténticas, sin distinciones
         políticas ni religiosas, lo que sin duda constituye un estimulante      
         ejemplo en este mundo tan dividido y materialista.

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